Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

~15

Silvia abrió la puerta. Fuera, estaba esperando un chico de unos diecisiete años, con el pelo castaño un poco largo y revuelto y los ojos verdes. Tenía la piel clara y cara seria, pero al ver que se abría la puerta puso una media sonrisa. Iba vestido en colores crema, con una camiseta ancha y un poco larga pero que le quedaba bien de mangas y unos pantalones del mismo estilo, de color crema y anchos. No era para nada como vestía el resto de los que vivían allí. Silvia no lo reconoció hasta que se dio cuenta de que iba armado.

-¿Hola?-dijo el chico al ver que se le quedaba mirando.

-Ho-hola-tartamudeó Silvia. Noemi se giró a mirar lo que pasaba-perdona, nunca te había visto sin armadura.

El chico se rió.

-Ya, es lo reglamentario. Pero ahora mismo no estoy... Bueno, ¿trabajando?

Noemi le reconoció. Era el chico que había visto en la biblioteca y se sorprendió al ver su espada con un rubí en la armadura.

-¿Podríais no quedaros mirando?-dijo incómodo al ver que ella también se había quedado ahí parada. Parecía que sin la armadura estuviera más vulnerable, incluso tímido.

-¿Qué haces aquí?-le preguntó Noemi.

-Ah, sí. Es la hora de cenar. Miriam quería que os acompañase. ¿Venís?

Silvia asintió con la cabeza y echaron a andar antes siquiera de que Noemi pudiese hablar. Se cruzó de brazos, molesta, antes de pensar que se iban sin ella y seguirles.

Iba unos pasos por detrás, y no pudo evitar escuchar la conversación que tenían.

-Entonces, ¿cómo te llamas?-decía Silvia.

-Héctor-contestó él.

-Bonito nombre.

-Tú eres Silvia, ¿no?

-Sí. Creía que ya lo sabías.

-Y he acertado, ¿no? Entonces lo sé.

-Ahí tienes razón. Oye, tu espada... ¿Todos tenéis una así?

-No. Esta la recuperó mi padre. Dicen que es la espada más poderosa del reino, quién sabe si más. ¿Quieres verla?

"Vaya una forma cutre de ligar" pensó Noemi, antes de darse cuenta de que a ella le encantaría verla de cerca. Claro, que a ella le encantaban, pero tampoco era algo muy común que a una chica le molen las espadas. Al menos, no a la mayoría de las que ella conocía. Así que seguía siendo una táctica muy mala.

-Es bonita-dijo Silvia pasando la mano con cuidado por la parte lisa del filo. Héctor la envainó. Probablemente, Silvia había aceptado mientras Noemi pensaba.

-Oye, hay algo que me pregunto...-empezó a decir Silvia.

-Si puedo contestarte...

-Bueno, ¿cómo es que siempre estabas ahí cuando... en fin, cuando alucinaba?

-Verás, Miriam me pidió que te protegiera.

-¿Protegerme?

-Sí, ya sabes, evitar que le hagan daño a alguien...

-¡Sé lo que es proteger!

-¿Entonces por qué preguntas? Quería que espantase a los que te molestasen, por decir algo. Pero no me habló de otra receptora. Hasta que...

"Oh, claro, le ponen protección a Silvia. Y de pasan. ¿Es que soy invisible o algo?" pensó Noemi. Esa vez ni se riñó a sí misma por estar celosa. No, aquello no era justo. Y, además, parecía que con Silvia nunca había fallado, mientras que en su casa estuvieron apunto de matarle. Un gran guerrero, sí. Recordó algunos guerreros negros que había visto. Podría ser cualquiera, porque no se había fijado en sus espadas. A decir verdad, ¿por qué tendría que hacerlo? Ella veía tipos a caballo y no se paraba a pensar "vaya, que pasada. ¿Irá armado? Uy, sí. ¿Tendrá un rubí en la espada?"

Héctor se detuvo en mitad de la frase y empujó una puerta. Noemi no se había fijado en todo lo que habían andado ni en las escaleras que habían bajado. Tras la puerta de madera oscura, había una sala que parecía excavada en la piedra, como una bóveda de cañón, pues era larga y con el techo en forma de arco. Había dos tiras de mesas de madera clara, donde alumnos con túnicas de distintos colores comían y armaban jaleo. También había mesas circulares a los lados, por si alguien quería comer solo. No había ventanas, pero sí tapices que mostraban paisajes nocturnos hechizados que se movían. La sala estaba iluminada por unas luces flotantes de color amarillo.

-Un momento, esperad aquí-dijo Héctor. Se dirigió a una de las mesas redondas en las que estaba la chica de la biblioteca. Le dio un toquecito en el hombro y ella se giró. Al instante, empezó a hacerse la ofendida mientras él le hablaba. Al final, le sonrió y le dio un golpe en el hombro, como si le dijera que no se preocupase. Héctor volvió con ellas.

-¿Disculpándote por lo de la biblioteca?-preguntó Noemi. Él pareció sorprendido.

-¿Estabas allí?

-A un lado, pero bueno.

Héctor parecía incómodo, pero puso una media sonrisa.

-Aquí comen los alumnos, y yo también si no estoy de ronda.

-¿No eres muy joven para estar en el ejército?-preguntó Noemi. Parecía que Héctor contenía la risa.

-Sí, supongo, pero aquí va distinto. Vamos.

Le siguieron hasta un hueco con tres sillas libres en una de las mesas rectangulares. Delante de ellos hablaban una chica y un chico que saludaron a Héctor. Ella tenía el pelo castaño oscuro y muy corto, por debajo de las orejas, que eran puntiagudas. Tenía la piel muy clara y los ojos totalmente azules, sin pupila ni blanco, y parecía que brillaban. El chico parecía un poco más joven, con el pelo negro y los ojos marrones. Ella llevaba una túnica azul y él una amarilla-verde, que parecía como si hubiesen cogido una bola de plastilina amarilla y otra verde, y hubiesen dejado de mezclarlas a medias.

