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Capítulo 51

Este lugar es en donde uno puede hacer las mismas cosas todos los días y jamás aburrirse. Ir a la playa, pasear por los centros comerciales y plazas, comer y en las noches ir a antros y bares. Si bien no soy de las que les gusta salir todo el tiempo a esos lugares, estar con mis amigos lo cambia bastante, especialmente estando con Aspen...

Me di vuelta al bailar, pegando mi espalda en su pecho, podía sentir el alcohol haciéndome efecto pero decidía ignorarlo. Aspen aprieta mi cintura, desliza sus manos por mis caderas y baja a medida que se agacha para rozar su aliento contra mi oreja, volví a girar, enredé mis brazos en su cuello y besé sus labios con intensidad. No nos separamos por varios minutos que parecían segundos, pero las ganas de ir al baño me interrumpieron en un mal momento, así que tuvimos que hacerlo. Justo en ese momento, Jen se me acerca para lo mismo y ambas nos alejamos de los chicos para ir rumbo al baño.

—Joder, amiga, creo que ya quiero ir a la habitación con Theo —comenta ella mientras yo sujetaba la puerta.

—¿Qué me cuentas a mí? Si quieres hacerlo, hazlo.

—Te lo digo por si Aspen y tu quieran aprovechar y venir con nosotros hasta el hotel. Te noto con las ganas.

—Quizás sea buena idea.

—Claro que lo es.

Ambas salimos del baño al acabar cada una, nos acercamos al espejo y retocamos nuestro maquillaje un poco antes de volver a salir. No fue difícil encontrar a los chicos, sin embargo, nos detuvimos un segundo al ver que ya no estaban solos, sino que tenían a dos chicas coqueteando con ellos.

—Oh, eso sí que no lo permito —sisea Jen antes de ir a paso rápido hasta Theo.

En cambio, yo me acerqué a Aspen, pero me detuve a mitad de camino pensando en si a él le gustaría que los interrumpa... Ya lo sé, ya lo sé, soy una tarada y una estúpida por pensar así... pero ¿cómo no hacerlo? A Aspen le gustan las mujeres y coquetear con ellas. Además, nosotros no somos nada como para estarlo celando... y como cereza del pastel, ¿cómo saco a una chica realmente hermosa y extrovertida de encima de Aspen? ¿Cómo lo hace Jen?

Dejé escapar un suspiro profundo y sacudí la cabeza para dejar de pensar en eso. Miré a Jen, ella me voltea a ver desde el regazo de Theo y apunta con la cabeza a Aspen, como si me obligara a hacer algo. Hice una mueca dudosa pero volví a acercarme, hasta poder escucharlos a ambos.

—De verdad, no quisiera ser grosero. No estoy interesado, espero a mi acompañante —Aspen aparta la mirada ya algo irritado y mirando a los lados como si me buscara sin pensar en que podría estar detrás.

Fue eso lo que me dio los ánimos suficientes para seguir avanzando, estaba tras ellos así que él no podía verme pero aquella mujer lo hizo. Sonrió, supongo que pudo deducir que yo soy la acompañante que él mencionó.

—Quizás cambies de opinión con esto.

De repente ella lo sujeta con firmeza por el rostro hasta hacerlo mirarla y pega sus labios con los de él. Me detuve de golpe, pero por la sorpresa del atrevimiento de esa mujer, ¡¿qué le pasa?! Estaba que echaba humo por la nariz, volví a acercarme pero de repente alguien toma mi mano y me jala hasta que terminé pegada a un desconocido.

—Hey —solté en quejidos.

—¿Estás sola, dulzura?

Lo que me faltaba.
Miré hacia atrás pero apenas alcancé a ver cuando de repente las personas se interponían en mi campo visual, aunque, por lo poco que vi, Aspen aún traía a esa mujer pegada.

—No, no estoy sola. Así que déjame en paz.

Le di la espalda pero él sujetó mi cintura y me atrajo hasta él de regreso.

—Tranquila... solo me gustaría bailar contigo. Será un segundo, nada más.

Fruncí los labios queriendo irme, pero pensar en Aspen con esa mujer me hizo sentir la sangre arder, además de conocer su historial... ¡Joder sí me molesta! Tal vez solo esté descubriendo que soy una tóxica o quizás el alcohol me está mal influenciando de más... pero recordando el comentario de Aspen sobre con cuantas mujeres ha estado, incluyendo mi mejor amiga... quizás, solo quizás quería que sintiera lo mismo que yo.

