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Capítulo XIII Desnudando el alma

Si te escondes a la pregunta la respuesta te encontrará
JLo

     MILÁN  1:00 pm

—¡En dónde  diablos está el pasaje que mandé a comprar hace dos horas! ¡Maldición! —vociferó Francesco atemorizando a sus empleados.

—Señor Rinaldi —intervino nerviosa la secretaria.

—¡Qué!

—Su padre.. él ... su señor padre dijo que...

—¡Habla mujer, no seas inútil! — gritaba mientras  zarandeaba de un lado a otro a la pobre chica asustada. 

—Deja a la joven en paz y siéntate —le ordenó su padre visiblemente molesto —, los abogados llegarán en cualquier momento.

El viejo Rinaldi caminaba de un lado a otro de la oficina.¡Otro escándalo mamma mia! Tendría que pagar a los paparazzis, contratar a un detective. Este chico le estaba saliendo muy caro.

—Debí enviarte al ejercito —gritó de pronto  —, ¡si tan sólo le hubiera hecho caso a la nonna!

—Esa perra va a lamentar lo que ha hecho, no dejaré que ensucie nuestro apellido papá.

—¡Imbecille, ya tú lo tiraste  a la porquería! Serás porco... y querer irte a La Habana, pero, ¿qué te has creído, qué somos sicilianos?

—Señor, los abogados están afuera esperando sus ordenes —interrumpió la secretaria.

«Este equipo nos ha  salvado el pellejo muchísimas veces, esta vez no será diferente, ma   ¡en qué me equivoqué con questo ragazzo! ¡En qué! » Meditaba el signore tratando de disimular su insulto ante los magistrados.

Señor Rinaldi —comenzó uno de estos dirigiéndose al jefe de la familia —, todo tiene solución pero hay ciertos pasos que debe dar el joven  para evitar que este caso nos de más dolores de cabeza, una conferencia de presa sería muy buen comienzo, unas disculpas "sinceras", llanto incluido y, claro, debe renunciar a su puesto en la junta directiva, la marca de La casa Rinaldi no se puede ver involucrada, después de eso, que desaparezca por un año y listo.

—¡Se han vuelto locos o qué! —exclamó Francesco —¡Papá!

—¡Vas a hacer todo lo que se te ordene y punto! —le reprendió el padre y dirigiéndose a los abogados dio el visto bueno para que comenzaran a preparar la conferencia—.  Y nada de redes sociales, capisci?

—Capisco —respondió él.

El ambiente estaba caldeado, tras más de cinco generaciones  en el mundo del diseño y la moda, la reputación y el buen nombre de esta familia estaban en juego. Eso sin contar  jugosos contratos y acuerdos. De un escandalo  así es muy difícil recuperarse. El viejo tendría que usar artillería pesada, así que  llamó a su consejero.

—Aló Alessandro, consigue el teléfono de la cubana, la influencer.

—Signore, ¿usted dice la signorina Emily?

—¿Pero cuantas cubanas influencer han triunfado aquí en Plaza Napoleone? ¡Claro que esa!

—Se sorprendería usted con lo que  pueden hacer, los cubanos son atrevidos, emprendedores, no tienen miedo comienzan como empleados y terminan dirigiendo la empresa, es un país de locos.

— Bueno, bueno ¡ya basta de cotilleos Alessandro!, necesito el perfil completo de la mujer, su familia, amigos, necesidades, aspiraciones, saber lo que piensa antes de que ella siquiera ella se percate. Si tienes que volar a Cuba lo harás. Aquí todo el mundo tiene un precio, todo el mundo.

LA HABANA  7:00 am

Amanecía en Cuba y el día prometía ser hermoso.

A Emily la despertó una llamada de Fernández avisándole que la acusación ya había llegado a su destino, que pronto comenzaría todo un show mediático en torno a ellos. Le recordó que por su procedencia sería duramente enjuiciada y que todo podría volverse en su contra, los Rinaldi eran gente muy poderosa.

El coronel volvió a ofrecerle su mano amiga, la encomió por su empuje y la exhortó nuevamente a que hablara con sus seguidores. Era vital que aprovechara su influencia para transmitir un mensaje contundente. Debía contar su versión de la historia cuanto antes y ofrecer su apoyo a otras víctimas.

—Aproveche a los  millones de personas le escucharán y piense en tantas chicas que no tienen voz, que sufren en silencio –le dijo conteniendo la emoción—. Sé que es duro pero esta puede ser la oportunidad para dejar su legado.

