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Capítulo 34

En todos mis años de vida creí que mi último año de escuela sería igual o peor a los demás, sin nada de interesante o solamente con Jen a mi lado, lo cual tampoco era un mal plan, pero jamás hubiera estado lista para lo que sucedió hasta el momento. Mi mundo de verdad dio un giro de trescientos sesenta grados al conocer a Aspen, fue bueno y malo, fue divertido y aterrador, fue agradable y doloroso... pero todo eso valió la pena, pues ahora no puedo estar mejor.

—Oye, mis perros parecen extrañarte, princesa. ¿Te gustaría ir hoy a saludarlos? —preguntó Aspen en un susurro pues el profesor seguía explicando.

Antes esto no hubiera podido ser porque debería de pedirle permiso a mis padres y solamente si ellos lo permitían podría ir.

—Claro, me gustaría —sonreí.

—Uy, ¿irán a su casa? ¿Casa que tiene sola? Amiga, no sabía que ya estaban en ese escalón —Jenny me mira con picardía y yo solté un chillido por la sorpresa.

—¿Le pasa algo, señorita Lennor?

—Nada, lo siento, me pareció ver una cucaracha —mencioné y miré fulminante a Jen.

—Entonces, si no le molesta... Quisiera seguir con mi clase.

Rodé los ojos pero suspiré tranquila, pues Aspen estaba acariciando mi mano bajo la mesa. Sonreí levemente y ajustando mi agarre en su mano para sentir mucho mejor su calidez mientras las últimas horas pasaban volando, hasta que el timbre de salida nos hizo levantarnos de nuestros asientos y salir del aula, por suerte ya le había mandado un mensaje a mi madre sobre dónde estaría y con quién. Apagué mi celular y me subí en el auto de Aspen junto a él.

—¿Qué pasó con tu chófer? Te veo conduciendo muy a menudo a ti —mencioné abrochando el cinturón de seguridad.

—Como mis padres no están, le di vacaciones pagas a él y a todos los que no pidieron quedarse a seguir trabajando. Después de todo, no necesito a cien sirvientes tras de mí por un sándwich o para lavar mi ropa.

—Entiendo.

—Además... me gusta conducir.

Aspen pone en marcha su auto y me deja escoger la música a mí. Puse una lista de estas y dejé el celular en su soporte.

—Ojalá aprender a conducir. No me dejan hacerlo —bufé.

—¿Por qué no? —preguntó.

—Mi padre no le ve el sentido si tendré un chófer para eso.

—Es una razón muy estúpida. No tendrás al chófer las veinticuatro horas del día —comentó.

—¡Exacto! Es lo que yo digo. Pero no, el señor no quiere.

Refunfuñé de la frustración pero en ese instante empieza una de mis músicas favoritas y no pude evitar no emocionarme y cantar.
Al momento en que llegamos a su casa y salimos del auto, fuimos recibidos por los tres perros que Aspen les vio las intenciones de saltarme encima y lamerme, por lo que se coloca en frente de mí y los hace sentarse.

—Deberé enseñarles a comportarse cuando llegamos —murmuró.

—Pero si son una ternura cuando nos reciben así —salí de detrás de él para acercarme a los perros y acariciarlos—. Nunca tuve una mascota así que el que también quieran recibirme como a ti me alegra.

—¿Ni siquiera has tenido un pez? —negué—. Déjame adivinar: tu padre.

—Wau, aprendes rápido, Donnovan —me levanté sacudiendo mi ropa.

—Creo recordar habértelo dicho, Lennor.

Ambos entramos a su casa para acomodarnos en la sala. Aunque enseguida pude ver a Rose cruzando por allí.

—Oh, jóvenes. Señorita, Madeline, que gusto tenerla por aquí —comenta Rose.

—Gracias por recibirme aquí, Rose. ¡Oh! Debo comentarle que la comida que preparó la noche que me había quedado estuvo deliciosa, me ha encantado.

—Me hace feliz escucharla decir eso. Si quiere puedo prepararle lo que guste, ¿qué quieren para la merienda?

Miré a Aspen por si él quisiera algo específico pero se encogió de hombros y con una seña me dejó escoger a mí.

—Am... no sé si sea posible pero me gustaría... unos brownies de chocolate —pedí algo apenada.

—Por supuesto que es posible. Los iré a preparar enseguida.

—Gracias, Rose —agradece Aspen y yo asentí agradecida.

—Con permiso.

Ella se retira y Aspen me indica para sentarnos en el sofá, apenas lo hicimos los perros igualmente se acercaron y se sentaron con nosotros. Nina apoyó su cabeza en mi regazo y Ragnar se mantuvo en el suelo a mis pies, mientras que Ares estaba en el sofá individual junto a Aspen.

—¿Qué quieres ver? —preguntó agarrando el control remoto.

—Hm... ¡Ah, ya sé! Ha salido la nueva temporada de un anime, ¿te gustaría verlo?

Asintió estando de acuerdo y feliz por mi decisión. Le dije cual anime era y él lo encontró enseguida pues al parecer también lo estaba viendo. Aspen iba a dejar el control sobre la mesa de en frente pero parece recordar algo, pues se detiene de golpe y con una sonrisa ladina prefiere dejar el control al otro lado de él, sobre la mesita. Lo miré enarcando una ceja pero él no me veía a mí, sino a la pantalla.

—Aspen, ¿puedes subirle al volumen? Lo pusiste muy bajo —pedí.

—Hm... yo escucho muy bien —suspiró.

—Por favor, yo estoy sorda —solté con quejidos haciéndolo reír pero no se movió. Bufé y como la última vez me estiré sobre él para alcanzar el control remoto y subirle al volumen— ¿Te costaba hacer eso?

—Bastante, sí —ríe.

Entrecerré los ojos con confusión y tratando de adivinar sus razones. Bufé rendida y decidí ignorar esto. Dejé el control en la mesa de en frente y decidí recostarme contra Aspen, quien enseguida apoyó su brazo sobre mis hombros. Extendí mis piernas en el sofá tratando de no molestar a Nina quien se acomoda a mi lado, pero Ragnar, al ya no sentir mis pies, se sube en el sofá en el espacio entre el respaldo y mis piernas para apoyar su cabeza sobre estas.

—Para ser alguien que nunca tuvo mascotas porque les tiene alergia... eres un imán para ellos.

—Irónico, ¿no crees?

—En realidad.

Ambos reímos pero nos concentramos en el anime que se veía en la gran pantalla. Pocas horas después Rose aparece con los brownies hechos, estaba tan feliz porque estos y las gomitas son mis comidas dulces favoritas. Ese fue el plan de tarde entre Aspen y yo, ver animes con los perros hasta cansarnos o dejar de prestar atención por hablar entre nosotros.

—Entonces, solo has probado el alcohol como ¿tres veces? No me lo creo —dice Aspen.

—Pues así es, nunca me atrajo tanto y... es muy fuerte.

—Pues solo has probado los fuertes, es obvio. Pero está por ejemplo el daiquiri que es más dulce, pero no te confíes, los dulces suelen ser traicioneros.

—¿Ah sí? —asintió—. Hm... me gustaría probar alguna vez.

—Tengo todo para hacerlo, solo digo —se encogió de hombros.

—¿Sabes hacerlo?

—Por supuesto, sé hacer varios tipos de tragos. Es como un pasatiempo para mí.

—Wau... Pues entonces sí quisiera probar.

Aspen asiente con una sonrisa y se levanta del sofá para ir a la cocina seguramente, pero antes de irse me mira.

—Espérame aquí, puedes seguir viendo el anime si así quieres.

Asentí en respuesta y lo vi desaparecer por las puertas. Volví la mirada al frente y a concentrarme en el anime mientras esperaba las bebidas, jamás había probado nada más que la caipiriña, ron y algo más que ahora mismo no recuerdo el nombre. Me causaba curiosidad el daiquiri.

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