13. La camisa de la reconciliación
El día estaba transcurriendo con naturalidad. Hacía más frío que antes, puesto que ya se acercaba el mes de diciembre y con ello las nevadas que le darían al castillo el toque perfecto para navidad. Los estudiantes estaban concentrados cada uno en sus clases y el hecho que se escucharan los gritos de una pelea entre Carissa y Fred no significaba nada.
— ¡Tal vez si sacaras la cabeza de tu trasero podrías haber visto lo que dicen las instrucciones y la poción no nos habría explotado en la cara! —vociferó, tratando de apartar la sustancia verdosa y pegajosa que se encontraba en sus brazos, hombros, rostro y túnica. ¡Estaba en todas partes!
Iba a matarlo.
— ¿Yo debo sacar mi cabeza de mi trasero? ¡Tú no escuchaste cuando te dije que debías batir la poción en contra de las manecillas del reloj! —se defendió Fred II moviendo sus brazos para expresar su exasperación.
Carissa soltó un fuerte gruñido que, probablemente, tuvo que haberle quemado la garganta.
— ¡Dijiste a favor!
En realidad, Fred había dicho en contra de las manecillas del reloj, pero Carissa había estado tan ensimismada con su monólogo mental que batió para el lado que no era. Todos los estudiantes lo sabían, pero nadie se atrevía a intervenir porque —con total honestidad— las peleas entre ellos eran tan frecuentes que ni siquiera los profesores intervenían.
Una vez McGonagall decidió tomar cartas en el asunto, poniéndoles algo llamado 'la camisa de la reconciliación'. ¿En qué consistía esa camisa mágica? Ambos se la ponían, quedando juntos dentro de ella hasta que aprendieran a resolver sus diferencias. En un ligero y pequeño resumen: ellos lograron romper la camisa mágica y terminaron peleando sobre quién la rompió. Ni siquiera la camisa pudo tolerar sus discusiones.
— ¿Creen que debo intervenir? —le preguntó Slughorn a Pandora y James porque ellos eran los más cercanos al par que peleaba allí.
Ambos negaron un tanto divertidos con la situación. Siempre resultaba graciosa la forma en la que Fred y Carissa se insultaban el uno al otro. Se centraban en echarse la culpa solo porque no podían admitir sus errores. Carissa se ponía roja, literalmente roja, cada vez que discutía con Fred y él desbordaba amargura.
— Se les pasará —aseguró Pandora—, aunque no entiendo porqué todos los profesores insisten en ponerlos juntos en los trabajos de pareja. Ellos no podrán llevarse bien de esa forma porque los están presionando.
Slughorn chasqueó su lengua y movió su dedo índice como si no coincidiera con el argumento de la chica, aunque la verdad era que ella tenía gran parte de la razón. Carissa y Fred no iban a llevarse bien a la fuerza, al menos no de esa manera. Lo que sí conseguirían era que fracasaran en todos sus trabajos porque no sabían trabajar en equipo.
— En eso difiero, señorita Parkinson —dijo Slughorn—. Mírenlos a ustedes dos —los señaló—, trabajan en equipo bien y eso que antes no soportaban la presencia del otro.
James y Pandora intercambiaron miradas cómplices. Ellos se llevaban bien y podían trabajar en equipo porque ellos ya eran un equipo. Trabajaban juntos desde que James tuvo el accidente, por ende estaban bien con ello. Sabían los límites de cada uno y lo que debían hacer cuando les tocaba trabajar en equipo. Por eso era tan sencillo para ellos, pero no para Fred y Carissa.
— Profesor, lleva poniéndolos juntos seis años, créame que no va a funcionar —dijo James tratando de convencerlo.
— Uh-huh, señor Potter. Cuando uno persevera las cosas toman el rumbo que uno espera. Es como cuando les pusieron la camisa de la reconciliación...
Las el resto de las palabras de Slughorn fueron ignoradas olímpicamente por ambos chicos. Pandora parecía haber tenido una idea y James rezaba para que no fuera lo que el pensara porque estaba seguro de que Carissa y Fred los comerían vivos.
—... ¡Martin, Weasley! —exclamó Slughorn llamándoles la atención puesto que Carissa trataba de sumergir la cabeza de Fred en el caldero que seguía teniendo una buena cantidad de sustancia viscosa y verde.
Aprovechando ese momento, James se giró para ver a Pandora con una mirada acusadora.
— No vas a hacerlo —acotó.
Pandora encogió sus hombros fingiendo inocencia que la caracterizaba, aunque en ese momento ella era de todo menos inocente. James la había atrapado con una idea en mente y ya no había marcha atrás. Pandora era lo suficientemente obstinada como para hacerla cambiar de opinión.
