15. Disolver la tensión
Lily Luna Potter a sus doce años de edad sabía ser mucho más madura de lo que las personas pensaban. Comprendía temas que nadie de su edad solía hacer y su actitud ante los problemas hacían que luciera un par de años mayor de lo que en realidad era.
Su cabello rojo y largo hasta su cintura les recordaba a los demás estudiantes de dónde venía y lo que podría pasarles si se metían con ella. No era ningún secreto que las pelirrojas de esa familia habían heredado el carácter fuerte de su abuela Molly. Sus ojos almendrados y la galaxia de pecas que tenía sobre el puente de su nariz le daban un toque de ternura a su delicado rostro.
Lily, al contrario de muchas de sus primas, no se había desarrollado como las demás. Su prima Lucy era de su misma edad y bajo las capas de su uniforme se ponían percibir las presentes curvas de su cuerpo pequeño. Sin embargo, eso no quería decir que Lily no tuviera sus propios aspectos que la hacían resaltar. Era alta y su belleza era peculiar. No buscaba arreglar su cabello, sino que lo dejaba libre para que revoloteara en el aire cuando jugaba Quidditch.
Era de las pocas chicas que resaltaban a su propia forma. Resaltaba con su rudeza, con sus excelentes y perfectas técnicas a la hora de jugar Quidditch, convirtiéndose en la buscadora más talentosa de su generación. Su familia la adoraba porque pensaban que era una combinación perfecta entre sus padres, pero para ella no era suficiente. Le exigían más de lo que ella podía ofrecerles y no le gustaba que la reconocieran por la hija de Harry Potter.
Quizá eso fue lo que le llamó la atención de cierto chico. Él la comprendía de cierto modo y la veía a ella como Lily. La veía por lo que era y no por lo que las personas esperaban que fuera.
— Lily, Lily —la llamó Lucy mientras la sacudía para captar su atención.
Lily levantó su vista de su plato ya casi vacío y sus ojos almendrados se enfocaron en su prima. Lucy tenía el cabello rojo también, pero solo le llegaba hasta los hombros. Utilizaba gafas de pasta que le ayudaban a enfocar su vista y las mismas ocultaban un poco el brillante verde de sus ojos. Lucy acababa de cumplir trece años.
— ¿Sí?
— ¿Mirando mucho a la mesa de las serpientes? —cuestionó arqueando una ceja.
— Buscaba a Albus —respondió inmediatamente desviando la vista de su prima para clavarla en su plato.
— Albus se fue hace quince minutos del comedor —acotó Lucy.
Eso pareció hacer que Lily recordara algo importante. Inmediatamente miró el reloj de su muñeca y pudo ver que estaba diez minutos atrasada. Se despidió de su prima con la excusa de que tenía que decirle algo a su hermano y salió a paso apresurado del gran comedor para luego correr hacia su destino: el espacio bajo las gradas de Quidditch.
Al llegar, colocó sus manos en las rodillas, encorvándose un poco para recuperar el aliento. Suspiró aliviada al ver que él seguía allí presente observándola con las manos dentro de los bolsillos de su pantalón negro.
— Por un momento pensé que no vendrías —comentó él conteniendo una sonrisa que amenazaba con asomarse en su rostro al verla.
Lily negó, irguiéndose para dar dos pasos hacia él y envolver sus brazos alrededor de su anatomía. Él dejó esa sonrisa salir y rodeó los hombros de Lily en un abrazo.
— Sabes que aunque a veces me atrase siempre vengo, Scor.
***
— Lo juro, los profesores los ven como si fueran grandes héroes —aseguró Fred II caminando al lado de James.
Era como la décima vez en la semana que le decía lo mismo. El cambio entre Carissa y Fred fue tan evidente que hasta McGonagall les agradeció lo que hicieron. Claro, había sido por separado porque, aunque tomaban las mismas clases, Pandora había estado evitándolo por algo que no entendía.
— Ya lo dijiste —masculló James rodando los ojos.
Fred dejó de caminar y se dispuso a tratar de ver lo que le ocurría a su primo para que estuviera tan...cortante y amargado. Juraba que si James le llegaba a responder de esa manera otra vez le iba a dar un puñetazo.
— Bien, James escupe lo que te pasa.
James giró sobre sus talones y frunció el ceño.
— No me sucede nada —replicó.
Escuchó a su primo resoplar, sabiendo que no se tragaba ese asunto de "no me pasa nada" porque era demasiado obvio. La verdad era que él ni siquiera sabía lo que le sucedía solo se encontraba de mal humor sin razón aparente.
— Oh, vamos. No soy tan estúpido, James —dijo Fred y antes de que pudiera decir algo más, Carissa se acercó a ellos visiblemente confundida.