—Bien.

El hombre sonríe animadamente, me giré hacia él y apoyé mis manos en sus brazos mientras él posaba las suyas en mi cintura. Ambos nos movimos al ritmo de la música pero no sentía lo mismo que cuando bailaba con Aspen. Estaba por decirle que había sido suficiente y una mala idea cuando él pega un vaso con algún trago frente a mí.

—¿Quieres? Está bueno.

—¿De dónde...?

—Es ron de coco, sabe bien.

No debería de aceptar, ni siquiera sabía de dónde lo había sacado, pero antes de poder pensar en eso ya lo estaba tomando. Tenía razón, sí es ron y estaba muy bueno. Él me pide bailar un poco más y lo hice, pero sorprendentemente aún tenía una voz racional que me gritaba que me alejara de él.

—Creo que ya fue suficiente... debo volver con mis amigos —comenté comenzando a empujarlo por el pecho para que me soltara.

—Un baile más, por favor —aprisiona mi cintura y me sonríe suplicante.

Su insistencia me comenzaba a molestar, quería gritarle por encima de la música que me dejara tranquila, pero al dar un paso en retroceso mi pie parece doblarse y hubiera caído de no ser por el desconocido, me tambaleé intentando recobrar la coordinación y el equilibrio, pero ahora es mi cabeza la que comenzaba a dar vueltas.

—No me siento... muy bien... —murmuré sujetando mi cabeza como si eso me ayudase a soportar el mareo—. Es en serio, debo volver con mis amigos...

Me di vuelta para irme pero no sabía ni en dónde me encontraba parada, miré a todos lados en busca de mis amigos... sin embargo, incluso comenzaba a olvidar con quienes había venido, el mareo se hizo cada vez más intenso hasta que terminé tropezando con mis propios pies y cayendo sobre el desconocido. Pude sentir como me sujetó por la cintura con un brazo para llevarme a alguna parte.

—¿Qué haces? —pregunté adormilada y arrastrando las palabras— ¿Me llevas con mis amigos? Te lo... agradecería mucho.

—Sí, claro. Ellos están justo por allí.

—Genial... Aunque, en verdad me gustaría irme de aquí.

—No te preocupes, muñeca. Yo me haré cargo.

Sonreí agradecida mientras apenas podía mantener abiertos los ojos o caminar siquiera.

—Aspen seguro ya se ha dado cuenta de que falto yo, si es que ya se ha dejado de besar con esa hermosa mujer de antes —comenté.

Dejé que este desconocido me llevara con mis amigos, aunque al sentir el frío de la noche golpear mi cuerpo de repente, miré a todos lados cuando noté que nos acercábamos a un auto que no conocía.

—Ese no es nuestro auto —me enderecé aunque me tambaleara más—. Te equivocaste, el nuestro está por allá.

—Sí, pero... Aspen... me dijo que te llevara en este para dejarle el otro. Vamos.

—¿Aspen? Nah... no te creo nadita —sonreí incrédula y negué con la cabeza—. Él no le diría a nadie más que me llevara, solo él quiere hacerlo.

—Pues eso fue lo que me dijo.

—¿Dónde está? Le pregunto yo.

Me di vuelta para volver a buscar a Aspen pero de repente siento que me cargan en brazos haciéndome sorprender.

—¡Ow! Oye, más cuidado que tengo vestido —lo regañé.

Noté que me llevó hasta el auto desconocido que ya tenía la puerta abierta. Mi cabeza cuelga mientras tocaba constantemente la mejilla del desconocido y me reía como si hacerlo fuera muy divertido.

—¡Madeline!

—¡Eh, Aspen! Allí estás —sonreí mirando a un lado y saludando incluso con mi pie—. Justo mi gran amigo... am, olvidé tu nombre, como se llame... me dijo que tú querías que me lleve en este auto. Seguramente porque pensabas irte con esa zorra de adentro, ¿verdad? Bueno, no es que me importe. No es mi asunto.

Pero el rostro de Aspen demostraba una rabia absoluta mientras observaba al desconocido. Se acercó a nosotros a paso rápido, el tipo que me sujetaba me lanzó al suelo y cerró la puerta de su auto.

