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Chapter 2 (Taehyung)


–Gracias. Que tenga buena noche –sonrió levemente y se dirigió a la salida de la tienda. Acababa de comprar un antifaz para su amigo, del cual va camino a su departamento.

Se sintió tranquilo afuera. Las calles estaban vacías y con una extraña sensación de tranquilidad.

Miró hacia arriba y notó que el cielo estaba despejado. Le agradaba que se lograra divisar en el vacío la destellante luz de la luna llena, lo que indicaría que sería una larga noche.

La casa de su amigo está doblando esa cuadra a la derecha, seguido de dos cuadras más. No está muy lejos por lo que solo se conforma en ir a pie.

Cuando llega al edificio saluda al atractivo recepcionista. Intercambian un par de sonrisas y miradas insinuadoras y espera el ascensor. Cuando ya está dentro presiona el botón número cuatro. Espera unos segundos y se siente mareado cuando suena el pitido que le alerta que ha llegado a su destino. Sale y recorre el pasadizo como si él fuera el que viviera allí.

Sigue su recorrido.

Observa los cuadros que están colgados en ambos lados; derecha e izquierda. No es muy fan de las pinturas pero, las que están encuadradas en la pared le parecen totalmente anticuadas. ¿A quién se le ocurre colgar bodegones?

Aburrido.

Da unos pasos más y toca el timbre que se ubica al lado de la tan conocida puerta de caoba.

¿Quién? –escucha la voz de su amigo preguntar por el telefonillo.

–Somos los testigos de Jehová, ¿tiene algo de tiempo para conversar? –bromea.

¿Cuántos son? 

–Siete –responde y a los pocos segundos escucha pasos aproximándose.

Jimin abre la puerta y antes de dejarle pasar dice: –¿No pueden conversar entre ustedes?

Taehyung rie. 

Lo observa de pies a cabeza y suelta un silbido complacido. Sí que su amigo se ha esmerado por lucir sexy. Lleva una camisa obscuro transparente, conjuntado con un pantalón muy ceñido al cuerpo y una casaca de cuero, color negro por supuesto.

–¿Qué? No comiences, Tae –se queja Jimin mientras sus mejillas se tornan rojas– Ya entra, ¿quieres?

El castaño ingresa a la sala del departamento y deja en la mesa la bolsa de cartón en la que traía los antifaces. Saca dos, el que compró hace unos instantes se lo entrega a su amigo.

–¿Listo para divertirte? Llevo meses planeando esto.

Jimin hace una mueca dudoso–¿Crees que sea buena idea? Sabes que...

–Ey, ¿Acaso ya no confías en mí? –lo interrumpió–. Recuerda el evento del año antepasado –le dedicó una sonrisa pícara–. Te desconocí en ese momento. Incluso gracias a mí conociste a...

–Ya cállate –esta vez interrumpió el peliazul, evitando los recuerdos.

–No te frustres, Minie, verás que ahí habrán muchos chicos lindos y podrás bailar con todos ellos.

–Yo no busco chicos –aclaró, empujándole ofendido.

–Ajá, como digas.

Taehyung se acercó a su amigo y pasó su brazo derecho por sobre su hombro. Los dos miraron a la nada por unos minutos.

–¿Qué hacemos con nuestras vidas?

–No tengo ni idea.

Luego solo echaron a reír y a hacer chacota entre ellos.

–Mejor vámonos. La juerga nos espera –animó.

–Espera –habló Jimin–. ¿A cuál de las instalaciones de Mask íremos?

Hizo un sonido pensativo y se dio un tiempo para pensar–. La verdad es que no había considerado la pregunta. ¿Qué te parece si experimentamos en the masked club? Nunca he ido ahí y no nos haría mal ir.

Recordó que el año pasado había leído en Google que "the masked club" no era como los clubs Mask comúnes de la ciudad, no, era más una especie de mansión para fiestas.