Al colgar, Emily no podía dejar de darle vueltas al asunto.por qué temía tanto enfrentarse a la gente? Era su carrera?, el trauma? su vida?... la vida de otros quizás? No sabía, el caso es que el miedo la tenía paralizada.

" Tengo que dejar de pensar y empezar a actuar ya" se dijo a sí misma y con ánimo cogió el móvil para llamar a Eduardo.

—Su alteza —se oyó la voz dramática de Eduardo al teléfono —este caballero está a su servicio.

—Necesito que hablemos, pudieras...

—No se diga más,  salgo enseguida.

—Gracias —respondió Emily pero ya él había colgado.

Mientras esperaba se preparó una gran taza de café y se sentó frente al ordenador, tenía que pensar el día prometía ser muy duro.

—¡Em! ¡Em! ¡Ya está aquí tu salvador! —los gritos de Eduardo se oían en todo el pasillo.

—¡Estas loco! Son las 7:00 de la mañana y has despertado a todo el edificio,  entra —le dijo a modo de regaño aunque no podía disimular su enorme sonrisa al verle hacer una ridícula reverencia.

Ya sentados y después que el chico disfrutara el café, Emily le contó todo, habló de manera atropellada, casi sin respirar. Sabía que si paraba no podría seguir. Fue difícil y tomó tiempo pero no se dejó nada adentro.

Eduardo no habló,  no dijo: "Ya pasará, te vas a recuperar", ni siquiera se alarmó o hizo preguntas. Él se limitó a tomarla en sus brazos unos segundos  y después, mirándola a los ojos, le preguntó:  ¿En qué te ayudo, princesa?


—Llévame a la escuela —respondió Emily —, quiero hablar con mis seguidores, explicarles todo, pero siento que debe ser en un lugar especial. ¿Me acompañas?

—Hey, ¿ qué cosa no haría yo por ti? En unos minutos  estamos allá.

Y resultó ser verdad, sortearon los baches y las fugas de agua en la carretera, tomaron atajos que Emily siquiera sabía que existían y se encontraron con los jardines de la vieja escuela, que por ser domingo en la mañana, estaba vacía.

Emily se recostó en un árbol, Eduardo preparó el movil y ella comenzó a hablar:

Hey guys'!!
¡Qué lindo volver a saludarles! Hoy estoy transmitiendo desde un lugar muy importante para mi, mi escuela secundaria, aquí supe por primera vez lo que quería hacer con mi vida.
Desde aquí subí mis primeros post y gente muy linda de corazón comenzó a seguirme.
Un día llegué a casa emocionada, ¡había descubierto que tenía más de ochocientos seguidores! ¿El consejo de mi mami?: "Cada seguidor es una gran responsabilidad"

Por  esa responsabilidad y por todo el  cariño  que me dan, hoy vengo a hablarles sobre lo que ha pasado en el último año de mi vida."


Las cifras de los que se iban uniendo al "en vivo" aumentaron drásticamente, la gente quería saber que estaba pasando.

Ella nuevamente no se guardó detalles, habló de sus sueños, de lo fácil que fue engañarla, de aquella noche, de los meses de terapia. Les contó como aún le cuesta dormir y cómo, a veces se siente  culpable cuando ríe.

La escena fue muy triste,  Eduardo lloraba y los comentarios no se hicieron esperar:

"Valiente" escribían algunos, "te amamos, preciosa" exclamaban  otros. La mayoría estaba indignada.

Emily terminó su transmisión con un mensaje contundente:

"Chicas, cada una es protagonista de la mejor de las historias, la historia de su vida. No permitan que nadie las manipule y use, ustedes pueden ser felices.

No olviden que el amor está ahí, que  necesitamos a los amigos y la familia, que no importa la forma de maltrato, de abuso, ¡no nos lo merecemos!

La vida es muy dura pero demasiado bonita para limitarse a la mera existencia.
¡Animo, no están  solas, estamos juntas en esto! 

Las quiero

Y dicho eso salió a caminar para terminar topándose con unos ojos grises que le torturaron el alma

—¿Pero este tipo no trabaja? ¡Esto ya es acoso! —se acercó gritando Eduardo.

—Vamos, Edu, por favor —le rogó ella. Estaba segura que Víctor lo había escuchado todo y quizás, solo quizás era mejor así.





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