—¡Auch! ¡Oye! —me quejé.

Solo alcancé a ver cuándo el tipo se subió a su auto y salió disparado antes de que Aspen lo alcanzara.

—¡Tsk! —Aspen aprieta los puños hasta que sus nudillos se volvieran blancos pero regresa hacia mí y se agacha hasta mi altura—. Maddie, ¿estás bien?

—Me duele aquí —lloriqueé acariciando mi cadera— ¿Qué le pasa a la gente que no aceptan un no?

—Solo son un par de idiotas, a ver... ven aquí.

Aspen me ayuda a levantarme y revisa el golpe en mi cadera, pero apenas enderecé mis piernas no pude mantener el equilibrio y caí sobre Aspen mientras volvía a reír por mi propia torpeza.

—Oops, lo siento.

—Joder, Maddie ¿qué te has tomado?

—¿Eh?... él me dijo que era ron, pero supongo que me pegó un poco fuerte.

—¿Bebiste de lo que un extraño te dio? Princesa... ¿cómo se te ocurre? —me regaña pero se notaba más preocupado que enojado—. Esa bebida tenía algo más que alcohol.

—¿Hm? Pues no lo siento nadita, nada de nada —reí levemente y volví a dejarme caer contra su pecho, sintiéndome muy adormilada—. Ya, no te preocupes. Mejor volvemos a dentro para que te sigas besando con tu amiga esa.

—¿Madeline?

—¿Y mi bolsa? Quiero mi celular —me alejé de Aspen pero apenas lo solté volví a desestabilizarme.

—Será mejor regresar al hotel.

—No sin mis cosas. Drogada o no, no me voy sin mi bolsa.

Aspen suspira profundo, me hace apoyarme en él para poder caminar de regreso adentro del antro al entender que lo decía en serio. Buscamos a Theo y Jen, Aspen se les acerca seguramente para explicarles lo que pasó, mientras yo rebuscaba entre nuestras cosas en el sofá hasta dar con mi bolsa.

—Ellie, ¿te encuentras bien? —Jen se me acerca preocupada.

—Claro, corazón —sonreí y la abracé, o mejor dicho, también me dejé caer sobre ella—. Pero tú, mi amiga... Te ves mejor. ¡Theo, cuídala que tú y yo no somos amigos! O sea sí, pero ella es más mía que tuya.

Me abracé a Jen como una celosa mientras pensaba en que podría quedarme dormida así. Noté la mirada preocupante de los tres y escuché a Aspen suspirar profundo.

—La llevaré al hotel. Ustedes pueden estar tranquilos —dijo Aspen.

Él volvió a acercarse para sujetarme de nuevo y llevarme con él, me despedí a gritos de mis amigos y acompañé a Aspen hasta el auto. Él me subió en este y puso mi cinturón, rodeó el auto para subirse y poner en marcha este hasta el hotel.

—Que sueño —murmuré subiendo las piernas en el asiento— ¿Por qué las personas son así? Si no consigues a una pareja es tu problema, no el de los demás.

—Tienes razón, los que hacen eso son peores que la escoria.

—Sí, así es.

Volví a suspirar con profundidad. No me di cuenta cuando Aspen había estacionado el auto y me hizo bajar, me sentía tan adormilada que lo único para lo que fui consciente fue cuando me dejó sobre mi cama del hotel, aunque eso me hizo malpensar las cosas.

—Eh, ¿quieres hacerlo ahora? Está bien, pero tendrás que encargarte tú, yo tengo sueño.

Aspen niega con la cabeza y se aparta, saca su celular y me da la espalda mientras escribe un mensaje. Hice una mueca y me arrodillé sobre la cama, esperando a que hiciera algo.

—¿No te quitarás la ropa? —pregunté llamando su atención.

—Maddie, estás drogada... me preocupa más eso que el tener sexo ahora —suspiró—. Ahora vuelvo.

Él sale de la habitación de repente y yo me quedé viendo la puerta con sorpresa, pero el calor empezó a ser más fuerte en mi cuerpo. Bufé frustrada y empecé a quitarme la ropa con esfuerzo; para cuando terminé de quitarme la falda la puerta vuelve a abrirse y Aspen entró cerrando la puerta tras él.

—¿Qué haces? —preguntó.