El lugar contaba con dos pisos en la que desde el segundo existía un enorme hueco, que si te asomabas por la barandilla lograbas ver gran parte del primer piso. También contaba con una terraza, salones privados y subterráneos, una gran piscina en la parte trasera y demás, (aunque en ese momento le pareció incómodo pensar en entrar a la piscina sin poder quitarse el antifaz).

–Bueno –accedió el mayor.

–Entonces no hay que perder tiempo Minie. Vámonos.

Los dos tomaron su antifaz y salieron hacia la calle con diferentes emociones dentro. Uno entusiasmado por salir junto a su amigo que, no es común y fácil de convencer que lo acompañase; el otro con miles de mariposas, nervios y temblores en su cuerpo.

Después de esperar un rato en una esquina para tomar un taxi, este al final llegó. Taehyung le dio la dirección de su parada al chófer y se dirigieron al establecimiento.

Durante el trayecto hacia las afueras de la ciudad, el automóvil en donde están se mantiene con un aire cómodo, lleno de conversaciones triviales entre los dos amigos que van en los asientos traseros.

–¿Me prometes algo? –el peliazul lo miró a los ojos.

–¿Qué cosa exactamente, Minie?

–Estarás conmigo toda la noche, ¿verdad?

–Por supuesto –afirmó Taehyung.

Cuando llegaron a su destino suspiraron al mismo tiempo mirando hacia el gran territorio que se encuentra delante de ellos. Lograron escuchar gritos de personas entusiastas.

El lugar se ubicaba apartado de la civilización, junto a un lago, rodeado de pura vegetación y casas que parecen ser de personas realmente adineradas los cuales seguro pasaban sus vacaciones ahí.

Caminan con entusiasmo hacia la entrada y la vibración de la música se siente con más vigor. Se colocan al final de la fila y en menos de lo que esperan se encuentran frente al personal de seguridad, que revisan sus boletos en la app.

Uno de ellos mira al peliazul con descaro. Jimin no sabe qué hacer por lo que se cohíbe detrás de su amigo. Taehyung rie y le dedica una mirada coqueta al guardia. «No está nada mal –pensó–. Podría intentar algo con él luego»

–Que disfruten esta noche.

Al instante les abrieron la cinta roja y pudieron pasar por un oscuro pasadizo.

No hizo falta agudizar sus oídos, ya que cuando se adentraron por completo en el amplio lugar, pudo reconocer la música que le indicaba que la fiesta recién comenzaba:

Safe and Sound de Capital Cities.

Movió su cabeza de un lado a otro. Su cuerpo siguió el ritmo. Cogió las pequeñas manos de Jimin y comenzó a guiarlo entre la multitud de jóvenes cantando la letra de la canción. El ambiente era muy relajante y divertido.

–¿Eunha? –habló casi gritando cuando llegaron a la barra.

Tenían que subir el volumen de sus voces por el motivo de que la música superaba de sobremanera las conversaciones.

–Ey, ¿Qué haces por aquí? Pensé que la ciudad era tu estilo –la chica dejó de limpiar las distintas copas y se enfocó en el azabache.

Sonrió con sorpresa. Ni siquiera se había dado cuenta de la presencia de Jimin.

–Pues... quise probar cosas nuevas. Sabes que no me animaba a aventurarme por aquí. De todas formas, que asombro encontrarte de nuevo –jaló a su amigo y volvió a pasar su brazo por sus hombros–. Mira ¿No es tierno? Le puedes decir P.J –sonrió.

Taehyung parecía un niño el cual después de tantos deberes le daban permiso de salir a jugar con sus amigos.

–Ah, ¿lo acabas de conocer? –Eunha miró de soslayo al recién presentado–. ¿Pero qué tiene? Se ve muy... ¿abstraído?.

–Es mi amigo. Y no está acostumbrado a esta clase de eventos, por eso se ve así –le guiñó el ojo.

