seis
Jennie tembló, Rosé había respondido, pero no con un simple "hola" la había llamado cariñosamente, como siempre desde que se conocieron, quizás ella era así con todas, algunas personas lo eran.
No, estaba haciendo demasiadas preguntas, se cuestionaba demasiado ¿por qué? ¿por qué le importaba tanto todo cuando se trataba de la ojiavellana? solo se conocían hace unos días, no era la gran cosa, solo tuvieron sexo, eso sí que fue la gran cosa pero que fuera tan natural al dedicarse a ella la hacía sentir especial, Sana decía que estaba bien, las personas se sienten atraídas unas a otras y era normal, el tiempo era relativo para todos, pero no quería quedar como una estúpida, sintiéndose ilusionada.
—H-hola —Sana levantó los pulgares desde su lugar en señal de apoyo y le indicó que siguiera hablando, estaba bloqueada, su cerebro se sintió adormecido y su rostro se calentó, que patética.
—Oye, tardaste un poco en hablarme —escuchó una pequeña risa y no supo que decir —es una broma —aclaró —¿a qué debo el placer de tu llamada? —Jennie tembló, la voz de la mayor era sexy a sus oídos.
—Yo quería —Sana frunció el ceño, eso no era nada bueno, así que se dio valor y habló con naturalidad —quería saber si estabas libre durante el almuerzo —miró el reloj esta vez y aún quedaba tiempo.
—Claro —aceptó al instante —¿a dónde quieres que te lleve? —soltó coqueta, Jennie quiso sonreír.
—A donde quieras está bien para mi —mordió sus labios para no gritar, la castaña era una romántica y esto sonaba a una cita.
—Pasaré por ti en treinta minutos. —Jennie se agitó, le gustaba cuando Rosé era autoritaria a pesar de que siempre era tan dulce para hablarle, parecía que nunca le podías decir que no a cualquier cosa.
—Está bien, te veo en un rato Rosie.
—Hasta luego, Jen.
···
—¿Verás a Jennie? —Sooyoung estaba en su oficina de nuevo, realmente iba a restringirle la entrada si seguía persiguiéndole. —Solo dile, Rosé —se quejó la menor.
—¿Decirle qué? —gruñó la ojiavellana arreglando su traje.
—Que tienes una erección cada vez que piensas en ella —dijo con obviedad —no, espera, eso suena muy sexual —pensó unos segundos más y habló finalmente —mejor que te gusta.
—Puedo decirle eso, porque es verdad —dijo con simpleza —solo no quiero asustarla, tardó días en llamar y si yo no lo hice primero fue por eso mismo, no quiero que piense que la controlo o algo. —Joy rodó los ojos.
—Estoy segura qué eso no es un problema —sonrió maliciosa.
—No hagas suposiciones sobre ese ángel —Joy rió.
—Oh vamos Rosé, ese ángel solo es un lobo con piel de cordero —sonrió cuando notó como la rubia se quedaba callada —quizás es muy inocente, pero es un humano como todos nosotros y las personas tienen necesidades Rosie, carnales o afectivas, no importa, estoy segura que ella quiere que tu seas quién resuelva todo eso —la rubia solo la veía confusa —sino, ella no hubiera llamado primero.
···
Cuando llegó la castaña estaba sentada en la entrada del local mirando su teléfono, se veía tan linda y pequeña, cuando la vio le sonrió y corrió hacia el auto.
—Hol- —no pudo terminar su saludo después de ponerse de pie porque la rubia la abrazó fuerte robándole un beso intenso, incluso sintió como la mayor tuvo la intensión de levantarla del suelo, pero se detuvo. —Viniste —dijo emocionada la pelinegra cuando ambas se separaron, Rosé estaba comenzando a sentirse enojada de cuan sorprendida se notaba Jennie siempre que hacía algo por ella ¿acaso nadie sabía cómo tratar a un ser tan perfecto?
—Claro que sí —frunció un poco el ceño, pero la castaña estaba más que feliz y sorprendida por el saludo así que lo ignoró brindándole una bella sonrisa.
—¿Tienes hambre? —Jennie asintió, se estaba muriendo de hambre. —Estaba pensando que podríamos ir a mi casa y comer algo.