-Así que estas son las receptoras-dijo el chico mirándolas fijamente. Noemi se sintió incómoda.

-Que rápido corren los rumores-dijo tranquilamente Héctor mientras se servía algo de comer. Les hizo un gesto a las chicas para que ellas hicieran lo mismo-estas son Silvia y...

-Noemi-dijo ella.

-Chicas, ellos son Nekane y Víctor.

Víctor saludó, Nekane simplemente hizo un gesto con la cabeza.

Víctor empezó a hacerles un montón de preguntas, algunas realmente extrañas. A ellas les hizo gracia que les preguntasen por cosas tan obvias para ellas, así que no les molestó contestarlas todas.

-Bueno, suficiente-acabó diciendo Noemi antes de que empezase a preguntarles cosas que no sabía-nos toca.

-¿Eh?-preguntó Víctor.

-Bueno, que me siento muy ignorante, ¿sabes? Me gustaría que nos contastéis algo.

-Vale.

-¿Por qué se supone que pintarles los ojos a los dragones da mala suerte?-preguntó Silvia. Noemi la miró. Supuso que sería como preguntarles a ellas por qué cruzarse con un gato negro o pasar por debajo de una escalera daba mala suerte. Simple superstición. Sin embargo, Víctor le dio un codazo amistoso a Nekane.

-Venga, cuéntaselo-le dijo. Ella negó con la cabeza.

-Vamos, Nekane. Te sabes la historia mejor que nosotros-le animó Héctor. Ella le fulminó con la mirada antes de negar de nuevo. Miró a Víctor y pareció que se habían comunicado mentalmente cuando el empezó a hablar.

-Ah, ¿es por eso? Venga, no seas así. Ya se habrán dado cuenta de que no eres humana.

-Sí, venga, no puedes pasarte la vida intentando ocultárselo a cualquier persona nueva que conozcas.

-Está bién-acabó diciendo ella-lo cuento.

Noemi se dio cuenta en seguida de por qué no quería hablar y por qué no lo había hecho en toda la cena.

Sí, ya se había dado cuenta de que ella no era humana. No le había sorprendido del todo después de lo que le había pasado aquel día, pero aquello la impresionó. Sus dientes eran colmillos. Pequeños y parecían bastante afilados. Empezó a contar la historia.

-Dicen que hace mucho tiempo hubo un reino gobernado por un hombre al que le gustaban mucho los dragones. Se había pasado la vida observándolos. Un día, decidió que como las imágenes tienen poder, si dibujaba dragones al rededor de la muralla de la capital, les protegerían y darían grandeza y todo eso. Así que llamó a un pintor para que pintase los dragones. Cuando terminó, todos fueron a ver la obra, que habían tapado para que fuese una sorpresa o algo así. Cuando quitaron la tela, se quedaron asombrados y no solo porque fuese un buen dibujo: los dragones no tenían ojos. Así que le dijeron al pintor que se los pusiera. Él dijo que en su pueblo tenían la creencia de que si pintabas un ser vivo entero, podría cobrar vida, y por eso no les había puesto los ojos. A la gente le dio igual y le hicieron pintarlos. Cuando solo quedaba un dragón por terminar, todos los demás cobraron vida. Lo quemaron todo. Atacaron a todo el mundo menos al pintor. Sólo quedó en pie el trozo de muralla donde estaba el último dragón. Desde entonces, cuando alguien quiere un dragón defensivo no le pone ojos.

A Noemi le gustó la historia. Si era real, no lo sabía, pero estaba bien contada. Pensó que al volver a su casa se la contaría a su hermana. ¿Quién sabía? Quizá hasta se inventaba una historia. Sí, a Laura le gustaba escribir, y una vez se inventó una historia impresionante al escuchar una frase.

Cuando terminó la comida, Héctor las acompañó de nuevo a su habitación.

-Os acordaréis del camino, ¿verdad?-dijo.

-Claro-dijo Silvia-oye, puede que esté feo, pero... ¿Qué es Nekane?

-No estoy seguro. Una criatura del agua, eso sí. Me contó que su familia la trajo aquí porque era la única con capacidad de hacer magia. Los demás alumnos son humanos.

Llegaron a la habitación. Noemi entró primero y Silvia se quedó en la puerta.

-Me ha dicho Miriam que cree que puede averiguar qué es lo que  quieren de vosotras-dijo Héctor.

-¿Ah, sí?-dijo Silvia.

-Sí, pero por ahora no me ha contado los detalles. Si quieres... Podría mantenerte informada.

-Sí, estaría bien saber lo que pasa-los dos se quedaron callados. "Dejaos ya de rollos. Venga, que alguien se declare ya" pensó Noemi aburrida.

-Bueno, adiós-acabó diciendo Silvia.

-Adiós. Nos vemos mañana.

Silvia cerró la puerta y se apoyó en ella. Puso una sonrisa tonta y Noemi pensó que aquello ya era el colmo. Le pasó la mano delante de la cara.

-¿Hola? Tierra llamando a Silvia...

-¿Hummm?

-Te mola Héctor.

-¿Qué? ¡No es verdad!

-Noooo, que va.

-¡Si apenas le conozco!

-Tu cara no dice lo mismo.

Silvia se acercó a la cama y le lanzó una almohada a Noemi mientras le decía «¡anda, calla!»













↑↑↑en multimedia la canción en la que se basó mi hermana para ayudarme a ponerle nombre a Héctor↑↑↑

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro