Capítulo 17
Suspiré agotada después de tanto explicarle a los chicos todo lo que me pidieron saber. Me levanté para estirarme y caminar un poco mientras ellos hacían los ejercicios que les preparé para esta clase. Me puse a cotillear por la biblioteca, manteniéndome cerca igualmente por cualquier cosa que necesiten de mí.
—He acabado —escuché a Aspen así que regresé y revisé sus trabajos.
—Wau... ¿Cómo de repente eres tan bueno? —pregunté mirando con una ceja arqueada a Aspen—. Todo está correcto.
—Pues será porque explicas muy bien, princesa.
—Seguro... —murmuré dejando la hoja sobre la mesa—. Si es así entonces puedes irte.
—¿Ya me echas? Creí que haríamos el trabajo —comentó haciéndome recordarlo.
—Es verdad —me di un leve golpe en la frente, miré a Carsson justo cuando también me entregó su trabajo.
—Podemos hacerlo ahora, no tengo problemas —dijo él.
—Está bien, después de todo también has terminado bien esto —mencioné—Bueno, entonces tomémonos un descanso antes de hacer el proyecto.
Me alejé de la mesa y fui hacia los libros, quería revisarlos porque siempre me gustó buscar algo nuevo qué leer. Revisé uno a uno los que me parecían interesantes hasta que mi vista se detiene en uno más arriba de mí, creí que podría alcanzarlo si me paraba en puntillas, pero apenas conseguí rozar el estante por debajo. Una mano se alza sobre mí y alcanza el libro.
—Gracias... —murmuré dándome la vuelta pero Aspen me sonríe con diversión y aleja el libro de mi alcance—. Aspen.
—Eres tan pequeña, princesa. Podría decir que hasta das ternura.
—¡Soy de tamaño promedio para las mujeres de nuestro país! —reclamé— ¿Me das el libro, por favor?
—Hm... Alcánzalo.
Extiende su mano con el libro hasta arriba, ¡era hasta más alto del lugar en donde estaba antes!
—¿Es en serio? —me crucé de brazos.
—Muy en serio.
Rodé los ojos y me estiré de nuevo, pero empecé a dar saltitos para tratar de alcanzar el libro. Aspen se burlaba de mí y yo sentía que mi sangre hervía cada vez más por su burla hacia mi estatura.
—¡Aspen, en serio!
—Si lo alcanzas te lo doy. Así son las cosas.
—¡Tsk!
De la nada Carsson aparece y le arrebata el libro de la mano para dármelo a la vez que se coloca entre ambos, empujándome levemente hasta estar tras él. Aspen cambia totalmente su expresión. Juraría que parecieran dos perros antes de pelear, la tensión es palpable.
—¿Haciéndote del Santo, capitán? —preguntó Aspen con burla, pero Carsson se cruza de brazos y sonríe.
—Solo me parece injusto que la hagas brincar para alcanzar el libro por tus perversas intenciones de ver por debajo de su falda.
—¡Hm! —por acto reflejo bajé más la falda, que en realidad es de Jen, y me alejé un paso.
—¿Qué estás diciendo? —Aspen lo mira con molestia y confusión.
—¿Ah, no era así? No te hagas del Santo, niño.
El que lo remedara o el que lo llamara niño pareció enfadar a Aspen, noté que apretó sus puños hasta que sus nudillos se pusieron blancos. Decidí interferir al colocarme en medio antes de cualquier estallido.
—Se acabó el descanso. Tenemos que trabajar en el proyecto.
Aspen baja la mirada hacia mí pero por alguna razón volví a acomodar la falda y apartar la mirada mientras me acercaba a Carsson.
—Tsk. Como si quisiera verte semidesnuda. Ni siquiera me pinta verte desnuda, por favor, no me hagas ni imaginarlo que me dan ganas de vomitar.
No sé por qué, pero me ha dolido más que cualquier comentario anterior o de cualquier otra persona. ¿Qué es esto? Me duele el pecho...
—¡¿Qué mierda...?! —Carsson parece querer golpearlo pero yo actué antes.
El sonido de la bofetada sonó tan fuerte que incluso hizo eco por toda la biblioteca. Aspen abre los ojos de par en par y se toca la mejilla mientras respiraba con dificultad. Solté el libro y me agarré la muñeca, pues ahora me dolía la mano.
—No tienes derecho... a decirme algo como eso —espeté—. Tienes razón, puede que no tenga el cuerpo de Jen o de las otras chicas con las que te acuestas, pero eso no te da derecho, ¡ninguno solo! A burlarte del mío y decirme en mi puta cara que te da asco.
—Madeline... —Aspen intenta hablar pero le di otra bofetada en la otra mejilla.
—¡No quiero saber nada más sobre ti, Aspen Donnovan! Realmente te odio. Te desprecio tanto...
Sentía que las lágrimas empañaban mi vista pero no le iba a dar el gusto de verme llorar. Me giré y caminé hasta la mesa para recoger mis cosas apresurada y salí de la biblioteca a paso rápido y luego de la escuela. Miré a todos lados pero André no estaba aquí, pues era verdad que mi madre le ha dejado irse más temprano a casa porque mañana, además de ser viernes, también es feriado. Cubrí mi rostro con ambas manos por la frustración contenida pero empecé a caminar decidida a ir a casa a pie.
—¡Maddie! ¡Maddie espera!
Carsson me alcanza, me agarra la mano y me gira hacia él, yo aparté la mirada conteniendo las lágrimas pero él suaviza su agarre.
—¿Q..Qué? —pregunté tratando de regular mi tono de voz.
—Oye, que no te importe lo que Donnovan diga, de todos modos no tiene ni puta idea. No tiene la razón.
—Lo sé, pero es que yo... Espera, ¿qué has dicho? —lo miré sorprendida pero él me sonríe con ternura y acaricia mi mejilla hasta quitar un mechón de cabello de en frente.
—Que no tiene la razón. Eres hermosa, Maddie, realmente lo eres... no solo tu cuerpo, sino tu personalidad y toda tú lo es.
—¿C..Carsson?
Él se acerca a mí y sin darme tiempo a procesar lo que dijo me besó. ¡Carsson me está besando! Cerré los ojos para intentar disfrutar, aunque no era como me había imaginado que sería un beso y menos con él, para ser mi primer beso... es extraño. Carsson enreda sus brazos por mi cintura y me atrae a él aún más pero de repente se aparta de golpe y en un segundo lo vi volar contra el suelo, pegué un grito del horror y la sorpresa.
—¡Carsson!
—Te crees tan hombre por usar sus emociones en su contra, ¿no? Porque eso es lo que estás haciendo, intentas manipularla a tu favor.
—¡Aspen, basta!
—Eres una maldita escoria.
Aspen agarra a Carsson por el cuello de su remera para levantarlo y le da otro golpe en el rostro. No sabía qué hacer, si me metía a intentar separarlos seguro que me llevaba algún golpe.
Carsson empieza a reír con burla y atrapa el puño de Aspen justo antes de que lo volviera a golpear.
—¿Y tú qué? Ni siquiera necesitas que ella te de clases, solo lo usas como excusa porque te da celos que esté a solas conmigo. ¿Por qué otra cosa sería? Pero eres tan imbécil que ni siquiera tú sabes responder a eso.
—Cierra la boca, hijo de perra.
Aspen libera su puño y le acierta otro golpe a Carsson. Ya incluso estaba llorando de la desesperación, ¡¿Qué mierda hago?! ¡No sé qué hacer! ¡No sé nada! Y lo peor es que ya hay gente acumulándose para saber qué estaba pasando.
—¡Basta ya, los dos! —grité desesperada pero ninguno me hizo caso por estar tan metidos en su maldita pelea de ver quién es el más lomo plateado aquí— ¡Joder, ambos son unos malditos animales!
Finalmente se detuvieron pero solo cuando escucharon las sirenas de la policía. ¿De verdad alguien tuvo que llamarlos? Los uniformados salieron de su patrulla y separaron a Aspen de Carsson.
—Señorita, ¿usted también está involucrada en esto? —uno de los policías se me acerca al ver que soy la única llorando mientras los otros meten en patrullas diferentes a Aspen y Carsson.
No tenía más opción que aceptar, no podía mentirle siendo tan obvio que sí soy parte de esto.
—Acompáñeme, por favor.
El policía me hizo ir a la patrulla en donde también estaba Carsson. Miré de reojo a Aspen que ni siquiera peleaba por soltarse, solo dejó que lo esposaran para que no hiciera otro movimiento. Me mira un segundo y fue como ver la culpa cruzando por su mirada. Apartó la vista y se dejó empujar hasta meterlo en la patrulla.
Hice lo mismo y nos llevaron a todos hasta la estación de policía. Me hicieron dar un testimonio de lo que había pasado para que los chicos empezaran a pelear, no quería echarle la culpa a Aspen pues eso causaría más problemas entre mi padre y el suyo. Pero si era por mí... ojalá se quedara encerrado más tiempo.
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