Capítulo IV: ¿Y ahora qué?
"Estoy aquí y todavía no me lo creo. A punto de retomar una vida que quedó suspendida en el tiempo, en medio del enorme vacío de lo que pudo ser y no fue, del quizás, del tal vez. Y es que abrir esta puerta es todo un acto simbólico para mi, no, no tengo miedo. ¿ O si lo tengo? ¿Será por eso que siento tanta opresión en el pecho?
"Esto está resultando más difícil de lo que lo que pude imaginar, hoy me enfrento a la casa, a mi rincón secreto, mañana, a mi vida, ¡cuántos dolores de cabeza! ¡ Cuánto de ahorrar!¡Cuánto sacrificio para comprar este apartamento! Pero lo logré, creo que este fue el primero de mis sueños, poder tener la independencia que deseaba de mis padres, que son especiales pero me enseñaron a volar, a arriesgar, a no temer"
Así estaba ella detenida en el tiempo, frente a su puerta, con la absoluta convicción de que cuando la abriera todo cambiaría para siempre, paralizada por el miedo su amiga la encontró.
—¡EMILYYY! ¡Pero niña todavía tu no has entrado! Estas más pálida que un muerto, ¿ qué te pasa? —gritaba Agnes mientras sacudía a su amiga.
—Nada, sólo estoy agotada. ¿Te molestaría si te pido que te marches enseguida? necesito descansar.
—¿Molesta yo? Si yo nací contenta, abre, abre la bendita puerta y tú veras como vas a descansar.
Emily giro al picaporte, entró al pequeño recibidor y al encender la luz, se oyó a toda una multitud que daría envidia al mismísimo Latino a tope en un juego entre Santiago e Industriales, y que a oídos de Emily sonó de los mil demonios.
—¡¡BIENVENIDA!! ¡¡BIENVENIDA!! decían una y otra vez
Allí, en medio del gentío que se apretujaba en el pequeñísimo apartamento, estaban sus padres, sus queridos viejos, las personas más importantes en su mundo a las que abrazó con ganas de quedarse para siempre entre sus brazos, sin dejar de pensar en las mil formas en las que podría "matar" a su amiga.
—¡Agnes en que idioma tu razonas! ¡Te pasaste!
—¡No me digas que no estas contenta! Si no invité a casi nadie, 'mija'.
—¡Suerte la mía!, ripostó Emily sin poder ocultar su incomodidad.
—¡Ay hija! —dijo su mamá enseguida, perdona si te hemos molestado. Estábamos seguros que no te veríamos en mucho tiempo, así que, imagínate la alegría cuando nos enteramos de tu llegada, me puse a cocinar enseguida, mira, mira tamales, congrí, tostones, pollo a la cerveza y torrejas.
—Sí, torrejas porque la leche no alcanzó pa' flan está carísima —añadió Agnes metiendo la cuchareta.
—Todo se ve rico y las flores son lindas, ¡ mamá eres increíble!
La verdad todo se veía muy bien, los amigos, la familia, la súper mesa, el apartamento recién pintado. ¡ Esta era su gente, tan incondicional como siempre!
—Muchacha mía, mi pequeña, debes estar loca porque todos salgamos pitando de aquí, ¡ si te conoceré yo! —dice sonriendo su papá —. Mejor busco a Yolanda y nos vamos.
—Mamá, papá, yo los quiero mucho, los quiero a todos, sólo que pensaba tener la tarde noche para mi sola pero, pueden estar seguros de que verlos es justo lo que necesitaba.
—¿ A ellos solamente?
"¡ Esa voz!,¿ hasta ahí llegó la locura de Agnes?" pensó nuestra chica sin poder evitar sonrojarse y que cada centímetro de su cuerpo reaccionara.
—¿Emily? —dijo él.
—¡Emily chica no te pongas brava! —se adelantó Agnes.
—No, si yo no estoy brava. Hola Víctor. ¿Cómo estas?
—Mejor ahora que te veo
—¿Y las guardias en el hospital? ¿ Mucho trabajo? Mamá me ha contado...
— Oh , tu madre y tú ¿ hablando de mi?
—Bueno, Víctor, ella, yo..., ehhh , mi mamá..., el barrio...
—Hey, tranquila, ¡que no pasa nada! ¿ O si pasa? —preguntó tratando de encontrar en sus ojos aquella mirada enamorada.
—¡Qué va a pasar! Feliz de verte Víctor.
—Bien, porque solo he venido a dejarte un presente y desearte buenas vacaciones, no creo que volvamos a encontrarnos en estos quince días.
Dicho esto, dejó una enorme rosa blanca en la mesita del teléfono y antes de cerrar la puerta, le preguntó:
—¿Todavía es tu favorita?
—Sí, todavía...
—Eso me parecía, nadie puede cambiar tanto. Yolanda, Antonio, linda tarde para ustedes. Adiós Emily, ¡Agnes, me voy, si quieres te acerco a casa!
Cuando Víctor se hubo despedido de todos y los invitados empezaron a desaparecer en el rellano de la escalera, Emily pudo llegar al fin a su cuarto, para ese entonces, las palmas de sus manos sudaban profusamente y lagrimas surcaban sus mejillas.
" Wow, si es que los años lo favorecen, luce guapísimo con ese corte de pelo nuevo, ¡ hasta sus ojos cansados y la barba de dos días le hacen ver más interesante! Y su voz, por Dios, su voz, aún lo escucho susurrándome al oído. Su sonrisa, su mirada profunda y cautivadora, todo él. Víctor, mi Víctor"
—¡Pero que estoy diciendo!
¡Emily estaba pensando en voz alta! Y lo que es peor, no se había percatado de que tenía compañía, Agnes, quien escuchó cada palabra, la miraba desde la esquina del cuarto y por sus ojos también corrían lagrimas.
—¡Me dijiste que todo eso había quedado atrás! ¡ Me diste bandera blanca para avanzar! Me lo dijiste, ¿no?, me dijiste que sólo fue un amor platónico, que con él no querías NADA, ¡ que sólo creíste sentirte enamorada! Pero que Él no era NA-DA, NADA, me lo dijiste ¿ verdad? ¿VERDAD?
—Agnes, cálmate por favor, alguien te puede escuchar.
—Emily, ¡ estas loca eh! Dios mío ahora si que acabaste. ¡ Cómo me dejaste pasar tanto tiempo pensando en ese chiquito! ¿Y los cuentos que te hacía de cuando trataba de conquistarlo? Acaso,
¿ te estabas riendo de mi? Estas muy mal para que lo sepas, muy mal. Y él también, soñando con las estrellas y yo, yo aquí en la Tierra.
—¡Pero que dices Agnes!
—Claro, por eso los paseos por el parque donde siempre acabábamos hablando de ti, de ahí tanto Neruda y el Huesa ese. ¡Qué bruta soy ! ¡ Qué se iba a fijar un médico en mi! Por eso nunca se pudo desprender del barrio, y seguía dándole vueltas a tus padres.
—Agnes —repetía casi sin fuerzas su amiga.
—¡ No entiendo entonces por qué tanto odio, por qué el rechazo, por qué en ocho años nunca lo llamaste! ¿Por qué? ¿Por qué? ¡Qué egoísta! ¡¡Qué egoísta, chica!!! Me voy —dijo mientras su amiga la tomaba de la mano.
— Agnes, por favor, no te vayas, déjame explicarte, me duele tanto la cabeza y...
—Pues tómate tu TAILENOL, es así como se dice ¿no?, a ti ni un camión de pastillas te arregla
¡para que viraste! ¿ para arruinarle la vida a todo el mundo? Me voy, no quiero seguirte oyendo.
—Agnes ¡ que te sientes tranquila! Necesito que me entiendas
—Otro día, Emily, otro día, hoy...¿ tu Víctor? Dios mío.... dios mío
------------- ☆☆☆☆☆☆☆☆------------
¿ y ahora qué?
¿ Qué le sucede a esta muchacha?
¿ Qué no nos está diciendo?
Nos aguardan muchas sorpresas
Pronto nos reencontramos con Emily,
¡Gracias por ser tan lindos, por sus comentarios, por cada lectura que me anima a seguir!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro