Capítulo 21
La tensión incluso podía llegar a ser palpable, no podía ni siquiera respirar normalmente porque tenía la sensación de que si hacía hasta el más mínimo ruido Carsson y Aspen se matarían a golpes el uno al otro. Estábamos los tres reunidos en el comedor de la casa de Carsson, cada uno con una computadora, libros y documentos que nos ayudarán en la investigación correspondiente. A pesar de estar en silencio y prestando atención a nuestro proyecto, aun así notaba las miraditas competitivas entre ambos chicos, pero he de admitir que Aspen estaba más tranquilo de lo normal, quiero decir, se le veía concentrado en el trabajo y era Carsson quien quería provocarlo.
Miré de reojo hacia Aspen, él aún estaba viendo la computadora y escribiendo en ella, pero me sobresalté cuando Carsson suelta un quejido recostándose por el respaldo de su asiento. Fue tan repentino que me había asustado un poco, creí que ya iban a pelear.
—Esto es aburrido —comentó—. ¿Por qué no mejor...? Hacemos algo más divertido, linda.
Carsson se acerca a mi oído a la vez que sentía su mano subir por mi muslo y adentrarse más en mi entrepierna. Entré en pánico y me levanté enseguida al no encontrar otra manera de apartarlo.
—Y..Yo... quiero ir al baño.
Carsson bufa pero apunta con su cabeza hacia la salida del comedor.
—Al salir, cruzando el salón, la tercera puerta a la izquierda.
—Gracias.
Salí apresurada sin ponerme a pensar en si era una buena idea dejar a esos dos solos allí, pero... si Carsson no provocaba a Aspen supongo que sobrevivirá. Fui al baño para refugiarme un momento, mojé mi rostro y cuello para calmar mis nervios alterados. Al salir del baño y volver al salón me di cuenta de que solo Aspen estaba aquí, Carsson había desaparecido.
—¿Y... Carsson? —pregunté.
—Creo que mencionó tener sed.
Asentí comprendiendo y pasé por un lado de Aspan para volver a mi lugar, aunque no pude llegar cuando escuché su llamado.
—Oye, ¿me ayudas en algo?
—¿E..En qué? —pregunté. Me hizo un gesto con la cabeza para acercarme.
Miré a todos lados esperando a que Carsson no volviera justo ahora y me acerqué a Aspen hasta ver la pantalla de la computadora que él usaba.
—Se supone que estos datos son de este análisis, pero no parecen estar correctos.
—Es verdad, están mal... Esto era trabajo de Carsson —suspiré hasta que escuché su risa burlesca.
—Vaya novio el que tienes, solo es un idiota que ni siquiera sabe hacer datos.
—¿Y tú qué eres entonces? —lo miré molesta—. Al menos él no me insulta a cada segundo.
—Pero permite que sus amigos, también idiotas, te digan que estás buenísima, además de otras formas obscenas y de tocarte el culo.
—¿Cuál es tu problema? Ni siquiera te importa —me alejé de él pero de repente se puso en pie haciéndome ser consciente de nuestra diferencia de altura, tanto que consiguió intimidarme aunque tratara de no hacerlo evidente.
—Me importa —afirma con fuerza.
—¿Ah sí? ¿Y por qué?
—Porque pienso que si a mi hermana la llegan a tratar así mataría a esos hijos de puta.
—Pues no soy Victoria. No soy nada tuyo, Aspen. Así que puedes apartarte de mis asuntos que no te incumben.
Mi respiración se corta cuando mis manos se apoyan al borde de la mesa en el momento en que choqué con esta luego de retroceder. Aspen aprovecha eso y me acorrala colocando sus manos en la misma mesa, a ambos lados de mi cuerpo, me mira con tanta intensidad, como si desprendiera fuego de sus ojos por la ira que sentía; no pude evitarlo, no podía mirarlo al rostro cuando me veía de tal manera y tan cerca.
—Tu novio solo está contigo porque quiere follarte, nada más que eso. A él no le importas, Madeline. Abre los ojos antes de que sea demasiado tarde.
—Solo lo dices para molestar. No lo conoces de verdad.
—No, tú eres la que no tiene ni idea de la clase de mierda con la que estas, y cuando intente follarte... no quiero verte llorando, porque te diré que yo tenía razón.
Volví la mirada a él con molestia, apreté los puños con ganas de darle otra bofetada, o quizás un puñetazo en la nariz esta vez. Pero ambos escuchamos los pasos de Carsson así que empujé a Aspen, quien solo se dejó empujar y volvió a sentarse en su lugar mientras yo iba al mío.
—Maddie, linda, mira esto —Carsson se acerca a mí y deja una copa en mis manos mientras sostiene una botella de vodka y otra copa para él—. Mis padres no están en casa, así que... pensé que sería una buena idea.
—Carsson, aún no hemos terminado con el trabajo.
—Un descanso no estaría mal —se acercó a mis labios pero disimuladamente aparté mi cabeza. Noté su sonrisa forzada mientras se enderezaba—. Lo siento, Donnovan, no hay copas para ti.
Y esa era una clara mentira. Aspen cierra la computadora y junta sus cosas.
—Da igual. De todas formas ya es hora de que me vaya —Aspen me mira—. Deberías hacer lo mismo, no vaya a ser que algo te pase después.
—No tienes de qué preocuparte, yo me aseguraré de que mi novia llegue a su casa sana y salva —Carsson apoya su mano en mi hombro.
—Claro...
Aspen se da vuelta y se va de aquí, dejándome sola con Carsson... que al escuchar la puerta principal volvió a acercarse a mis labios.
—Por fin solos...
Empezó a besarme con intensidad, dejó la copa que tenía en mis manos sobre la mesa junto a lo demás y sentí como empezó a recorrer mi cintura con la yema de sus dedos, intentando levantar mi remera.
—¿Qué te parece si vamos a beber arriba? Será más divertido.
—C..Carsson, yo también tengo que irme —me levanté y junté mis cosas rápidamente.
—¿Es en serio? Debes de estar bromeando —me mira incrédulo. Fingí mirar un mensaje en mi celular.
—André ya está afuera, lo siento.
Carsson resopla con frustración pero se calma al instante y asiente resignado. Salí de su casa a paso rápido y llamé a André.
—¿Huyendo?
—¡Hm! —volteé solo para ver a Aspen acercándose a mí en su auto—. Joder... me asustaste.
—Lo siento —dice sincero, estacionando a un lado. Resoplé calmando mi respiración acelerada y mis nervios.
—No estoy huyendo, solo creo que ya es muy tarde... Estoy cansada.
—Puedo llevarte —mencionó.
No pude disimular la sorpresa en mi rostro, pero a la vez no podía evitar seguir molesta con él. Me crucé de brazos y me alejé de su auto.
—No. Gracias.
—Madeline, por favor. Lo que pasó la otra vez...
—¡Dije que no, Aspen. Solo eso debes entender! —me giré de golpe para gritar. Él frunce los labios al mantenerse en silencio, claramente sorprendido por mi reacción que quizás fue un poco exagerada, pero me daba igual.
Volví a girar y a alejarme de él hasta estar apoyada junto a la muralla de la casa de Carsson. Escuché que el motor del auto de Aspen se apagaba y de la nada estaba caminando hacia mí. Dejé escapar un quejido cansado.
—¿Por qué no simplemente me dejas en paz? Vete, seguro que tus perros te extrañan mucho.
—No puedo dejarte aquí sola cuando está atardeciendo.
—Hay un guardia justo ahí —apunté hacia la cabina de éste pero al verlo notamos de que estaba durmiendo muy profundamente, incluso podíamos escucharlo roncar desde aquí.
—Que gran apoyo tienes —habló con un claro sarcasmo en su tono de voz—. Debería bajarle a las donas —sonríe con diversión pero yo me abracé a mí misma.
—¿Qué es lo que tienes con juzgar los cuerpos de los demás? Entiendo que tú haces deportes y comes saludable, pero no todos llevamos tu misma vida, Aspen.
Su sonrisa desaparece y en cambio suspira profundo, ya no dijo nada más, solo se mantuvo junto a mí, esperando a André.
El silencio entre ambos era incómodo pero aun así no se fue de aquí, esperamos por bastante tiempo hasta que finalmente vi mi auto llegar... suspiré aliviada cuando André estacionó frente a nosotros, fui directamente hacia allí, ansiosa por salir de este lugar.
—¿No piensas despedirte, princesa? —miré a Aspen con molestia y quizás también con algo de odio que no pude evitar.
Su sonrisa vuelve a desaparecer y yo subí al auto. André condujo hacia mi casa, no quería que se sintiera incómodo también para él así que inicié una conversación agradable hasta llegar a casa, donde todo volvió a la normalidad de hace unas horas. Entré y vi a mi padre, que me ignoró por completo a pesar de haberlo saludado, el dolor en mi pecho se hizo más grande.
—Magnus, tu hija te ha saludado —mamá lo mira fulminante y papá por fin levanta la mirada y me ve... pero lo hace con rechazo— ¡Magnus!
—No importa, está bien, madre —sonreí aun así—. Espero que tengas una buena noche, padre.
Papá me da la espalda y fue a encerrarse a su oficina. Yo también me alejé y me fui hasta mi habitación. No quería pensar en nada así que me puse mis audífonos y puse mi playlist en aleatorio pero el mundo debe de estar en mi contra, porque empezó a sonar "The Loneliest" de Måneskin.
Miré el suelo a una mancha que no debería estar allí, era el peluche que Aspen me había dado como disculpa en el centro comercial. Lo agarré y lo miré un segundo antes de querer aventarlo por el balcón, pero no pude hacerlo por más ganas que tuviera. En su lugar me dejé caer sentada sobre mi cama y abracé ese tonto peluche... Es tan tonto.
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