Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

~5

Noemi se despertó con un dolor de cabeza tan brutal que le pareció que se había emborrachado la noche anterior. Entreabrió los ojos y los volvió a cerrar. No, no podía ser eso. Ella no había bebido nunca ¿Entonces...?

Soltó un quejido y se llevó una mano a la nuca. Ya recordaba el golpe en la cabeza. "Tienes suerte de seguir viva" pensó. Aquel golpe podría haber sido mortal. Reabrió los ojos y se quedó mirando al techo. Era de baldosas cuadradas y blancas y dos lámparas circulares incrustadas. "Un momento...¡esta no es mi habitación!" Se levantó de golpe, quedándose sentada en la cama. Se arrepintió al darle un pinchazo de dolor en la cabeza. Miró a su alrededor.

La cama en la que estaba parecía de hospital, con el metal gris y las sábanas blancas. Las paredes eran lisas, de un color azul casi blanco. El suelo era como el techo pero sin lámparas. Apenas tenía muebles (una mesilla y un mueble de cajones), pero los que habían eran un auténtico contraste de madera oscura.

Se levantó, llevaba sus vaqueros y su camiseta roja con una frase cualquiera en inglés, pero iba descalza. Abrió un poco la puerta y escuchó.

-...debería quedarse aquí una temporada...

-Aquí... Pero... ¿y sus estudios?

-Joaquín, eso no es ahora lo importante...

-Ya lo sé, Marta, ya lo sé... Solo es que me preocupa.

-Es normal, pero lo que más debería importar es su salud, ¿no cree?

Noemi reconoció las voces de sus padres y una voz de mujer que le era desconocida. Miró por la rendija de la puerta y vio lo que parecía un pasillo de hospital. "Tanto blanco me va a volver daltónica" pensó. Allí estaban sus padres: Joaquín era un hombre alto de pelo castaño con barba y ojos verdes, su madre Marta también era alta pero un poco menos que Joaquín. Ella tenía el pelo negro y rizado y los ojos grandes y marrones. La otra mujer tenía una bata de doctora, un portafolios y el pelo castaño caramelo recogido en un moño improvisado.

-A lo mejor ya se ha despertado-dijo Joaquín.

-¿Podemos comprobarlo... Para despedirnos?

-Claro, pasen.

Noemi, alarmada por si descubrían que estaba escuchando, saltó a la cama y se tumbó. No le fue difícil poner cara de "¿dónde estoy? ¿Qué está pasando?" porque se sentía así.

-¡Papá, mamá!-dijo cuando entraron.

-Hola Noemi-dijo su padre con una sonrisa, pero parecía triste.

-¿Qué ha pasado?

Marta miró a la doctora, que asintió con la cabeza.

-Cariño, esta es la doctora Sánchez...

-¿Doctora? ¿Es por el golpe?

-Más o menos. Tuviste una crisis y nos recomendaron traerte aquí.

-¿Dónde es aquí?

-Un hospital psiquiátrico-contestó sin suavidad alguna la doctora.

-¿QUÉEEE?-exclamó Noemi. Joaquín le agarró la mano.

-Vas a tener que quedarte aquí un tiempo.

"No llores, no llores... contrólate" Una vez un amigo le había empezado a enseñar frases de cazadores de sombras. No pudo evitar recordar una: la mayoría de personas no lloran cuando están disgustadas o asustadas, sino más bien cuando se sienten frustradas. En ese momento, Noemi entendió la frase. No quería que sus padres la dejasen allí. Ella no se sentía como una loca que necesitase supervisión. Solo se le había olvidado tomarse una maldita pastilla. ¿Tan malo era?

-Pero, ¿por qué?-preguntó tratando de olvidar ese fuego que notaba en el estómago y el dolor de la nuca.

-Noemi, si te diste el golpe fue por tus alucinaciones. Tuviste una crisis y...-los ojos de su madre se empañaron-y tú... Tú podrías haber muerto. Te diste en un lugar muy delicado.

-Mamá-dijo y la abrazó. No quería verla así. No le gustaba, ni tampoco aquel sitio. Pero si Marta quería, ella no iba a quejarse. Si se ponía bien rápido podría salir pronto. Todo sería como antes.

***

-Quiero mis libros-se quejó Noemi tirándose en la cama. Un par de médicos se habían ido tras explicarle como iría todo y darle la comida y la medicina-y mi música.

Aquel lugar era tremendamente aburrido, y no quería relacionarse demasiado con los demás. Sabía que se iría pronto (o al menos, eso esperaba) y se encariñaba a las personas muy fácilmente. No quería echar a nadie de menos.

Aun no se había tomado la medicina. Se levantó a tomarla.

-Que ellos no vean nuestra realidad no la hace menos real-dijo una voz conocida. Noemi se giró hacia la pared y vio a la niña. Decidió ignorarla y tomarse la pastilla. La niña dio un paso hacia atrás y atravesó la pared como un fantasma.

Noemi esperaba no volver a verla durante un buen tiempo y, con algo de suerte, nunca más.

***

Noemi llevaba cuatro días allí. Estaba aburrida y tenía sueño. Extrañaba su casa, su familia... ¡Qué demonios! Extrañaba hasta las clases de matemáticas, los exámenes de sociales y a Mingote, el tonto del profesor de educación física que no sabía poner notas y que mientras uno hacía el examen práctico se largaba a regañar a alguna de la clase.

Cerró los ojos, tratando de volver a sentir el aire desde la ventana junto a su pupitre, recordando los gritos de Mireya García en mitad de clase, a la plasta de Alba haciendo pulsos con Sara o mejor dicho ganándole al pulso a Sara y el olor de la horrible comida del comedor. Era raro, ella echando de menos el instituto...

Y ocurrió. Como un flash al hacer una foto.

Se veía como en una película cuando un personaje tiene un flashback, demasiado brillante y los bordes de las cosas ligeramente borrosos, la muralla de un castillo asediado por soldados. Una mujer con un vestido rojo de pie en ella.

-¿¡Me quieres!? ¡Ven a por mí!- gritaba y, sin más, saltaba de la muralla. Una mancha roja que caía.

Noemi abrió los ojos de golpe. No entendía qué había visto. ¿Se habría quedado dormida? No, imposible, ella siempre daba miles de vueltas antes de conciliar el sueño.

Apareció la doctora Virginia Sánchez y le dio la medicina. Cuando se fue, Noemi se levantó para dar una vuelta y desentumecer las piernas.

Al pasar al lado del carrito de la señora de la limpieza, se sacó la asquerosa pastilla de debajo de la lengua y la tiró en uno de los cubos. "¿Por qué has hecho eso, estúpida? ¿No querías salir de aquí?" pensó. Realmente no sabía muy bien por qué había hecho eso. Quería averiguar más sobre la mujer de rojo, ¿sería la de su casa? "No seas ridícula Noemi, son tus alucinaciones. Puedes inventarte la historia, ¿qué más da?" Tampoco sabía porque era tan deprimente su consciencia. "Cállate" se ordenó a sí misma, "las pastillas me impiden ver esto, y yo quiero saber qué pasa". Negó con la cabeza. ¿Qué hacía hablando sola.

"Quizá que estoy loca".

Siguió andando sin pensar a donde iba. Y la volvió a ver.

La niña estaba apollada en la pared mirando al infinito. Noemi se dio cuenta de que le brillaba la mejilla, como...

Como si hubiera llorado.

-¿Qué has visto?-le preguntó de pronto la niña separándose de la pared y mirandola fijamente. Noemi había visto su mirada triste pero nunca la había visto llorando-estúpida-se dijo la niña a sí misma, antes de hablar con Noemi-seguro que ni me ves.

Y la niña desapareció.

Noemi estaba segura de que ella sabía algo de lo que pasaba. Se preguntó a dónde había podido ir sin ni siquiera pensar que a ninguna parte porque no era real.

Tras un buen rato, al fin la halló en un pasillo, ya normal, con su cara inexpresiva y los brazos pegados al cuerpo. Su vestido y pelo se movían por un viento inexistente. Por una de las heridas de la pierna caía una gota de sangre como si acabara de hacérsela, pero Noemi ni se fijó. Parecía que la niña estaba a punto de llorar... Otra vez.

-Ayudarme- dijo con la voz rota- venid conmigo.

-¿Que te ayude con qué?-preguntó Noemi, pero la niña seguía diciendo lo mismo todo el rato- ¿y por qué hablas en plural?

Noemi repitió la segunda pregunta. ¡Aquella niña la iba a volver más loca de lo que ya estaba!

-¿Tú también la ves?










Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro