Capítulo 52
—Listo, quedaste hermosa —Jen suelta todas las brochas de maquillaje y me observa como una artista a su obra maestra.
—¿En serio?
—Solo mírate.
Ella me entrega un espejo haciéndome sentir en shock por ver mi reflejo, realmente me gustaba lo que ella había hecho conmigo. Me veía mucho mejor que cuando me maquilla para ir a los antros, este maquillaje era más suave y bello.
—Wau, realmente tienes talento —dije sonriendo ampliamente.
—Lo sé. Quizás abra un salón de belleza, ¿quién sabe? Te contrataría para ser la modelo.
—Y yo encantada —sonreímos más—. Solo no me hagas estar a dieta o te dejo plantada.
Ambas dejamos escapar una leve risa, pues esto era el típico "mis traumas, mis chistes". Recibí un mensaje que me hizo dejar de reír para concentrarme en este, era de Aspen.
Aspen:
¿Ya bajas, princesa? 5:30 p.m.
Maddie: Enseguida 5:30 p.m.
Dejé el celular para levantarme y recoger mis cosas necesarias. Jennifer me ayudó, se veía más emocionada que yo desde que supo que Aspen me había pedido una cita, solo nosotros dos, esta tarde en la playa.
—Seguro y te pide que seas su novia, ¡por fin!
—No lo creo, estoy segura de que a Aspen no le gustaría formalizar aún —respondí yendo hacia la puerta con Jen detrás—. A él le encanta su soltería.
—Eso fue antes de ti. Estoy segura.
—Ajá, como digas. Sigo pensando que solo quiere cumplir su fantasía de tener sexo en la playa de Cancún.
—Te apuesto lo que quieras a que no es solo eso y te pide noviazgo —su expresión pícara me hizo cruzarme de brazos y detener el ascensor con mi pie.
—Te escucho...
—Si te pide que seas su novia vas a tener que llevarme de compras, no podrás decir que no a nada de lo que te pida y nos iremos cuando yo diga.
—¿Quieres gastar mi fortuna para no gastar la tuya? Está bien, lo acepto. ¿Y si yo gano?
—Dímelo tú —respondió. Me quedé pensativa un segundo antes de sonreír y volver a mirar a Jen.
—Si yo gano, me das un viaje todo pagado a Dubái.
—¡¿Dubái?! ¡¿Pero tú estás loca?!
—Como si tú no tuvieras pensado dejarme en banca rota en el centro comercial —la acusé y ella asintió aceptando que ese es su plan—. ¿Aceptas o no?
—Bien, bien, acepto.
—Genial.
Saqué el pie y las puertas del ascensor se cerraron. Estaba emocionada, pues sabía que tendría mi viaje a Dubái, ¡me compraré tantas cosas!
—Ah, finalmente —encontré a Aspen en el vestíbulo.
—Ay ya, no te quejes —respondí bufando divertida.
—Tienes razón, si verte tan hermosa como ahora es mi recompensa por haber esperado tres horas aquí... entonces ha valido la pena.
No pude evitar que mis mejillas ardieran ante su cumplido. Me dediqué a mirarlo igualmente, dejándome sin aliento por lo bien que se veía. El negro realmente es su color.
—Está bien, ¿qué tienes pensado? —pregunté.
—¿Qué tal te llevas con las cenas en la playa?
—Si la arena no entra a la comida, entonces todo bien —Aspen ríe entre dientes antes de asentir.
Me tiende su brazo y casi de inmediato lo sujeté con delicadeza. Salimos del hotel para ser recibidos por un auto con chófer, miré a Aspen un segundo, pensaba que iríamos a la playa de en frente.
—Ni creas que dejaré que alguno de nuestros compañeros de promoción se atrevan a arruinar este momento. Tengo un lugar mejor para ir —dijo abriendo la puerta y dejándome pasar.
—Supongo que tienes razón.
—Siempre la tengo, princesa.
Me guiña el ojo antes de subirse y cerrar la puerta. El chófer enciende el auto y nos lleva hasta otra playa, más alejada y privada, alejada de cualquier persona que pudiera interrumpir nuestro momento a solas. De nuevo Aspen abrió la puerta y me ayudó a salir cuando llegamos. Me asomé por el borde para ver hacia la playa, notando todos los preparativos allí.
—Wau —murmuré sonriendo ampliamente.
—Vamos más cerca.
Bajamos hasta que la arena tocó nuestros pies calzados. Es una suerte que no me haya puesto tacones.
Nos acercamos a la manta con almohadones puesta sobre la arena, sobre ella una mesa baja con comida y pequeñas linternas que iluminarían al caer la noche.
—Sí que te has esforzado, me encanta —comenté sentándome junto a él sobre los almohadones.
—Me alegro de que así sea. ¿Tienes hambre ya o...?
—Hay lomito servido frente a mí, ni aunque haya comido antes evitará que coma esto ahora —respondí haciéndolo reír.
—Lo suponía. Estoy al tanto de tu amor por esta comida —respondió pasándome las salsas—. Sírvete lo que quieras.