—No creo llegar al trabajo si vamos hasta tu casa y de vuelta —ambas ya estaban en camino al auto de la ojiavellana.
—¿Qué tal si solo por hoy nos escapamos? —los ojos de la morena se abrieron.
—¿E-escapar?
···
Jennie había llamado a Sana en el camino para decirle que no regresaría a continuar su turno, pero esta le dijo que no se preocupe y que la cubriría diciendo que no se sentía bien y por eso había regresado a casa, en serio amaba a esa chica.
En el trayecto Rosé le tendió su teléfono a la pequeña castaña para que hiciera la orden de la comida a domicilio, pediría que la llevaran a su piso una vez llegara. Solo pasaron de la puerta hasta la cocina por un vaso de agua, pero una vez el vaso tocó la mesa ambos cuerpos se pegaron como uno solo, moliéndose entre abrazos y besos.
—¿Tú quieres? —Jennie jadeaba de cansancio, realmente amaba a Roseanne, cuando le decía cosas lindas, o le daba besos y se preocupaba por ella.
—Rosé —Jennie la detuvo y dejó que sus palabras salieran por sí mismas —¿Es posible enamorarse en unas horas? —la rubia observó atentamente a la chica entre sus brazos, tan hermosa y sonrojada, mirándola con sus increíbles ojos marrones y su cabello castaño cayendo suavemente sobre su rostro, Jennie era amable, sonriente, graciosa y sí, podría decir que la amaba en cada cosa que había conocido de ella hasta el momento.
—No lo sé Jennie —la castaña frunció los labios y sus ojos se apagaron por un instante —pero yo creo que estoy enamorada de ti desde el momento en el que estuvimos juntas la primera vez —confesó ante la atónita mirada de la más joven.
—Tómame —suplicó —te necesito tanto —dijo lamentándose —todo el tiempo —desvió su mirada avergonzada —no puedo dejar de extrañarte —lanzó un rayo invisible a través de sus profundos ojos hacia los de la ojiavellana quien se sintió perdida, pero de cualquier forma ella ya había tocado fondo.
Tomó a la menor entre sus brazos nuevamente, apretándola con fuerza, seguramente le dejaría marcas a la pequeña morena, pero pediría perdón después ahora mismo solo quería amarla.
Esta vez llevó a la menor cargado hasta su habitación mientras esta se aferraba a su cintura con sus piernas, le quitó la chaqueta una vez pudo depositarla en la cama, no dejó de darle más y más besos en ningún momento, la chica delgada parecía extasiada por las atenciones, le arrebató los pantalones del uniforme y la dejó completamente desnuda, el cuerpo de Jennie era un deleite, la rubia tragó saliva y su respiración se volvió más pesada, podría quedarse tan solo observando aunque eso significara una tortura para su pene endurecido pero jamás tendría suficiente tiempo en la eternidad para admirar esa obra divina.
—Ven —Jennie la llamó en un gemido, la rubia se quitó la ropa frente a ella, lentamente, torturándola, una vez desvestida se subió a la cama y gateó un poco para acercarse a las piernas de la morena, quién vio las intenciones de la ojiavellana muy claras. Rosé estaba hipnotizada observando el coño de la morena, se veía de un tono rosa muy fuerte, escurriendo pequeñas gotas, ella solo quería complacer a la menor después de todas las veces que esta lo había hecho por ella, le daría todo lo que pudiera.
Ni siquiera dijo algo, no avisó, solo se acercó hacia la entrepierna de la morena y la devoró como una profesional en succiones.
—N-no R-Rosie—Jennie sollozó estrujando las sábanas entre sus lindas manos pero no se movió, Rosé sabía que la castaña no haría movimientos bruscos por temor a incomodarla, así que facilitó las cosas para ambas, tomó las caderas de la menor con sus manos lo más fuerte que pudo y la impulsó para que embistiera dentro de su boca, si era la única forma de que la menor accediera a follarle la boca entonces haría lo necesario para que ese hermoso ángel liberara sus deseos con ella.