— ¿Alguno de ustedes ha visto a Pandora? —preguntó mirando especialmente a James con los ojos entrecerrados.
Él encogió sus hombros. Claro que no había visto a Pandora. No la había visto como tal desde el día donde Carissa y Fred los interrumpieron.
— No —respondieron al unísono.
Inmediatamente Fred volteó su cabeza para ver a su primo. En su cabeza resonó una campana anunciándole que había llegado al blanco de su mal humor. ¡Merlín que era obvio!
— Raro, pensé que tú sabrías donde estaba —comentó Carissa. Ella misma no había hablado mucho con su mejor amiga durante esa semana porque Pandora parecía estar evitando a todos.
— No la he visto en toda la semana, Carissa —mencionó James antes de seguir su camino sin esperar a que alguno de ellos dijera algo al respecto.
Carissa y Fred intercambiaron miradas, comunicándose mediante estas. Era algo que habían estado desarrollando durante esa semana donde sus amigos parecían más cortantes de lo usual.
— ¿Soy yo o estoy sintiendo problemas en el paraíso? —cuestionó Fred colocando una mano en su barbilla.
Carissa asintió.
— Definitivamente hay problemas en el paraíso de esos dos —confirmó—. Y creo que sé la razón.
***
Theresa caminaba de camino a la sala común de Slytherin cuando vio a su mejor amiga sentada en una esquina como si estuviera ocultándose de los demás. Frunció el ceño y decidió ir a donde ella antes que cumplir lo que le habían mandado a hacer. La amistad siempre iba primero para ella.
— ¿De quién se supone que te escondes, Pandora? —preguntó, sentándose a su lado.
Pandora se sobresaltó al ver a Theresa a su lado, pero se tranquilizó inmediatamente. Era su mejor amiga la que le había hablado, no alguien más. Había estado tan tensa en esos últimos días que se asustaba por todo. Parecía hasta paranoica.
— Nadie —mintió.
— ¿Se supone que me crea la mentira? —preguntó Theresa alzando sus cejas.
Pandora resopló y apoyó su cabeza contra la pared, cerrando sus ojos para concentrarse en lo que estaba haciendo y en lo que debía hacer. Theresa fácilmente podía sacarle toda la información que trataba de ocultar.
— No —susurró.
— Entonces, ¿qué te sucede? —cuestionó—. Carissa vino a preguntarme hace poco si sabía dónde estabas. Ella siempre sabe donde estás metida. Así que, suelta la sopa. Soy toda oídos.
Hizo silencio unos segundos, concentrándose en ordenar sus pensamientos, los cuales estaban hechos un lío desde la última vez que estuvo con James a solas. Sus mejillas quemaron como ese día y tuvo que ocultar su rostro entre sus manos para que Theresa no lo notara.
— Algo sucedió con...James —murmuró—. Solo estábamos bailando, pero estaba una conexión presente y...no lo sé, era como si todo encajara. Tess tú misma sabes que he tenido muchas parejas de baile y con ninguna he tenido una conexión así.
Theresa asintió, tratando de ocultar una sonrisa. Claro que sabía de todas las parejas de baile porque ella iba a sus recitales sin falta. Siempre era todo tan profesional y perfecto que le parecía casi irreal.
— ¿Entonces?
— Entonces me dejé llevar y James me dijo que era hermosa —terminó de decir.
La Slytherin tuvo que parpadear varias veces para saber que lo que Pandora había dicho era completamente real. Por alguna extraña razón, Theresa sabía que eso iba a ocurrir, pero no se esperaba que fuera de esa forma. Todo el mundo hablaba de la forma en la que James Potter había cambiado de parecer respecto a Pandora Parkinson, mas no sabían la razón del cambio.
— ¿Y no se besaron? —cuestionó.
— ¿Qué? Theresa por amor a Morgana, no —negó firmemente—. ¿Cómo puedes siquiera pensar que James y yo...? —dejó el resto de las palabras en el aire porque no se atrevía a decirlo. Si lo decía, la imagen mental se haría demasiado real y había luchado por alejarla de su mente durante toda la semana.
— Vamos, Pandora. Ustedes tienen demasiada tensión ahí. Tienen que disolverla de una forma u otra y besándose no me parece mala opción —explicó.
Pandora arqueó una ceja.
— ¿Por qué tú no disuelves la tensión que tienes con Louis Weasley de esa forma? —inquirió.
Theresa rodó los ojos.
— No es lo mismo, Pandora —manifestó chasqueando su lengua.
— Para mí lo es.
