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ocho

—¿Hola? —entró con pasos lentos a la biblioteca que curiosamente se encontraba totalmente vacía— ¿Soyeon?

Siguió adentrándose, buscando con la mirada por los pasillos de aquella gran biblioteca. La castaña le había enviado un mensaje en el que decía que ya se encontraba ahí; sin embargo, no la veía por ningún lado, y tampoco contestó a su llamado.

Segundos después de seguir caminando y recorrer hasta una de las últimas filas de la biblioteca, estaba a punto de sacar su celular para llamarle y tal vez así escuchar el sonido de llamada por algún lado, pero alguien tomó con una ligereza tan agradable su cintura, a la vez que le cubría los ojos con la otra mano.

—¿Soyeon? —volvió a preguntar como hizo cuando entró.

—Correcto —contestó con sus labios rozando su mejilla. Quitó la mano que tapaba sus ojos y giró el cuerpo de la menor hacia su dirección delicadamente, aun con la mano en su cintura—. Honestamente, creí que no vendrías.

—Yo tampoco.

Soyeon volvió a tomar su mano y la adentró a una de las enormes filas con libros.

—Ven aquí, linda —dijo con la mirada puesta en la chica que solo sonrió y asintió.

Llegaron hasta el final de la fila, Soyeon colocó a Rosé contra la pared, justo como lo había hecho en los baños el día anterior, y se la quedó mirando, o más bien admirando. No podía creer que aceptara tan fácilmente, y sobre todo, no podía creer que al fin podría al menos besarla, que era lo que tanto deseaba desde que la conoció.

La biblioteca de por sí era un lugar muy, muy callado, pero normalmente habrían varios chicos y chicas buscando libros por todos lados antes de un examen, o simplemente buscando un buen libro para leer. No obstante, debido a que era sábado y solo ciertas personas recibían clases, la biblioteca de la universidad estaba más que abandonada.

Por eso mismo la citó ahí, para evitar interrupciones, y porque ya había comprobado con otras chicas que era seguro.

—Dime, ¿realmente quieres hacerlo o tiene que ver con que tu novia se enojó contigo ayer? —rompió el silencio luego de varios segundos, paseando su mano por lo largo de su cintura.

—Ah, no empieces con eso —no quería responder esa pregunta, pues ni siquiera ella sabía por qué había aceptado—. Solo hagámoslo y ya.

—¿Ahora eres tú la que lo pide? —preguntó en burla mientras acercaba su rostro al de la rubia.

—Soyeon, voy a irme si no-

—Está bien, lo dejo —trató de detener a la menor, quien había intentado salir de su encierro—. Es que debo aceptar que me pone mucho cuando actúas seria o te enojas.

Rosé sintió el calor llegar a sus mejillas, lo cual la llevó a sonrojarse mucho ante las atrevidas palabras de la castaña, además de que los toques en su cintura lo estaban empeorando.

—Me gustas, Chaeyoung. Tal vez no te importe porque me has rechazado en varias ocasiones, pero realmente quiero algo contigo, y si esto es lo único que podré obtener al final, intentaré hacerlo bien para grabarlo en mi memoria para siempre.

Fueron sus últimas palabras antes de acercar tan lentamente su rostro al de la menor, quien empezaba a desesperarse y se sentía mal. Sentía que no estaba haciendo lo correcto.
Sin embargo, al ver a la otra chica tan interesada en ella, tan cercana, sus labios a punto de rozar, su aliento colándose en medio de sus labios, sus cuidadas manos deslizándose por su cintura...

A la mierda todo.

Sus labios al fin se tocaron, y lentamente Soyeon empezó un tranquilo vaivén con ellos, para luego pedir permiso para que su lengua pudiera acceder al delicado beso.
Con ambas manos puestas en su cintura, las fue bajando disimuladamente hasta llegar a la espalda baja de Chaeyoung, en donde las dejó quietas por un momento y empujó un poco su cuerpo hacia el de la rubia, dejándola sin salida y con sus cuerpos muy unidos.

Soyeon aumentó la intensidad del beso y nuevamente bajó sus manos, pero ahora llegó hasta el trasero de la menor, pero cuando Rosé sintió cómo Soyeon apretó solo un poco esa zona, volvió en sí misma e inmediatamente vino a su mente imágenes de todas las escenas sexuales que ha tenido con Jennie, de cómo solo ella la hace gemir de placer y solo ella sabe tocarla. O al menos eso es lo que deseaba.