Jennie se retorcía, pero no dejó de elevar su cadera con más fuerza hasta que comenzó a gritar de placer, la boca de la ojiavellana estaba tomándola tan bien, Rosé cada vez la sorprendía más, ninguna con la que hubiera estado le había querido dar una mamada de forma voluntaria, solo habían accedido porque ella había suplicado por eso, lo cual no le encantaba, pero aun así ninguna felación se compararía con el trabajo que su Rosie estaba haciendo en ella.
No estaba consciente de las cosas que decía, si es que estaba diciendo palabras o no, quién sabe, su mente era solo un cúmulo de placer nubloso y estaba sonriendo como una estúpida por lo bien que se sentía, era como haber tomado una gran cantidad de alcohol y estar disfrutando del efecto de la ebriedad.
—P-para po-or favor —jadeó, Rosé se detuvo en ese instante.
—¿Te lastimé bebé? —Jennie suspiró con la cabeza tendida hacia atrás y recogió sus piernas dejándolas aún abiertas, abrió los ojos lentamente y dirigió su mirada nuevamente a los ojos preocupados de la ojiavellana, la castaña negó y la llamó un gesto de mano. La mayor se acercó confusa y se dejó besar profundamente por Jennie, quién se separó y bajó por su barbilla y garganta con pequeños besitos.
—Tu no podrías herirme nunca —sonrió cansada —solo no quería correrme aún —dijo algo tímida, Park le sonrió de vuelta y le dejó un beso en la frente.
—De acuerdo, pero ¿estás bien? —la castaña asintió y comenzó a enderezarse hasta quedar de rodillas en la cama, se dio vuelta y se colocó en pose de perrito, dejando su cabeza contra el mullido colchón con esta hacia un lado.
—Quiero que me cojas, Rosé —pidió —amo que seas tan dulce, pero quiero sentirte lo más profundo que puedas —la rubia se quedó con la boca abierta, su ángel exigía cosas sin ser demandante y aun así la tenía arrastrándose para cumplir sus deseos.
—Lo que tu pidas ángel —se puso de pie dirigiéndose hacia un armario y volvió con un frasco de lubricante —pero tengo una condición —la menor le dio una mirada confundida —lo haremos así —con una mano empujó a Kim por la cadera para hacerla reposar en la cama y se colocó entre sus piernas abiertas —no quiero perderme nada de ti mientras somos una ¿quedó claro? —Jennie asintió abrazándose los hombros de su mujer fuerte —ahora ¿quieres encargarte de esto? —ofreció señalando su miembro, Jennie le dio una mirada y aceptó.
Abrieron el frasco y colocaron cantidades de lubricante en sus manos para calentar la temperatura, Jennie masajeó la longitud contraria con presión moderada mientras la rubia bombeaba sus dedos dentro de la entrada de la menor, dándose placer mutuamente mientras compartían besos en sus rostros a medida que sus gargantas les traicionaban y sacaban sonidos reveladores de todo el placer que estaban sintiendo.
—Bebé, me voy a correr con solo besarte —Jennie soltó una risita y solo la dejó libre.
—Vamos mujer, ábreme —Rosé no podía entender como unas palabras tan simples podían calentarla tanto, tal vez era porque la voz de Jennie era tan aterciopelada y seductora que no podía evitar sentirse hechizada por ella o solo era porque la estaba amando y eso involucraba amar cada cosa que hacía.
No se hizo esperar mucho, simplemente se deslizó lo más lento que su autocontrol le permitió dentro de la menor quién se estremeció por el toque, sintiéndose tan llena como estaba mordió sus labios para no gritar de felicidad, la quemazón que tanto adoraba incluso al masturbarse por su cuenta, Rosé se la podía dar con su grueso pene.
—Jódeme —exigió, la rubia lo hizo y vaya que lo hizo, Jennie podía sentirse rebotando en todo su cuerpo, tomando los antebrazos duros de la mayor para no sentir que traspasaría la cama, en un momento determinado su cuerpo fue levantado sin previo aviso, quedando sentada sobre los muslos de la ojiavellana, se dejó abrazar y caer sobre la polla dura de su mujer, gimió en su oído y disfrutó de los gemidos contrarios cerca del suyo.
