9. Insoportable
Pandora recorrió el Gran Comedor con sus ojos verdes y resopló al no encontrar lo que estaba buscando. Volteó a ver a Carissa y la encontró atragantándose con un muslo de pollo. Rodó los ojos y apoyó un codo en la mesa.
— ¿Has visto a Tess? —preguntó Pandora sin dejar de mirar a Carissa, quien negó sin dejar de masticar la carne—. ¿Debería preocuparme?
— Nah —comentó con la boca llena.
Pandora le dio un golpe en la cabeza y Carissa se quejó, sobándose el área afectada.
— No hables con la boca llena, Car —la regañó.
Carissa encogió los hombros y siguió con su tarea anterior mientras que Pandora siguió preocupándose por su amiga. No era el hecho de que no la hubiera visto en el desayuno ni en los cambios de clase, ni en el almuerzo, sino que tampoco había visto a Louis Weasley. Eso era lo que verdaderamente le preocupaba.
Se puso de pie y Carissa frunció el ceño.
— ¿A dónde vas? —preguntó, esta vez sin rastro de comida en su boca.
Pandora encogió sus hombros sin decir mucho al respecto.
— Tengo que estudiar de herbología —respondió.
Carissa asintió y vio a su amiga marcharse, solo para que tres segundos después alguien más se sentara a su lado. No tuvo ni que girarse para saber quién era, cosa que le fastidiaba. ¿Cómo podía saber que era él sin siquiera voltearse?
— Aléjate, Weasley —ordenó.
El pelirrojo sonrió y chasqueó la lengua antes de comenzar a servirse comida.
— ¿Qué? El comedor es un lugar público y, según lo que sé, soy libre de sentarme donde yo quiera en esta mesa —comentó.
Carissa rodó los ojos y resopló.
— Mantén distancia entre nuestros brazos entonces —masculló.
Fred ladeó su cabeza, entretenido y bastante divertido con la situación y rozó sus codos solo para hacerla rabiar. Le resultaba divertido hacerla enojar desde el momento en el que la conoció cuando estaban cruzando el lago en los botes.
— Oye, Martin, hace unas semanas mencionaste algo de darme clases para besar. ¿Crees que quieras ser maestra? —preguntó con un toque pícaro.
Carissa soltó un gruñido y dejó la comida sobre la mesa para marcharse del comedor. ¿Cómo era que ese chico lograba tener compañeras de besuqueos? Era...era...insoportable.
***
Theresa acomodó su abrigo para que el frío no se colara a través de la tela que cubría su piel, brindándole calefacción. Llevaba prácticamente todo el día en San Mungo y todavía no se animaba lo suficiente como para ir a visitar a su madre. Había visto a sus tíos Draco y Blaise, pero no había querido encontrarse con su padre.
— En algún momento vas a tener que entrar, Nott —dijo Louis, quien estaba sentado a su lado tomando chocolate caliente.
Era extraño que él la hubiera acompañado hasta San Mungo sin molestarla. También le parecía extraño que se quedara con ella a pesar de lo grosera que estaba siendo con todos, en especial con él.
— Lo sé —masculló, pasando una mano por su cabello.
En ningún momento lo miró. De hecho, prefería evitar su mirada porque le resultaba más fácil de esa forma. ¿Quién diría que Louis Weasley, la misma persona que la estuvo molestando durante toda su estancia en Hogwarts, estuviera allí siendo cortés con ella en ese momento difícil de su vida?
— Entre más pronto lo hagas...—Theresa lo interrumpió.
— ¿Lo dices porque te quieres ir? —inquirió—. Si es eso, eres libre de irte. Nadie te obligó a venir, Weasley.
Louis suspiró y pasó su mano libre por su rostro.
— No me refería a eso. Me refería a que entre más esperes, más te estás torturando a ti misma con tus pensamientos cada minuto que pasa —aclaró.
Theresa ocultó su rostro entre sus brazos, los cuales abrazaban sus rodillas con fuerzas. El área en el que estaban estaba prácticamente vacía, pero prefería sentarse en el suelo antes que en las sillas donde no podría esconderse si su padre salía de momento.
— Tú no entiendes, Weasley —murmuró.
Claro que no podía entenderlo. Él no había pasado por las mismas situaciones que ella, sino que tuvo la vida fácil desde el momento en el que nació. Theresa había tenido que afrontar la vida desde que tenía uso de razón y ahora tenía que afrontar esa otra situación.
— Ilumíname entonces, Theresa.
Por primera vez desde que llegaron a San Mungo, Theresa giró su cabeza para mirarlo a los ojos. Pudo ver que él también tenía marcadas ojeras y se veía cansado. ¿Cómo no estarlo si estuvo prácticamente toda la noche pendiente a ella?
