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18. Más que una Parkinson

Antes de que todos se dieran cuenta, el invierno los cubrió con su manto blanco, haciendo que sus dedos se congelaran por el frío y que se les antojara tomar chocolate caliente a todas horas como si se tratara de la única forma en la que podrían vivir. Los estudiantes estaban yéndose a sus hogares para pasar las navidades con sus respectivos familiares con mucha felicidad. No obstante, algunos estaban tratando de prolongar la partida lo más que podían.

Era la fecha límite para marcharse de los campos de Hogwarts y James sabía que se le estaba acabando el tiempo estando con Pandora. Ella se marcharía con su familia y él iría a pasar las vacaciones con su familia en enormes fiestas donde los abrazos y mimos sobraban. Estarían semanas sin verse.

Volteó su mirada hacia las llamas que se movían con parsimonia. Él deseaba poder estar igual de calmado que las llamas, siempre a un mismo paso, como si danzaran. Pensar en danza le recordó a la chica que tenía a un par de metros. Ellos, junto a Fred y Carissa, eran los únicos que quedaban en la sala común de Gryffindor.

—...entonces corrimos mientras los hijos de la señora Norris nos seguían como si sus vidas dependieran de ello. Al final no nos sirvió de nada porque McGonagall apareció justo en frente de las cocinas preguntándonos qué hacíamos fuera de la cama —concluyó Fred.

Pandora soltó una pequeña carcajada cuando escuchó la historia. Sabía que su mejor amiga probablemente había malpensado y había terminado con un ataque frenético de risa. La conocía demasiado como para estar segura de ello. Inmediatamente los ojos de James cayeron en ella y Carissa no se perdió ese detalle, por lo que hizo un exagerado bostezo mientras se estiraba.

— ¡Jesús, miren la hora! —exclamó mirando su muñeca izquierda como si llevara un reloj, aunque la verdad era que no utilizaba relojes—. Debes tener sueño, ¿verdad? —le preguntó a Fred tratando de enviarle señales a través de los ojos.

— La verdad no...—Carissa le giró la cabeza para que pudiera ver la forma en la que James estaba mirando a Pandora y la realización lo golpeó de repente—. Oh, sí. Estoy tan cansado —hizo un exagerado bostezo al igual que Carissa—. Yo solo acompañaré a Carissa hasta las escaleras y me marcharé a dormir.

Pandora miró a su amiga con los ojos entrecerrados, pero no dijo algo al respecto, sino que la dejó ir, notando cómo Fred sostenía su mano "disimuladamente". Estaba más que segura de que el acompañarla a las escaleras era para poder besarla por varios minutos antes de que se fueran a dormir. Los había visto la noche anterior.

Al quedar solos de esa forma, un silencio incómodo los rodeó, creando un pequeño ambiente de tensión entre ellos. Se podían escuchar sus respiraciones y casi se podía ver que ambos deseaban romper ese silencio que los estaba matando lentamente.

— James —lo llamó con voz tímida.

James volteó su rostro un poco para poder observarla a los ojos. Le gustaba verlos mientras hablaban porque eran un enigma más por resolver. Verdes con algunos toques azules, intensos con algunos toques de dulzura. Pandora era un enigma que no podía resolver en su totalidad. Ella siempre sacaba una nueva parte que lo sorprendía.

— ¿Sí?

— Está este recital que siempre tengo en navidades —comenzó a decir jugueteando con sus dedos—. Albus tiene las taquillas, pero quería invitarte yo personalmente por si deseas asistir.

— ¿Albus? —cuestionó arqueando una ceja.

— Sí, es que mi madre iba a recoger las taquillas en el mundo muggle y añadí la segunda taquilla en el nombre de Albus por...Merlín, sabía que debía haberla traído yo misma...—James colocó su mano sobre sus labios para callarla manteniendo una sonrisa divertida en su rostro.

— Iré —anunció y el rostro de Pandora se iluminó considerablemente.

James casi pudo captar un brillo especial en sus ojos verdes.

— ¿Lo harás?