–¿Quieres una bebida? –ignoró el tema–. Aquí está la cartilla.

–Dame cualquier cosa que contenga licor –ordenó.

La chica asintió algo incómoda. Miró a Jimin de nueva cuenta con una cara de desagrado–. ¿Vas a tomar algo? ¿O es que tampoco estás acostumbrado a tomar?

Eunha sonrió de forma burlona cuando Taehyung rio escandalosamente. Nadie le prestó atención por el fuerte sonido de la música.

El peliazul se sonrojó en demasía, cabizbajo. No se atrevió a abrir su boca para siquiera decir algo en su defensa. Solo pudo dedicarse a observar a su alrededor:

Observó a algunos jóvenes bailando, cantando, conversando, riendo y jugando, mientras que unos solamente se dedicaban a emborracharse.

–Está algo tímido –contestó el castaño por parte del peliazul–. Para él estaría bien una margarita de fresa, ya sabes, algo ligero.

La chica volvió a asentir. Comenzó a hacer su labor de preparar las bebidas que le habían solicitado. Ni siquiera un segundo dejó de apreciar al chico de sonrisa cuadrada que se encontraba sentado frente a la barra.

Tiempo después Taehyung le comentó a Jimin algo que sabía que se negaría a hacer.

–¿No te molestaría si voy... al baño? –le preguntó para cuando ya habían terminado su cuarta ronda–. Si quieres podemos ir juntos, aunque los chicos acostumbran fumar mucho por ahí y el humo te pueda incomodar.

El más bajo lo miró y negó.

Perfecto.

–Ok. Diviértete por mientras, no te quedes todo el rato aquí. Me demoraré un momento –terminó diciendo con una sonrisa sobre su rostro.

Palmeó el hombro de su amigo y le sonrió por última vez a Eunha.

Era fácil de admitir que desde que se adentraron a aquel lugar no paró de observar a una jovencita que llamó su atención desde esos primeros instantes. Se dirigió hacia el centro del tumulto de jóvenes, y sin previo aviso se apegó detrás de la joven con buen aspecto, ella recibió al intruso sin ninguna protesta.

La chica traía un vestido rojo intenso muy corto, demasiado ajustado, con la espalda descubierta. Era muy atractiva.

Sin duda era el tipo de Taehyung, aunque muy pequeña para su gusto. Con tacones y todo le llegaba a su pecho.

Ambos cuerpos comenzaron a moverse al compás de la música que inició justo en ese momento. Era: I feel so lucky de Hcve feat. A.C.E.

Algunos de los chicos que habían ido a tomar algo de descanso se dirigieron hacia el gran salón a seguir bailando, seguidas de personas que acababan de conocer o que ya conocían.

Sentían la euforia en cada poro de sus pieles ardientes al escuchar el ritmo tan pegajoso de la canción. La devoción por su juventud no pasaba por alto en aquella noche. Olvidaban sus vidas de afuera y solo se enfocaban en disfrutar junto a desconocidos; ni siquiera les importaba que éstas tengan encima un antifaz cubriendo su rostro y manteniendo una vida privada en secreto.

–I'm a predator I really love when you touch me –susurró en el oído de la joven, a la que puso por lo menos 21 años de edad.

Esta, cautivada por la presencia del extraño, recostó su cabeza sobre el pecho trabajado de Taehyung, puesto que también llevaba tiempo echándole el ojo. Ella cogio las grandes manos del chico y lo pasó de forma lenta sobre su cuerpo curvilíneo. Suspiró de placer.

–I will do what you want cause your sexy –cantaron los dos al unísono. No dejaban de tocarse, sonreírse, coquetearse.

Les encantaban las fiestas de fin de semana. El de conocer a gente que siempre te regalaban una noche llena de diversión. Como la vieja frase: choque y fuga.

Aunque lejos de esta escena, se encontraba Jimin, esperando por su amigo.








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