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Capítulo 14

Negué con la cabeza creyendo que era mejor no hacerlo, después de todo era algo muy personal como para decírselo a alguien que hace un segundo me molestaba solo su presencia. No tenía esa confianza con Aspen. Suspiré levantando la mirada y notando que André ya había llegado, me levanté de la banca y le devolví su abrigo a Aspen.

—Ya ha venido André. Dile a Vic que me he divertido y que me despido de ella.

Aspen solo asintió agarrando su prenda. Me despedí de él en un murmullo y fui hacia mi auto, André me saluda al igual que yo mientras abre la puerta para mí, entré al auto y miré por la ventana hacia donde Aspen aún me estaba mirando. De repente llegó Vic con muchos premios en sus brazos y saltando de la alegría por haber conseguido muchas cosas; miró a todos lados y se sentó junto a su hermano quien la abrazó y le prestó toda su atención a ella. André pone en marcha el auto y me lleva hasta mi casa, en el camino no podía dejar de mirar el peluche que Aspen me había dado, se sentía raro aceptar un regalo tan tierno como este... de parte de él es aún más raro.

—Hm —entrecerré los ojos a la par que hacía una mueca con los labios.

Miré el peluche y lo revisé en su totalidad con la desconfianza de que tuviera algo que fuera una broma. ¿Polvo pica-pica? No lo siento y ya pasó bastante tiempo.
¿Una cámara o un micrófono? Tampoco hay nada.
¿Algo? Al parecer no.

Dejé notar una sonrisa sincera hacia el peluche, que al parecer es normal, hasta que me di cuenta de que habíamos llegado a casa. Le agradecí a André y fui hasta adentro, con intenciones de ir directamente a mi habitación, estaba agotada.

—Madeline —me detuve al escuchar la voz de mi padre— ¿En dónde habías estado?

—Bueno... Los hermanos Donnovan me han invitado a ir con ellos al centro comercial. Estuve con ellos, padre —expliqué agachando la cabeza para mantener la mirada en el suelo.

—¿Con los Donnovan? —mamá se veía sorprendida— ¿Con ambos?

—Sí, madre —respondí tratando de no sonreír demasiado.

—Supongo que está bien, me alegra que finalmente te lleves bien con Aspen —papá me mira aliviado pero a la vez con acusación por mis actitudes pasadas.

Me encogí de hombros levemente y me disculpé para ir a descansar. Salí del salón y fui hasta mi habitación, dejé el peluche sobre la cama y me senté frente a mi computadora, recordando el trabajo de aquella materia, así que me dispuse a comenzar con la primera parte para luego crear un grupo en el que Aspen y Carsson estuvieran.

Ellie:
Hola.
Este será el archivo en el que subiremos todas las partes del proyecto, pueden elegir la parte que quieran hacer y lo ponen aquí para que después pueda pasarlo a limpio. 8:56 p.m.

Aspen:
Que trabajadora, princesa.
Está bien, te diré cuando decida qué hacer.
8:57 p.m.

Esperé un tiempo más pero Carsson fue el que no respondió en ningún momento. Le resté importancia, pues supongo que estará ocupado. Me alejé de la computadora un segundo para mirar el techo y pensar en el proyecto, hasta que aquellos pensamientos fueron interrumpidos por Ritha, avisándome de que la cena ya estaba servida y que solo me estaban esperando a mí. Pensé en decirle que ya había cenado pero luego de ver hacia el peluche de Aspen me di cuenta de que estaba haciendo exactamente lo mismo que la última vez.

—Gracias, Ritha, ahora bajo.

Ella asiente y se va cerrando la puerta tras de sí. Me levanté de mi asiento y dejé todo en orden para luego bajar hasta el comedor, en donde mis padres esperaban por mí, me senté en mi lugar y entré todos empezamos a comer. Debía ser honesta, no tenía apetito, pero después de todo lo que había tirado en el inodoro del centro comercial debía comer y beber mucho líquido.

—¿Qué ocurre cariño? —pregunta mamá al verme jugar con la comida en mi plato ya que forzarme a comer todo de golpe nunca funcionó, y no funcionará.

—Ah, lo siento. No es nada, no te preocupes, madre.

—¿Segura?

—Sí, solo... que he comido un poco en el centro comercial, pero no me gustaría desperdiciar la comida que prepararon, especialmente por lo deliciosa que está —mencioné sonriendo a los sirvientes quienes dejan notar la sonrisa de agradecimiento por el comentario.

—Está bien, si es eso entonces no te fuerces demasiado —dice papá—. No queremos que ocurra lo mismo que...

—Magnus —mamá le llama la atención y niega con la cabeza antes de mirarme con una sonrisa—. Come lo que puedas, cariño y a tu ritmo.

—Sí, madre, gracias.

Sonreí, tener el apoyo de mi madre me hizo sentir un poco mejor y recuperar algo de mi apetito. Comí hasta la mitad, pues más de eso ya no podía, pero aquello fue suficiente de verdad. Me aguanté cualquier malestar en mi estómago por el tiempo necesario hasta que pudiera digerir la mayoría, con una sonrisa hacia mis padres me despedí de ellos y fui a mi habitación nuevamente. Estaba cansada y lo que más quería hacer ahora es dormir solamente.

Me acosté en mi cama pero apenas me dispuse a cerrar los ojos, mi celular empezó a sonar y en la pantalla salió el nombre de Jen. Lo agarré suspirando y respondí.

—Jen.

—Nena, ¿cómo estás? —preguntó.

—Mejor, he cenado con mis padres y ya no volví al baño —sonreí agradecida por su preocupación a pesar de que sabía que ella no podía verme.

—Me alegra mucho escucharte decir eso. Al menos eres consciente y prefieres ayudarte a ti misma, me llenas de orgullo. Soy una mamá orgullosa.

Me hizo reír con ganas. Miré a un lado y vi el peluche, lo agarré y lo abracé contra mi pecho mientras seguía sosteniendo el celular junto a mi oreja.

—Ya no solo tengo una madre, tengo dos. Pero hay veces en que yo parezco más madre que tú —comenté.

—Quizás, pero admite que soy yo la que te cuida siempre.

—Un poco.

—¿Cómo que "un poco"? Oye —finge molestarse mientras me hace reír de nuevo.

—Bueno, quizás más de un poco. Pero dime algo, ¿quién te ayuda con tus tareas y a no dormirte en clase para que los profesores no te regañen?

—Tú —bufó.

—¿Y quién está detrás de ti cuando quieres hacer tus locuras y te cubre con tus padres u otras personas involucradas?

—Tú, otra vez. ¡Pero no es el punto!

—Yo creo que sí.

Jen empieza a quejarse y yo a burlarme de ella. Aspen tenía razón en algo, era divertido hacer enojar a alguien de vez en cuando, pero a diferencia de él... es divertido cuando a la otra persona también le divierte. Acaricié el peluche recordando a Aspen y en su disculpa de hoy... Al menos es lo suficientemente inteligente como para saber cuándo la ha cagado y he de admitir que sabe cómo disculparse.

¿Debería contarle a Jen mi día con los Donnovan? Siento como si fuera la amante en su relación sexual con Aspen, pero claro que yo sería la inocente y pura con la que no ha tenido sexo. ¿Qué se sentirá hacerlo...? ¡¿Por qué estoy pensando en estas cosas?! ¡Dios! Necesito agua bendita y al Papa Francisco... O quizás... a una consejera amiga.

—Oye, Jen... ¿puedo pasarme de confianza? —cuestioné.

—Dale. No sé para qué preguntas, pero dale.

—¿Cómo se siente tener sexo? —lo hice lo más directo posible para no avergonzarme en el proceso ni echarme para atrás.

—¿Mi pequeña monjita por fin está cayendo ante la tentación? ¡Aleluya, gloria al señor!

—Eso es hipócrita.

—Como si no fueras atea.

Touche.

—¿Y por qué quieres saber? —preguntó.

—Hm... no sé. Como siempre me andas contando tus experiencias y con cuantos tipos te has acostado... se me pega la curiosidad —me encogí de hombros.

—Bueno, es comprensible. Cuando nunca has experimentado la gloria de un buen orgasmo producido por un gran hombre... se entiende que tengas curiosidad —rodé los ojos—. Respondiéndote, se siente divino. Dios, se siente tan bien... Te aseguro que es algo que si lo haces con alguien bueno que sí sabe hacerlo, te encantará y no querrás dejar de hacerlo.

—¿Es en serio?

—Sí, oye ¿acaso estás por entrar en tus días o solo tienes las hormonas alteradas porque sí? Digo, ya que nunca quieres hablar de esto conmigo...

—Ahora que lo dices... es probable. Pero también me dio curiosidad porque sí. Gracias por responder, me quiero ir a dormir.

—Aw ¿ya terminó el momento de "La charla"?

—Sí, mami, ya terminó —hablé con voz aniñada.

—Pues no, aún me falta hablarte sobre los cuidados contra las ETS ¡Usa condón! ¡Es mentira que les lastima a la pitula o no se siente igual! ¡No te dejes engañar!

—Adiós, mamita.

—¡Es en serio, perra, úsalo!

Colgué la llamada y dejé mi celular en la mesita de noche. Solté una corta risa mientras me acostaba de lado y abrazaba el peluche. Lo alejé un poco para observarlo por unos segundos antes de acercarlo de nuevo y dormir con este.

No me mal entiendas, no lo apegaba tanto a mí por la persona que me lo ha dado, sino solo porque me parece una ternura el peluche y solo el peluche. Nada más.

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