Asintió divertido.

— Lo haré. Quiero saber qué es lo que se siente estando en el público contigo en el escenario. De seguro resaltas más que todas las que estén allí —se atrevió a decir.

Pandora se sonrojó hasta las orejas.

La verdad era que ella siempre resaltaba cuando bailara. Muchas de sus compañeras eran demasiado perfectas de cierto modo que se llegaban a ver uniformes. Pandora se acoplaba al baile como si fuera una parte más de su cuerpo, de su alma. Ella veía la música y escuchaba lo que su forma de bailar expresaba. Demostraba sus miedos e inseguridades cuando lo hacía. Quizá por eso era que siempre le ofrecían los personajes contradictorios y de muchos conflictos en su interior.

— ¿Vas por compromiso o porque realmente quieres verme bailar? —preguntó.

Él alargó una de sus manos hacia el rostro de ella y apartó un mechón de cabello que ocultaba parte de su rostro. Acarició su mejilla con su pulgar de forma cariñosa, dejándose llevar por lo que verdaderamente quería hacer.

— Voy porque no quiero dejar de verte en tanto tiempo —confesó sintiendo que su rostro ardió un poco.

Estaba nervioso por su reacción. Él no había planeado decirle eso. Fue algo que salió desde lo más profundo de su alma, convirtiéndose en la respuesta más sincera que había podido decirle. A veces las conversaciones más inesperadas eran las que mejor resultado tenían. Se hablaba del corazón y no desde un diálogo planeado en sus mentes.

Cuando decidió encontrarse con su mirada, Pandora estaba con los labios ligeramente abiertos y tuvo que tragar en seco para resistir la idea de probarlos.

— James...—su nombre pronunciado en ese débil susurro casi lo hace querer tomar la idea que antes había cruzado su mente.

Se inclinó un poco, lo suficiente para apoyar su frente en la de ella y cerró sus ojos sin apartar su mano de su mejilla.

— No digas algo al respecto, por favor —pidió, pensando en que tal vez lo había regado todo, que todo el proceso que había hecho con ella se había esfumado.

Pandora sonrió al ver sus mejillas ligeramente sonrojadas. El rostro de James estaba expresando una ligera confusión que solo ella podía comprender. Pandora levantó su mano hasta su rostro y rozó su mejilla con la yema de sus dedos.

— ¿Te gusto? —preguntó en un arrebato de osadía.

James abrió los ojos inmediatamente y se encontró con su mirada esmeralda. No podía ocultar la verdad en ese momento, no con ella mirándolo de esa forma.

— Sí —respondió en un susurro—. Mucho —añadió.

Quiso apartar la mirada de ella para ocultar la vergüenza que estaba sintiendo en esos momentos, pero no duró demasiado ya que ella lo obligó a mirarlo y lo próximo que sintió fue sus labios colisionar en un tímido y leve beso.

Al principio, James se quedó inmóvil por la sorpresa, pero terminó sonriendo sobre sus labios, atrayéndola más hacia él al colocar sus manos en sus mejillas. Sus labios se movieron en sincronía de manera dulce e inocente sin intenciones de buscar algo más, sino que disfrutaban del contacto, de las descargas eléctricas que recorrían sus cuerpos, de las palabras que decían por medio de ese beso.

— Wow —susurró James cuando se separaron.

— Sí, wow.

— Ahora más que nunca no quiero dejar de verte por tanto tiempo.

— Yo tampoco —admitió Pandora por primera vez.

James se inclinó nuevamente y depositó otro beso en sus labios.

— ¿Por qué no hice esto antes? —preguntó.

Pandora sonrió.

— Recuerda que lo hice yo primero.

— Shh, hieres mi orgullo —bromeó.

La chica rodó los ojos.

— Claro, tú eres James Sirius Potter y yo solo soy una Parkinson —comentó en un toque divertido.

James negó.

— No, Pandora. Tú eres más que una Parkinson.

