Capítulo 49
Unos golpes en la puerta nos hicieron removernos entre las mantas e intentar ignorarlos, pero estos se hicieron más constantes y un poco más fuertes. Aspen y yo decidimos levantarnos entre quejidos pero al vernos juntos, sin ropa y en la habitación de él, reaccionamos.
—Joven Aspen, señorita Madeline, levántense, su familia ha llegado.
—¡Carajo! —murmura Aspen poniéndose en pie rápidamente.
Lo seguí buscando mi ropa al igual que él, ambos nos apresuramos a vestirnos. Él le responde a Rose quien deja de golpear la puerta y va a intentar a hacer tiempo con su familia. Terminé de vestirme y de encontrar mis cosas, Aspen me hace una seña para esperar mientras él se asoma por la puerta, vuelve a mirarme y me indica que lo siga.
Salimos de su habitación con cautela, siendo lo más silenciosos que podíamos, las del servicio nos ayudaron a salir, podíamos escuchar las voces de su familia en el salón. Estando en la escalera fuimos vistos por Vic, ella se sobresalta y mira a sus abuelos y padres quienes hablaban con Rose.
—Oigan, hace un día hermoso, ¿qué les parece tomar algo de té afuera? —pregunta ella tomando del brazo a su abuela.
—Oh, eso sería tan agradable, cariño —responde la mujer mayor.
—No estaría mal tomar algo de aire fresco —el abuelo asiente.
Todos se dirigen hacia afuera. Vic nos ve y nos guiña un ojo con complicidad, sonreí al igual que Aspen pero no perdimos más tiempo en salir de aquella casa con rapidez, les agradecimos a todos los que nos ayudaron a salir y nos metimos en el auto. Al salir de la propiedad de esa casa ambos nos echamos a reír sin poder evitarlo.
—Por poco —comenté—. Tu hermana es la mejor.
—Lo sé, que bueno que estuvo allí.
Asentí dándole la razón.
Dejamos escapar unas pocas risas más antes de acomodarnos en nuestros asientos y que yo pusiera música como de costumbre.
—Oye, ¿irás al viaje? —pregunté.
—Aún no me decido.
—No te cree ni Dios —solté riendo a lo grande—. ¿Cómo no te decides aún? Se supone que tú dirías que sí.
—¿Por qué? ¿Quieres que vaya? —enarca una ceja y me mira por un segundo antes de regresar su vista a la carretera.
—Pues... sí —suspiré apartando la mirada avergonzada—. Yo no pensaba ir si tú no vas, aunque Jen me insista hasta el cansancio, porque lo hará.
—¿Y cuál es el problema? ¿Por qué no irías? Sería una gran experiencia.
—Ya pero no sería divertida, claro, a no ser que quieras que le baile a otro hombre y quizás pase otra cosa con él.
—Vuelve a decir algo como eso y me aseguraré de dejarte tan marcada que hasta tus padres sabrán que ya no eres tan pura como creen —me mira con una expresión de advertencia y arrogancia a la vez.
Mi cuerpo se estremece de tan solo pensarlo, apreté mis piernas pues empezaba a sentir una leve molestia en aquel lugar.
—D..Deja de decir esas cosas.
—No puedo evitarlo —él se detiene en un semáforo y se acerca hasta mis labios—. La simple idea de ti con otro hombre me hace hervir la sangre, más de lo que crees.
No me dejó responder porque unió nuestros labios hasta dejarme sin aliento. Su lengua acarició la mía con posesividad, mordió mi labio inferior y lo jaló levemente antes de separarnos.
—¿Te ha quedado claro, princesa?
Solo atiné a asentir mientras recuperaba el sentido. Aspen sonríe de lado y vuelve a poner en marcha el auto cuando apareció la luz verde. No tardamos mucho más en llegar hasta el frente de mi casa.
—Iré al viaje, solo porque tú irás —mencionó.
—Bien, entonces no tendré que bailarle a alguien más —jugué con el tono de voz mientras salía del auto.
—No, no lo harás y aunque no fuera tampoco ibas a hacerlo —ríe arrogante—. Porque ambos sabemos que al único al que te gusta provocar con tu baile es a mí.
Aparté la mirada sonrojada y apenada. Aspen ríe entre dientes y yo negué con la cabeza. Me despedí de él hasta entrar a mi casa pero asomándome para ver cómo se iba en su auto, suspiré profundo con una sonrisa pegada en mis labios, hasta que unos pasos fuertes se escucharon y repentinamente adopté una mejor postura cuando mi padre apareció.
—Hola, padre.
—Madeline... has llegado —me sorprendió que esta vez me haya dirigido la palabra— ¿Cómo te ha ido?
—P..Pues... bien —solté confundida.
—Me alegro —mencionó— ¿Aspen te trajo?
—Sí, justamente se acaba de ir...
—Está bien, me deja más tranquilo saber que él te trajo hasta aquí.
Papá no dice nada más y se va hasta su oficina. Lo vi marcharse sin comprender su cambio de actitud, era sorprendente lo mucho que cambia en tan solo unas horas. ¿En qué estará pensando?
Suspiré tratando de apartar esos pensamientos y me dirigí a mi habitación para descansar en paz. Aunque aquel descanso no dura mucho pues Jen me llama en aquel instante para saber sobre si iría al viaje.
—Lo haré... —solté.
—¡Sí! —ella chilla emocionada—. Te aseguro que nos divertiremos... ¡Necesitamos ir de compras!
—¿De compras?
—¡Por supuesto! Necesitamos trajes de baño, estoy segura de que los que tienes no son nada sexys.
—¿Para qué necesito uno sexy?
—¿Es en serio tu pregunta? —me mira con sorpresa y niega con la cabeza mientras que yo me encogí de hombros—. No quieres que Aspen te vea como una niña, ¿o sí?
—Ay Dios —reí levemente—. Como sea, está bien.
—¡Genial! Tendremos que hacerlo mañana porque el viaje es dentro de nada.
—Aún tengo que decírselo a mis padres. No saben que decidí ir.
—¡Apresúrate en hacerlo! ¡Hazlo ahora!
Jen insiste tanto que tuve que buscar una excusa para dejarla un momento, pero esa excusa se vuelve real cuando Ritha avisa que la cena y mis padres esperaban por mí. Me despedí de Jen y fui hasta abajo para encontrarme con ellos, lo pensé por un instante antes de hablar dudosamente.
—Madre, padre... quería comentarles algo.
—¿Qué ocurre, cariño? —pregunta mamá.
—Pues se acerca el viaje de mi promoción y... me gustaría ir.
—¿En serio? Eso es genial —mamá se emociona—. Me alegra que tomes esa decisión.
—Sí... —sonreí pero ambas miramos a papá en busca de su aprobación.
—¿Aspen irá?
—Eso me dijo —respondí.
¿Por qué tanto interés en Aspen? Joder, si no fuera mi padre diría que le gusta.
—Entonces está bien. Confío en que cuidará de ti.
Sonreí aún más tratando de no rodar los ojos por aquel último comentario, pero ya no le di importancia. Los tres cenamos en tranquilidad, aunque no en silencio pues mamá estaba preguntándome sobre este viaje.
De solo pensar en lo que podría pasar con Aspen... ya me daban ganas de ir, me ha cambiado tanto que ni yo misma logro reconocerme de vez en cuando.
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