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tres

A la mañana, cuando Chaeyoung hubo despertado, sintió un vacío a su lado. Extrañada, se levantó rápidamente y buscó con la mirada por toda la habitación a Jennie, pero decidió bajar cuando sintió un agradable aroma a pancakes y suspiró aliviada pensando que la chica aún se encontraba en casa.

Sin embargo, se decepcionó al notar la presencia de una chica de pelo rojizo, de alta estatura y piel pálida, colocando dos platos sobre la mesa.
Cuando se dio la vuelta para llevar los pancakes a la mesa, se topó con la curiosa mirada de la rubia.

—Oh, tú debes ser Chaeyoung, ¿cierto? —cuestionó con su dulce voz, haciendo a Chaeyoung sonreír por respeto y logrando confundirla más.

—Mmm, sí, ¿pero tú eres... ?

—Me llamo Yerin, casi siempre vengo aquí por las mañanas para acompañar a Jennie a la universidad. Estaba preparando el desayuno mientras ella se ducha, ¿tienes hambre? —puso un plato con dos pancakes frente a Rosé, quien asintió un poco dubitativa ante la reciente información.

—Gracias —respondió tímida y empezó a comer.

Terminó su plato, al mismo tiempo que Yeri lo hacía también. Conversaron lo suficiente como para volverse del agrado de ambas, aún cuando tuvieron un tiempo muy limitado. Ahora reían debido a una anécdota que Yeri le estaba contando a Rosé, hasta que la morena apareció en el comedor.

Vestía unos jeans oscuros, acompañados de una blusa corta de color rosa pálido, y su castaño cabello caía por sus hombros con gracia.

Se veía realmente hermosa. Como siempre.

—Veo que ya se conocieron —una sonrisa apareció por sus labios a la vez que miraba fijamente a Yerin.

—Sí, de hecho, Yerin dijo que viene por acá seguido, eso es... genial —sonrió hacia la mayor y se levantó de la mesa, tomando su plato y el de la pelirroja para dirigirse hacia la cocina y colocarlos en el lavavajillas.

Yeri se levantó también, dispuesta a ayudarle a Chaeyoung a lavar los platos, mas fue interrumpida por la mano de Jennie cerrándose en su antebrazo.

—No le dijiste nada, ¿cierto? —preguntó en voz baja, con cierto temor.

—¿Qué habría de decirle? —sonrió con falsa inocencia y se soltó del agarre contrario, siguiendo su camino hacia la cocina.

Jennie suspiró y sentó en una de las sillas del comedor, sintiendo su apetito esfumarse por completo. No esperaba que Chaeyoung despertara tan temprano, considerando que no era algo usual en ella.

Rosé volvió a aparecer en el comedor para verificar si faltaba algún plato que recoger y Jennie se puso de pie rápidamente para dirigirse a ella.

—Gracias por... esto.

—No es nada, sabes que me gusta mucho venir antes de clase —respondió con una enorme sonrisa y esperó a que que Jennie respondiera.

—No, claro que a mí también me gusta que vengas —le devolvió la sonrisa—. Pero no quisiera que llegaras tarde a clase por mi culpa. Adelántate, creo que me saltaré la primera hora, llevaré a Chaeyoung a su casa —se excusó falsamente.

Yerin asintió, aún sin convencerse tanto de las palabras de la otra chica.
—Bien, entonces supongo que nos vemos más tarde —tomó su mochila del sofá de la sala de estar—. ¡Adiós, Chaeyoung. Espero verte pronto de nuevo! —exclamó en dirección a la cocina.

Rosé respondió de la misma manera y fue hasta la sala a despedirse de Yerin, para luego sentarse en el sofá mientras aguardaba el regreso de la mayor.

Encontrándose a unos cuantos pasos de la puerta principal, la pelirroja se giró en dirección a Jennie y presionó sus labios contra su mejilla, brindándole un lento beso sobre su piel.

—Te llamaré luego —Jennie no respondió y solo se la quedó mirando seria—. Ugh, ya cálmate, no le diré de lo nuestro. No me veas así y dame un beso, ven —rió acercándose más a la castaña.

—Yeri-ah, no es el momento.

Pero la pelirroja no tuvo intenciones de dejarlo así y se puso a la altura de Jennie para depositar un rápido beso en la comisura de sus labios, y sonriente se dio la vuelta para encaminarse a la universidad, dejando a una Jennie frustrada frente a la puerta, la cual cerró y se encaminó hacia el sofá para sentarse junto a Chaeyoung, quien ahora buscaba algo que ver en la televisión.

