chapter 4 (Jimin)
Horas antes...
Llevaba media hora esperando a su amigo que aún no volvía del baño. Suspiró. Eunha se le acercó y dejó otro trago sobre la encimera pero no se fue como las anteriores veces. Eso a Jimin le incomodó un poco.
–No me digas que lo estás esperando –se sentó frente a él, aburrida.
–¿De qué hablas?
Sabía a lo que ella se refería pero prefirió hacerse el desentendido.
–Sabes que hablo de él –señaló hacia el medio de la pista de baile.
Inconscientemente giró su cabeza, buscó durante un segundo con la mirada, y lo vio.
Taehyung, el que le había insistido tanto con salir juntos, se encontraba bailando junto a una chica de antifaz blanco y negro. ¿Cómo puede?
Jimin aparta la mirada y se maldice por ser tan ingenuo. ¿De verdad se creyó que su amigo iría al baño y que luego volvería? Que estupidez.
–Él es así –volvió a hablar ella, también desilusionada–. Te tiene un momento y al instante tiene otro cuerpo junto al suyo.
No contestó. Cogió su bebida y comenzó a verlo como si tuviera algo de interesante además de licor añejo, fresas y medio limón.
–Mira, no sé cuál sea la relación que tengan, pero por lo visto, apenas se conocen. En todo el tiempo que lo llevo conociendo no ha mencionado ni una sola vez a un tal P.J.
El peliazul siguió sin dar indicios de responderle. Ella comienza irritarle.
–Sé que es lindo y que tiene a muchos y muchas detrás de él –Eunha continuó hablando–. Ya sabes, su apariencia es atractiva, aunque no muchos han tenido la oportunidad de ver su hermosa cara, no como yo.
Jimin deja la copa en la mesa y la mira con desprecio.
–¿Qué es lo que quieres? –suelta.
–Él no está interesado en nadie –remata–. Deberías apartarte...
–¿Qué? –Jimin se siente cada vez más confundido–. A qué quieres llegar.
–Sé que él no quiere nada contigo. Solo va a utilizarte –asegura Eunha–. También sé que...
–¿Tú qué sabes? ¿Acaso lo conoces desde la primaria? –la interrumpe harto de la situación–. Tú no sabes nada de él, y mucho menos sobre nuestra relación.
Eunha frunce el ceño y no dice nada. Ambos se observan sin pestañear.
–Señorita, ¿Puede darme una sangría, por favor? –un hombre los interrumpe y ella no duda en ir a atenderlo; no sin antes verlo con cara de desagrado.
Él suspira. No entiende nada. Vuelve a dirigir su mirada hacia su amigo. ¿Cómo es posible que le diga que volverá y que ahora se encuentre muy apegado a una desconocida?
Lo que le molesta es que le mienta de esa forma. Sabía que Taehyung era un chico de alma libre, pero se suponía que esa noche era de ellos dos.
Frotó su cara y tomó de una el trago que Eunha le había traído hace poco.
Pensó en irse pero no lo encontraba muy entretenido. Sabía que si volvía a su departamento volvería a dudar sobre su amistad con el castaño. ¿Valía la pena? Le hacía tanto daño seguir junto a él pero tampoco quería alejarse porque resultaría lo mismo.
Se paró. Quizá el merodear por ahí le suba un poco el ánimo. Todo menos seguir viendo cómo Taehyung y esa chica de vestido rojo se tocan desvergonzadamente.
«¿Acaso están jugando allá afuera?» pensó cuando, desde el segundo piso, visualizaba el panorama del patio trasero.
Veía como los jóvenes con máscaras se entretenían. «Ya quisiera poder hacer lo mismo que ellos. Divertirme sin límites. ¿Cómo hacen para olvidarse de sus problemas?». Miró por última vez y se adentró.
Iba a ir a la planta baja cuando escuchó a alguien llamarlo entre la bulla.
–¡Ey! ¡Chico de pelo azul!.
Buscó con la mirada al dueño del llamado, recordaba esa voz. Claramente lo reconoció. «Jungkook», pensó.
–¿Eres tú? ¡Eres tú! –gritó emocionado mientras corría hacia uno de los sofás en dónde el azabache estaba sentado.
Cuando llegó no dudó en abrazarlo. ¡Hace un año que no sabía nada de él! A pesar de todas las circunstancias, lo había añorado.
–¿Qué haces por aquí? –dijo Jungkook recibiendo el abrazo.
–¿Eso qué importa ahora? –respondió sentándose a su lado y procurando no apartarse del abrazo–. Cuéntame cómo has estado. ¿Por qué te mudaste sin despedirte? Te extrañé muchísimo kookie –habló cada vez aminorando su voz.
Formó un tierno puchero.
–¿Eso tampoco debería de importar ahora? –habló dudoso pero contradiciendo su timidez cuando reafirmó el agarre–. He estado como siempre. Ya sabes, quizás peor que antes pero esforzándome –sonrió–. ¿Y tú, Jiminie? –devolvió el mensaje.
–Bueno... –aflojó el abrazo y se separó. Jungkook adivinó al instante.
–Supongo que lo que pasó entre nosotros no fue suficiente, ¿no? –revolvió su cabello azul–. No te pongas así que me pones nostálgico. También te extrañé demasiado.
Jimin sacudió su cabeza y dio todo de sí para enfocarse en el chico frente a él.
–¿Has venido solo? –cambió de conversación.
–Sí, no saqué ninguna cita con anticipación. Creo que es mejor venir de improviso, ¿no lo crees?
–Imagino que sí –volvió a acercarse al cuerpo de su amigo. «Tan reconfortante. Y yo que pensé que esto no podría ir mejor». Rio.
–¿Qué te hace tanta gracia? –lo miró a los ojos y no pudo evitar recordar viejos tiempos.
Jimin solo contestó negando con la cabeza.
–Por cierto, no sabía que ahora te gustan esta clase de eventos –siguió el azabache–. Recuerdo que hace dos años Taehyung me contó que ese día que nos conocimos te llevó al club de la ciudad a través de engaños –rio al recordar cuando el castaño le relató que esa vez le había mentido a Jimin diciéndole que irían a una fiesta con temática de disfraces de su sobrinito.
Vaya traición se llevó cuando en vez de estar rodeado de niñitos, se vio rodeado de puros jóvenes en situaciones muy alocadas.
Aunque no tiene nada por arrepentirse, esa noche no hubiera sido especial si no fuera por Jungkook, quien al principio sintió tener un simple flechazo por su amigo, pero luego vio que no resultó así, ya que Jimin se adueñó de él por completo.
–Pues, como debes saber, vine con el único chico que se la pasa todos los fines en esta clase de reuniones. Seguro ya debes de hacerte una idea. Él ha vuelto a jugar conmigo –suspiró cansado. Se dijo a sí mismo que no quería sacar a flote esa conversación, pero no hubo alternativa.
–¿Qué ha hecho esta vez? –rodó los ojos. Sintió una corriente electrizante recorrer su cuerpo cuando sintió el cuerpo del mayor mucho más cerca al suyo.
No podía volver a caer. Deseó una vez más que Jimin no se diese cuenta que estaba sudando a mares, que sus piernas no dejaban de temblar, o que, desde que lo vio entrar esa noche, no ha dejado de verlo.
♡
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro