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~27

-¿Por qué siempre acabamos aquí?-preguntó Silvia según entraban a la biblioteca.

-No te quejes-le dijo Noemi tratando de recordar el camino que habían tomado el día anterior-. No tienes por qué seguirme a todos lados, ¿sabes?

-Claro que sí. A ver qué pasa si te me pierdes...

Noemi apenas prestaba atención a lo que le decía su compañera. Empezó a girar por las estanterías tratando de orientarse, aquello parecía más un laberinto que una biblioteca. ¿Por qué no las había así de grandes en su barrio?

Ni tan bonitas, desde luego. Ni las paredes de la zona infantil con brillantes colores, ni el extraño animal parecido a un pájaro que montaba en globo o iba vestido de Darth Vader podían competir con el techo galáctico de esa biblioteca.

-Ey, mira; aquí encontré el libro-dijo de pronto Silvia parándose y cogiendo un par de ejemplares. De no ser porque el castillo era una escuela, Noemi se preguntaría por qué demonios tenían varios ejemplares de la mayoría de libros. "Debemos de estar cerca" pensó Noemi. En ese momento decidió hacer lo mismo que cuando salía con sus amigas o se aburría en el patio: no pensar a dónde iba, tan solo dejarse guiar por sus pies. La estrategia funcionó y poco después se encontró frente al libro de cubierta azul. Extendió la mano y agarró el tomo, luego se paró unos segundos. Al darse cuenta de que no pasaba nada, lo sacó de su estantería.

Inspeccionó la portada. Las letras estaban borradas ahí también, pero lo poco que vio le indicó que -por suerte- estaba escrito en su abecedario y no en rúnico. Abrió el libro, tenía las páginas endurecidas y ocres por el paso del tiempo. Silvia apareció por detrás de ella.

-Vaya, sí que está viejo... ah, huele bien-comentó.

-Ni que se tratase de un plato de espaguetis-se burló Noemi empezando a pasar las páginas.

-¿Qué pasa, no eres de las que huelen libros? Creía que todo el mundo lo hacía.

-Pues yo prefiero leerlos... las que sí los huele es Laura.

-¿Laura?

-Mi hermana mayor. Ey, mira esto.

Había estado pasando las páginas casi sin fijarse en lo que ponían, pero aquella le había llamado la atención. Más de la mitad de la hoja estaba quemada, pero un trozo había logrado salvarse.

-¿Quién habrá hecho esta barbaridad?-preguntó pasando la mano por la quemadura.

-A ver, señorita "prefiero leer los libros", ¿qué tal si te fijas en esto?-dijo Silvia señalando una parte del dibujo. Parecía un árbol familiar, y debajo del dibujo de una chica ponía un nombre muy familiar.

-¿Miriam? Este libro parece súper viejo, ¿es posible que sea nuestra Miriam?-preguntó girando el libro en varios ángulos diferentes, como si al hacerlo el libro fuese a contestarle.

-Buf, ¿cuántos años crees que tiene esto? Mi padre tiene unos libros que parecen así de viejos, pero peor conservados. Una vez abrí uno y se le cayó una hoja. ¡No te rías! Me pegué un buen susto, creía que mi padre me iba a matar.

-Ya, bueno, pero mira esto. Parece que tiene una hermana... O hermano. Joder, el dibujo este ni se ve. Pero parece que era pelirroja también y... ¿Esto es una ele?

-A ver, a ver, no nos aceleremos. Mira estos dibujos- dijo Silvia haciendo un gesto general-, no sé si en Aria habrá las mismas etapas, pero esto es claramente románico, lo que no parece estar de acuerdo con la época actual.

-¿Románico?-repitió Noemi.

-Sí, ¿no lo ves? Todos tienen la misma cara de bebé pijo, no hay diferencia en las figuras. Además, están delineadas en negro y los colores son planos... ¿No? Tía, ¿no vas tú también a segundo?

-¡Pues claro que voy a segundo!-exclamó Noemi, muy ofendida-. Tan solo que todavía no he dado eso.

-Eh, ¿hola? Estamos en el tercer trimestre, ¿cómo que no lo habéis dado? Yo lo di en el segundo.

-En realidad, estamos a principios del tercer trimestre. Además, yo empecé con geografía y...-de pronto Noemi recordó algo. Geografía, historia...-¡mierda!

-¿Qué? ¿Qué pasa?

Ignorando a Silvia, Noemi empezó a andar dando vueltas sin soltar el libro.

-Veamos, hoy es... Jueves, vale, ¿jueves qué? Creo que han pasado dos semanas y... ¡Oh, venga ya!

-¿Qué? ¿Qué pasa?

-¡El examen! Mierda, ¡era este martes! Espera, ¿seguro que eso es algo malo? ¡Me he saltado un examen de sociales!

-Ah, vale, si es de sociales tampoco es tan importante...

-¿Que no? Mira, tú no conoces a mi prof...-según hablaba, Noemi dio un golpe con el dedo en el libro para remarcar sus palabras. Al hacerlo una voz resonó en su cabeza:

«Encuéntrala»

Noemi miró a su alrededor buscando el origen de la voz, que parecía venir de todas partes.

-¿Has dicho algo?-le preguntó a Silvia.

-¿Yo? No. Oye, ¿no crees que se te está yendo un poco la cabeza? Quizá sí te pasaba algo...-decía Silvia, pero Noemi ya no la escuchaba. Posó la mano en el libro, confusa, y la voz volvió a hablar.

«Encuéntrala antes que ellos»

-¿Encontrar a quién?-murmuró Noemi y le invadió la sensación de que alguien tiraba de ella, como un hilo de energía conectado directamente a su estómago. Empezó a seguirla como si se tratase de una brújula, al principio andando rápido y al final corriendo. Se paró de golpe al ver una pared frente a ella.

Aquel pequeño rincón parecía más antiguo que el resto del lugar, y aquella sensación seguía tirando de ella, como si quisiera que se fijara en esa pared.

De forma decorativa había un gran tapiz con los bordes ligeramente deshilachados. Los colores parecían brillar, mientras que una chica se lavaba su cabellera negra que habría dado envidia a Blancanieves. De pronto levantó la mirada y miró fijamente a Noemi. Ella dio otro paso y extendió la mano a la vez que la chica del tapiz, que parecía querer salir de su mundo de hilos de colores.

«Debes encontrarla »volvió a decir la voz y Noemi supo que era la chica del tapiz. «¿Lo harás por ? ».

Sus dedos estaban a punto de rozarse cuando alguien tiró de Noemi hacia atrás para luego darle un tortazo.

Noemi pareció despertar y volvió a ser consciente de lo que había a su alrededor.

-¡Dios! Me estabas asustando. Tenías cara de Frodo, como empieces a decir "mi tesoro" a lo Gollum te daré con un libro-decía Silvia. "Esa comparación ya la he hecho yo" pensó Noemi mirando al tapiz, que ya no se movía. Sin embargo, le pareció que la chica levantaba la mirada de su pelo y la miraba fijamente.

«Lo harás. Y yo puedo darte una pista», volvió a hablar sin siquiera mover los labios. Noemi chilló llevándose las manos a la cabeza, ya que había hablado mucho más fuerte que antes. Silvia le preguntó si estaba bien, pero Noemi apenas la oyó antes de perder el conocimiento.









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