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Capítulo 53

Aquella noche en Cancún encendió algo llameante en Aspen y en mí, algo que nos apasiona y nos aterra ambos como nunca antes, pero que no quisimos apagar por nada del mundo. Si bien antes de esa noche ya nos tratábamos como si fuésemos una pareja, tener el título de serlo es como más apasionante, pues ahora me puedo tomar la libertad de celar a Aspen sin sobre pensar en que si es lo que él quiere que haga o si quiere que lo deje en paz con las chicas atractivas que se le acercan.

Como en varias ocasiones.
Aparté a una chica que se le apegó para bailar con él, empujándola con la cadera y besando a Aspen en frente de ella para que supiera que estaba apartado. Esto solo es un ejemplo. También se volvieron más frecuentes las idas a su casa, más en estas semanas que la escuela terminaba y teníamos más tiempo libre, ya esperaba con ansias las vacaciones.

—Y me hizo gastar millones en cosas ¡que ni siquiera usará! ¡Está loca! —me quejé haciendo reír a Aspen cuando le conté sobre la salida con Jen al centro comercial.

Si bien el viaje a Cancún ya fue hace un par de semanas que habíamos vuelto, ella decidió esperar hasta el día de ayer para gastar toda mi fortuna.

—Pues no debiste de apostar en mi contra.

—¡¿Cómo se supone que iba a saberlo?! —bufé.

Aspen ríe de nuevo pero vuelve a acariciar mi espalda desnuda mientras yo jugaba con las correas de la pulsera en su muñeca izquierda, con la caracola que le había dado. Sonreí más calmada por sus caricias, suspiré y volví a levantar la cabeza para mirarlo al rostro.

—Oye, ¿cuándo se van tus abuelos? —pregunté.

—Nunca se sabe, ellos solo se quedan el tiempo que quieren y luego se van cuando se aburren —se encoge de hombros.

—¿Tus padres no ponen límites con ellos? Creo que ambos están siendo muy invasivos...

—¿Lo crees? —habla sarcástico sabiendo que se refiere a todos sus años con ellos.

Hice una mueca y apoyé mi mano sobre su rostro, él sonríe y besa mi palma antes de quitar mi mano y morder el espacio entre mi pulgar y mi índice. Dejé escapar un quejido pero no me molestaba, Aspen jala de mi mano y me tumba sobre la cama para colocarse encima de mí y besarme con intensidad, mis manos acarician su espalda mientras las suyas se pasean por mi figura.

Estábamos tan inmersos en nuestro propio mundo que cuando escuchamos los pasos fuertes acercarse, había sido demasiado tarde.

—¡Aspen!

Ambos nos sobresaltamos al instante en el que su abuelo irrumpe en la habitación junto al resto de la familia. La madre de Aspen rápidamente cubre los ojos de Vic quien se veía alterada y preocupada por nosotros.

—¡Debería darles vergüenza! —vocifera el abuelo haciéndome espantar mientras me aferraba a las mantas contra mi pecho y Aspen se colocaba sus pantalones de manera apresurada.

—No puedo creerlo, Aspen. ¡Y en la casa de tus padres...! —la abuela me mira muy despectivamente—. Con esta mujerzuela además.

—No te atrevas a llamarla de esa forma —espeta Aspen poniéndose de pie en frente de mí.

—¡Pues si eso es lo que es! ¡Una cualquiera! —sigue su abuela.

Debería defenderme.
Debería decir algo para que esta mujer no me esté insultando... pero estoy tan avergonzada por todo lo que pasa en tan pocos segundos que no puedo ni moverme. Estoy incluso espantada por esto.

—Rose, haz que esta muchacha deje esta casa de inmediato —ordena el abuelo.

—No. Tú no puedes echarla de aquí.

—¡Rose, hazlo ahora! —exclama el abuelo.

Rose se acerca rápidamente hasta mí, me ayuda a juntar mi ropa y me lleva hasta el baño para vestirme. Podía escuchar el intercambio de gritos entre Aspen y sus abuelos, mientras sus padres intentaban calmar las cosas y Vic sollozaba por la fuerte situación.

—¡Esa mujer no volverá a meter un pie en nuestra propiedad! Y tú no volverás a verla.

—¡Te guste o no, ella es mi novia! ¡La veré cuando se me dé la puta gana!

—¡Pues esta relación se acabó! Te prohibimos salir con alguien tan... vulgar y con tan poca clase como ella —soltó con asco aquella anciana.

No quería salir del baño pero debía hacerlo, Rose me abraza mientras caminamos hacia la salida. Quería acercarme a Aspen y estar para él, pero Rose niega con la cabeza sabiendo que lo mejor que podía hacer para ayudarnos a ambos, era irme.

—Madeline... —Aspen intentó seguirme.

—No. Tú no te vas de aquí —vi cuando el abuelo lo agarró por la camisa y lo lanzó dentro de la habitación—. Owen, mi bastón.

Me detuve de golpe al escucharlo y saber que planeaba golpear a Aspen como nunca antes. El padre de mi novio tenía el bastón en sus manos y se notaba en su pesar que no quería dárselo.

—Padre... por favor, no lo hagas...

—¡Silencio! ¡Entrégame ese maldito bastón ahora!

—Puedes golpearme lo que quieras pero no conseguirás que cambie de opinión. Madeline es mi novia y no la dejaré porque una mierda como ustedes me lo ordenen.

Vi como el abuelo le arrebata el bastón a su hijo y golpea con este el rostro de su nieto. Ahogué con un grito; la madre de Aspen saca a Vic de la habitación y la lleva hasta fuera de la casa. Vi como ese monstruo golpeó a Aspen pero a la tercera ya no pude resistir.

—¡Ya basta! —solté con las lágrimas amenazando mis ojos y yendo hacia ellos, pero Rose me detuvo.

—No... señorita, no debe interferir o le irá peor a ambos.

—¿Pero cómo puedo permitir que esto ocurra frente a mí? ¡Rose, por favor, haz algo!

—Lo siento...

No la culpaba, ¿qué podría hacer ella? Una mujer mayor que no tiene ni la fuerza, ni la confianza para hacer algo. Apreté los dientes y negué con la cabeza sin aceptar dejar a Aspen así. Me solté del agarre de Rose y corrí hasta el abuelo, agarrando su brazo con el bastón antes de que le diera otro golpe.

—¡Déjalo en paz!

—¡Tú no me toques! —él me empuja golpeándome a la vez con el bastón hasta caer al suelo.

—Maddie... —Aspen me mira preocupado y aunque estuviera adolorido intenta levantarse.

Me acerqué a él y lo abracé, colocando mi cuerpo entre su abuelo y él para que dejara de golpearlo.

—¡Suéltalo! ¡Seguridad!

—No dejaré que te siga golpeando... no puedo —sollocé aferrándome a Aspen mientras su abuelo continúa gritando y los demás intentaban apartarme.

Aspen suspira escondiendo su rostro en el hueco de mi cuello mientras su mano temblorosa se aferra a mi cuerpo. No quise separarme pero varios guardias me obligaron a soltarlo, al igual que Aspen me empujaba a ellos.

—¡No! ¡Deja de hacerle daño! ¡Vas a matarlo! —forcejeé.

—Ese no es tu problema, mujer —su abuelo se gira y me mira amenazante—. Más te vale no contarle de esto a nadie o haré que tu familia termine en la miseria y que ustedes dos no vuelvan a verse ya nunca. Te lo he advertido.

Los guardias me sacan de la habitación mientras pataleaba y veía como el abuelo cerraba la puerta con él y Aspen dentro de la habitación. Tenía tanto miedo de lo que iba a pasarle, no quería abandonarlo. Seguí forcejeando hasta que los de seguridad me sacaron de los terrenos de la casa y cerraron el frente de rejas conmigo afuera.

Me derrumbé frente a este con las emociones a flor de piel. Sollocé sin descanso hasta aceptar que no podría hacer nada por Aspen... ni siquiera llamar a la policía. ¿Qué pasa si lo hago y ellos lo solucionan con dinero? Cumplirá con lo que dijo y ya jamás volveré a ver a Aspen.

Limpié mis lágrimas sin éxito mientras sacaba mi celular y marcaba el número de André para pedirle que viniera a buscarme. Traté de estar lo más presentable posible para cuando llegó, me subí intentando ser normal pero después de todo lo que pasó ¿cómo podría serlo? Por suerte para mí, él entendió que no quería hablar y no hizo preguntas al respecto, me llevó a casa y fui a mi habitación sin que mis padres supieran que estaba aquí.
Allí observé el golpe que se empezaba a notar en mi brazo, por intentar detener al abuelo de Aspen.

Recordarlo me hizo querer romper en llanto de nuevo. Me tumbé en mi cama y abracé el peluche que él me había dado, aferrándome a lo único que tenía mientras sollozaba en silencio.

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