Capítulo 44
Aspen y yo nos levantamos del sofá de aquel boliche, él sujetó mi mano y me sacó casi arrastras del lugar, realmente estaba perdiendo el control como lo ha estado diciendo ante todas mis insinuaciones. Estando afuera me acorrala contra la pared y besa mis labios de nuevo, casi sin poder esperar a llegar a una habitación.
—Me vuelves tan loco, princesa, no sé si pueda contenerme tanto contigo.
—Está bien. No te he pedido que lo hicieras.
—Joder, me excitas cada vez más al decir esas cosas.
—Eso es lo que quiero —volví a besarlo con una sonrisa en mis labios.
Jalé de Aspen hasta llegar a su auto. Ambos nos subimos y él lo puso en marcha mientras yo besaba su cuello y acariciaba su pecho, bajando mi mano hasta su bulto para acariciarlo por encima de la ropa.
—Harás que tu primera vez sea en mi auto —dejó escapar su voz como si fuera un gruñido gutural que me erizó la piel.
—No tengo problemas, con tal de que tengas preservativos aquí...
—Joder... —bufó frustrado, pues no había ninguno aquí—. La próxima vez tendré una caja en todos lados.
Reí levemente antes de seguir besando su cuello y mordiendo su piel. Aspen estaciona el auto en su casa, ya no había nadie pues era de madrugada. Bajamos del auto y fuimos hasta dentro de su casa, volviendo a acorralarme contra la puerta al cerrarla tras de mí. Una de sus piernas se cuela entre las mías y su rodilla alcanza a frotarse contra mi ya sensible intimidad.
—Hm... —jadeé contra sus labios.
Sujeté su mano y pasé por su lado para ir al frente, yendo a paso rápido hasta su habitación, ambos sonreímos cómplices mientras subíamos las escaleras intentando no tropezar con ningún escalón. Abrí la puerta de su habitación y entré como si fuera la mía, me senté en el borde de su cama y me quité las bragas hasta dejarlas caer al suelo; Aspen ve eso mientras cierra la puerta y juraría que su mirada se oscureció por la lujuria. Inclinándome un poco hacia atrás, subí mis piernas al borde y las separé para que pudiera ver lo que tanto deseaba en este momento. Me alegra haber pensado en que esta vez podría ser la noche.
Aspen se quita la remera a la vez que se acerca a mí, dejé escapar un suspiro mientras veía su cuerpo tan perfecto, marcado y con los tatuajes haciéndolo mejor. Aspen se apoya con sus manos en mis rodillas y las separa un poco más, ocasionando que la falda se levante hasta casi mi vientre. Vi cómo se relamía con deseo antes de mirarme al rostro.
—Iba a preguntarte si estabas segura de esto... pero por la expresión en tu rostro ya sé mi respuesta —ríe levemente—. Y sería una idiotez no concederte tus deseos, princesa.
No me dio tiempo a responder porque se agachó y hundió su rostro en mi intimidad. Me sobresalté al sentir su lengua acariciando mis labios y adentrándose en el interior de estos.
—D..Dios —solté sorprendida por lo bien que se sentía.
Sus dedos igualmente hicieron acto de aparición, supo exactamente dónde tocar y dónde lamer que se notaba su experiencia. Chupaba y besaba tan bien que no pude contenerme, mi cuerpo temblaba con tan poco y se sentía verdaderamente bien. Aspen se separa una vez que estuve lo bastante húmeda como para que sus dedos se deslizaran con mayor facilidad, jamás había estado así... se sentía tan diferente cuando es otra persona la que te toca y no uno mismo.
Aspen repentinamente nos cambia, sentándose en la cama conmigo encima. Me mira al rostro y besa mi cuello a la vez que empezaba a levantar el top del conjunto que me permitía no necesitar llevar nada más abajo. Aspen observa mis senos, ahora sí, desnudos.
—Aquella vez que te desnudaste frente a mí... me esforcé por no mirar tu cuerpo de más, pero ahora que tengo tu completo consentimiento, nada me impedirá ver y tocar —sonrió y se llevó uno de mis pezones a su boca.
Sus manos acariciaron mi espalda hasta bajar a mi trasero. Le dio atención a ambos senos con su boca, no sabía que era tan sensible allí hasta este momento... Incluso conseguía excitarme más que antes, sentía que estaba goteando allí abajo.
—Aspen... —pedí con tan solo su nombre.
Él comprendió enseguida lo que quise decir. Me acostó en la cama y me quitó la falda, se levantó para quitarse los pantalones y finalmente dejó salir su tan esperada erección. Tragué con dificultad al verlo, más aún al ver que sacó un preservativo de su mesita de noche y se lo puso con maestría, estando listo por completo. Aspen vuelve a acercarse a mí, colocándose encima y besando mi cuello para calmar cualquier miedo que tuviera.