—Tengo calor —respondí simple mientras él se me acerca y coloca algo en un vaso con agua y lo revuelve antes de dármelo.

—Toma esto.

No me opuse, Aspen me ayuda a beber de aquel contenido aunque supiera horrible. Un par de gotas cayeron por mi cuello hasta mi pecho, él deja el vaso a un lado y yo lo observé un segundo mientras él se mantuvo en su celular. Volví a hacer una mueca y resoplé desganada, me acosté para darle la espalda y me cubrí con la manta.

—Ya vete.

—¿Hm? —parecía sorprendido.

—Ya me has traído, ya estoy bien, puedes volver al antro.

—¿Quieres que me vaya?

—Eso pareces quererlo tú.

—¿A qué te refieres? —me giré para encararlo.

—Pues pareces querer salir corriendo tras esa tipa que te ha besado hace casi nada. Anda, ve tras ella campeón. Ni que fuera tan difícil para ti conseguirte a una mujer que no esté drogada.

—Aguarda un poco, princesa. ¿Quién te ha dicho que esa mujer me interesa siquiera un poco? —frunció el ceño.

—Ahora mismo te la pasas en el celular y no me haces caso cuando estoy semidesnuda frente a ti —me senté.

—Jen y Theo siguen preocupados por ti, solo los estoy tranquilizando... y estar con el celular me distrae justamente de esto —él me toma por los hombros y me recuesta de nuevo—. No puedo tomarme la libertad de aprovecharme de ti cuando estás drogada y la medicina aún no hace efecto.

—Ni que fuera algo malo, eres tú y ya lo hemos hecho varias veces aunque no esté drogada.

—Aun así no siento que sea lo correcto.

Me senté frente a él y llevé mis manos al broche de mi brasier para quitármelo y dejarlo a un lado, hice lo mismo con mis bragas.

—Maddie... —Aspen aparta la mirada y suspira profundo para controlarse.

—No desperdiciaré una depilada solo porque un imbécil me drogó. Drogada o no, quiero tener sexo contigo, Aspen Donnovan.

—Joder, que directa te has vuelto —se agarró el puente de la nariz.

Me acerqué y lamí su cuello hasta el lóbulo de su oreja, se estremeció y yo lo tumbé en la cama para subirme sobre él.

—Vamos, Aspen... te necesito más que nunca.

Me agaché y besé sus labios para animarlo, quería que se apresurara pues mi interior quemaba por la necesidad de sentirlo en lo más profundo de mi interior. Las manos de Aspen acarician mi piel, haciéndome sentir ardor por donde tocaba, su lengua se hizo paso en mi boca y no pude evitar jadear por la sensación placentera.

—Hazlo, por favor... sigue —rogué tratando de quitarle la ropa.

Aspen resopla frustrado pero finalmente se levanta para quitarse él mismo sus prendas, sonreí al verlo completamente desnudo me extendí para buscar un condón, de los que había puesto en el cajón de la mesita de noche. Abrí uno y lo puse en mi boca, como había visto alguna vez... me acerqué a él y se lo puse así como estaba, lo terminé acomodando con mis manos antes de alejarme y abrir mis piernas para él.

—Nunca podré resistirme a ti, ¿no? —él ríe levemente mientras se acerca hasta colocarse entre mis piernas—. Está bien, pero aún me molesta lo que ha pasado.

—Entonces usa esa molestia conmigo, lo aceptaré gustosa —sonreí—. Pero para quedar a mano, yo también estoy molesta por lo que pasó con esa mujer.

—Realmente te pone celosa, ¿cierto?

—Demasiado, cada vez que hablas de las mujeres con las que has estado me molesta. Odio escuchar sobre ellas.

—Lo siento, no volverás a saber de ninguna otra.

—Más te vale... ¡Mhgm! —me estremecí cuando sentí como entraba en mí de una embestida.

Aspen no dudó en moverse rápidamente en mi interior, se apoyaba en sus manos contra la cama y yo atraía mis piernas más a mi cuerpo para mejorar la profundidad. Él se agacha un poco y besa mi cuello hasta morderlo y dejar marcas en este, incliné mi cabeza hacia atrás y él bajó hasta mis senos.
Continuó golpeando mi interior hasta ya no resistir ni un minuto más, los gemidos se hicieron más fuertes al igual que sus embestidas.

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