Capítulo 55
—Los exámenes salieron negativos, su hija está limpia, señor Lennor —concluyó el médico entregándole los resultados de los análisis de ETS a mis padres, mamá era la que estaba más indignada de nosotras dos por las decisiones tan denigrantes de mi padre.
—Bien, puede retirarse —declara mi padre.
El médico sale de la oficina y cuando la puerta se cierra, mamá es la primera en hablar y levantarse molesta para enfrentar a papá.
—No puedo creer esto, Magnus. Esto que hiciste es lo más humillante para nuestra hija.
—Era necesario, debíamos saber que no tiene nada después de todo lo que ha hecho.
—¡Ella ya te ha dicho que no hizo lo hizo con más de una persona y que siempre se ha protegido! Pero claro, tú eres un idiota que no confía en su hija.
—¿Cómo confiar en ella después de lo que pasó? —papá me mira despectivamente, bajé la cabeza y apreté mis manos en mis muslos.
—Porque es tu hija.
—Por el momento lo tengo en duda —papá se levanta de su asiento—. Hasta que no haga algo para remediar esto, mi hija... está muerta.
El corazón se me detuvo en el pecho. Mamá miró a mi padre aún más molesta e indignada que no me sorprendió cuando ella le dio una fuerte bofetada a mi padre.
—¡¿Cómo te atreves?! —grita mamá, papá no dice ni hace nada.
Me levanté de mi asiento y salí corriendo de la oficina para escapar de todo eso y llorar de nuevo. ¿Cómo es que me dice algo tan terrible? ¿Cómo tiene el corazón para hacerlo? Esto fue peor que todas las veces anteriores, que cualquier otro insulto que pudo haberme dicho.
Subí hasta mi habitación y me encerré allí, agarré mi celular y de nuevo marqué el número de Aspen pero me mandó al buzón de inmediato. Le mandé mensajes pero al parecer mi número fue bloqueado... caí al suelo de rodillas y me desahogué llorando, pero ya ni siquiera tenía lágrimas. La garganta la sentía dolorosa al igual que mi cabeza se sentía como si fuera a estallar.
Decidí llamar a Jen, al menos ella me hace sentir mejor. Por suerte me atendió la llamada apenas en el segundo tono, le puse al día con todo y hasta con lo que mi padre me acaba de hacer.
—No puedo creer que tu padre hiciera eso. ¡Es denigrante!
—Lo sé... pero no había otra forma para que me creyera, no confía en mí, Jen.
—Corazón, lo siento tanto... Voy a ir a tu casa y nos ponemos a ver Given, ¿está bien?
—Gracias, Jenny... pero ahora lo único que quiero es dormir hasta mañana.
—¿Y comer?
—No tengo hambre.
—Pero no puedes volver a hacerte eso. Come algo, ¿sí? Aunque sea algo pequeño, pero hazlo, me harás sentir mejor.
Suspiré y terminé accediendo para no preocuparla más. Ambas nos despedimos antes de colgar la llamada, me desplomé de nuevo sobre mi cama y miré al techo mientras pensaba en Aspen. Quería saber cómo estaba, me preocupaba tanto... pero ahora papá les ordenó a todos no dejarme salir por ningún motivo y si por alguna razón lograba hacerlo, despediría a quienes fueran y cuántos sean sin importarle quedarse sin servidumbre. No quería meter en problemas a nadie más.
Lo único que me queda por hacer... es aceptar de nuevo todo lo que mi padre quiere de mí. No debí de hacer cosas que sabía que lo iban a molestar en primer lugar. Quizás así pueda perdonarme... quizás vuelva a ser su hija y tal vez... solo tal vez... pueda volver a quererme.
Mi celular empezó a sonar, pensé en dejarlo así sin más pero no pude, miré la pantalla y me levanté de mi cama de inmediato al ver que era Victoria. Respondí antes de que se colgara.
—Vic...
—Ellie, ¿cómo estás? —noté que su voz era llorosa y quebrada... había estado llorando.
—Preocupada... por Aspen, ¿qué pasó con él? ¿Está bien? —se mantuvo en un silencio tortuoso en verdad— ¿Vic?
—Ellie... m..mi abuelo lo golpeó... muy mal. Lo llevaron de urgencia a un hospital en Estados Unidos hoy en la mañana.
—P..Pero ¿cómo está? Sé que es una pregunta tonta pero lo necesito... por favor Vic. Necesito saber exactamente cómo está Aspen.
—T..Tiene dos costillas... rotas. Mi abuelo le fracturó el brazo derecho y... ha..había much sangre, y ni siquiera le importó que se hubiera desmayado, lo siguió golpeando aun así y lo dejó sin comer desde que te fuiste... Ellie, me duele ver a mi hermano así, me asusta mucho.
Quería decirle algo para calmarla, pero ¿qué podía decirle si ni siquiera yo podía estar tranquila? ¡Le ha roto dos costillas y otros huesos! ¡Ese hombre está enfermo! No puedo ni imaginarme lo doloroso que tuvo que ser para Aspen... De solo pensarlo la rabia se extiende por mi cuerpo y nuevas lágrimas a causa de la impotencia aparecieron. ¿Qué puedo hacer?
—Vic, lo siento... Siento que tengas que presenciar todo esto, siento que tu hermano esté así... por mi culpa... —murmuré lo último con la voz rota.
