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Capitulo 9


Su respiración acompasada delataba su cansancio, no todos los días corres el riesgo de morir aplastado por la torre Eiffel, paso sus manos por sus sucios cabellos, estaban ásperos del polvo, su ropa era un desastre, Era mi camisa favorita, maldición, el rubio sacudió su ropa tratando que esta quedara un poco más presentable.

-¡Hijo!- un hombre alto y un poco gordo se acerco corriendo al rubio para luego estrecharlo fuertemente entre sus brazos.

-¡No sabes qué alegría ver que este bien!- el rubio correspondió el abrazo de su padre, este se separo y lo examino, su mirada era de preocupación pura.

-No te preocupes, no son graves- Dijo el más joven al canoso, este lanzo un sonoro suspiro, abrazo nuevamente a su hijo.

-Cuando me sacaron de ahí y te perdí de vista, me asuste muchísimo, comunique a la policía que te buscara inmediatamente- cogió el rostro del ojiazul tratando de no presionar la gaza que estaba colocada en su mejilla derecha- Pensé que te perdería y que falle a la promesa que le hice a tu madre- los ojos del mayor se llenaron de lagrimas, pero no lloro, su hijo está bien frente a él, no lloraría.

-Estoy sucio y sumamente cansado, ¿podríamos regresar al hotel?- pregunto desviando la mirada, no le gustaba ver a su padre en ese estado, lo hacía sentir una presión leve en el pecho, era culpa.

-Por supuesto Colín, vayamos a casa- empezaron a caminar por los largos y amplios pasillo del hospital donde habían llevado al rubio, ingresaron por una sala donde se encontraban algunos heridos, sin que se dieran cuenta de sus acciones, sus ojos empezaron a recorrer todo el recinto, había gente con un ojo vendado, otros tenían cortes en los brazos y piernas, desvió la mirada hacia la salida de aquel lugar pero una cabeza roja le llamo la atención, era aquella muchacha, Kurztberg, recordó el apellido de su compañera, vio como una mujer cocía la herida de su frente, no era tan grande pero si llamativa, la pelirroja parecía sedada, no se quejaba y tenía los ojos cerrados.

Salió al fin de ese desagradable lugar, como solía calificarlo el rubio, nunca le gusto los hospitales, y mucho menos después de lo sucedido con su madre.

Una lujosa limosina los esperaba fuera del hospital, las calles oscuras iluminadas por el alumbrado público daban un paisaje lúgubre y frio, ingreso en el lujoso auto junto con su padre, el chofer se puso en marcha.

-Es bueno tener héroes que salven Paris- Menciono de pronto el mayor tratando de sacar conversación a su hijo- ¿No lo crees? – miro sonriendo al rubio.

-Hmp, si está bien, supongo- se encontraba un poco resentido por lo ocurrido, los héroes de Paris no vinieron a salvarlo cuando ese gigantesco pedazo de metal venia sobre él, Supongo que no vieron, excuso el ojiazul frunciendo levemente el ceño. El se consideraba el fan número uno del famoso "LordBug", el hecho que este no se diera cuenta de su presencia y lo salvara como las otras veces le resentia un poco.

-Mañana a primera hora mandare a que un especialista se encargue de tus heridas- hablo nuevamente el canoso, esta vez un poco más serio; Colín por acto reflejo se toco la herida de su mejilla, ahora cubierta por una gasa; dolía un poco.

-Me quedara marca- comento sumamente irritado, su siempre terso y limpio rostro ahora tendría cortes, Genial, ahora seguro que Adrianne no que querrá ni verme; pensó causándole más molestia pero sobre todo tristeza al enfocarse en lo último, no querrá ni verme, medito, mejor dicho NO quiere verme, bufo por lo bajo llamando la atención del mayor. Lo había pensado muchas veces, pero decidió no hacerse caso y seguir frecuentando a la rubia, Tal vez ya debería dejarla en paz, pensó, NO,  se dijo inmediatamente, Adrianne era su amiga de la infancia y un Bourgeois no se rendía,  guardare un poco de distancia, tal vez eso le agrade, concluyo finalmente, tres años de venir siguiendo a la rubia en la escuela y hogar no habían dado resultado, era hora de cambiar de táctica

El auto se estaciono frente a la entrada del gran hotel, ambos, padre e hijo, bajaron de la limosina, el rubio le dio buenas noches a su padre y subió rápidamente a su habitación, en lo más alto del lujoso hotel; entro como alma que lleva el diablo y se desvistió como si la ropa quemara; se metió a la gran y lujosa bañera que poseía su cuarto de baño, inmediatamente abrió los grifos, el agua templada salió llenando todo; luego se cerró los grifos, no quería agua derramada por todo el lugar.

Permitió relajar sus músculos, cerró los ojos y se sumergió completamente, no le importo mojar la gasa, ya se pondría una nueva, sentirle limpio era más importante; se enjabono todo, sobo todo lo posible sus cabellos dorados para que no quedara ningún rastro de polvo; repitió el proceso unas dos veces.

Salió de la ducha envuelto con una toalla por la cintura y otra encima de sus húmedos cabellos, camino por su amplia recamara y hasta llegar a su gran espejo, observo su reflejo, Terrible, fue la palabra que cruzo por su mente al ver el corte el su mejilla levemente inflamada, el mentón raspado al igual que el pómulo izquierdo, aunque este no se notaba mucho.

Revolvió su cabello con la toalla en acto de que se secara más rápido, camino a hacia un pequeño botiquín que se encontraba en el suelo, lo levanto y se dirigió nuevamente al espejo, abrió la cajita blanca con una inscripción de una cruz roja, saco unas cuantas gasas, curitas, alcohol, algodón y cinta medica.

-Tsk- se quejo al pasar el algodón con alcohol sobre su corte, lo limpio bien y coloco un pedazo de gasa sobre la herida asegurándola con un poco de cinta médica. Repito lo mismo con los raspones solo que reemplazado la gasa por los curitas.

Una vez terminada su labor, se coloco sus bóxers limpios, un buzo flojo de algodón y una playera roja, apago las luces de su habitación y se enrumbo a su cama, se tiro perezosamente sobre ella, se tapo con algunas suaves colchas, miro a su derecha, vio los números brillantes del pequeño reloj que poseía, marcaban la dos y cuarto de la mañana, giro al otro lado, inspiro y exhalo fuertemente antes de cerrar sus ojos, se le vino a la mente la tarea de arte que tenía que presentar mañana, mejor, falto, no me siento muy bien, lo cierto que le dolía todos los benditos músculos y la cabeza le latía levemente, sin querer pensó en las personas que vio en el hospital, observo gente en peor estada que él, no quiero saber que siente, su mente paro en la imagen de la pelirroja, es un milagro que no se desmayara, una miedosa como ella, una media sonrisa cínica curso por sus labios, una cobarde me salvo, reflexiono, su sonrisa paso por una de desagrado, no le gustaba sentirse en deuda con los demás, las únicas personas que se merecían consideración eran su madre cuando esta aun vivía, su padre, su quería Adrianne y Lorbug, nadie más, "si me salvas de esta, juro que cambiare", recordó la promesa que hizo pensando que morirá, un suspiro se le escapo, ¿de verdad puedo cambiar?, con ese pensamiento se quedo dormido.



Abrió los ojos lentamente, un sorpresivo blanco la cegó por un momento, apretó sus ojos para poder ver mejor, estaba acostada, se apoyo sobre sus manos para sentarse, un dolor le recorrió todo el cuerpo de golpe, un quejido se le escapo de los labios, se encontraba en lo que parecía ser una habitación de un hospital, ¿Qué hago aquí?, miro al derredor buscando a alguien.

La puerta se abrió de pronto dando paso a un mujer vestida como una enfermera, Una enfermera, entonces si estoy en un hospital, analizo, sintió un dolor en la frente, toco su herida, ¡Cierto el accidente!, todo tenía sentido ahora.

-¿Cómo se siente señorita Kurtzberg?- la adulta se acerco hacia la camilla con un vaso y algunas pastillas en la mano.

-Adolorida y un poco confundida, pero, ¿Cómo sabe mi apellido?- interrogo a la mayor, esta lo sonrió y le extendió las pastillas junto al vaso con agua.

-Los policías la identificaron al encontrar un maletín extraviado en el lugar del accidente- explico amablemente Ahora tómese estas pastillas, son para desinflamar sus heridas y para posibles dolores de cabeza- la pelirroja obedeció y tomo las pastillas rápidamente, no le gustaba la sensación de las pastillas mientras bajaban por su garganta; le entrego el vaso sin agua a la mujer.

-Traeré sus cosas, si desea puede levantarse- dicho esto la mujer salió por donde vino, la pelirroja empezó a buscar con la mirada por las paredes de la habitación, casi se cae de la cama al encontrar su objetivo, ¡Son la ocho de la mañana!, espantada por lo tarde que era se levanto rápidamente de la cama, ¡Ay mi cuerpecito!, se quejo por el esfuerzo, tomo respiro profundamente para relajarse y camino hacia la salida de la habitación; afuera estaba transitado, algunos enfermeros se le quedaron viendo raro, ¿Tan mal me veo?, trato de acomodarse el áspero cabello a causa del polvo, froto su rostro con sus manos para que no se vea tan sucio.