— He estado lidiando con esto por meses. Esta no es la primera vez que ella ha estado aquí, Weasley. Sin embargo, esta es la primera vez que ella realmente quiso irse de este mundo, quiso alejarse de mi papá y de mí. ¿Se supone que entre allí a verla cuando ella ni siquiera pensó en cómo esto me iba a afectar? Fue un acto egoísta y creo que yo me merezco tener mi propio acto de egoísmo al no querer entrar aún —soltó, tratando de retener las lágrimas que se acumulaban en sus ojos color cielo.
De nuevo, Louis no sabía cómo actuar ante eso. Él no sabía cómo manejar a Theresa. ¿Acaso no podía haber un libro en Hogwarts que le dijera cómo actuar en esas situaciones? Realmente lo necesitaba.
— Estás siendo igual o peor que ella —habló Louis luego de varios segundos de silencio—. Igual de egoísta en cierto modo. Mira, no es como si estuviera poniéndome de su lado porque estoy totalmente en contra de lo que hizo. Ella fue egoísta al querer irse de este mundo y tú lo estás siendo al querer encerrarte en tu rencor por ella querer dejarte, pero no te das cuenta de que tampoco le estás dando una razón para que ella quiera quedarse, Theresa.
Louis no tuvo que decir más porque eso fue suficiente para que Theresa se pusiera de pie. Estuvo unos segundos sin moverse, solo repitiendo las últimas palabras que él dijo: Pero no te das cuenta de que tampoco le estás dando una razón para que ella quiera quedarse. ¡Cuánta razón había en sus palabras! Su madre necesitaba apoyo y ella se estaba negando a dárselo. No le estaba dejando en claro que ella la necesitaba, que tenía una hija que necesitaba de su madre.
Caminó con rapidez hasta la puerta, pero no la abrió. Su padre se sobresaltó al verla allí parada con los ojos llorosos. Salió inmediatamente y envió a su hija en un protector abrazo.
— Necesito hablar con ella —pidió en un susurro.
Theo se apartó un poco de su hija y frunció el ceño al ver a Louis sentado en el pasillo, tomando el resto de su chocolate caliente. Sin embargo, prefirió no preguntarle nada a Theresa y dejarla pasar. Él se ocuparía de hablar con Louis para saber qué demonios hacía con su princesa.
Theresa entró con miedo a la habitación y pudo ver que su madre estaba despierta, pero no miraba a las personas que llegaban. Un nudo se formó en su garganta mientras se acercaba a ella y se sentaba en la silla que estaba justo al lado de la camilla.
— Mamá...—la llamó, pero Daphne seguía sin mirarla—...mami —susurró con voz quebrada, suplicándole que volteara a mirarla—. ¡¿Por qué haces esto?! ¡Mírame! —exclamó, tocándole el hombro, obligándola a mirarla.
Daphne lloraba en silencio y tuvo que cerrar los ojos con fuerzas para evitar ver a su hija de esa forma. Estaba destruída.
— Tess...
— ¿Por qué lo hiciste, mamá? —preguntó y dejó salir un sollozo de sus labios—. ¿Por qué querías dejarme sola, mamá? ¡Yo te necesito!
Theresa temblaba a causa del llanto y fue cuando vio a su madre extender sus brazos para que ella se acostara a su lado de la misma forma en la que hacía cuando era niña y tenía alguna pesadilla.
— Princesa —susurró Daphne.
— ¿Recuerdas cuando era niña y lloraba si había alguna tormenta? Solías acostarme contigo y me cantabas para hacerme olvidar todo lo que estaba ocurriendo a mi alrededor. Solía creer que eras algún tipo de heroína anti-miedo —rió aun llorando—. Necesito eso ahora, mamá. Necesito que seas mi heroína anti-miedo porque temo que te vayas y me dejes sola para siempre —confesó, abrazándose al cuerpo de su madre.
No quería soltarla nunca. Quería volver en el tiempo y evitar todo ese dolor que tenía en su interior. Quería que su madre fuera feliz de nuevo y que sonriera de esa forma única que podía hacer feliz a cualquiera.
— Estoy aquí, princesa —murmuró Daphne.
— No lo hagas de nuevo, por favor —suplicó.
***
— Vamos, Potter, sabes que eso me lo sé —dijo Pandora girando nuevamente sobre la punta de sus pies.
James estaba acostado en el suelo, de nuevo sin camisa y estaba un poco sudoroso. En su defensa, se había cansado y decidió aprovechar el momento para ayudar a Pandora con sus estudios de herbología, pero terminó agarrando el libro de Defensa Contra las Artes Oscuras cuando vio que ella sí se sabía los términos.
Sus ojos se posaron solo un segundo en Pandora, quien hacía piruetas frente al espejo. Seguía el ritmo de la música clásica y sus movimientos eran ágiles y firmes, pero al mismo tiempo gráciles y delicados como una pluma. Se veía espléndida, feliz. La sonrisa adornaba su rostro y eso fue lo que más capturó la atención de James.
