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Noemi se giró.
Tras ella estaba una chica con la misma cara de asombro que debía de tener ella. La chica era un poco más alta que Noemi y no podían ser más distintas. La chica tenía el pelo rizado despeinado y pelirrojo ligeramente anaranjado, como una llamarada. Era pálida como un vampiro y tenía aun más pecas que Laura, en la cara y también se le veían en los brazos gracias a su camiseta verde de manga corta. Tenía los labios rosados y finos y los ojos de un tono marrón muy oscuro. Con la nariz respringona, posición de tensión como un gato apunto de saltar sobre su presa y su melena pelirroja parecía que Mérida, la princesa escocesa de Brave, se hubiese escapado de la película de Disney y se hubiese puesto ropa moderna (la camiseta de manga corta verde con una enorme flor blanca en la zona izquierda del pecho y unos pantalones negros).
-¿Eso quiere decir que ves a la niña?-preguntó Noemi asombrada.
-Es lo que te acabo de preguntar.
De pronto empezó a sonar un ruido muy fuerte y rítmico por todo el pasillo. Cada vez se hacía más fuerte y Noemi se tapó los oídos con las manos.
-¿¡También oyes eso!?-preguntó casi gritando.
-¡Sí! ¡Pégate a la pared!
Noemi hizo lo que le dijo y una horda de soldados negros a caballo cruzaron el pasillo. Por encima de los cascos, Noemi escuchó la estridente risa de la niña. Era muy potente y mucho más grave de lo que se esperaba por su voz, y le puso los pelos de punta. A la chica pelirroja le dio un escalofrío.
Cuando los caballos desaparecieron, la niña tampoco estaba. Las dos chicas se acercaron.
-Es posible que estemos viendo a alguien diferente...-dijo la pelirroja.
-¿Bromeas? ¿Acaso no has visto tú un montón de guerreros a caballo que casi nos atropellan?
-Pues...sí. Pero por asegurarnos no perdemos nada. Venga, ¿cómo era?
-Pelo blanco. Y morado y...
-Azul...
-En tonos pastel-dijeron a la vez.
-Vestido morado-dijo la pelirroja haciendo un gesto como si llevara ella uno.
-Descalza.
-Con heridas.
-Y ojos... Dorados.
-Como purpurina.
-Sí...-dijo Noemi. Las palabras quedaron como flotando en el aire-entonces, ¿ya estás segura de que es la misma?
-Sí, pero, ¿es posible que tengamos las mismas alucinaciones?
-No lo sé-admitió Noemi,-podríamos preguntarle a un doctor.
-Cierto, aunque puede que crea que estamos tomándole el pelo. Y todo es posible y siempre, siempre, habrá algo que se escape a la ciencia por mucho que insistamos en avanzar.
-Que poético.
-Gracias, se lo he quitado a mi primo.
Las dos chicas se rieron. La pelirroja sonrió.
-Soy Silvia-dijo y extendió una mano ceremoniosamente.
-Noemi-contestó y le dio la mano. Ambas apretaron la mano y sacudieron el brazo lo más fuerte que pudieron. Se soltaron.
-Espera, si lo ves, es que no te has tomado la medicina-dijo Noemi.
-Me has pillado, y a la vez te has pillado a ti misma.
-Cachis-dijo Noemi mordiéndose el labio pero con una sonrisa.
***
Cuando Noemi le preguntó a la doctora Sánchez si era posible que dos personas tuvieran las mismas alucinaciones a la vez y en el mismo lugar, la doctora creyó que le estaba tomando el pelo.
-Esos misterios déjaselos a la ciencia, Noemi.
Cuando Silvia y Noemi se reunieron de nuevo, Noemi negó con la cabeza.
-No le he sacado nada a Virginia. Dice que "se lo deje a la ciencia".
-Esa tía es demasiado profesional. A quien hay que preguntar es a Paco.
-¿Paco? ¿Te estás burlando?
-¡Qué va! Es el doctor que me da las pastillas, y es súper simpático. Me ha dicho que no tiene ni idea y que no ha oído hablar de nada parecido.
-¿Tú... Tú te has tomado la pastilla?
Silvia negó con la cabeza.
-Ni loca-se llevó una mano a la boca-ups-luego soltó una carcajada.
-Yo tampoco-dijo Noemi y puso una sonrisa torcida-debemos de ser las más locas de este sitio.
-No creo-dijo Silvia y le puso un brazo sobre los hombros- mira.
La llevó al pasillo y le señaló a un chico que había en una sala. Era bajito o eso parecía sentado, con el pelo castaño y flequillo por encima de las cejas.
-¿Conoces a ese? Se llama Sergio.