Acarició su barbilla con su pulgar y Pandora no hizo un comentario al respecto. Estaba absorta en el pensamiento de que la persona que menos había pensado, había sido quien la había reconocido por lo que era realmente.

***

Theresa resopló apartando a Hyatt de su cuello. Luego de haber olido la poción, había reconocido un olor: el perfume de su ex novio. Decidió hablar con él luego de haberlo pensado lo suficiente, pero Hyatt malinterpretó toda la situación y cuando tuvo la primera oportunidad la besó con demasiada necesidad en el pasillo.

¿Qué sintió Theresa? Repulsión.

No comprendió la razón por la que su Amortentia había olido a ese preciso perfume cuando no sintió ni una sola descarga en su cuerpo cuando él la besó. Ni siquiera cuando él le dijo que la quería de vuelta en su vida.

— Ya déjame, Hyatt —exigió, empujándolo.

Él se acercó de nuevo a ella.

— ¿Esto era lo que querías cuando dijiste que tenías que hablar conmigo? Has cambiado mucho, Tess, pero no importa —habló con una sonrisa un poco lasciva.

El rostro de Theresa se contrajo en una mueca de asco. Si antes sentía repulsión de él, ahora podía decir que Hyatt era la persona más asquerosa que había conocido. Era peor que una cucaracha.

— ¡Maldita sea, aléjate de mí!

Lo empujó con más fuerzas. Definitivamente había sido un error haberle dicho que tenían que hablar. Si tan solo Ronda no estuviera en su torre y ahorcara a Hyatt en ese momento.

Antes de que Hyatt pudiera acercarse a ella de nuevo, un brazo lo detuvo con fuerza.

— Creo que ya te han dicho varias veces que te alejes, Hyatt.

Theresa reconoció la voz como la de su compañero de torre. El desprecio fue captado en la voz de Louis como si fuera la escoria más grande del universo entero. Nunca soportó a Hyatt y verlo acosando a una chica de esa forma solo hizo que fuera peor.

— No te metas, Weasley. Ella lo estaba disfrutando —argumentó haciendo que Louis se moviera a un lado.

La ira se acumuló en el cuerpo de Theresa, pero no fue ella quien reaccionó, sino Louis, quien con gran fuerza empujó a Hyatt haciendo que su espalda chocara con la pared. Lo escuchó quejarse y fue cuando lo mantuvo inmóvil presionando su codo en su pecho, agarrándolo del rostro.

— ¿Sabes que el acoso de ese tipo podría llevarte fácilmente a Azkaban? —preguntó y apretó con más fuerza. Hyatt se quejó—. No olvides que soy más fuerte que tú en muchos aspectos.

Era cierto. Su parte veela hacía que cuando se enojaba tuviera más fuerza de lo normal, sin contar que sus poderes se agudizaban. Tenía algunas ventajas esa parte veela en él.

— Lástima que tu encanto veela no va a ayudarte con ella —musitó Hyatt cuando Louis lo soltó.

— Vámonos —le ordenó a Theresa—. No le quito puntos a tu casa por el hecho de que ella se perjudicaría más que tú, pero ten por seguro de que si te veo en este tipo de situación nuevamente haré que te expulsen.

Theresa se quedó sin palabras ante la reacción de Louis al defenderla. Lo siguió por los pasillos en silencio porque sabía que él seguía bastante agitado. No quería meterse con un veela tan molesto porque no sabía lo que podría ocurrir. Llegaron a la torre, Louis masculló la contraseña y quitó su corbata, dejándola en el espaldar de la silla.

— Gracias por defenderme —murmuró Theresa.

Louis gruñó.

— ¿Qué estabas haciendo tú, a estas horas, con un chico en el pasillo? Para colmo Hyatt de todas las personas.

Theresa frunció el ceño.

— ¿No puedes simplemente tomar las gracias? —espetó.

— ¡Te pusiste en riesgo a ti misma! ¿Quién sabe lo que te pudo haber hecho de yo no haber estado allí?

Theresa rió sardónicamente.

— Por favor, sé defenderme —masculló.