Pandora carraspeó cuando notó que James la estaba observando y él rápidamente dirigió su vista al libro.
— Encantamiento Patronus —mencionó y Pandora volvió a girar.
— Fácil. Se dice 'Expecto patronum' del latín 'yo espero un guardián'. Este encantamiento sirve para repeler dementores y lethifolds. Existen dos tipos de patronus: corpóreo y...—James la interrumpió con su risa.
— Lo siento, lo siento. Es que...¿cómo logras memorizar tantos términos? —preguntó.
Pandora se detuvo y encogió sus hombros. Era algo que había hecho desde siempre.
— Vamos, suficiente descanso. Volvamos a lo de antes —ordenó, ofreciéndole su mano a James para que este la tomara y se pudiera levantar sin problemas.
James agarró la mano de Pandora e hizo una mueca de dolor cuando se puso de pie. Todavía dolía cuando hacía movimientos bruscos o cuando llevaba mucho tiempo haciendo esfuerzos.
— Estoy bien —aseguró al ver la mueca de preocupación de Pandora.
— Sé que te duele —dijo—, pero estás teniendo progresos.
Él frunció el ceño.
— ¿De verdad? —preguntó.
Quizás estaba demasiado enfocado en otras cosas como para percatarse en sí mismo. Definitivamente, se estaba distrayendo demasiado.
— Sí, lo pude comprobar cuando pudiste levantarte sin necesidad de que yo hiciera la fuerza —respondió.
James ladeó su cabeza.
— Me hace sentir como si fuera un anciano —confesó.
Pandora rió mientras negaba con la cabeza mientras se colocaba frente a él, dándole la espalda. Ella era bastante baja comparada con la altura de James, quien fácilmente le pasaba por una cabeza. Podía apreciar eso a través del espejo, podía ver las expresiones de ambos, en especial la de James cuando dio un paso hacia atrás y su espalda choco con su pecho.
— Relájate, Potter. Ni que te fuera a asesinar —le dijo, evitando sonreír cuando hizo que las manos de él cubrieran las de ella—. Necesito que te relajes o de otra no podré moverme.
James aclaró su garganta y se dejó guiar por ella. Pandora trataba de moverse con la misma agilidad de antes, moviendo a James con ella. Él estaba siendo su monigote en ese momento y no le molestaba. En ese momento Pandora podía tirarse de un precipicio con él y ni se daría cuenta de ello porque estaba embelesado admirando la dedicación de ella en lo que hacía.
En una de las vueltas se enredaron y ambos cayeron al suelo, él sobre ella. Pandora cerró sus ojos y rió, apoyando su cabeza en la superficie.
— ¿Estás bien? —preguntó James.
Pandora asintió, todavía riendo y apoyó sus manos en los hombros desnudos de él. ¿Acaso él no sabía que estaban en pleno otoño y podría atrapar un resfriado si andaba por el frío sin camisa?
— Quítate que no tienes peso de pluma —ordenó con una sonrisa divertida.
— Lo siento —murmuró, echándose hacia el lado para quedar acostado a su lado.
— Suficiente por hoy —anunció Pandora.
Su piel brillaba un poco a causa de la ligera capa de sudor que cubría su cuerpo, pero lucía espléndida, relajada y llena de júbilo. Una enorme sonrisa estaba adornando su rostro delicado y sus ojos verdes con uno que otro toque de azul se veían brillantes. Fue la primera vez que James se percató de los toques azules que tenían los ojos de Pandora, quizá porque la estaba observando de cerca.
— Tus ojos son medio azules —murmuró él.
Pandora frunció su ceño y se apartó un poco de James.
— Oh, sí —desvió la mirada—. Probablemente lo obtuve de mi padre —mencionó, sentándose.
James imitó sus actos, aunque fue un poco más dificultoso a causa del dolor.
— ¿Qué le sucedió a él? —preguntó James con curiosidad.
Todo aquel que conocí el nombre de Pandora se preguntaba a sí mismo cómo y quién era el padre de aquella chica respetuosa y distante que solo portaba el apellido de su madre.
— Yo me pregunto lo mismo, Potter —respondió con toda la sinceridad del momento—. Nunca lo conocí. Quizá él tampoco me conoce a mí, quizá no quiso conocerme. No lo sé.
— Lamento haber preguntado —se disculpó James, comprendiendo que ese no era un tema que a ella le gustaba tocar.
Pandora encogió sus hombros y le dedicó una sonrisa sin mostrar sus dientes.
— No te preocupes por eso. Es normal que sientas curiosidad, supongo —comentó—. Yo haría lo mismo de estar en tu lugar, pero para tu fortuna tu vida es un libro abierto, literalmente.
James ladeó su cabeza y negó.
— La vida de mi padre es un libro abierto —corrigió—. La prensa, los periódicos y la población en general no se preocupan por mis hermanos o por mí. Somos medios para llegar a nuestro padre. Después de todo, él es el héroe.
Era cierto. A los medios de comunicación no les interesaba lo que los hijos de Harry Potter hicieran. Inclusive, dudaba que ellos conocieran sus nombres. Solo buscaban una forma de acercarse a sus padres y tíos. Cuando sus primos comenzaron a asistir a Hogwarts, los estudiantes buscaban acercarse a ellos por la misma razón. Quizá por eso solo eran más centrados en ellos mismos, temían que las personas solo los buscaran para saber más de los héroes de la guerra.
— Créeme, si trataras de vivir un día siendo yo, adorarías ser el hijo del Elegido —aseguró Pandora.
James apretó sus labios en una fina línea al saber lo que Pandora quería decirle con esa oración.
— ¿Tan malo es? —preguntó.
Pandora suspiró, pasando una mano por su cabello, pensando en cómo responder esa pregunta adecuadamente.
— Tiene sus ventajas y sus desventajas, Potter. En el lado positivo te ayuda a mantenerte fuerte frente a los rechazos y las personas, también te brinda privacidad; en el lado negativo no cuentas con el mismo apoyo. Encontrar un amigo verdadero es como buscar una aguja en un pajar porque casi nadie quiere estar con alguien que viene de familias que apoyaban al señor Tenebroso —explicó moviendo sus manos inconscientemente—. No es como si nosotros tuviéramos culpa de lo que haya sucedido.
Ahí ella volvía a tener un punto. Ellos no tenían culpa de lo que había ocurrido, ni siquiera tenían culpa de la sangre que corría por sus venas. No podían elegir sus familias y tampoco la forma en la que las personas los observaban. Ambas partes sufrían a su forma. Una parte sufría el rechazo y la otra parte sufría el interés de las personas.
— Tienes toda la razón —susurró James.
— Lo sé —mencionó encogiendo los hombros.
James rodó los ojos.
— Te estoy dañando, Pandora. Te estás volviendo egocéntrica —habló con un toque de diversión.
Ella rió mientras se ponía de pie.
— Sucede que estoy pasando mucho tiempo con un chico demasiado ególatra.
James soltó una carcajada sarcástica y tomó la mano de Pandora para ponerse de pie.
— Eres muy graciosa. Deberías ser comediante porque te convertirías en millonaria —dijo sarcásticamente. Pandora le sacó la lengua—. ¡Qué madura! ¡Auch! —se quejó cuando Pandora le dio un codazo en el brazo.
— ¡Lo siento! —exclamó rápidamente—. Olvidé completamente lo de...¡No te rías, simio!
Eso solo hizo que James riera con más fuerza.
— Perdón, perdón, es que es divertido hacerte rabiar —confesó.
— Ugh, y luego preguntas porqué eres insoportable —masculló Pandora.
James le sonrió ladinamente.
— Sabes que me soportas. Anda, admítelo —presionó, moviendo sus cejas.
Pandora soltó un gruñido.
— Solo a veces —murmuró.
— ¿A veces? Yo diría que todo el tiempo, señorita Parkinson —argumentó.
La vio arquear una ceja mientras colocaba sus manos en las caderas.
— ¿Le recuerdo al señor Potter quién manda en este lugar? —inquirió.
— ¿McGonagall?
Pandora rodó los ojos y se acercó a su mochila para quitarse las zapatillas.
— Insoportable —repitió.
James negó, divertido y le acomodó un mechón de cabello detrás de su oreja antes de guiñarle un ojo.
— Yo diría que bastante soportable —dijo antes de ponerse la camisa y marcharse con una enorme sonrisa en el rostro, dejando a Pandora confundida con las mejillas un poco sonrojadas.
¿Qué acababa de suceder?
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Sí, sí, he tardado en actualizar, pero me costó escribir un poco este capítulo en cuestión de la escena de Theresa.
Por cierto, he visto que algunos me han dicho que no ponga cast, otros que sí. Entonces lo que haré será dejar cómo yo me imagino los personajes en esta nota. Si se los imaginan diferentes, no importa. No lo hago para tratar de cambiar su forma de ver a los personajes, es solo la forma en la que yo me los imagino y que puede servir de guía a los que me piden un cast, ¿vale?
Pandora: Danielle Campbell / James: Drew Roy / Theresa: Kaya Scodelario / Louis: Lucas Till / Carissa: Nina Dobrev / Lily: Ellie Darcey-Alden / Albus: Logan Lerman / Scorpius: Alex Pettyfer / Fred: no encuentro a mi Fred perfecto, así que...
Mamá Malfoy cambio y fuera
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