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Capítulo VII: ¡ Ay Dios!

De camino al malecón

—¡Cómo necesitaba esto! Es íncreible Edu. Cuando estas lejos
se extraña todo: Las calles, los parques, ¡las colas!, ¡ la gente! Nada se siente como esto. Nada es igual a lo tuyo ¡ Nadaaa! ¡Estoy en casa Edu, en CASAAA! -decía Emily agitando los brazos y la cabeza de un lado a otro como posesa mientras absorbía cada detalle de La Habana.

Eduardo no dejaba de mirarla, se sentía realizado, al final, era él el causante de que volviera a reír, ella lo dijo, hoy Eduardo era un "héroe", "su héroe", y eso se sentía tann bien. Él se encargaría de cuidarla, ¿ por qué tiempo? ¡quien sabe y qué importa! ¡Demasiados años queriéndola de lejos para quedarse a la sombra ahora!

—¡Mira, el malecón! —gritó agitando a su amigo por el hombro y haciendo que frenara bruscamente—. Paremos aquí, quiero caminar.

—Tranquila, te llevaré a un lugar especial —respondió Edu y dándole a la llave de contacto volvió a encender el auto.

Cuando de pronto una moto negra marca Triunfo de 900 cc salió de la nada y en una maniobra peligrosa adelanta el coche por la derecha alejándose a toda velocidad y dejando a Eduardo muy molesto.

—Pero, ¿ quién se cree que es el idiota este?
—Cálmate que no pasó nada.

—Ok, hoy no pasó Em, pero por estúpidos así ocurren accidentes. ( Juraría que esa moto ya la he visto) Con ese yo he chocado otras veces, te lo aseguro.
—Bah, que importa, el día es nuestro, no dejemos que se estropee.

Entre tanto la Triunfo se acercaba a un rinconcito cerca del Parque de la Punta.

—Tú si que tienes memoria -dijo Agnes mientras se bajaba de la moto, ¡ cómo nos gustaba este parquecito! El grupo, par de guitarras y a pasar la noche, con tremendo frio y un nivel de bobería alto jjjj. Cerca de aquí vive Marisela¿no?¿ Víctor? ¡Víctor!

—¡Era ella! ¡ Maldición! ¡Y con ese tipo! ¿ Pero que c... hace ella con ese tipo? —despotricaba Víctor sin pensar en que no estaba solo.

—¿Y a ti que bicho te picó? ¡Niño que te da algo, te calmas ya!... Y me cuentas.

Agnes como siempre, en la luna, no se percata que Víctor está fuera de sí, cómo ido. Tampoco entiende porque la alza en sus brazos y la sienta en la moto para dejarle un beso rabioso, ausente y lleno de dolor en sus labios.

Agnes no entiende de muchas cosas, es cierto, pero si de amor, por eso lo empuja con fuerzas.

—No Víctor, ¡ así no! Es como besar a un borracho, tú no estas aquí, no quieres esto.
—Pero tú sí, susurra él, acercándose peligrosamente otra vez.
—¡Qué no! ¡Qué así no! ¡Serás bruto! Yo te quiero pero no me uses. Llévame a mi casa y cuando te aclares, si quieres hablamos.

—Lo siento, tú no te mereces esto, le dijo él al tiempo que la abrazaba.

Lo que ninguno de los dos sabía era que los ocupantes del convertible rojo que habían dejado hace un rato atrás les observaban , a cierta distancia, con ojos incrédulos y que, además, con los puños cerrados y sintiéndose impotente , Emily lloraba.

—Por eso estaban tan apurados jjj -intentó bromear Eduardo. ¿ Quién lo creería? El doctorcito con la mulata peligrosa. Jjj

—Vamos,no quiero seguir aquí —respondió ella.

—Nah, ahora mismo me bajo y rompo el idílico romance, primero se hace el gracioso con su motico y ahora nos ocupa el lugar, vamo a saludar a "Mario Casas " a ver si me da el gusto y le borro la sonrisa, dijo tomándola por el brazo.

Pero entonces se percató que Emily no se movía, pálida y temblorosa le pedía una y otra vez: ¡vamónos de aquí!

—Está bien, nos vamos, pero me dices que pasa, sé que tienes problemas con Agnes pero nunca te había visto así, .. espera, ¿es por ese tipo? ¿ tú estás llorando por el médiquito aspirante a modelo? ¿ Qué pasa con él? ¿ Qué te pasa? —repetía al tiempo que golpeaba el timón cual si fuera la cara de Victor Sanz.

—Llevas una semana en Cuba y el imbécil te pone así.

—Por favor, por favor -decía Emily sin fuerzas, repitiendo en su mente una y otra vez la escena del beso entre su mejor amiga y el amor de su vida.

—Está bien, no hables ya nos vamos pero no a tu casa, arrancó el carro y en unos minutos ya estaban lejos del lugar.

Emily cerró los ojos deseando desaparecer.

"¡Maldición! pensó, maldita la hora que decidí tomar un avión a La Habana y no volé a París, malditos los días que pasé en Nueva York tratando de quitarme ducha tras ducha los besos sucios de ese asqueroso, maldito Francesco que piensa que todo el mundo es tan bajo como él, que me usó hasta que supe decir no, maldita yo que renuncié al amor de mi vida, a los sueños que tenía, por fama, por dinero y ahora...
Ahora me siento tan sola, tan sola."

Esto último, fiel a su costumbre, lo dijo en voz alta.
Eduardo sintiendo su tristeza y visiblemente alterado le suplicó:

—Déjame cuidarte y te prometo que nunca más te sentirás sola.

—¿ Qué dices? No te entiendo

—¿Qué digo? Que a veces princesa, en cuestiones del corazón, hay que tomar riesgos.
Dicho esto la estrechó en sus brazos y se juró que no la soltaría jamás.

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¡Uy! ¿ abrazos? Me parece que la situación se ha complicado ¿eh?

¿Qué tal el Francesco? Ahora comprendo mejor a Emily ¿y ustedes?

Cuéntenme que les ha parecido este capitulo y esperen una actualización el próximo jueves











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