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Capítulo 13

—¡Fue increíble! —Victoria salta de la emoción al salir de la sala de cine cuando la película ya había terminado.

Lo fue, realmente fue hermoso. ¡Joder, ha sido fantástico! ¡Espectacular! Tuve que aguantarme las ganas de chillar todo el tiempo.
Veía a victoria saltando emocionada y hablando como cotorra sobre la película mientras yo sonreía y le daba la razón con más calma.

—Ya quiero ver el siguiente arco —mencionó.

Yo también, niña. Yo también.

Miré la hora en mi celular y pensé que era buen momento para ir a mi casa, después de todo, ya hemos terminado con lo que vinimos a hacer.

—Creo que ya debo irme —mencioné ocasionando que de inmediato Victoria se detuviera, ella me hace ojitos de cachorro suplicante casi al segundo.

—¿Ya? ¿No puedes quedarte un poco más? Tomemos un helado o algo, cenemos.

—Bueno, es que... —dudé un poco.

—Por favor —insiste ella.

Miré a Aspen esperando a que él estuviera de acuerdo en echarme, pues se nota que no me tolera, pero él solo se cruza de brazos y me mira con una sonrisa divertida, esperando por mi respuesta.

—¿Qué dices, princesa? —bufé y rodé los ojos.

—Ya te dije que dejes de llamarme así —suspiré y volví a pensarlo mientras miraba a Vic—. Bien, tu ganas.

—¡Eso! —apretó su mano en puño y lo sacudió como vencedora.

Volvió a agarrar mi mano y a jalarme por el centro comercial hasta el patio de comidas.

—¿Qué quieres comer? —preguntó.

Miré todas las opciones hasta que mi apetito decidió por mí y fue mi turno de jalar a Vic hasta un puesto de lomitos árabes. ¡Mi comida preferida!

—Pensé que ibas a querer sushi o algo elegante —comentó Aspen haciéndome cruzar de brazos y darle la espalda.

—Me gusta el sushi, pero el lomito árabe es mi prioridad. Jamás me negaría.

—¿En serio?

—Ajá.

No escuché más nada, formamos fila hasta que finalmente fue nuestro turno. Pedimos lo que cada uno quería y esperamos nuestra orden.

—Vayan a escoger una mesa, yo esperaré —comentó Aspen.

—Wau, finalmente eres amable en algo —me burlé de él, haciéndolo rodar los ojos.

—Lo hago por mi hermana, pero si quieres esperar tú, no me importa. Aunque... ahora que lo pienso no creo que fuera una buena idea —enarqué las cejas confundida—. No quisiera que nuestros pedidos no llegaran realmente a nosotros y te los comieras todo tú sola —su sonrisa se ensancha pero la mía desaparece.

—Como sea.

Me di vuelta y sin decir nada más me alejé para buscar una mesa, pero claramente pude escuchar a su hermanita regañándolo por su comentario tan fuera de lugar. Victoria me sigue antes de perderme de vista entre las personas y ambas nos sentamos en una mesa libre, ella al frente de mí.

—Oye, siento lo que dijo el idiota de mi hermano... fue un comentario muy mierda de su parte —la miré un segundo pero entonces sonreí y dejé caer suavemente mi puño sobre su cabeza, sin llegar a hacerle daño, claro.

—Oye, ¿qué es ese vocabulario? Dios mío, la generación de ahora es cada vez más grosera.

—¡Soy solo tres años menor!

—Exacto, aún no eres adulta como yo. Eres una niña.

—¡Adolescente!

—Lo que sea.

Vic ríe junto a mí, consiguiendo olvidar el mal momento, pero aunque ella pudiera... yo no lo hice. Pues si hay algo que consigue hacer que baje mis ánimos en menos de un segundo, es el tema de la comida y mi peso, que aunque no lo mencionen directamente... con comentarios como el de Aspen, ya es suficiente para hacerme cambiar de ánimos.

A los pocos minutos lo vimos llegar con la comida en una misma bandeja. Victoria salta de la alegría y yo solo evité mirar a Aspen. Cada uno agarra su comida empezando a comer de esta con satisfacción, pero ya no fue lo mismo para mí. Apenas pude llegar a la mitad de aquella delicia en mis manos y sentía que mi estómago se cerraba, guardé el resto en la bolsa y lo dejé a un lado.

—¿Te lo vas a terminar? —Victoria mira mi mitad con deseos de comerlo.

—Victoria —la regaña Aspen.

—¿Qué? —preguntó ella con inocencia.