Sonreí agradecida y entre ambos decidimos empezar a comer, la conversación solo fluyó con temas triviales pero divertidas. Tardamos en acabar la comida pues no podíamos parar de hablar y reír, pero al finalmente hacerlo, Aspen se levanta y me invita a caminar más cerca del agua.
—Está más fría a esta hora —comenté sintiendo la corriente sobre la piel de mis pies descalzos.
—Sí, lo está. Es refrescante.
Caminamos un poco, tomados de la mano. Me detuve un segundo y agarré una caracola tan hermosa y se la enseñé.
—Hey, mira. Es tan bella, estos colores no los había visto en una —mencioné.
—Es verdad, yo tampoco había visto una así —Aspen la mira un segundo—. Sé de alguien que puede hacer un collar para ti, te quedaría bien.
—Sería muy lindo... —miré al suelo y agarré otra similar—. Y mira, este puede ser para ti.
—Serían un gran conjunto... —asentí dándole la razón—. Madeline... hay algo que me gustaría decirte.
—Está bien... —lo miré más seria porque me ha llamado por mi nombre completo— ¿Qué ocurre?
—No es que ocurra algo... al menos no algo malo, espero —suspiró, se veía bastante nervioso y eso me hizo dudar—. Maddie, no es un secreto lo que sentimos por el otro. De verdad me parecer la mujer más hermosa y preciada en mi vida, y... me gustaría oficializar lo nuestro, me gustaría poder estar a tu lado, apoyarte en todo... como tu novio.
Abrí más grande los ojos, casi dejando caer las caracolas pero con un único pensamiento en mi cabeza.
—No... —solté asustando de inmediato a Aspen quien retrocedió un paso y yo me di cuenta de lo que había dicho, por lo que me apresuré a remediarlo—. Mi viaje a Dubái...
—¿Ah?
—Aspen, sí, me gustas mucho y podría decir que... te amo en realidad —sonreí y me acerqué el paso que él retrocedió—. Sí, también me gustaría ser tu novia.
Su sonrisa no pasó desapercibida y su alivio aún más.
—Pero que quede en tu consciencia que me hiciste perder un viaje todo pagado por Jen a Dubái.
Aspen deja escapar una leve risa antes de abrazarme y besar mis labios con intensidad.
—Te pagaré todos los viajes a Dubái que quieras.
—Ese no era el punto, el punto es que Jen debía de pagarlo. Ahora la que quedará en banca rota seré yo cuando volvamos.
—¿Es en serio que apostaron por esto, y tú a que no te pediría ser novios?
—¿Qué quieres que te diga? No creí que lo hicieras —Aspen suspira exasperado pero con diversión vuelve a besarme.
—Me habías asustado.
—Lo siento.
Negó con la cabeza y volvió a besarme una vez más. No sabía si algo había cambiado en realidad pero se sentía diferente. El sentimiento que nos consumía era diferente.
Aspen me dejó sobre los almohadones con delicadeza y besó mi pecho mientras acariciaba por debajo de mi falda contra mi intimidad. Fue inteligente de mi parte no haberme puesto ropa interior.
Jadeé ante las caricias que eran más suaves de lo normal, pero se sentían aún mejor. ¿Esto es a lo que se refiere la gente cuando dicen "hacer el amor no es igual a solo tener sexo"? Porque si es así, prefiero que Aspen y yo solo hagamos el amor y nada más.
Aspen se preparó para entrar en mí luego de haberse puesto el condón, acarició mis senos y mi cuerpo con sus labios mientras se adentraba y golpeaba en lo más profundo. No pude callar mis gemidos en todo lo que quedó de la noche, ninguno quiso detenerse, pero sabíamos que iba a ser mala idea seguir haciéndolo aquí en la playa, por lo que nos apresuramos a ponernos la ropa y a juntar las cosas. Aspen llamó al chófer que llegó enseguida, él nos llevó al hotel y fuimos hasta su habitación, sabíamos que Theo y Jen estarían en la de nosotras.
—Eres la primera mujer a la que deseo tanto, princesa... —murmuró pasando sus labios por mi cuello—. No dejaré que mis abuelos me separen de ti tan fácilmente.
—No te preocupes por ellos, olvídate de ambos si es posible —acuné su rostro en mis manos y lo hice mirarme—. Ellos no conseguirán apartarme de ti, no importa lo que intenten hacer.
Aspen besa mis labios hasta que su lengua acaricia la mía y me deja sin aliento.
—Te amo, Madeline.
—También te amo, Aspen.
Escuchar y decir esas palabras sabiendo que el sentimiento es mutuo hacía que mi corazón se acelerara y brincara de la felicidad. Nunca creí que me pudiera gustar alguien que no fuera aquel cuyo nombre no quiero ni recordar, pero aquí estaba, amando a un hombre que creí un idiota desde el inicio, que dio vuelta todo mi mundo varias veces para bien y para mal. Y la mejor parte es... que no me importa, porque lo amo con locura.
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