—¿No ibas a ir con Yerin a la universidad?

—No —respondió con simpleza Jennie.

—Pero es tu amiga, no querrías que nada malo le pasara ¿no? Además, justo ahora tienes una clase a la que no puedes...

—Rosé, solo dilo —interrumpió a la menor.

—¿Qué?

—Di que estás celosa, no es necesario hacer un drama de esto.

Chaeyoung rió con burla, apagó la televisión y luego observó detenidamente a Jennie.
—¿Debería estarlo? Dime si hay alguna razón para estarlo —desafió, sabiendo que había puesto en conflicto a Jennie.

—No —volvió a responder con simpleza—, es solo que la última vez...

—La última vez hubo una razón más que válida y lo sabes. Y no fueron solo celos, tú me mentiste.

Esas palabras hicieron que Jennie recordara aquella situación pasada con amargura, volviendo a arrepentirse tanto de lo sucedido. Pidió mil millones de disculpas a Rosé, pero al parecer aún le afectaba de cierta manera.

—Ya lo habíamos hablado —dijo cabizbaja.

Chaeyoung decidió que no empezaría una nueva discusión, habiéndola pasado tan bien la noche anterior, y luego de un considerable tiempo sin verse; así que, se levantó de su lado del sofá y se posicionó en el regazo de Jennie, con sus piernas a cada extremo de las contrarias. Tomó el rostro de la chica mayor entre sus manos y buscó su mirada, luego le sonrió.

Y para Jennie, esa sonrisa significaba que todo seguía estando bien, que Rosé de todas maneras continuaba queriéndola. Pero lamentable, esa sonrisa era la que la hacía sentirse culpable también. Culpable por no poder decir la verdad absoluta.

—Nena... —a la menor le encantaba que Jennie le llamara así— ¿Tú me quieres, cierto?

Rosé soltó una suave risa y asintió mientras fruncía levemente sus cejas.
—Por supuesto que sí. ¿Por qué siquiera preguntas algo como eso?

—Porque... —guardó silencio por unos segundos mientras lo pensaba un poco más— Sinceramente, no lo sé, tal vez solo necesitaba reafirmarlo —respondió, haciendo reír a la menor.

—¿Quieres que lo demuestre? —su expresión inocente se convirtió en una lasciva de un momento a otro.

Jennie sabía a lo que se refería y tomó sus caderas con ambas manos para afirmar la posición de sus cuerpos.

—¿Cómo piensas hacer eso exactamente? —sonrió trasladando sus manos hasta el trasero de Rosé, quien dio un saltito al sentirlo.

La menor enredó sus brazos en el cuello de Jennie y se acercó hasta conseguir que sus labios se rozaran, y la besó. Fue un beso lento y pasional al principio, disfrutando de las miles de sensaciones que les producía aquel simple acto.
Sin embargo, en ese momento Jennie recordó a Yerin junto con sus últimas palabras, impidiéndole volver a concentrarse en la calidez de la chica encima suyo.

"No le diré de lo nuestro".

Con la respiración entrecortada, se separó arduamente de la rubia, quien sin ninguna intención de detenerse, volvió a juntar sus labios. Jennie sonrió en medio del intenso beso que se le estaba brindando, pero de todas formas volvió a separarse de la chica, esta vez lo suficiente como para provocar que la menor frunciera el ceño e hiciera un mohín.

—Sé que quieres continuar, pero la verdad es que se me está haciendo demasiado tarde para la universidad, no debería faltar hoy —respondió ante su reacción.

Rosé colocó una expresión lastimera en su rostro y se bajó del regazo de Jennie para sentarse al lado de ella, cruzándose de brazos y volviendo a encender la televisión.
Jennie rió ante el berrinche de la rubia y se puso de rodillas en el suelo, justo en medio de sus piernas, y luego buscó su mirada.

—Te prometo que cuando vuelva te daré lo que quieres —indicó, acariciándole los muslos.

—¿Y qué se supone que es lo que quiero? —la miró y sonrió, fingiendo inocencia de nuevo.

—Te lo diré en cuanto regrese —sonrió con picardía, antes de levantarse y salir de casa.

Durante su camino a la universidad, Chaeyoung y Yerin no consiguieron salir de su mente, lo cual resultaba ciertamente preocupante, considerando lo que acababa de suceder en su casa.

¿Cómo le explicaría a cada una lo que ocurría?


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