-Aquí tiene señorita y no se preocupe, si se siente mal llame o acuda al hospital- le entrego el maletincito con sus pertenencias.

-Muchas gracias....y.... ¿Podría decirme donde encuentro los baños?- pregunto ruborizada, la mayor lanzo un pequeña sonrisa- Sígame- la mujer empezó a caminar, Nathaly la siguió por los largos y amplios pasillos del hospital, bajaba la mirada para evitar las vistas curiosas por su aspecto.

-Aquí es, y puede lavar la herida con tranquilidad, solo no presione mucho, está casi recién cocida, me retiro, cuídese- la mujer se perdió por los blancos pasillos, Nathaly estaba muy agradecida con la extraña, era agradable encontrarse con gente así.

La muchacha entro al amplio baño e inmediatamente se dirigió a los lavabos, ¡Que mal me veo!, pensó asustada al ver su aspecto, su ropa estaba sucia y desaliñada, sus cabellos que eran de un flameante rojo, ahora se encontraban opacos por el polvo, sin contar lo despeinado que estaba, pero eso no era lo que la asusto, sino la "enorme" cicatriz levemente rojiza, esta abarcaba casi la mitad de su frente, además los puntos se notaban levemente, Menos mal que esta donde utilizo mi flequillo, pensó, aunque eso no la consolaba mucho, aparte también tenía algunas magulladuras.

-Uff, vamos Nath, salgamos de aquí- se hablo dándose ánimos, tenía esa costumbre desde que su papá se fue a otro país a trabajar; se arreglo el cabello con un poco de agua y se lo trenzo para que no llamara la atención tanto, se lavo el rostro y parte de su cuello, se seco y arreglo su ropa.

Camino hacia la salida, al menos ahora ya no la miraban, salió del hospital, hacia mucho frío afuera, Porque no me lleve una casaca, camino por la vereda, saco su monedero para ir en un taxi, fue su sorpresa encontrar el saco del rubio dentro de su maletincito, lo saco y dudo un poco si ponérselo o no, serás una paleta helada si no te lo pones, hablo su subconsciente, obedeció y se lo coloco, debo verme ridícula, el saco del rubio le quedaba muy grande, y mi tamaño no ayuda, decidió remangar las mangas levemente, siguió caminando hasta que hizo parar un taxi vacio, subió a este y se acurruco contra el asiento, dio al taxista la dirección de la calle donde vivía, Huele bien, admitió inconscientemente mientras se encogía dentro del saco.



Caminaron confiados hasta el maestro de artes llevando su trabajo orgullosamente, el trabajo no había quedado nada mal, tendrían una buena nota para terminar lo que queda del año en ese curso.

-Aquí esta maestro, justo a tiempo- el hombre solo los miro y asintió, reviso meticulosamente el trabajo presentado por los jóvenes, el hombre levanto la ceja, los muchachos se tensaron y sonrieron nervioso al mayor.

-Está bien, pueden tomar asiento- sintieron una descarga de alivio recorrer sus cuerpos, se dieron una mirada de complicidad y regresaron a sus asientos, no sin antes que un pelinegro lance una mirada tímida a una rubia que se encontraba sentada en la primera fila.

-Por un momento pensé que jalaría- confeso el azabache a su castaño amigo- no seas exagerado, hicimos un buen trabajo ayer, a pesar que no somos unos artistas- dijo el castaño mientras miraba su celular, el chino-francés solo movió la cabeza negando mientras se reía por la obsesión de su amigo, apenas le prestaba atención con eso de su "Lord blog", y así le calificaba de acosador-obsesionado, no había mucha diferencia con él.

-Nathaly Kurtzberg- llamo el profesor, pero no hubo respuesta- ¡Nathaly Kurtzberg!- alzo la voz llamando la atención de los alumnos, la mayoría voltearon al lugar de la pelirroja, se encontraba vacío; el profesor se extraño mucho, Nathaly era uno de sus mejores alumnos, tenia gran futuro como pintor.

-¿Alguien sabe por la falta de la señorita Kurtzberg?- pregunto hacia sus alumnos, estos empezaron a hablar entre ellos, una mano sobresalió entre todas, era un rubio pequeño con intensos ojos azules.

-Yo hable con ella el viernes por la noche, me aseguro que si vendría- menciono el pequeño rubio – Debe tener una buena excusa para faltar- hablo otro, esta vez un pelinegro con aspecto gótico, eran Rod y Julek los únicos amigos conocidos de la pelirroja.

