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Noemi se sobresaltó. Estaba segura de que si hubiera una chica así en el instituto se habría dado cuenta.
Y daba bastante mal rollo que se quedase ahí plantada, mirándola fijamente.
Se giró a mirarla, pero no estaba.
-¿Qué demonios...? ¡AH!-pegó un grito al verla en el espejo. Volvió a girarse pero seguía sin estar ahí.
Se agarró con fuerza al lavadero y se echó hacia atrás con el corazón latiendo a mil. La extraña niña la miró sin expresión y extendió la mano. A Noemi le pareció ver tristeza en sus ojos de purpurina dorada.
-Ven conmigo Noemi... Ven conmigo...-le dijo. La cara de Noemi se convirtió en el vivo retrato del miedo, con la boca abierta, los ojos desorbitados y conteniendo la respiración. Se soltó con los dedos rígidos y sin darse cuenta acabó pegada a la pared.
-¡Te dije que estaba en el baño!-escuchó decir a Carolina y salió de su parálisis. Sus amigas se acercaron,-y no me sueltes nada de que vas a sacar un siete...
-¡Ey, Noemi! ¿Estás bien?-le dijo Sara. Ya no tenía cara de pánico, pero seguía teniendo los ojos pegados al espejo.
-Sí...-mintió,-venga, vámonos, que huele fatal.
***
Noemi le daba miles de vueltas a lo que había pasado en aquel baño. Tantas, que ya la habían regañado unas ocho veces... Solo en lengua. En francés trató de centrarse porque estaban con algo interesante, pero todo se fastidió porque la profesora, Carmen, había puesto al plasta de la clase a su lado.
¡Con lo bien que estaba ella con Estela! ¿Por qué tenían que ponerle con el pesado de Mario al lado, el que contestaba cuando no debía, el que intentaba corregir todos los ejercicios, leía a destiempo y era la única persona que conocía de la que la profe se quejaba por exceso de participación?
Y en física y química fue un desastre absoluto, porque dentro de poco tenían el examen y claro, el profesor se pasó la clase repasando o, lo que es lo mismo, haciendo ejercicios de energía cinética por billonésima vez.
Si no se durmió era porque tenía aquellos ojos dorados grabados en la mente, y la voz de la niña resonando en sus oídos. «Ven conmigo», le había dicho. Le dio un escalofrío. De pronto era como si su vida se hubiera convertido en una peli de miedo.
Tardó unos segundos en reaccionar cuando sonó la sirena. Como siempre, se quedó la última junto con Sara y Carolina, pero esta tercera las esperaba.
Sara y Carolina fueron por su camino y Noemi por el suyo. Trató de quitársela de la cabeza. "Un día, me acordaré de esto y me reiré" pensó. Empezó a canturrear para despistarse, aunque siempre le había dado cosa que la escucharan cantar. Estaba llegando a su casa cuando le pareció ver una sombra tras ella. Por un terrible instante, temió que hubiera alguien detrás. Y ella cantando ahí tan feliz.
Se giró, pero no había nadie. "Estaré paranoica" pensó y aceleró el paso. Llegó a su portal y sacó las llaves. Fue a meter la llave en la cerradura y le pareció ver reflejado en el cristal de la puerta a alguien detrás de ella. Se giró nerviosa, pero seguía sin haber nadie tras ella. Noemi vivía en el segundo y solía subir por las escaleras, pero vio que el ascensor estaba allí. Un vecino salió de él con tranquilidad y ella entró corriendo, sorprendiéndolo.
Le dio al segundo y se apolló en la pared del ascensor. Cerró los ojos y tomó aire. Lo soltó lentamente y abrió los ojos.
"¿¡Pero qué me pasa hoy!?"
Las puertas del ascensor se abrieron y ella corrió hacia su casa. Con las manos temblorosas fue a meter la llave en la cerradura y lo logró a duras penas. No podía girarla y ya iba a darle un ataque de pánico cuando su padre abrió la puerta.
-¡Papá!-exclamó dándole un abrazo. Él se sorprendió y le correspondió al abrazo.
-Hola Noemi. ¿Qué tal en el insti...?
-Fatal-dijo, dejó la mochila en el suelo y sin quitarse siquiera la chaqueta o los zapatos se fue a su cuarto. Cerró la puerta, se tiró en la cama y se quedó mirando al techo.
Cerró los ojos.
"Estoy totalmente paranoica. ¿No estaría la leche mala, verdad?"
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