En esa posición sentía que todo su interior era golpeado, hizo presión con sus músculos internos, sacándole más gemidos a la mayor, aunque los suyos tampoco se detuvieron, era una tortura placentera para ambas.
Necesitaba besos, jamás tenía suficiente de ellos, solo quería más y más, se separó con la intención de buscar la boca de la ojiavellana pero esta leyó su mente primero y tiró de su cabello castaño para separar su rostro de su hombro y empujar su boca contra la suya al tiempo que la cogía aún más duro, sintió la lengua experta de la más grande perseguir la suya y le dio batalla, cuando su punto g fue golpeado brutalmente le dio una mordida casual a la otra quién gruñó pero continuó con sus acciones de besarla y follarla.
Jennie estaba comenzando a sentirse adormecida, sus brazos y piernas estaban perdiendo fuerzas, pero no quería abrir la boca para confesarlo, aunque como era de esperar, Rosé podía leerla mejor que nadie, notó como la rubia la tomó por debajo de los muslos sin separarse y comenzó a acorralarla contra la cabecera de su cama.
Esta mujer era más fuerte de lo que pensó, podía levantarla sin esfuerzo y su resistencia era impecable, las manos de Rosé se aferraron a la cabecera y Jennie pudo descansar sobre su pecho, pero lo siguiente que vino solo se trató de un delicioso castigo.
Rosé embistió tan duro, empotrando a Jennie contra la acolchada cabecera, intentando clavarla en ella, la mayor besaba y succionaba su cuello mientras Jennie perdía su casi nula cordura a través de gritos desgarradores de excesivo placer, podía sentir sus músculos en todo el cuerpo contrayéndose, sus dedos se estaban curvando de una forma dolorosa, su garganta dolía, pero Rosé solo la complacía, iba a morir de placer.
Jennie solo recuerda como sintió una explosión en su vientre, se sintió asustada, pero a la vez fascinada por la liberación, mojo la piel de Rosé con todo el jugo que su cuerpo podía retener, su entrada aprisionó el pene de la ojiavellana y esta la calentó con su corrida, llenándola por completo, perdió toda la fuerza, pero no cayó porque sabía que Roseanne la sostendría.
—¿Cariño? —Rosé se asustó al notar el cuerpo casi inerte sobre ella, la escuchaba respirar, pero esta no se movía. —¿Bebé, te sientes bien? —la meció un poco acariciando sus piernas y glúteos, subiendo hacia la curva de su espalda baja y frotando su espalda. Se despegó para mirar el rostro de la morena y la encontró lagrimeando un poco. —Oye bebé ¿todo en orden? —Jennie asintió y sostuvo la mejilla de la ojiavellana en su mano.
—Más que eso —confesó depositando un pequeño beso en la cien —todo contigo es más que perfecto. —Park le sonrió y continuó acariciando el cuerpo maltratado de la menor mientras esta suspiraba de satisfacción, amaba cuando Jennie hacía eso. —Creo que ya me quedó claro —dijo mientras acariciaba el cabello suave de la mayor.
—¿Qué cosa es, ángel? —Jennie rio se abrazó más al cuerpo fornido de Rosé.
—Creo que es posible enamorarse en unas horas —ambas rieron y se dieron besos.
—¿Estás segura? —tentó la mayor pero Jennie estaba muy segura.
—No sé qué ser divino te puso en mi camino, pero estoy más que segura gracias a eso.
—Creo que ese ser divino tiene nombre y apellido.
—¿Sabes de quién se trata?
—Por supuesto —la rubia rodó sobre el cuerpo de Jennie para aplastarla en un abrazo apretado, Jennie jamás se quejaría de eso, le encantaba. —Su nombre es Sooyoung, mejor conocida como Joy.
—Tendré que comprarle algo lindo —aseguró la castaña causando una risa en la mayor —eh, por cierto ¿Rosie? —Rosé respondió un quedo "¿Sí?" aún con los ojos cerrados. —¿Qué sucedió con la comida?
—Oh, mierda.
Fin.
gracias otra vez a la (o él) autor/a original por permitirme adaptar su obra uwu.
y otro gracias a ustedes x leer, votar y etc. se les ama gente <333.
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