— No lo voy a hacer sola...tú vas a ayudarme —anunció con una enorme sonrisa y batió sus pestañas para convencerlo.
— No...—musitó apartando la vista de ella porque sabía que si se quedaba admirando su sonrisa accedería a hacer una locura junto a ella.
— Por favor —pidió arrugando un poco su nariz.
— Ni siquiera sé porqué hago esto —masculló más para sí mismo que para ella—. Bien, pero si nos metemos en problemas diré que me manipulaste con un arma muy poderosa.
Pandora arqueó una ceja con curiosidad.
— ¿Cuál sería esa arma muy poderosa? —cuestionó cruzando los brazos.
Tu sonrisa, pensó, pero en lugar de decir eso solo encogió los hombros.
— ¿Tu fuerte poder mental que utilizas para manipularme? —sonó más como una pregunta que como una afirmación.
La escuchó soltar una carcajada, atrayendo la mirada seria de Blaine al otro lado del aula, pero no se dio cuenta de ello.
***
— Me pregunto cuál será la razón por la que me estás arrastrando prácticamente hacia este lugar que está prohibido —dijo Fred siguiendo a James desanimadamente.
No había porqué malentenderlo, le gustaba tener a su mejor amigo de vuelta, pero hacía demasiado frío como para andar caminando en dirección al bosque prohibido sin razón aparente. Claro, todo era parte de un plan. Él se encargaría de llevar a Fred al lugar indicado y Pandora de llevar a Carissa.
— Ya verás.
— ¿Esta es una forma en la que me vas a decir que estás profundamente enamorado de mí, pero que es un amor tan prohibido como el bosque porque somos primos? —interrogó apartando una rama que se había metido en su camino.
Una carcajada brotó de los labios de James sin poder evitarla. Definitivamente había extrañado ese tipo de conversaciones con su primo.
— No, no es sobre eso —respondió moviendo su cabeza en un gesto negativo.
Fred frunció el ceño y dejó de caminar.
— James, ¿qué te traes con la chica Parkinson? —se atrevió a preguntar.
Llevaba varios días preguntándoselo desde que la ayudó a darle la escoba de James, pero no comprendía en su totalidad porque ella no le había dado muchos detalles. También Pandora podía ser manipuladora cuando quería y utilizó lo de ganarse a James en su contra para que la ayudara. Esa fue su forma de no darle ningún tipo de explicación innecesaria.
— No sé a lo que te refieres —murmuró James mirando uno de los árboles como si fuera lo más interesante que había visto en toda su vida. No lo era en realidad, pero no soportaría la mirada acusadora de Fred sin decir más de lo necesario.
— Claro que sabes —afirmó—. Vamos, sabes que no voy a ponerme con prejuicios aquí si me dices que están saliendo...—James lo interrumpió.
— No estamos saliendo. Ella solo me está ayudando con...ciertas cosas —aclaró moviendo las manos para restarle importancia. Claro, Fred no le restó importancia, sino que le sumó.
— James, tengo dieciséis años, si dices que una chica te ayuda con ciertas cosas sin especificar lo que es, inmediatamente voy a pensar mal.
James no podía dar crédito a lo que Fred había dicho. ¿Tan mal sonaba? No, realmente no sonaba mal lo que había dicho, pero su primo tenía que tener una mente tan podrida y sucia como para pensar mal con eso. ¡Merlín, Pandora solo lo ayudaba con su problema del accidente!
— No, por favor, no pienses mal —pidió.
Fred movió sus cejas de forma pícara.
— Ah, no me vengas a decir que no has pensado en ella de esa forma.
La verdad era que James realmente no había pensado de esa forma con Pandora. Sí, él era un adolescente con hormonas alborotadas, pero no había tenido ese tipo de pensamientos con ella. No era porque no le resultara atractiva. Merlín sabía lo hermosa que ella era para él. Sin embargo, la veía con el sentimiento más puro que pudiera existir, solo viendo su alma y no su exterior.
— No pienso de ella de esa forma, Fred —aseguró.
El rostro de Fred se convirtió en una expresión de confusión e incredulidad. No podía creer sus palabras, aunque se podía ver que James no estaba mintiendo. Estaba diciendo la verdad.
— ¿Cómo lo haces? Me refiero a que, siendo honestos, la chica es atractiva y tiene unas piernas de infart...—dejó la palabra en el aire al ver que James lo fulminaba con la mirada. Aclaró su garganta—. Mi punto es que Parkinson es lo suficientemente atractiva, aunque no es mi tipo.
— Claro, tu tipo son las chicas llamadas Carissa Martin —replicó.
Fred resopló con molestia.
