Capítulo VIII: Granade
Black, black, black and blue.
Beat me 'til I'm numb.
Tell the devil I said "Hey" when you get back to where you're from.
Bruno Mars
Horas más tarde mientras Emily encontraba consuelo entre sus amigos y bajo la atenta mirada de Eduardo, una figura gris se aferraba al muro del malecón. No dejaba de mirar al mar como preguntándole, como exigiendo una respuesta, como pidiendo desesperadamente ayuda.
—Ahhhhg!—, gritó desesperado-, ¡quiero entender ! Lo juro, quiero entender. Esto me está matando. Ahhhhhgr!
—¿Victor? ¡Victor!—exclamó Agnes tirando de hacerle entrar en razón—. Ya está bueno ¡ok! Llevo horas aquí, esperando que te calmes, que me cuentes. ¿Qué te pasa?
—No sé, te juro que no lo sé—contestó haciendo una mueca desesperada.
—Es ella ¿verdad? ¿ el parque te trajo recuerdos? ¿La viste?¿Donde? ¡Maldición, ni que fuera un fantasma! Y yo que sigo sin aprender, ¿estos tres años no han cambiado nada, eh? Mírate, parece que estuvieras a punto de explotar, en mi mundo, eso no es amor , es una enfermedad.
—Tú no entiendes, yo necesito..., necesito que ella... No importa, sube te llevo a casa.
—¡Nah! Ni loca me monto yo ahí, niño, mirame tú estas mal, busca ayuda, habla con alguien, habla con ella si es necesario pero has algo y pronto a mi me va a venir muy bien caminar. Cuídate por favor.
Agnes apresuró la marcha y cuando creyó haberlo perdido de vista sacó el móvil para dejar un mensaje en el chat del Dr Juan Carlos:
«Su amigo Víctor no está bien, llámelo por favor.»
"Al menos no estará solo" se dijo a si misma y se alejó sin mirar atrás.
—¡Esa mujer me va a volver loco! —, dijo Sanz intentando subirse a la moto al tiempo que sonaba su teléfono.
—¡Qué!
—Hermano, ¿qué pasa? Soy yo bro, mi herma... oyee.
Victor no contestaba, al escuchar la voz de su amigo, rompió a llorar estrepitosamente, lloraba como lloran los hombres sólo cuando por rarezas de la vida vuelven a ser niños.
—¡Vic! Compadre no me asustes ¿Qué pasa?
—¡Qué hoy reviento! Esa mujer ... y ahora el mecánico...
—¿Eh?
—¡Aghhhr! Juanca me voy a volver loco, loco.
— Man, tranquilo, mándame las coordenadas que yo voy y hablamos.
—Ya no aguanto. Ella hoy me va a escuchar.
"¡Qué! Ahora si que se volvió loco, va a formarla. Pero mira que este me ha salido masoquista ¿y que mecánico es ese?" pensó su amigo al tiempo que marcaba el número de la enfermera para cancelar las consultas y se dirigía al parqueo para sacar la moto. "En veinte minutos me pongo allá."
Víctor necesitaba moverse, al principio pensó en partirle la cara al rey de las herramientas o en simplemente desaparecer pero optó por cerrar los ojos y agarrar la banca como si fuera lo único que le quedara en el mundo, "tengo que pensar" no dejaba de repetirse.
Un rato más tarde, sin recordar cómo, estaba en su calle, mirando fijamente su edificio; ¿el tiempo transcurrido? ¡Quién sabe! pudieron ser minutos pero también horas. el caso es que él estaba ahí y no pensaba moverse hasta verla. Y entonces sucedió, su risa llenaba toda la calle, estaba con él.
No pensó, no quería, para que detenerse a mirar el grupo de amigos que la rodeaba o los vecinos que después comentarían, así que se acercó, la tomó del brazo y sin esperar reacción alguna le dijo:
—Nos vamos, tenemos que hablar.
—¡Víctor suéltame!—, respondió Emily,¡ yo no tengo nada que hablar contigo!