Apoyé mis manos en su espalda, sentía todas sus cicatrices y heridas casi curadas por completo. Él se apoyaba mejor en sus rodillas entre mis piernas, lo que le permitía a sus manos recorrer mi cuerpo. Acarició mis cicatrices como un consuelo para mi cuerpo, se posicionó haciéndome rodear su cintura con mis piernas, entonces sentí la presión de la punta de su miembro en mi entrada, cerré los ojos y escondí mi rostro en su cuello cuando empezó a empujar.
—¡Hm...! —solté por la extraña sensación de sentir algo de ese tamaño entrando en mí por primera vez.
Estaba apretada y lo sabía, a él también se le dificultaba entrar por completo, pero parecía disfrutarlo. Suspiraba y jadeaba con cada embestida leve que hacía para empujar en lo profundo de mí, hasta que finalmente estaba completamente dentro de mí pero se mantuvo quieto para que pudiera acostumbrarme a él.
—¿Cómo te sientes? —preguntó— ¿Quieres gritarme o...?
Sonreí y callé su voz al besar sus labios. Negué con la cabeza y me removí haciéndonos gemir en la boca del otro por la fricción.
—Quizás no sea sin ninguna gota de alcohol, pero te lo aseguro, y puedo jurarte... Estoy sobria, no voy a cambiar de parecer. Por favor, sigue...
Él me mira al rostro antes de mover sus caderas hacia afuera, jadeé profundo y luego me sobresalté cuando me embistió con algo más de fuerza.
—¡Ngh! —me aferré a él.
Aspen empezó a moverse en un vaivén que volvía mi cuerpo y mente un desastre. Entraba y salía de mí aumentando cada vez más la velocidad y fuerza de sus embestidas. Jen tenía razón, el preservativo no evitaba poder sentirlo tan bien...
—¡A..Aspen...! —jadeé en su oreja antes de arquear mi cuerpo y que él tuviera mejor acceso a mi cuello y pecho.
Sus músculos se tensaban y se contraían con cada movimiento. Quería apretar mis manos en su espalda pero no quería lastimarlo por sus heridas, llevé mis manos hasta su cuello acariciando su cabello en su nuca. Jadeando, junté nuestras frentes para luego besar sus labios de nuevo. Su mano aprieta mi pezón como si de un botón se tratase, lo pellizcó y acarició haciéndome estremecer cada vez más.
Sus embestidas no me daban demasiado tiempo para respirar, cada vez que tocaba aquel punto tan sensible y profundo en mí, no podía evitar gemir con fuerza, dejando escapar el aire en mis pulmones. Aspen se endereza un momento para sujetar mi cintura con firmeza y golpear dentro de mí con más intensidad de la que creía posible, me aferré a sus mantas, aunque incluso mi agarre se volvía débil.
Sentía como un revoltijo en mi abdomen que pocas veces había conseguido sentir. Pronto no pude aguantar más al igual que Aspen, sus embestidas fueron cada vez más irregulares hasta que pude sentir como si me hubiera liberado, un placer extenso que me ha hecho sentir tan satisfecha y relajada. Aspen se detiene al haberse corrido después de mí, sale de mi interior y lo vi tirar el condón lleno de aquel líquido espeso y caliente. Me acosté de lado, sintiéndome tan extraña pero... feliz.
—Aspen —llamé su atención— ¿Cuántos condones tienes?
Abrió los ojos aún más grande de forma incrédula, sonrió al igual que yo y sacó una tira para mostrármela.
—¿Por cuánto tiempo planeas seguir? —preguntó.
—Hm... no lo sé, ¿cuánto puedes aguantar? —lo miré como un reto.
—Cariño... No querrás que vaya en serio en tu primera vez, créeme que no —sonríe con advertencia.
Me acerqué a él teniendo su miembro a la altura de mi pecho, lo metí en mi boca empezando a lamer hasta sentir como crecía, tocando mi garganta.
—Joder... Madeline —suelta apoyando sus manos en mis hombros, pero de repente acaricia mi columna— ¿Y esto?
—Se lo pedí a Britt poco después de ir allí contigo —me di vuelta, sentándome sobre mis rodillas y apartando el cabello de mi espalda— ¿Te gusta?
—¿En serio lo preguntas? —sus manos agarran mi cintura hasta pegar su miembro en mi espalda—. Me fascina, te queda muy bien...
Sonreí satisfecha, lo escuché abrir otro preservativo para ponérselo. Entonces me empuja levemente hasta apoyarme en mis manos también.
—Creo que me encantará probarte así a partir de ahora.
—Lo pensé por esto.
—Eres más perversa de lo que pensé —embistió mi interior con más fuerza esta vez, haciéndome largar un gemido—. Pero eso me encanta.
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