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Capítulo XVII Sin límites

"Y allá va ,
con rumbo al horizonte.
No le hacen falta alas:
La elevan sus ilusiones,
y ya no hay límites...
ni siquiera el cielo"
Elizabeth Martiartu

Otro viaje, otro aeropuerto, otro agente de la aduana, otro país, pero esta vez es diferente. Con su mirada nos recuerda que llegó pisando fuerte. Toda ella nos habla de un cambio, de esos que van más allá del estilo o del peinado. De los que te hacen más fuerte, de esos profundos que crean surcos en el alma y dejan alguna que otra huella en el rostro.

Emily ha llegado a Nueva York. Pudiera decirse que ha llegado a casa sin embargo hasta el aire helado que ahora respira resulta tan familiar y a la misma vez tan extraño que simplemente no sabe que pensar. Se ha negado a sentir, no quiere ser débil, ya no.

A la salida del JFK le esperaba una Kathleen ansiosa y regañona, quien teléfono en mano repartía ordenes y miraba con cara de pocos amigos a quienes se atrevían a pasar por su lado.

-¡Emily! Over here!

-Kat cariño. ¡Qué alegría volver a verte!

-Are you happy? Really?! ¡Emily, me tuve que enterar por Sony que te habías ido! ¿Qué clase de amiga eres? Y por cierto... ¿en qué fachas vienes? -preguntó la asistente burlona-Unos meses en la isla y ya pareces cualquier cosa.

-Hey, no ofendas -contestó Emily dándose una rápida ojeada en el espejo retrovisor-. ¿Tan mal estoy?

-Anjá, estás... um, cómo decirlo muy normalita pero, nena, no te preocupes que hacer de hada madrina forma parte de mi contrato.

-¡Thomas! -gritó de pronto al chófer -Larguemonos de aquí antes de que lleguen los paparazzi y alguien vea a una super modelo de Chic Fashion que parece fantoche.

-¿Irnos?-respondió sacando la cabeza un adormilado Thomas por la ventanilla.- Sí, claro, usted manda.

-¡Por Dios! Vaya pedazo de imbécil que hemos contratado. Em acaba de subir al auto que tienes sólo quince minutos para volver a ser tú.

"Volver a ser yo. ¿ Y si no quiero? O peor aún, ¿ y si esa Emily nunca fui yo? ¿Y si esta que ahora todos ven no es sólo una versión sino la Yo auténtica,real, tangible?"-pensaba Emily mientras su amiga la sacudía por el hombro.

-¡Ey! Oye, estas peor de lo que me imaginaba. Yo se que la cosa en Cuba está mala pero no creí que te afectara tanto.

-Es que dicen que vivir una mentira no es vivir y, si eso es verdad, querida amiga yo he perdido ocho años de mi vida.

-What? Darling, no sé de que hablas y lamento informarte que no hay tiempo para filosofar, Dominique te quiere en su oficina a las 2:30 y sólo tenemos los quince minutos justos para llegar. Así que, ¡muévete!

-¡Ahora! Pero Kat, tú misma has dicho que parezco muñeco de feria y la verdad no pensaba ver a la bruja hoy, bueno, siendo sincera, no pensaba verla nunca más la verdad.

-Em, has abandonado en medio de un jugoso contrato a la revista de modas más famosa del mundo. Canceláste programas y desfiles, te saliste de tus redes sociales y de tus seguidores, todo eso por casi un año. Recién el mundo entero se entera de lo que te pasó. ¿ Y de verdad piensas que va a ser fácil? ¿ Creías que Dominique Morgan te lo iba a dejar pasar así?

-Yo, yo sólo quiero que esto acabe

-Ok, te entiendo pero para eso tiene que empezar. Ponte el vestido que tienes enfrente, yo te ayudo con los zapatos y el maquillaje.

Emily, se acomodó dentro de un vestido azul celeste de Versace sutil y diplomático, todo un trabajo de alta costura pensado sólo para ella. Los Jimmy Choo que lucía completaban un conjunto digno de la realeza. Kat tuvo que trabajar poco pues con a penas algo de maquillaje la belleza salvaje de nuestra chica se hace presente y deslumbra.

Kat comienza a aplaudir entusiasmada.

-¡Ahora sí! ¡Bienvenida a casa amiga!

-Gracias Kat- responde Emily sacando la cabeza por la ventanilla y mirando, algo asustada, el imponente edificio que se erguía frente a ella.

El Time Square Building es uno de esos lugares que parecen hechos para impresionar, en el piso número 15, la mujer más poderosa del mundo de la moda le espera, muy probablemente para hacerle pagar y darle a priori una sonora patada en el trasero. Si algo es bien sabido es que Dominique Morgan no perdona.

- ¡Corre! -la apuró su amiga empujándola afuera.

-Buenas tardes muchachita -le saludó el portero, un cubano bonachón que siempre la recibía con una enorme sonrisa, cómo sólo uno saluda a la gente de la tierra que le vio nacer.

-Buenas tardes Andrés -le respondió ella y le dejó un beso en cada cachete para después perderse tras las puertas del ascensor.