—Mis abuelos dijeron algo sobre mandarlo al servicio militar para enderezarlo. Apenas salga del hospital lo harán, pero no al de aquí, lo mandarán a otro país.
—No lo dejarán en paz... Esto no es justo.
—Mi abuela dijo que estaría bien mantenerlo lejos de aquí... lejos de ti.
Por supuesto, es obvio que quieren apartarnos, y... después de todo, creo que es lo mejor para ambos no volver a vernos. Si seguimos así él acabará de nuevo en el hospital o peor, no puedo dejar que eso pase. Él debe seguir viviendo, debe volver con Vic. Ambos deben estar juntos y ya no vivir de esta forma tal preocupante y cruel... No merecen el dolor por el que están pasando... todo por mi culpa...
—Por favor, Ellie... debes hacer algo. No puede terminar así.
—Lo siento, Victoria. No hay nada que yo pueda hacer... —suspiré.
—¿Qué? ¿Vas a dejar que mis abuelos les hagan esto? ¿Vas a abandonar a mi hermano?
—Es lo mejor para todos —cerré los ojos, sintiendo como una lágrima de culpa caía por mi mejilla. Iba a odiarme después de esto—. Después de todo... Aspen no significa tanto para mí.
—E..Eso es mentira... ¡No puedes estar hablando en serio, Madeline! ¡Ustedes se aman!
—No creas todo lo que ves, Victoria. A mi padre le caía bien Aspen para mí, nuestro plan fue acercarnos para armar una boda y juntar nuestros negocios. Aspen solo fue eso... un negocio mayor del que saldrían más beneficios de los que podrías imaginar.
—No te creo —empezó a sollozar. Mordí mi labio, tragándome mi propio llanto.
—No me importa. Por favor, ahora que sé que no sucederá nada entre nuestros negocios, no vuelvas a llamarme. No quiero volver a saber nada sobre los Donnovan.
—¡Madeline, deja de bromear!
—Adiós, Victoria.
—¡Él lo dejó todo por ti! ¡Mi hermano se puso en riesgo por ti! ¡No puedes hacerle esto! ¡Eres una maldita arpía igual o mucho peor que su padre!
Despegué mi celular de la oreja para ya no seguir escuchando esto. Colgué y dejé mi celular en la cama de nuevo, fui al baño a limpiar mi rostro antes de bajar e ir a la oficina de mi padre, mamá no estaba y él estaba trabajando.
—¿Qué quieres? Estoy ocupado.
—Solo quiero asegurarte de que... haré lo que pidas, padre. No importa lo que sea, te demostraré que puedo hacer cualquier cosa... con tal de que tú vuelvas a considerarme tu hija.
Papá deja lo que estaba haciendo para ver cuánta sinceridad hay en mi rostro.
—Cualquier cosa ¿eh...? ¿Y si te digo que en vez de casarte con Aspen, te casarás con alguien más?
Abrí la boca para negarme, pero me mantuve en silencio. Junté mis manos frente a mí y bajé la mirada, aceptando cualquier cosa, como he dicho que haré a partir de ahora, si con eso consigo mantener la paz entre ambos.
—Lo haré. No importa quién sea.
—Bien, así está mejor. Pero no te preocupes, aún no he encontrado al candidato perfecto, porque todavía tienes que ser igual de perfecta —él me inspecciona de pies a cabeza—. Veo que has subido de peso, tendrás que meterte a una nueva dieta. A partir de ahora tendrás guardaespaldas que te vigilarán las veinticuatro horas para que no rompas tu dieta, espero que no te acuestes con ellos también.
Apreté mis manos y fruncí los labios por el dolor que me causaban sus palabras y la molestia. No reaccioné, sabía que era mejor no hacerlo.
—Sí, padre.
—Bien. Puedes irte.
Asentí e hice una leve reverencia como solía hacer. Me di vuelta para irme, pero de nuevo su voz me detiene.
—Y Madeline... No olvides nunca que todo lo que ha pasado y lo que pasará... es tu culpa. Tú ocasionaste todo esto. Así que espero que puedas usarlo de ejemplo para no volver a cometer semejantes errores de nuevo.
El dolor en mi pecho se ensancha, una lágrima vuelve a resbalar por mi mejilla, la aparté enseguida y asentí teniéndolo claro y en mente. No hacía falta que lo dijera... lo sabía. Salí de la habitación y miré a todos lados esperando ver a mi madre, pero no apareció.
—Ritha —la llamé al verla— ¿Y mi madre?
—Salió un momento por una urgencia, no ha de tardar en volver.
—Está bien, gracias.
Subí de regreso a mi habitación y me mantuve allí todo el tiempo que se me fuese posible antes de que me invadan la privacidad todo el tiempo. Ahora más que nunca quería a mi madre para consolarme, no aguantaba la idea de que mi padre piense en casarme y volver a ponerme a dieta. ¿De verdad he engordado?
Me acerqué al espejo y me miré desde varias poses, de lado o de frente, no me veía ningún cambio... pero si papá lo decía, es que sí había subido de peso. Hice una mueca, disconforme con mi reflejo, me alejé para ya no tener que verme de nuevo y volví a mi cama. Ahora, mi único consuelo es el peluche de Aspen a quien quería de vuelta conmigo.
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