Chaeyoung rápidamente interrumpió el beso, y de paso tomó las manos de la contraria quitándolas de su trasero. Su respiración entrecortada y su corazón golpeando duro contra su pecho, le indicaban que estaba hecho.

Sí, le había gustado, no podía negarlo. Soyeon besaba tan condenadamente bien, pero no pudo evitar entrar en pánico al momento en que aquello se intensificara. Simplemente la forma en la que tomó su trasero y lo sensual que fue el beso la hicieron pensar automáticamente en Jennie, quien era la única chica con quien había tenido sexo.

—¿Qué pasa? ¿Hice algo mal? —preguntó Soyeon, mientras insistía en querer continuar, dejando en su lugar suaves besos cerca de la mandíbula de la menor.

—Dijiste q-que solo sería un beso... —habló entrecortadamente debido al estímulo que le provocaba lo que la otra hacía.

—Ahora quiero más que eso, y tú parecías estar disfrutándolo. Mira que hacerlo aquí no me parece tan mala idea —sonrió, acercando sus labios suavemente a su hombro—. Se siente tan bien cuando las pongo sobre esa mesa —señaló la mesa de su izquierda—, y gimen mi nombre.

A Rosé en realidad no le importaba con cuántas estuvo ahí, es más, ni siquiera le sorprendía, puesto que sabía del mal que padece la mayor.

—Soyeon no... esto fue suficiente.

La expresión de la mencionada cambió de nuevo a una un poco seria, juntó sus propios labios y ocultó un mechón de cabello rubio tras la oreja de la menor—. Bien, tienes razón —dejó un último beso en sus labios—. Te lo llevaré a tu residencia el lunes.

Chaeyoung suspiró más que aliviada—. Dios, gracias —inconscientemente abrazó a Soyeon, quien gustosa lo recibió.

Soyeon salió de ahí luego de quedar que hablarían después para fijar la hora. Rosé hizo lo mismo minutos después de que su mente se quedara procesando todo, sentada sobre la mesa en la que Soyeon le había indicado que hacía cosas con otras chicas. Y por un momento, solo por un momento, deseó no haber interrumpido la caliente escena que crearon.

Luego recordó a Jennie, y lo bien que se sentía cuando la mayor jugaba con su intimidad y sus no tan prominentes pechos. Le encantaba, tampoco podía negarse eso. Así que rápidamente olvidó lo anterior.

Tomó su celular dirigiéndose hacia su residencia y llamó a Jisoo para darle las buenas noticias.

[...]

La pelirroja abrazaba el cuello de la morena, para luego bajarse de su regazo y darle un último beso.

—Yerin, quisiera quedarme, pero debo hacer unas cosas en casa —dijo, luego de la petición que le había hecho Yeri de quedarse todo el día con ella.

—Claro, vete como haces siempre que tenemos sexo —respondió totalmente molesta con la chica, poniéndose su ropa a medias.

—Oye...

—Ve y haz tus cosas, no te preocupes.

—Tienes razón, mejor me voy —respondió, molestándose ella también.

Le había dejado claro muchas veces que su relación no podía avanzar más allá del sexo. Sin embargo, no quería ni sería grosera con ella, así que la rechazaba sultimente.

Salió de casa de la pelirroja luego de cambiarse, y de camino a su auto no pudo evitar pensar algo que hizo estremecer su vientre bajo. Y era nada más y nada menos que el recuerdo de lo bien que la pasaba con Chaeyoung en la cama, lo mucho que lo disfrutaba, más que con cualquier otra persona.

Sonrió recordando cuando tenían sexo, cómo la menor la provocaba, cómo sus dedos eran tan placenteros y cómo extrañaba esos masajes que terminaban en final feliz. Que, ahora que lo pensaba, hacía rato no le daba uno de esos.

Su celular vibró sobre el asiento copiloto del auto, lo tomó y abrió la primera conversación.

"Archivo adjunto"

Lo abrió y esperó a que el archivo se descargara. Entró a su galería, y cuando vio de qué se trataba, deseó que le dieran bien por el culo a la Tierra, al universo, y a cualquiera ser viviente, para que de verdad eso solo estuviese siendo una mala broma.

Una muy mala broma.

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