—¡Sí tienes! ¡Tú sabes que sí tienes! Nos vamos.
—¡Qué no!
—¿Tú tienes problemas para entender el español? ¿Eres idiota o qué? Suéltala y desaparece de una vez —, le gritó Eduardo.
—¿Y A TI QUIEN TE METIÓ EN ESTO? Eh ¡RESPONDE MALDICIÓN! —exclamó Víctor quien no dejaba de empujarlo contra el muro-. ¿Por qué apareces cada vez que la veo? ¿Por qué?
Todo pasó muy rápido. Eduardo sangraba profusamente por la nariz, Emily temblando no dejaba de chillar: ¡Bruto! ¡Bruto! Los vecinos se agolpaban en las aceras y Víctor, en una esquina, lucía una mirada perdida, nuevamente lo había echado todo a perder y los mismos interrogantes seguían atormentándolo, mientras, ella limpiaba con delicadeza y preocupación la cara del imbécil y él seguía solo. Así lo encontró su amigo.
-Contrólate mi hermano -reclamó Juanca al tiempo que lo levantaba del suelo.
Al ver a Juan Carlos, Emily se acercó visiblemente alterada.
—Llévatelo de aquí, por favor —,le dijo.
—Si claro Em, ah y bienvenida; oye, perdona, él no está bien
—No sé Juan Carlos, hace unas horas en el malecón parecía estar pasándoselo bomba. Llévatelo ya , suficiente drama por un día— contestó la muchacha.
—Sí, vamos, mi socio, levántate de ahí que todo el mundo te esta mirando.
Recogieron las motos y caminando hacia la otra calle su amigo empezó a hablar:
—
Pero,¿ y a ti que te dio?¿te volviste loco?
—Mira Juanca...
—¡Mira Juanca que! ¿Tú te imaginas que hubieran llamado a la policía? Eso no te conviene Víctor, no te conviene. Además, ¿yo no te dejé con la mulata? ¿y qué pasó en el malecón?
—¡Me vas a dejar a hablar!
— Siii, habla que yo escucho, pero para que cierres de una vez.
—Cuando yo me enteré que ella venía fui a verla porque no pude aguantarme pero entendí que debía darle tiempo, dejarla llegar, pensé, ya hablaremos, pero pasaron los días y no me llamó, todavía no contesta el teléfono, entonces la veo con ese tipo. ¡Yo quisiera que tu hubieras visto la cara que puso esa mujer cuando me vió en su casa y la cara que tenía cuando estaba con él! A mi me trató como basura y con él parecía una chiquilla, riéndose, feliz y, ¡eso duele mi hermano! Yo puse mi vida en suspenso por ella, ¡por ella! ¿Y que pasó? ¿Me dejó de hablar de pronto porque le gustaba el mecánico?
—No me la imagino en eso —interrumpió Juan Carlos.
—Yo tampoco, pero ya no se que creer. Ya no soy el mismo, tú me conoces, no duermo, no como, no salgo, yo no estoy viviendo y lo peor es que no sé que cosa pudiera pasar para que me deje de doler. Razón tenía Agnes, esto es una enfermedad. Y todos los días me rompo la cabeza pensando en que pudo haber pasado.
—Pero ¿y si sólo se acabó?
—¡Qué va! Ella estaba mal ese día, se oía asustada, no dejaba de repetirme que cambiara el número, que me alejara, que la olvidara y luego... desapareció. Tuve que seguirla por redes sociales para al menos sentir que seguía viva, a ella le pasó algo y necesito saber que fue, a lo mejor estoy equivocado pero siento que me lo debe, y...
Ahora me sale con el malecón ¿Qué le pasa?
—¿Qué, qué le pasa? —le preguntó Agnes quien llevaba un buen rato escuchando (recordemos que estamos en su barrio) ¡Tú tienes que ser anormal! ¡Qué te vió besándome! Pero tranquilo, que yo hoy acabo con este drama.
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