-Ya lo sé, hablé con él una vez. Me pareció simpático.
-Debiste pillarle bien-dijo Silvia con sorna-tiene trastorno de personalidad múltiple. Si está aquí, es porque una de sus personalidades intentó asesinar a su madre.
-Qué mal.
-No te preocupes, esa mujer se merece un premio. Le vio reflejado en pared de la cocina y con la sartén misma como si fuera Rapunzel, paró el cuchillo y le dio en la cabeza. Luego le trajo aquí.
-¿Cómo lo sabes?
Silvia resopló.
-¿Cómo va a ser? Me lo contó él. Por las que he contado, tiene cinco personalidades. Algunas son simpáticas, pero todas muy plastas. ¿Sabes lo que es que intente ligar contigo un tío con trastorno personalidad múltiple?
-No-admitió Noemi, sin contar que nadie había ligado con ella nunca. Silvia volvió a resoplar.
-Pues como si ligasen contigo cinco tipos diferentes con el mismo aspecto. Tiene una personalidad súper pervertida, ha llegado a decirme cada cosa... -Silvia puso una mueca-No, si ese no aprende aunque le pegues. Ya le he dado dos tortazos, y insiste. Ya le dejé muy claro que lo único que va a conseguir por el estilo es una patada en los huevos como siga así de plasta, pero ni caso...
Noemi no pudo evitar reírse.
-Oye, ¿cómo acabaste aquí?-le preguntó a Silvia. Ella suspiró y se abrazó los brazos.
-Bueno... La niña apareció mientras mi profe repartía los exámenes. En blanco, no corregidos. Me harté. Me puse a gritar y todos me miraban raro. Y no me extraña, le estaba gritando que era una acosadora, un disco rayado y que no me iba a ninguna parte por muchas ganas que tuviera de saltarme el examen. Ariadna, la profe, me preguntó con quién hablaba, ¡imagínate su cara cuando señalé al aire! Se creía que le estaba gastando una broma y me ofendí. Y empecé a gritar. "¡Oye, vieja bruja, que ya me gustaría a mí estar de coña!" Me libré del parte por muy poco-se rió- entonces empecé a decir una y otra vez que ojalá estuviese ahí el Guerrero, toooodo el rato. Se creyeron que me había vuelto loca. Y bueno... Todo se fue a la mierda cuando la profe se me acercó y me dijo... Me dijo que me fuera con ella. Vaya cosas. Me puse más nerviosa. Empecé a chillar de nuevo diciendo que se había aliado con la niña y a llamarla traidora. Le dije "¡no voy a ir a ninguna parte! ¡Te echará como os echa a todos!" y seguía gritando que no me iba con nadie. Cuando mi padre llegó al insti por mí estaba bajo una mesa y no dejaba que nadie se me acercara.
Noemi agradeció que lo suyo hubiese pasado en casa y no delante de su clase. Se habría muerto de vergüenza.
-¿Y cuando vuelvas a clase?
-¿Cuando vuelva qué?
-No sé, ¿no te dará...?
-¿Vergüenza? Nah, siempre que me molesten puedo decirles "las voces dicen que te mate" para asustarles-contestó con una sonrisa maliciosa y se rió bajito-¿y tú, Noemi? ¿Cómo acabaste aquí?
Noemi se lo contó. Se acordaba perfectamente. Llegó al punto de la pelea y recordó la espada del caballero negro. A Noemi le gustaban las espadas. No era ninguna experta (podías enseñarle a Tizona y no sabría que es la espada del Cid hasta que le dijeses el nombre) pero le gustaban y sabía más o menos distinguirlas. Un gladio romano, un florete, un sable, una katana... Y le gustaban, sobre todo si tenían decoraciones o la empuñadura bonita. Aquellas espadas le habían llamado la atención porque nunca había visto unas parecidas, y no pudo evitar contarle lo del rubí y describirle la espada. Cuando le contó que el guerrero azul apuntaba con la espada al guerrero negro caído del caballo, Silvia palideció.
-¿Viste caer al Guerrero del Rubí?-preguntó.
-¿A quién?
-Al Guerrero del Rubí, ¿le vencieron? ¿Lo viste?
-Sí...
-¿Murió?-preguntó Silvia. Noemi se di cuenta de que le temblaban las manos y la voz. Silvia parecía realmente preocupada.
-No; aparté al guerrero azul de un empujón. Mis padres me vieron. Luego me caí por culpa de dos hadas y me di con la mesilla en la cabeza. Por eso estoy aquí.
Silvia se quedó quieta durante unos segundos y le agarró de la muñeca a Noemi.
-Ven-dijo-. Tengo que enseñarte algo.
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