diecisiete
Luego de ese pequeño escándalo en la casa de sus padres, la despedida fue lo más incómodo de todo. Rosé tenía que fingir estar enferma y simplemente no era la mejor actriz, al menos no al criterio de Jennie, quien estaba divirtiéndose mucho con la situación ya que Rosé tenía las mejillas tan rojas de la vergüenza, que realmente hizo pensar a sus padres que tenía fiebre y que se encontraba verdaderamente mal.
Durante el trayecto de vuelta a la casa, Jennie tenía la intención de concluir con lo que habían empezado en casa de sus padres, de no ser porque Rosé se quedó dormida en cuanto se subió al auto. Jennie solo sonrió y acarició su pierna antes de seguir cuidadosamente con la ruta y llegar a salvo a su hogar.
Faltaban una semana para el cumpleaños de Rosé, por lo que al llegar a casa, justo antes de dormir, Yoo tuvo una emocionante idea que ya tenía tiempo de estar rondando por su cabeza, pero que no sabía cuándo podía ser perfecto ejecutarla.
Era de madrugada, pero si no lo hacía ahora, no sería capaz de dormir, así que se levantó, tomó su laptop y se recostó de nuevo al lado de la chica que yacía dormida tranquilamente a su lado. Sus dedos trataban de hacer el menor ruido posible al golpear las teclas y buscar la información que deseaba.
Varios minutos después, cuando ya todo estaba hecho, cerró la computadora mientras mordía su labio inferior con mucha emoción e imaginaba cuán perfecto sería ese detalle para la chica que tanto quería... Y lo mucho que podría llegar a cambiar las cosas.
—Jen... ¿Qué haces? —habló de repente la menor, incorporándose en la cama mientras observaba con sus ojos apenas abiertos a la castaña que regresaba ahora sin el aparato a recostarse a su lado.
—Nada, vuelve a dormir, nena —se acercó para dejar un beso corto en sus labios, y Rosé sonrió somnolienta.
—Duerme conmigo, es tarde —hizo un puchero con sus labios.
Tenía razón, ya se había hecho muy tarde, pero estaba demasiado emocionada planeando todo y no quería que nada se le escapara.
Sin embargo, así como se lo pidieron, Jennie se posicionó del lado y seguido entrelazó sus piernas con las de la colorina, tomando su cintura con delicadeza, para luego acariciar su mejilla con el pulgar.
—Hermosa... Sí, eres tan hermosa —dijo con gran adoración en su tono—. Gracias por permanecer en mi vida, nena.
***
Las vacaciones de verano en la universidad de ambas al fin llegaron, dejándolas libres de sus actividades por unas cuantas semanas. Quedaron de verse en un centro comercial luego de que Rosé saliera de la universidad, cosa que extrañó un poco a ésta, pues hacía mucho no iban de compras o a centros comerciales.
—No, ni te preocupes, se nota que no me extrañarás en lo absoluto. No nos veremos en mucho tiempo y siento como si estuviese hablando con la pared —reclamó Jisoo al ver que su mejor amiga estaba más pendiente de su celular que de siquiera tocar su comida o escucharla a ella.
—Lo siento, es solo que estoy hablando algo importante con-
—Con Jennie, claro que sí —puso sus ojos en blanco y luego negó ligeramente mientras reía en broma—. Déjame ver qué es eso tan importante que roba toda tu atención de mí—de un momento a otro se inclinó sobre la mesa y logró arrebatarle el celular de las manos a la rubia, quien se quedó quieta unos momentos debido al repentino ataque.
Oh no.
—¡Ahh! —soltó su celular de inmediato sobre la mesa y tapó sus ojos con su mano—. No debí hacer eso.
—Ni te quejes ahora, a los chismosos siempre les va mal —se burló mientras se carcajeaba, tomando su celular de vuelta—. Además, ¿vas a decirme que no hablas así con tu novia?
—Ugh, dile a tu novia que relaje sus hormonas —exclamó de nuevo y rió muy fuerte al notar el sonrojo en las mejillas de Rosé.
—Y no, mi novia no es así... O tal vez sí, ¡no importa! —no podía más con la risa—. Bien, ya. Y Jennie no es mi novia... Al menos no por ahora —su semblante cambió rápidamente a uno un poco serio. Hasta que su celular vibró de nuevo, lo más seguro de un nuevo mensaje de su no novia.
Al cabo de algunos minutos, ambas chicas se despidieron con muchos abrazos y prometiendo llamarse durante algunos días. Parecía muy exagerado, pero Jisoo era así, necesitaba estar siempre en contacto con Rosé. Era de las pocas personas más importantes en su vida, aparte de su novia y su madre.
Ahora, Jennie estaba volviendo de su auto otra vez, luego de comprar algo importante y que no quería que Rosé viera aún. Estuvo a punto de enviarle un mensaje a la mayor para preguntar dónde estaba, hasta que unos brazos se cerraron alrededor de su cintura por detrás y un beso fue depositado cerca de su oreja.
—Pero si es la chica más hermosa del mundo —susurró con ternura, acariciando sus brazos—. ¿Cómo te fue hoy?
Rosé sonrió y encogió sus hombros debido a la sensación que le produjo las palabras de Jennie. Se dio la vuelta para quedar de frente con la otra chica, quien aún tenía las manos alrededor de su cintura.
—Muy bien, ¿y a ti?
—Mejor ahora que te veo de nuevo —dejó un corto beso en sus labios. Park sonrió y le devolvió el beso, siendo este un poco más largo que el anterior. Jennie apretó su cintura y la acercó más a sí misma.
Luego de unos instantes, la rubia se separó del beso tan lascivo que habían empezado a ejercer, por lo que bajó su rostro y Jennie sonrió mordiendo su labio inferior.
—Jen, hay mucha gente aquí...
—Sabes que no me avergüenza, pero sé que a ti sí, así que, ¿qué te parece si empezamos a caminar? —rió más al notar el fuerte sonrojo en las mejillas de la contraria.
—No me avergüenza, es solo que...
—Tranquila, lo sé —le tomó la mano y ambas empezaron a caminar—. Vamos, quiero que comprar unas cuantas cosas.
Luego de caminar un poco, la menor vio un vestido muy lindo que llamó su atención en una tienda muy grande. Rosé entró corriendo a buscar el vestido de su talla y luego entró a la zona de vestidores. Jennie sonrió y esperó afuera viendo unas hermosas chaquetas negras.
Una chica que, supuso era empleada de la tienda, le sonrió y se quedó cerca de la demás sección de ropa. Jennie le sonrió de vuelta y siguió viendo más camisetas, pero la voz de la otro resonó dentro del cuarto en el que se estaba probando el vestido.
—¡Jennie! ¿Puedes venir por favor?
Rápidamente la mencionada entró al vestidor y observó a la menor de espaldas, luchando contra la cremallera del vestido que se había atorado en su sostén. No pudo evitar soltar una carcajada y cerrar la puerta para que nadie pudiera mirar su cuerpo.
—Listo —dijo cuando pudo subir completamente la cremallera—. Te queda perfecto.
Rosé sonrió y admiró el vestido por todos lados, tratando de comprobar lo que la más baja estaba diciéndole.
Jennie luego de varios segundos aún seguía observando su precioso cuerpo junto con ese vestido. Sus manos empezaron a viajar por la cintura de la chica al frente suyo y apretaron un poco esta. Sus labios se acercaron hasta su cuello y dejó un lento beso ahí, provocando que Rosé estremeciera un poco y soltara un corto jadeo.
—Es una lástima que ahora mismo solo quiera quitártelo —dejó una leve e inofensiva mordida en su cuello, y una de sus manos se elevó más para alcanzar uno de sus pechos, el cual tomó y apretó débilmente.
Rosé volvió a jadear bajo, cuando de un momento a otro la mayor se encontraba sentada en el pequeño sillón del vestidor con Rosé sobre su regazo, besándose como si no pudieran ser escuchadas.
—Jen, no... —dijo cuando se hubo separado un poco de los labios de Kim.
Jennie hizo caso omiso a su petición y movió sus manos hasta su trasero, el cual apretó y palmeó despacio después.
—Me dejaste con las ganas luego de regresar de casa de mis padres —susurró contra sus labios, para luego empezar a besarlos con pasión.
Rosé puso sus manos sobre los hombros de Jennie y empezó a moverse con delicadeza sobre los muslos de ella, quien dirigió una de sus manos hasta la intimidad de la muchacha; algo que se le facilitó debido al vestido que estaba probándose.
Las bragas de ambas empezaban a sentirse incómodas, húmedas. Y estaba dispuesta a terminar.
Rosé volvía a moverse, pero ahora contra la mano de la otra chica, quien la estaba acariciando en su zona más sensible. Podía sentir las ganas que tenía de hacerla suya en esos momentos. Esa intensa mirada sobre sus labios y sus pechos no mentía.
Como pudo, Jennie levantó hasta la mitad de sus muslos el vestido que estaba usando, dejando ver su ropa interior, y sin resistirlo más, retiró esta por completo.
Rosé jadeó y echó su cabeza hacia atrás al sentir dos dedos de la mayor adentrándose en sus bragas, y acto seguido, los sintió abriéndose paso entre sus paredes. Sacándolos segundos después totalmente empapados.
—Mierda, solo mira cómo estás —jadeó contra sus labios.
—¿Está todo bien ahí dentro, señoritas? —escucharon decir de repente desde afuera.
Rosé abrió sus ojos asustada y no pudo evitar hacer un sonido debido a esto, cosa que Jennie se encargó de tapar con su mano.
—Sí, tenemos algunos problemas pero nada que no podamos arreglar, no se preocupe —metió uno de sus dedos dentro de Rosé y movió este en círculos, sacándole un gemido contra su mano. Su otro dedo se movió directamente sobre su clítoris.
—¿Seguras? Puedo ayudarles en lo que dese-
—¡No! Gracias, saldremos pronto —rodó sus ojos ante la insistencia, luego volvió a introducir otro dedo en su cavidad, y Rosé volvió a gemir, apretando sus labios lo más que podía.
Suponen que la chica se retiró de ahí porque no volvió a insistir; sin embargo, a Jennie le importaba poco si así fue, ella siguió en lo suyo con Rosé.
Destapó la boca de la menor, sus dedos salieron de nuevo de su interior y comenzó a mover el otro aún más rápido y constante sobre el clítoris de la chica.
Sin pensarlo más, Jennie levantó el cuerpo de Rosé y se sentó sobre la superficie fría del suelo. Con dificultad quitó sus pantalones junto con su ropa interior, y la de Rosé también.
Era una posición bastante complicada, pero ambas chicas tenían sus piernas abiertas, con sus intimidades unidas, moviéndose la una contra la otra. Jennie movía su cadera, frotándose contra la menor, quien se deshacía entre gemidos y jadeos ahogados.
—Jen, estoy por...
—Hazlo, córrete para mí —continuó sus embestidas más rápidamente y tomó el mentón de la otra chica para que alzara su rostro—. Mírame, quiero que me mires a los ojos cuando lo hagas.
—¡Ah! Jennie, se siente tan bien... —sus ojos estaban llorosos debido a la fuerte sensación que le produjo la deliciosa fricción entre sus dos cuerpos.
Segundos después, Jennie sintió cómo su vientre liberaba la tensión que se había acumulado ante el escandaloso orgasmo que la acaba de abandonar.
Se separó de la castaña sin siquiera esperar a recuperarse y bruscamente se posicionó encima de ella, dejando que la espalda de Kim golpeara despacio el suelo, asombrada de la inesperada acción de parte de la chica.
Rosé le dedicó una intensa mirada y uno de sus dedos se dirigió directamente a su intimidad, dejando caer este sobre su clítoris. Lo frotó rápido y en círculos, haciendo que la mayor gimiera bajo y mordiera su labio inferior. Apretó un poco con sus dedos la zona, provocando que Jennie retuviera un fuerte gemido en su garganta.
Varios segundos después, la más baja soltó un breve gemido, seguido de un suave suspiro, indicando que la había hecho llegar a su límite de placer, provocando así que se liberara totalmente entre sus dedos.
Rosé, como tanto gustaba hacer, pasó su índice y dedo medio por la rosada entrada de la chica, tomando de ahí sus fluidos recién expulsados, para luego llevar sus dedos a sus labios, introduciéndolos en su boca para limpiar con su lengua hasta lo último que había tomado de ella. Jennie observó esto con lujuria, preguntándose cómo podía verse tan inocente, pero tan atrevida a la vez con esa simple acción.
La mayor se levantó del suelo con una sonrisa y se agachó para dejar un húmedo beso en los labios de la rubia, quien tomó la mano de Kim para levantarse también. Jennie empezó a acomodarse su pantalón que había sido lanzado hacia una esquina del pequeño cuarto, y luego ayudó a la menor con todo el desorden que habían causado con su ropa y la de la tienda.
—Y bien, ¿te llevas el vestido? —preguntó con una sonrisa coqueta en sus labios. Rosé rió suavemente y bajó su rostro para asentir.
Al salir del probador se toparon con la sorpresa de que la chica que le había sonreído antes a Jennie se encontraba afuera, sosteniendo una camisa a la que estaba poniendo un gancho, exponiendo una sonrisa misteriosa en su rostro. Las observó un momento y luego se acercó a ellas.
—¿Desean que lleve el vestido a la caja? —ofreció amablemente.
—Por favor —respondió Jennie y le tendió la prenda que habían elegido.
La chica regresó unos segundos después, indicándoles en qué caja podían pasar a cancelarlo.
—Que tengan un buen día —se acercó mucho a las dos chicas, lo suficiente como para que sólo pudieran escuchar en un susurro lo que quería decirles—. Por cierto, intenten ser más silenciosas la próxima vez, el gerente pudo pasearse por ahí en cualquier momento —guiñó un ojo a las chicas y sin más, se alejó hacia otra zona de prendas.
Ambas chicas se observaron con los ojos muy abiertos, y esta vez ambas con las mejillas fuertemente sonrojadas. Jennie soltó una carcajada nerviosa y tomó la mano de Rosé, quien no podía reaccionar en ese momento, sentía tanta vergüenza de que alguien más las haya escuchado.
Definitivamente podía decir que vivía las mejores experiencias al lado de Rosé. Y era otra razón a la que podía sumar el hecho de querer convertirla en la persona más importante de su vida.
***
—Rosé, hay algo que debo decirte.
—Me asusta cuando me dices eso —sonrió nerviosamente y se recostó en la cama, al lado de Jennie—. Dilo.
—No es nada malo, tranquila —besó sus labios cortamente—. Es algo que te va a encantar —los ojos de Rosé brillaron y rápidamente preguntó de qué se trataba—. Quiero que mañana, cuando recién despiertes, empieces a preparar tu maleta y todo lo que consideres necesario.
Rosé frunció el ceño y aún sin entender del todo a dónde quería llegar, cuestionó con la mirada sus palabras.
—No entiendo, ¿por qué quieres que haga eso?
—En dos días nos vamos de viaje, nena —volvió a dejar otro beso en sus labios y tomó su cintura—. Solo tú y yo.
Lo próximo que sintió fue el cuerpo de Park lanzarse sobre el suyo en un fuerte abrazo emocionado, seguido de sus angelicales labios empezar a llenarle el rostro de besos.
Ese viaje sería, probablemente, el más hermoso y memorable de todos. Se aseguraría de ello.
cinco caps más y termino con esta maravillosa adap:3.
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