Cabello de resorte semejante a la almendra, largo hasta la mitad del cuerpo alto de 1.75 metros, enmarca con desorden el rostro joven de mirada caoba y labios de fresa. La canela siendo el color de la piel suave y cubierta de vello fino, casi indetectable a la vista. Facciones delicadas y mirada serena sirviendo de mascara, ocultando a la vista de todos los demás jugadores de la vida la amarga realidad de su interior. La mascara ocultando a la verdadera chica.

Muñeca fina y delicada como la porcelana a los ojos de su padre, no sospecha que hay un demonio suelto en el interior de su hija que se encarga de destruir todo y torturarla por ahogar ella misma sus deseos más profundos. Demonio que proviene de las acciones robóticas de su única hija, la cual trata de seguir al pie de la letra los planes que él tiene para su futuro.

Los espejos son las ventanas del alma, sus ojos caoba no son la excepción, aunque las cortinas negras los cubran se puede apreciar su odio hacia las decisiones que ha sido obligada a tomar durante su crecimiento. La amargura los inunda, el dolor los presiona y la tristeza retiene, más el miedo la obliga a seguir donde mismo y seguir con su papel de buena hija con un futuro brillante.

Extraña los días de su infancia, aquella tierna edad en donde odiaba a su propio sexo, jugaba con los niños de su escuela a lanzarse lodo y llevaba el cabello rizado corto hasta el cuello. Esos tiempos en que era feliz sin saberlo. En su memoria esta presente cuando dejo su felicidad de lado, cuando quiso que sus padres dejaran de preocuparse por su inusual conducta nada femenina.

Ese momento en que decidió dejar crecer su cabello, dejar a sus amistades masculinas y tratar de jugar con muñecas. La tristeza inundo su ser, más ella decidió tomar la mascara de la felicidad y cubrir su rostro con ella. Esa fue la primera grieta que apareció en su alma. Esta mascara duro poco en el rostro de la niña de cabellos de resorte, ya que pronto una consola de Nintendo llego a su vida, una Nintendo 64, junto a un héroe de gorro verde, el cual le salvo de la mascara y le ayudo a volver a buscar su felicidad.

Ella recuerda cuando termino con su carrera de técnica en programación, la felicidad genuina cual sol al estar frente a una computadora diseñando video juegos basados en sus historias ficticias. Recuerda el dolor físico de sus ojos, los calambres en sus dedos, que eran señales de que había realizado un buen trabajo en lo que amaba, a lo que deseaba dedicarse.

También recuerda el momento de la caída, cuando su sueño real fue aplastado por la ola del mar llamada realidad, recordándole por segunda vez en su existencia que la verdad de la vida es muy diferente a la realidad de sus libros e historias.

La depresión llego, aquel cuerpo de talla 40 se vuelve en una talla 30 en menos de un mes. Todo el dolor y sacrificio para ser la mejor en lo que amaba, justo como le decía su padre, se fue a la basura en menos de un día. En cuestión de tres meses el cuerpo débil se levanta y vuelve a estar fuerte y sin errores, más el interior esta dañado cual cisne de vidrio al caer del estante.

El año en que la chica de cabello de resorte debía de saltar a su vida universitaria queda atrás. Ese año de estudio se vuelve en un tiempo de odio hacia ella misma y trabajo duro. El demonio que la acompaña hoy en día aparece por primera vez en este momento de su triste existencia.

Ella no quiere saber nada de la realidad en ese año, más ella misma sabe que es el demonio hablando. Escucha a sus padres hablar, su madre quejándose de que su hija no es normal, tampoco igual a las demás; su padre la defiende, diciendo que así ella esta bien, que es única y que espera que pronto la chica de cabello almendra escoja una carrera en los medios de comunicación y siga adelante, le ve talento en estos a causa de sus habilidades. Ellos no saben que están siendo escuchados, más no importa, el padre siempre le dice a la chica de alma rota que considere esta opción. No es su deseo esa carrera, la odia, sabe que sus talentos se relacionan a ese camino, pero no quiere sentir una vez más la soga en el cuello y tener que usar la mascara de nuevo. Fue tan difícil quitarla de su rostro la ultima vez que la uso.

La soga no adorna su cuello, pero una nueva máscara aparece, esta es hecha de cristal y muestra felicidad a todos. La chica de cabello de resorte piensa en ese momento que nunca cumplirá su sueño, sin importar el tiempo que pase o los medios que se presenten, su destino no es ese, ella mismo se lo negó en ese momento de oscuridad, mismo momento en que decide seguir con las expectativas de su padre y hacer que este orgulloso.

Los trozos rotos de su alma dañan sus manos y cubren sus ojos para engañarla a ella misma el máximo tiempo posible, pero la máscara sólo dura los tres primeros años de la vida universitaria antes de tener que ser remplazada para no preocupar a su padre.

La máscara es remplazada todas las semanas, cada una mostrando una emoción vacía para ocultar el alma aun rota y nostálgica, alma en pena que se castiga todos los días por dejarse guiar por las emociones negativas de aquel año y no por el razonamiento lógico, más las máscaras son cada vez más cristalinas.

Escuchar al corazón no siempre es la mejor opción, en especial cuando el cerebro se manda al rincón oscuro del alma.

La chica de piel canela y cabello de resorte, que baila siempre a cada paso que avanza, lamenta el haber recurrido a usar las máscaras para ocultar su dolor y los verdaderos deseos que hacían bailar a su corazón. Deseando con cada fragmento de su corazón dañado y encadenado que los demás soñadores no sigan sus pasos cuando su sueño se ve envuelto en una tormenta, menos cuando las voces de gente que adoran llegan a ellos con planes contrarios a su camino elegido.

Ella realmente lamenta no haber sido ella misma y seguir ocultándose detrás de una máscara brillante, sin embargo, esto le ha ayudado a escoger mejor sus pasos en la vida.