— Pues no lo parece —escupió—. Me vas a volver loco de aquí a que terminemos el año escolar —expresó saliendo de la sala hacia su habitación dando grandes zancadas.

Ante la confesión, Theresa la tomó como si él ya no pudiera tolerarla y terminó siguiéndolo por el pasillo hacia su habitación, colándose en ella antes de que Louis pudiera cerrar la puerta.

— ¡Nadie te ordenó a que te metieras en mis asuntos! —vociferó Theresa.

— Y a ti nadie te dijo que entraras a mi habitación —gruñó desabotonándose la camisa sin importarle que ella estuviera allí observándolo. Tanto coraje le estaba produciendo calor, en especial por esa cualidad distinguida de él.

— Ugh, eres un...

— ¿Un qué? —la retó tirando la camisa a la cama con molestia.

Theresa soltó un gruñido de exasperación. Estaba molesta, ofendida y ligeramente humillada por lo sucedido. Esas emociones juntas hacían que estuviera a punto de tener una crisis emocional.

— Un maldito cínico, engreído y marica —espetó. Louis se acercó a ella dando grandes zancadas y la levantó, cargándola como un saco de papas sobre su hombro—. Bájame maldito pájaro. De seguro se te cayeron treinta plumas cuando viste a Hyatt. Maldito infeliz.

Louis abrió la puerta del baño y entró con ella a la ducha, encendiéndola lo más fría posible para hacerla callar. Theresa soltó un grito ahogado cuando el agua helada hizo contacto con su piel, mojándola de pies a cabeza y trató de zafarse del agarre de Louis. Lo golpeó en el pecho, pero de lo único que sirvió fue para perder el equilibrio y casi caerse en la ducha. Si no hubiera sido porque él la sostenía con fuera, hubiera caído.

— ¿Quieres callarte ya?

— ¿Qué es ese olor? —cuestionó al sentir sus fosas nasales siendo invadidas por un característico olor. Fue uno de los olores irreconocibles que pudo olfatear en la poción. Era jabón, su jabón.

— ¿Qué olor? —preguntó sintiendo un poco de confusión  en su interior.

Huele a ti —susurró Theresa en medio de su trance—. Maldita sea, huele a ti.

Theresa trató de marcharse, pero Louis la sostuvo más fuerte que nunca. En ese momento ella levantó su mirada, topándose con sus ojos azules. Su cabello rubio cenizo estaba mojado, luciendo más oscuro y las gotas de agua resbalaban por su torso desnudo hasta perderse en el borde de su pantalón.

Él también la observó. Disfrutó de ver su cabello oscuro mojado, de cómo su camisa blanca se ajustaba a su piel, por cómo sus mejillas estaban encendidas haciendo lucir las pequeñas pecas en el puente de su nariz.

— ¿Qué huele a mí, Theresa?

— Y-Yo necesito irme —tartamudeó girando su rostro.

— No, dime lo que huele a mí —exigió.

Theresa giró, dándole la espalda, aunque no se marchó. Si llegaba a hacerlo, Louis sería capaz de seguirla y cargarla de nuevo a la ducha por molestarla. Él hacía todo eso por molestarla, ¿no?

— ¿Por qué nunca funcionó en mí tu magia veela? —preguntó.

— N-No lo sé —balbuceó.

— Acabas de mentir. Tú nunca balbuceas o tartamudeas —acusó.

Louis gruñó.

— Te digo si me dices qué huele a mí —propuso.

— La poción. Eso huele a ti —confesó.

— La magia veela no funciona con la persona que tenemos —tosió—, sentimientos involucrados.

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¡Extrañé estos personajes!

¿Momento Jandora perfect bello y precioso? ¿Cuántos ataques fangirl tuvieron en el capítulo? ¿Se esperaban que fuera Pandora quien lo besara a él? ¿Theresa admitiendo el olor de su amortentia? ¿Louis confesando que su magia no funciona con Tess porque tiene sentimientos hacia ella?

Besos Farissa, Jandora y sentimientos Leresa para todos ❤️

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