— No me hables de esa arpía —masculló—. Gracias a ella vamos a fracasar en la mitad de las clases. No entiendo porqué los profesores intentan emparejarnos. No me llevaré bien con ella jamás. ¡Ni siquiera McGonagall y su camisa de la reconciliación pudieron hacer que nos lleváramos bien!
James mordió su labio para evitar reír. Si supiera la verdadera razón por la cual lo estaba llevando a ese punto del Bosque Prohibido seguramente lo mataría.
— Ajá —pronunció, haciéndose el que concordaba con lo que dijo.
Caminaron un poco más hasta que divisaron las dos figuras femeninas que estaban cerca de ellos. Tanto Fred como la chica que estaba al lado de Pandora fruncieron el ceño. Carissa miró a Pandora con ganas de matarla y Fred hizo lo mismo con James.
— ¿Qué estás haciendo tú aquí? —preguntaron al unísono.
James y Pandora se observaron entre ellos y asintieron. Fred y Carissa se confundieron, dándoles a ellos la ventaja de empujarlos al árbol que habían hechizado. La magia los elevó hasta la cima del árbol, tan alto que podría marearlos con facilidad.
— ¡Pandora voy a matarte! —Gritó Carissa, un toque de histeria adornaba sus palabras—. ¡Cuando logre bajar de aquí me aseguraré de encerrarte en un armario con Ronda y sus familiares!
Tal vez, solo tal vez, Pandora había tomado cierta ventaja de las cosas que sabía para crear su propia "camisa de la reconciliación". Claramente, no se trataba de una camisa porque eso sería demasiado sencillo para lidiar con personas como Carissa y Fred, sino que utilizó el miedo de Carissa para transformarlo en algo más.
— Está entrando en pánico —murmuró James con un deje de confusión.
Pandora asintió.
— ¿Qué nos hicieron? ¿Por qué no puedo bajar del maldito árbol? —preguntó Fred prácticamente gritando para que pudieran escucharlo.
— Las personas se están cansando de sus discusiones, en especial los profesores porque no pueden trabajar en equipo —comenzó a explicar James.
— Así que los pusimos en una situación en la que tendrán que, obligadamente, trabajar en equipo. Carissa tiene un inexplicable miedo a las alturas y tú no puedes bajar del árbol sin ella. Tienen que arreglar sus diferencias y bajar sin ayuda de alguien más —completó Pandora.
Se escuchó un gruñido de frustración de parte de Fred y Carissa tuvo ganas de llorar al escuchar lo que Pandora acababa de decir.
— Ah, sí, tenemos autorización de McGonagall para hacer esto. Así que pueden pasar toda la noche en ese árbol si quieren, los prefectos están al tanto al igual que el resto de los profesores. ¡Diviértanse! —les deseó James, alejándose del árbol junto a Pandora.
***
Theresa entró al despacho de Slughorn y se confundió más al ver al chico de cabellos rubios que estaba con el profesor también.
— Profesor, me dijeron que quería verme —dijo en modo de disculpa por haber entrado mientras él estaba hablando con Louis.
— Oh, señorita Nott, es bueno que nos acompaña. Justamente esperábamos por su llegada —habló con una emoción extraña, aunque él siempre hablaba de esa manera que los confundía. Slughorn no era mala persona en sí, un tanto extraño, pero casi nunca daba malas noticias. Era buen profesor.
Le invitó a tomar asiento y Theresa caminó hasta la silla que se encontraba al lado de Louis, pero era el único lugar donde podía sentarse sin lucir distante. El otro asiento que había se encontraba demasiado lejos como para poder sentarse allí.
— Bien, ahora que estamos aquí quiero felicitarlos a ambos por sus logros durante todo el tiempo que llevan tomando mi clase. Han sido excelentes estudiantes...
— Profesor, ¿puede ir al punto? —preguntó Louis.
Slughorn aclaró su garganta y asintió.
— Les diré cuál será su trabajo final de este semestre —avisó para luego entregarles unos pergaminos a ambos—. Trabajarán en la poción Amortentia desde mañana en adelante, solo ustedes dos. La poción contará como su examen parcial del semestre y le servirá de puntos extras en sus EXTASIS.
Louis abrió los ojos como platos y se atragantó con su propia saliva.
— ¿A-Amortentia? —preguntó con un deje de preocupación.
Slughorn asintió entusiasmado sin saber el problema que eso podría causar entre sus dos estudiantes.
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¿Qué esperan que suceda en el próximo cap con Carissa y Fred? ¿Con Louis y Tess?
7u7
Muchas gracias por los casi 20K de leídos de la historia con tan solo 13 capítulos :3 Son geniales ♥
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