Pandora vio como Theresa se puso de pie, visiblemente molesta por el comentario de la tensión que tenía con Louis Weasley. Para su mente ella no tenía ningún tipo de tensión con el chico Weasley o eso era lo que quería creer. Si lo creía con fuerzas entonces se volvería realidad.
— No hay tensión —aseguró antes de comenzar a alejarse.
— ¡Disuelve la tensión, Tess! —le gritó Pandora sonriendo por molestarla.
— ¡Disuélvela tú y deja de esconderte!
Y en ese momento la sonrisa de Pandora se borró de su rostro. ¡Ella no tenía tensión que disolver!
O quizá sí.
***
Pandora cerró sus ojos absorbiendo el calor que le proveía el fuego de la chimenea en la sala común. Llevaba días sin poder hacerlo y aprovechó que la mayoría de los estudiantes —por no decir todos— estaban en sus dormitorios buscando calor en medio del invierno. Era un diciembre frío para solo estar en la primera semana. A ese paso serían las navidades más frías que pasarían.
Luego de tantos días escondiéndose y evitando a sus amigos, Pandora había decidido hacerle frente a sus asuntos. No podía esconderse por siempre solo por una conexión que tenía con un chico. Sí, le aterraba de sobremanera que esa conexión fuera con James, pero no podía hacer algo al respecto. El universo estaba lleno de asuntos misteriosos y ese era uno de ellos.
— Es extraño verte aquí.
Pandora abrió los ojos y giró su rostro para toparse con los ojos cafés de James, quien estaba de pie a unos metros de ella. Lo vio acercarse hasta que se sentó a su lado, pero guardando cierta distancia que la pudiera incomodar. James sentía que estaba pisando un terreno desconocido y que tenía que andar con cuidado.
— He estado...ocupada —mintió desviando su mirada del rostro de James.
En su mente resonaron las palabras de Theresa diciéndole que había mucha tensión entre ellos. Sí que había y la estaba sintiendo tanto que casi no podía ni respirar estando en la misma habitación que él.
— No tienes que mentir, Pandora. Sé que te has estado escondiendo en las mazmorras todo este tiempo que me has estado evitando —acusó James, pero no sonaba molesto, sino más decepcionado.
Pandora se sintió avergonzada de sí misma al haberse comportado de esa forma tan infantil en vez de haber tratado el asunto con la madurez que todos esperaban. Sin embargo, ella era adolescente y tenía el derecho de comportarse de forma tonta y errónea al menos una vez en la vida. Era parte de crecer.
— Lo siento —musitó.
James encogió sus hombros.
— Está bien —murmuró.
Pandora negó.
— No, no lo está, James. Fue estúpido e infantil lo que hice por no afrontar lo que estaba sucediendo —admitió y sin darse cuenta se había acercado a él.
— ¿Y qué estaba sucediendo? —preguntó, tragando en seco cuando se acercó a ella. Casi podía percibir su olor entrando a sus fosas nasales.
Ambos se estaban mirando a los ojos, envolviéndose en el momento. Sus ojos decían más de lo que querían expresar, pero no se preocupaban por ello.
— Estaba aterrada de la conexión que estoy teniendo contigo porque es algo que nunca he tenido con alguien —confesó.
James se acercó un poco más a ella, colocando un mechón de cabello detrás de su oreja y acarició su mejilla con cuidado.
— ¿Sigues aterrada por eso? —cuestionó.
— No.
Ese ligero susurro, esa pequeña palabra fue suficiente para que ambos se inclinaran lo suficiente como para que sus respiraciones se entrelazaran, pero antes de que sus labios rozaran, James desvió su camino y solo depositó un beso en la comisura de sus labios. Pandora se sintió confundida en ese momento y antes de que pudiera emitir alguna palabra, él habló en su oído.
— No voy a besarte, Pandora —susurró—. No aún —añadió, dejando un beso en su mejilla antes de levantarse y marcharse a su dormitorio. La dejó con las mejillas ligeramente sonrojadas y una sensación en su pecho que pudo reconocer, pero que no se sintió aterrada por ella.
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Lo sé, los voy a dejar arrancándose las greñas con tantos posibles besos 7w7. Pero hey, es un gran avance. Tienen suerte de que me tienen de buen humor como para hacerlos felices. En cualquier otro fic hubiera esperado 40 capítulos antes de hacer un acercamiento entre los protagonistas xD aunque well, probablemente MQUP no llegue ni a 40 caps.
¿Scor y Lily? ¿Pandora y James tienen que disolver su tensión al igual que Tess y Louis? ¿James diciéndole que todavía no va a besarla?
Todo comentario queriendo matarme déjenlo aquí.
Besos, flores, corazones y muchos colores para ustedes 😂❤️
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