Capítulo XII Insomnio
El amor tiene firma de autor en las causas perdidas
Arjona.
"Verlo perderse entre las calles oscuras, verlo llorar así. ¡Qué fuerte! ¿Algún día alguien se volverá así de loco por mi?", pensaba Agnes mientras la figura sombría de un Víctor derrotado se alejaba entre los escasos transeúntes que deambulaban a esas horas.
—¡Ya estoy cansada de tanto drama! —dijo en tono de fastidio sin darse cuenta de que sus amigos le miraban sorprendidos.
—¿Qué pasa Agnes? —preguntó Emily al verla triste.
—¿Tienes celos mulata? —se burló Eduardo—, porque, en ese caso te equivocaste de género. ¡Esto no es drama mi reina, es ROMANCE! Jjj
—¡Ay pero que graciosito me ha salido el nene! —le contestó la chica—, te lo perdono porque a esta hace tiempo que no la veía tan contenta. ¡Me voy!
—¡No te vayas! —gritó Emily a su amiga.
Agnes sólo volteó para sonreírle y se adentró en la oscura callejuela.
Mientras a dos cuadras de allí...
"¡Pero que bruto soy! ¿Qué se supone que haga ahora? ¿Qué hago yo con todo esto que no me cabe en en el pecho? se repetía Víctor una y otra vez mientras el dolor le hacía tambalearse de un lado a otro en la oscura carretera.
Sintiéndose despojo anduvo un buen rato hasta que las lágrimas comenzaron a empañar su visión y se dejó caer en la acera,así le encontró Agnes, con la mirada perdida y la tristeza apoderándose de él.
—Vic, te estas haciendo daño, ¿tanto la quieres para que estés así ? —le dijo sentándose a su lado.
—¿Y ti que te importa? O, ¿acaso no eras tú la que estaba con ellos? Felicita a la parejita de mi parte —le respondió con sarcasmo y visiblemente dolido—. ¡Colchonera!
—¡Hey! ¡No ofendas que con tu dolor y todo te doy un galletazo para que reacciones! ¿ Qué te pasa? Todavía sigues pensando que el mundo gira alrededor de tu ombligo?
—¡Agnes no te equivoques!
—¡No te equivoques tú! Te traigo noticias: ya no tenemos 16, ¿entiendes? el tiempo pasa, la gente cambia. Ya va siendo hora de que madures, por favor.
El tono de Agnes pasaba de la irritación a la lastima.
—Víctor tú no eres el único que sufre, Emily está pasando por mucho, no me toca contarte pero lo menos que necesita ahora es drama en su vida.
—Pero, ¿ y el mecánico?
—Eduardo ha sido un refugio incondicional, Eduardo le ha dado paz, ha sido un amigo, él...
—¡Amigo y una m...!
—Si te afecta tanto, ¿por qué no hablas con ella? ¡Resuélvelo! ¡Sé un hombre! —terminó gritando Agnes y mirándole de frente le dijo—: El amor es acción, es tiempo, el amor es un lío porque tienes que ponerle de todo para que llegue.
—Yo...
—Deja de pensar en ti y piensa un poco en que pudo pasar para que ella cambiara tanto. Ustedes tienen que hablar pero eso depende mucho de cómo lo manejes y te garantizo que lo que estas haciendo es basura.
—Agnes, ella me usó y ahora ya no le sirvo ¡Así me siento, BASURA!
—Pero mira que eres bruto. Yo ya me cansé de oír los gritos de los dos, de las lamentaciones y de tu complejo de Romeo, si quieren griténse mutuamente y después se declaran amor eterno— le dijo poniéndose de pie y dando por terminada la conversación—. Son las tres de la mañana y tienes guardia, los pacientes no tienen culpa, descansa.
Ella se alejó con los ojos llorosos y la completa determinación de no involucrarse más, dolía demasiado. Ella era más grande que todo aquello y saldría adelante, ahora sólo importaba apoyar a su amiga y eso se le daba muy bien.
Él, nuevamente se quedó sólo pero esta vez era diferente, las palabras de Agnes resonaban en su cabeza: "Deja de pensar en ti y piensa un poco en que pudo pasar para que ella cambiara tanto ¡Claro que algo sucedió! ¡Y yo tenía que haberla apoyado!"
"La dejé ir demasiado rápido, quise atrapar al viento entre mis manos, contener al mar, cuestionar a las estrellas, pedirle cuentas al entero planeta sin percatarme que tanta belleza está acompañada de fragilidad y que sólo sobrevive cuando le ponemos por entero el corazón.
¿La recuperaré? Ni idea, pero voy a asegurarme de estar ahí para ayudarle, y... si algún día quiere hablar... Dios dame la oportunidad de ser ese hombro en el que se pueda apoyar, y si no es mucho pedir permíteme recordarle que todavía la quiero"
—¡Permítemelo por favor!— gritó Víctor a toda voz con los ojos puestos en el cielo.
Arrancó la Triunfo y se fue de allí con una sonrisa en los labios y el corazón lleno de deseos.
Quedaban pocas horas para el amanecer en Cuba. En Milán ya eran las diez de la mañana. El asistente del fiscal acababa de entregar un sobre marrón en una oficina de la Via Montenapoleone y los gritos del señor Francesco Rinaldi podían escucharse desde la calle:
—Dammi un biglietto per l'Avana. Questa donna è molto pazza!
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¡Ay Víctor! Hoy, después de escuchar a Arjona fue que te entendí. ( No dejen de ver el clip)
Francesco, ¡qué poco nos conoces! ¡En Cuba no creemos en mafias italianas!
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