Capítulo 40
Abrí los ojos de golpe, me senté enseguida y sujeté mi cabeza por el dolor que me provocaban todos los recuerdos de la noche anterior llegando a mi mente de repente, me cayeron como un balde de agua fría con hielos enormes. No recordaba nada en específico o a detalle... solo sé que... ¡besé a Aspen, me desnudé frente a él y le dije que durmiera conmigo! ¡Joder! ¡¿A caso estoy loca?!
Miré hacia abajo notando que tenía su remera puesta y él estaba a un lado, aún dormido. ¿Había pasado algo? Aún tengo mi ropa interior... ¡¿Por qué no puedo recordar justo la parte más importante?!
—¿Maddie?
—¡Hm! —me sobresalté cuando Aspen se sentó a mi lado frotándose el rostro por la pereza.
—Ah, te has despertado... —murmuró al verme sentada— ¿Todo en orden?
—¡Por supuesto que no! ¡Nada está orden! ¡Empezando porque no tengo ropa! —agarré las mantas y me cubrí para tapar mi vergüenza— ¿Qué se supone que pasó?
—Sabía que no lo recordarías... pero aun así esperaba que... —suspiró un poco y negó con la cabeza. Se levantó y fue hacia la puerta del baño—. No ha pasado nada, puedes estar tranquila.
—¿Cómo sé que eso es verdad?
Aspen deja escapar una risa, más bien un suspiro divertido y me miró por encima del hombro con arrogancia.
—Créeme princesa, si hubiera pasado algo, ahora mismo estarías adolorida y temblando.
Me sobresalté por su comentario y le lancé una almohada que esquivó riendo mientras yo lo maldecía a gritos.
—¡Imbécil!
Él se encerró en el baño mientras reía a carcajadas que aún podía escuchar a pesar de la puerta cerrada. Me sentía tan sonrojada y con el rostro ardiendo como si tuviera fuego pegado al rostro. Me levanté de la cama notando que no sentía nada extraño ni dolor de nada... ¿entonces en serio no pasó nada? Es un alivio... ¿o no? Recuerdo haberle dicho que quería tener sexo con él. Quería que pasara y hasta lo provoqué...
—Dios mío... —oculté mi rostro entre mis manos y negué con la cabeza.
Bufé y me dispuse a buscar todas mis cosas lo antes posible, pero no tenía nada aquí arriba. Salí de la habitación para irme a buscar las cosas en el salón. Encontré mi ropa en el suelo que agarré enseguida para ponerme al menos el short. Encontré mi celular y me dediqué a responder los mensajes de Jen y de mi mamá, pero al levantar la vista hacia la puerta, un leve recuerdo cruza mi mente y nos vi a Aspen y a mí allí, él acorralándome y yo con una pierna rodeando su cintura, queriendo atraerlo más a mí.
Sacudí la cabeza para esquivar el recuerdo antes de que piense en algo peor. Volví a cubrir mi rostro de la vergüenza y volví a la habitación de Aspen, quien ya había salido del baño, aún estaba sin remera y yo no pude evitar pasear la mirada por su torso desnudo.
—Me gastas, princesa —se burla Aspen riendo. Aparté la mirada avergonzada pero luego suspiré apenada y dispuesta a reconocer lo tonta que me he portado la noche anterior.
—Yo... siento lo de anoche. No fue apropiado...
—No lo sientas, fue divertido —Aspen va a su armario para buscarse ropa—. Pero la próxima vez que quieras tener sexo conmigo que sea estando sobria, por favor. Al menos para la primera vez.
Solté un chillido de sorpresa y vergüenza, me sentía tan tonta después de lo que pasó... además de haber sido rechazada por el tipo que se folla a todas las chicas y lo peor es que fue por mi estado de ebriedad.
—¿Por qué... por qué no has querido... ha..hacerlo?
—¿De nuevo con esa pregunta? —me mira con la ceja enarcada—. No, no es porque me desagrade tu cuerpo, tampoco es por tus cicatrices o porque no te quiera de esa forma, y mucho menos porque me "desagradas". De verdad, no es nada de eso.
Aspen de repente se quita el short que traía puesto haciéndome jadear y apartar la mirada por la sorpresa y vergüenza de nuevo.
—Así que no pienses nada deprimente porque no será verdad. No lo hice porque para nuestra primera vez quiero que estés sobria y segura de la decisión que estás tomando.
—¿Entonces dices que tendremos una primera vez juntos? —lo volteé a ver de nuevo cuando acabó de colocarse sus pantalones.
—Por supuesto —sonríe con arrogancia—. Después de todo... tú me admitiste que querías hacerlo conmigo y yo estoy dispuesto a darte lo que quieres, siempre y cuando...
—Esté sobria, lo entiendo —terminé por él haciéndolo sonreír por aceptar que él tenía razón.
—Bien... —Aspen se acerca antes de ponerse su remera para susurrar en mi oído—. Pero después, y si quieres, podremos hacerlo borrachos, no suena a una mala idea.
—Muy bien, suficiente —lo empujé por el pecho, aunque fuera él quien se movió en realidad—. Debo irme a casa.
—Ven, te llevaré.
—Espera que aún no me he cambiado la remera.
—No importa. Déjatela... —me sonríe mirándome de pies a cabeza—. Te queda mejor que a mí, princesa.
Volví a sentir mi rostro ardiendo. Aspen ensancha su sonrisa y posa su mano sobre mi espalda baja para incitarme a caminar fuera de la habitación, sin cambiarme. Nos encontramos con sus perros y a todos los saludé antes de irnos y entrar al auto. Él lo puso en marcha y me llevó hasta mi casa. Aunque no me puse a pensar en que si tenía la remera de Aspen... podría meterme en una pelea o en una conversación incómoda sobre sexualidad...
—Creo que voy a cambiarme... —murmuré.
—¿Aquí? Digo, no tengo problemas... pero ¿no es muy tarde para eso? —preguntó.
—Quizás, pero no quiero que mis padres me vean así. Quién sabe la reacción que tendrá mi padre, capaz deje de ignorarme para mandarme al infierno por "pecadora".
Aspen ríe levemente pero no dice más nada para contradecirme. Llevé mis manos hasta el borde de la remera, me detuve un segundo para darme valor y repetirme a mí misma que de igual forma él ya me ha visto en paños menores. Me pasé la remera por encima de la cabeza y me puse la mía casi enseguida.
—Joder... que sexy ha sido eso —lo escuché comentar en un murmullo.
—De nada.
Aspen estalla en una gran carcajada que me hizo sonreír levemente también a mí. El siguiente semáforo cambia a rojo y él me mira un segundo al detenerse.
—Dime una cosa, Maddie... ¿Recuerdas el beso que pasó entre nosotros? —preguntó de la nada, haciéndome sobresaltar.
—C..Capaz... un poco —murmuré apenas.
—Pues en ese momento tú me has besado más que yo a ti... Creo que no importará que ahora haga esto...
De repente me toma por el rostro para girarlo y unir nuestros labios por sorpresa. Abrí los ojos de par en par pues aunque recordara que había besado a Aspen... no recordaba qué tan bueno había sido, ahora lo sé... ¡Joder, es estupendo besando! Cerré los ojos para disfrutar del momento hasta que el auto de atrás tocó la bocina y tuvimos que separarnos.
—Me gustaría hacerlo más seguido, princesa. Pero puedes decirme que no lo quieres y dejaré de hacerlo —comentó volviendo a conducir.
No sabía cómo responder a eso sin gritarle un: "¡Sigue haciéndolo!". Traté de calmarme y calmar el sonrojo de mis mejillas. Me apoyé en la ventana y me encogí de hombros.
—Haz lo que quieras.
Miré de reojo hacia Aspen, viendo como sonreía ampliamente y más animado por saber que podría besarme desde ahora. Regresé la vista al frente y dejé escapar una sonrisa como la suya. La verdad es... que me agrada la idea.
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