Sonreí y se lo entregué sin problemas, después de todo... no me gustaba desechar comida.

—Un minuto —Aspen le arrebata la comida a victoria y me la tiende de nuevo— ¿Es en serio? Apenas y has comido tres bocados.

—Bueno... pues no tenía mucha hambre —me encogí de hombros—. Ya, dáselo a Victoria, se nota que lo necesita más que yo.

—Lo que ella dijo, ¡lo necesito! —bromea Victoria haciéndome reír.

Aspen me observa con seriedad antes de suspirar resignado y devolverle la comida a Victoria. Sonreí más ligeramente y me levanté.

—Debo ir al baño, disculpen.

—Como quieras —Victoria habla con la boca llena pero feliz.

—Victoria —Aspen vuelve a regañarla y fulminarla—. Traga y luego habla.

Me alejé de ellos llevándome mis cosas y fui al baño como había dicho. Pero mi estómago se sentía débil, sentía revoltijos, así que cubrí mi boca y corrí hasta un cubículo para desechar la comida. Joder... no... No otra vez.

No pude evitarlo y volví a vomitar unas cuantas veces hasta que ni siquiera tenía nada más para soltar. Me dejé caer en el suelo sentada y limpiando mis labios con el papel a un lado. Decidí agarrar mi celular y marcar el número de Jen.

—¿Hola? —la escuché.

—J..Jen... ¿Cómo te encuentras? —pregunté tratando de regular mi voz.

—Mejor, los medicamentos funcionan muy bien. Mañana ya volveré la escuela, ¿qué pasa?

—Y..Yo...

No sabía cómo decirle o qué decirle si quiera. Pero de repente dejé escapar un suspiro muy pesado que hizo que ella notara que algo andaba mal.

—¿Ellie? ¿Qué ocurre?

Incliné la cabeza hacia atrás, hasta pegarla contra la pared del cubículo. Tenía suerte de que este fuera tan cerrado que nadie escucharía mi conversación.

—V..Vine al centro comercial a ver la película de Boku No hero... tenía hambre así que fui a pedir... Jen, alguien hizo un comentario de esos y tú bien sabes lo mucho que me afectan. Ya sabes... por lo que pasó... y bueno...

—¿Vomitaste?

Mordí mi labio con malestar, pues no me gustaba admitir que había recaído.

—Fue por instinto, yo ni siquiera quería que pasara... pensé que si no pensaba en eso no ocurriría, pero no lo conseguí. Jen... me siento terrible.

—Nena, lo sé... Tranquila, dime dónde estás y quién ha comentado sobre ti. Te juro que lo patearé hasta que quede peor que sus comentarios.

Pensé en decirle su nombre pero de nuevo algo me impedía decir la verdad. Ella está tan feliz con Aspen aunque no sean novios, no me gustaría ser quien la aleja de todo lo que la hace feliz, porque siempre fue capaz de renunciar a todo eso si a mí me molestaba aunque fuera lo más mínimo. No quiero, no me gusta que haga eso.

—No importa... No fue nadie —suspiré—. Pero ahora me vendría bien una menta.

Dejé escapar una leve risa que contagió a Jen, ella me consoló hasta que pude ser capaz de levantarme del suelo y salir del baño. Lavé mi boca y por alguna suerte divina tenía un chicle en mi bolso, eso me ayudó con el aliento. Jen seguía en llamada hasta que tuve que salir de los sanitarios.

—Debo colgar. Gracias por esto Jen. Lamento que sea cuando recién te estás...

—Ap-pap. No te disculpes, no quiero escuchar eso. Sabes que siempre estaré para apoyarte, nena.

—Gracias...

Ambas nos despedimos de la otra y finalmente colgué la llamada. Me miré en el espejo y alejé todos esos recuerdos para salir de aquí por fin. Fui a la mesa en donde había dejado a los hermanos Donnovan pero ninguno estaba allí, no me sorprendía, pues había tardado más de lo que debería. Miré a todos lados en busca de ambos, pero no los vi. Suspiré creyendo que me habían dejado así que fui hasta afuera del centro comercial mientras llamaba a André para que viniera a buscarme.

Me senté en uno de los bancos de afuera y miré la calle iluminada por los autos y las farolas. El viento empezaba enfriar mi rostro y aquel frío recorrió todo mi cuerpo, me acaricié los brazos para entrar en calor pero de repente algo cayó sobre mi cabeza.

—¡¿Huh?! —me quité lo que tenía encima, notando que era un abrigo conocido.

—¿Qué haces aquí afuera? —Aspen se sienta al otro lado de la banca, dejando libre el espacio de en medio.

—Creí que se habían ido —mencioné mirando el abrigo en mis manos.

—¿Sin decirte? —enarca una ceja cuando me mira.

—¡Eres muy capaz, Donnovan! Por algo no me sorprendió que no lo hicieras —me crucé de brazos y aparté la mirada.

—Quizás, ¿pero crees capaz a Victoria?

Me quedé en silencio, tenía un punto, ella no lo haría y yo lo sabía. Resoplé volviendo a mirar su abrigo en mi regazo y se lo tiré al rostro.

—¡Oye! —me reclama.

—Llegaste tarde. Ya llamé a André para que me busque de aquí, seguro ya ha salido, así que no puedo cancelarle.

—Tsk —chasqueó la lengua y volvió a colocar su abrigo en mi regazo—. Entonces úsalo mientras lo esperas, no quiero que después me culpes por tu resfrío.

Resoplé resignada, apoyé su abrigo sobre mis hombros sin llegar a colocarme las mangas, pues así me cubría mejor ya que era mucho más grande que yo.
Ambos nos mantuvimos en silencio, uno incómodo en realidad, o al menos yo lo sentía así. Ni siquiera podía mirarlo bien.

—Madeline, lo que he dicho antes...

—No importa —lo interrumpí por sorpresa.

—¿Qué?

—No importa —repetí—. Solo olvídalo.

Crucé mis piernas y me escondí más con su abrigo. El olor en esta prenda me llegaba tan bien a la nariz que no pude evitar sentirme embriagada por este, ¿dónde lo he olido antes? Esto me recuerda a algo...

—No.

—¿Huh? —miré a aspen confundida pero él se acercó a mí de sorpresa.

—Mira, no soy bueno en esto, creo que te diste cuenta de que las disculpas no son lo mío... —asentí un par de veces estando de acuerdo y él rodó los ojos.

De la nada Aspen se coloca frente a mí, hincado en una rodilla y tomando una de mis manos.

—¿Q..Qué... Qué haces? —cuestioné apenada y tratando de quitar mi mano pero él la tomó con firmeza para que no lo hiciera—. Aspen.

—Soy consciente de que he hecho un comentario muy estúpido y de mal gusto. No debe importarme las razones que tengas por las que reaccionaste de tal manera, no es de mi incumbencia. Yo no debí hacerlo en primer lugar y lo reconozco... Así que, te pido que perdones mi insulto, princesa.

Esta vez, el que me llamara "princesa" sonó diferente. Esta vez... me hizo erizar cada vello en mi cuerpo de una forma que jamás había experimentado antes. Aspen acerca mi mano a sus labios y besa mis nudillos con una ternura que jamás creí sentir de él.

—A..Aspen, yo... —él vuelve a interrumpirme al sacar un peluche de detrás de su espalda.

—Por esto nos fuimos de la mesa. Creí que si iba a disculparme debía de llevarle una ofrenda a la princesa. Aquí lo tienes.

Dejó en mis manos aquel peluche de un cachorro de lobo tierno y adorable. Dejé escapar una leve sonrisa que no pude resistir.

—¿Lo ganaste para mí?

—¿Cómo más quieres que te diga que sí? —suspiró—. ¿Te lo digo en italiano o en francés?

—A ver, en italiano, por favor —reí. Aspen rueda los ojos pero igualmente deja ver una pequeña sonrisa.

Ho vinto questo per te, principessa.
("Gané esto para ti, princesa").

Bene, grazie mille, cavaliere.
("Pues, muchas gracias, caballero")

Por primera vez, ambos estábamos sonriendo a la par y no era ningún tipo de sonrisa burlona, divertida unilateral, molesta... Era una sincera y tierna por parte de ambos, una genuina. Aspen se levanta y vuelve a sentarse a mi lado, miré el peluche en mis manos y lo abracé un poco a la par que apartaba la mirada de Aspen.

—¿Realmente... no te importa saber el porqué de mi reacción? —cuestioné en un murmullo que ya no pude deshacer por más arrepentida estuviera de haberlo dicho.

—Tengo curiosidad... pero por más metido que sea... no te insistiría en algo como esto. Como dije, no es de mi incumbencia en realidad.

Volví a sonreír ligeramente y me aferré el peluche en mis brazos. Supongo que... contarle mis razones haría que entendiera porqué nunca más debería de hacer ese tipo de comentarios. Sería algo bueno...

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