-¡Emily! ¡La bolsa! ¡Dame la bolsa! -gritaba Kathleen pero ya era tarde, las puertas se cerraron y si su sospecha era cierta... - No lo puedo creer, se volvió loca.

Piso 15, el hogar de la moda, del glamour y la sofisticación. Es muy fácil sobrecogerse en un lugar así. A Emily la mira todo el mundo, con cara de "y esta... ¡Como se atreve!." Pero ella no se detiene, conoce el camino y, por primera vez, lo recorre suelta, sintiéndose libre, completa, plena.

Antes de entrar justo a lado de la puerta, la recibe sonriente un enorme retrato de Coco Channel, Emily le devuelve la sonrisa y como si de cómplices se tratara, le dice en buen cubano a la francesa: "¡ Vamo a dar tremenda tángana Coco! Total,¡qué nos quiten lo bailao, si pueden."

-Señorita -irrumpe la secretaria en el salón- lo siento pero aquí no puede estar. Estas oficinas...

-Son el centro de gobierno de Dominique Morgan a quien he venido a ver.

-Señorita no me cree más problemas de los que ya tengo, por favor.

-Tranquila, sólo dile a Dominique que Emily González está aquí.

-¿La cubana? ¿En verdad es usted? ¡Ay Dios! En-se-gui-da le aviso -balbuceó la muchacha.

Los gritos que se oyeron después no auguraban nada bueno.

-Puede pasar, ella está en la sala de juntas.

-Gracias -dijo Emily y le sonrió a la chica que aun temblaba.

La sala era enorme, de un blanco impoluto, la gran mesa de cristal, la imponente vista y los hermosos cuadros de los grandes diseñadores creaban una imagen sobrecogedora. Desde las paredes Tiziano, Dior, Saint Lauren y Gucci parecían animar a Emily. Al fondo Dominique la miraba con asombro.

Y es que en Chic Fashion existen reglas infinitas pero hay una ley que nadie se había atrevido a violentar hasta ahora.

Nuestra cubana con un look informal estaba radiante. Su camiseta marca Clandestino atraía las miradas de todos los accionistas con un letrero que rezaba I'm cuban, so what?; completaban el conjunto un jean azul y unas zapatillas Converses.

¿Y a donde quedaron el vestido y los zapatos de gala? Quedaron olvidados en el ascensor a la espera de alguien que necesitara de forro para ser princesa. Emily no creía en etiquetas pero ya que se empeñaban les iba a dar gusto. Sí, cubana,¿ y qué?

-Señorita González, ¡al fin, ha decido honrarnos con su presencia! -exclamó Dominique molesta- Aunque a juzgar por su indumentaria no parece que haya perdido el tiempo buscando el atuendo correcto.

-Buenas tardes a todos, espero que estén bien y agradezco esta oportunidad de poder explicarles, decirles como me siento. Yo...

-González no me interesan los cotilleos sobre su vida privada y, es seguro, que no quiero que seamos amigas. -Interrumpe Morgan a la chica- Estamos aquí porque con su actitud irresponsable ha hecho daño a esta empresa y tiene que repararlo. Se le hará llegar un calendario de lo que serán sus próximos treinta días.

-Por supuesto que voy a cumplir pero fui invitada a varios tv shows y pretendo participar, quiero que el mundo sepa lo que me ha sucedido.

-Participe, sólo que asegúrese de dejar bien claro que usted y Chic Fashion no tienen nada que ver. Ah y, por favor, vístase acorde o hará que mis ojos sangren. He dicho.

Dominique dio por concluida la reunión y ordenó que la dejaran sola. Al salir, lo único que Emily notó fueron los ojos fríos de esa mujer mirándola fijamente y su voz al teléfono: " Giacomo amigo, está hecho, la cubana pagará su osadía." Ahora sí no se podía callar.

-¡Osadía! ¿¡Osadía por qué!?¿Por qué no quiero que un crimen se quede sin castigo? ¿Por qué pretendo hacer saber a todos lo absurdo de pensar que yo tuve la culpa? ¿ O soy osada porque me atrevo a venir aquí con ropa creada y pensada para Cuba? Dígame Dominique, ¿por qué soy osada?

Dominique no respondió. ¡Era la primera vez que alguien se atrevía a insultarla así. Afuera, a riesgo de ser despedidas, las chicas ovacionaron a Emily, ella se limitó a sonreír, por dentro temblaba pero había ganado su primera batalla de una guerra que prometía ser intensa.

A la salida del edificio, mirando a the fifth Avenue, se dejó caer y lloró. A riesgo de parecer loca, lloró, por ella, por el tiempo perdido, por negarse a la posibilidad de ser feliz, por sus padres, por sus amigos, por demorarse en aprender que la vida no es carrusel de feria, siempre dando vueltas con música alegre y luces de colores, no.

La vida es la más grande de las montañas rusas y una vez que el carrito comienza su marcha hay que soltarse, abrir bien los ojos, gritar si es necesario y disfrutar el viaje.

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