-Gracias, continuemos- anuncio el profesor, siguiendo con los nombres.

-Adrianne Agreste- el azabache automáticamente dejo de conversar con su amigo sobre la repentina falta de la pequeña pelirroja y centro su atención en la rubia que caminaba con elegancia hacia el profesor para presentar su trabajo.

-Nada mal señorita Agreste, buen trabajo- felicito el mayor despues de examinar el trabajo de esta, la ojiverde sonrió complacida al hombre, dio la vuelta para regresar a su asiento pero un sitio vacío llamo su atención, dejo su trabajo y se acerco a un inquieto pelinaranja.

-Colín no vino hoy, ¿sabes por qué?- el de lentes al ver que la rubia le hablaba alzo la mirada sorprendido, ¿La Agreste preguntando por Colín?, parpadeo un par de veces para saber si no era una ilusión la que se encontraba frente a él, la mujer sonrió amablemente, un azabache tenia la mirada fija en ellos.

-No... no lo sé- admitió preocupado y extrañado que la modelo preguntara por su amigo ya que siempre era esta la que se alejaba de sus actos de afecto.

La rubia al oír la respuesta del de lentes se extraño muchísimo, Samuel era conocido por ser un fiel seguidor al rubio, era extraño que no se supiera nada de él.

-Salimos ayer en la mañana para hacer el trabajo, regresamos, trabajamos un poco y yo me lleve el trabajo- explico un preocupado pelinaranja, no era normal que su amigo faltara así de pronto, él rubio casi nunca faltaba, las únicas veces que su amigo falto fue porque estuvo enfermo y lo otro a causa de la enfermedad y posterior muerte de su madre.

El rostro del muchacho mostró suma preocupación al pensar en lo último, ¿y si algo grave le sucedió?, Adrianne se preocupo por la expresión del muchacho – Ojala no sea nada malo – hablo para sí mismo el hombre, se había olvidado de la presencia de la rubia, que ahora se encontraba un poco preocupada por la palabras mencionadas, ella sabía a qué se refería.

-Gracias Samuel- dijo sin más y se encamino hacia su sitio, su amiga Nina la miraba extrañada por la actitud de la rubia que tenía una mirada preocupada y ausente, como si estuviera recordando algo, un azabache también se percato de esto, se preguntaba ¿de qué hablaron ella y Samuel?, ya se encargaría de averiguarlo.

La puerta se abrió abruptamente rompiendo el silencio que reinaba, todas las miradas, incluidas la del profesor voltearon hacia la puerta, un joven rubio se encontraba parado mirando a la mujer de ojos verdes que se quedo estática en medio de la salón, sus miradas chocaron, azul contra verde, el silencio que reinaba era abrumador, nadie mencionaba nada.

-¡Señor Bourgeois! ¡¿Qué forma de entrar es esa?!- la voz enojada del profesor rompió el silencio que reinaba, la rubia se apresuro a tomar asiento en su lugar, levemente avergonzada por quedarse parada mirando al rubio -¿Qué fue eso?- pregunto su compañera y mejor amiga, la ojiverde negó.

-Disculpe maestro por entrar así, pero ¿podría hablar con usted? – dijo el rubio al mayor, este  frunció el ceño incomodo por la repentina aparición de su alumno.

-Interrumpe mi clase, llega tarde y- se calló de pronto al ver las marcas en el rostro del ojiazul, suspiro cansado – Solo tome asiento hasta que termine mi clase – el rubio asintió, tenía una expresión incomoda y levemente enojada por las palabras de su profesor, camino a su sitio ante la mirada curiosa de sus compañeros, los cuchicheos no se hicieron esperar, ¿qué tanto observan perdedores?, pensó enojado, a pesar de tener el rostro con gaza y levemente magullado un Bourgeois nunca baja la cabeza ante nada.

Tomo asiento ante la mirada curiosa y aliviada de su amigo – No preguntes, luego te cuento- menciono cortante por lo bajo al de lentes, este sonrió emocionado.

Una ojiverde se quedo mirando el rostro del ojiazul, ¿Qué le paso?, una sentimiento entre preocupación y alivio la invadió al verlo llegar con esas marcas y gasa en la cara, un azabache también miraba curioso y molesto al Bourgeois, lo primero por la repentina llegada y las heridas en el rostro que traía, y la segunda por la atenta mirada que le brindaba una ojiverde.

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Zas! actualizacion salvaje aparece, ese Colín preocupandose por su besho y Zukulento rostro XD, estan todos cortados los mushashos jajaj ya parecen el Brayan y la Britanny :v 

Nos vemos en la siguiente actualización :3

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