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CAPITULO 6| ¿Como salimos de esto?

P.O.V MICHAEL

No podía perdonarme, Ni el mismísimo dios se atrevería a hacerlo después de que mi maldito ego, me pusiera en contra.

los pecados que llevaba mi consciencia, tenían un peso tan grande que era casi imposible cargarlos, "casi" por que yo si lo hacia, lo hacia de una manera tan descarada, que aun después de todo, seguía pensando que yo debia ganar.

Aunque ¿Ganar que? Era la verdadera pregunta.

-estas demente - el chico delante de mi menciona, mientras el cigarrillo en su mano, se desvanece cada vez más.

Mi cabeza sube un poco y me encuentro con esos ojos fríos y eléctricos color azul, observandome con malicia y un poco de odio mezclado. Suspiro, mis pies se mueven hacia la única silla que se encuentra en la habitación y me siento en ella, poniéndome ambas manos en la cara.

-¿Que querías que hiciera?- pregunté, mirando un punto inexistente en el suelo. Apenas pude escuchar la risa ironíca de el chico a mi lado, mostrándome la cruda realidad.

-michael - me llamo con seriedad, cruzándose de brazos. No pude reaccionar a eso, mi mente no me dejaba pensar otra cosa que no fuera en mi igualdad con aquel chico, mi casi igual personalidad.

Aunque claro, Con la excepción de que el no mentia, el no creaba una falsa faceta de si mismo para protegerse. El si era cruel, el si era frío, el no mentia, el no lo hacía como yo lo habia estás haciendo.
El si era la realidad. Mientras yo intentaba adaptarme a pensar que que podía hacer lo mismo.

-ya basta, Diego - solté. Levantándome de aquella silla. El estúpido chico drogadicto solo me observo con pequeñas risas escapando de su boca.

Maldito imbécil- mi mente no podía dejar de gritar aquella palabra de solo pensar que podía el podía ganarme, que el me tenia en sus manos, que el tenia la razón. No podía ser, nadie podia tenerla, nadie más que yo.
-deberias relajarte un poco y pensar mejor en tus próximas movidas - me aconsejo, apagando lo poco que quedaba de su cigarrillo, contra la pared -al final, tu eres el único culpable de que todo esté sucediendo, dime Michael, ¿Que harás con ella?- menciono frio, señalando con la cabeza, la cama en dónde yacía la chica aún dormida.

Suspiré -¿Mi culpa?- pregunte intentando igualarlo en sarcasmo, aunque sabía que jamás lo lograría -yo no fui quien estuvo engañandote y jugando en mi contra todo este tiempo, ¿Para que Diego? ¿Para hacerme creer que eres mejor que yo? Basta, Dime a dónde querías llegar, amigo - dije ya sin animos.

No sé movió. Su sonrisa creció con superioridad haciéndome saber que nada de lo que dijera le afectaría, nada de lo que saliera de mi boca, lograría destabilizarlo. Se apoyo en la pared frente a mi y coloco un pie en esta, mirándome con chiste -oh Michael, te vi tan indefenso, tan dañado y acabado - empezó diciendo -sabia que todo aquello que un día me contaste era tu punto débil, sabía que todo en ti era una mentira y que muchas veces no podías controlarlas - sonrió -¿Dime a quien más podía engatusar de tal manera como a ti? Cómo no a alguien tan engañado de si mismo, como tu- culmino de manera tosca.

Guarde silencio, tome aire y estuve a punto de soltar algo para defenderme a eso, lamentablemente Diego aún no había acabado.

-somos iguales, michael - su cara reflejaba maldad y una que otra pizca de lastima - solo somos dos personas intentando engañarnos, gracias a nuestro pasado, dos personas escondiendonos de nuestros sentimientos, detrás de palabras frias e irónicas - continuo -estamos vacíos Michael, podemos engañar a quien queramos, pero no a nosotros mismos- soltó serio, extendiendo su mano hacia mi.

No pude hacer nada a eso, gracias a que sus palabras hicieron eco en mi cabeza unos minutos. Jamás había conocido esa parte de Diego, esa parte decadente y sumisa que no lo hacía ver tan malo, aunque claro, estamos hablando de Diego. Jamás sabría si aquello era un simple chantaje o si de verdad se estaba abriendo a mi.

-¿A dónde vas?- solté .
-no me siento bien- contesto, encaminando hacia la puerta -no quiero unirme a tus problemas. Tengo los propios y tu solo eres un atraso- menciono, sus ojos levemente rojizos por aquellas sustancias, habían destabilizado el color en ellos.

En vez de azul frío y tosco en sus ojos, ahora había un rojo cansado que solo podía mostrar su verdadera debilidad.

-gracias, Diego - mencione mirándolo fijo.
No pareció entender. Con una mano aún puesta en la puerta, me vio unos segundos confundido

-¿Gracias?- río extrañado.

Asentí con la cabeza lento -gracias por enseñarme el punto más bajo que puede tener un ser humano - solté. Diego no flageo, me observo, analizó mis pensamientos.

Intenté mostrarme igual. Indiferente, frio, dominante. Intenté engañarme una vez más.

Diego solo río, como si de un juego se tratase -no me haces daño- soltó.

Sonreí -¿Porque querría hacerte daño?- ataque, con fuerza de voluntad. Tratando a toda costa que Diego mostrará duda, pero eso amigos, eso nunca pasó.

Se alejo de la puerta, Se acerco firme hasta mi y metio ambas manos en sus bolsillos -¿Porque Michael?- pregunto con seguridad, a lo cual respondi con un silencio abrumador -porque es lo que siempre has echo - respondió su propia pregunta -solo atacas a los demás, solo lo haces con quiénes son más débiles que tú, te has dignado a creerte la gran cosa, porque nunca lo fuiste para tu padre ¿O me equivoco?- pregunto.

Mis piernas temblaron, las imágenes de mi padre sin vida, cubierto de sangre en la sala de mi casa, llegaron a mi mente. mi pecho exigió aire al instante, Pero este parecía carecer en el ambiente.

-no es cierto - solté rapido, con el miedo notable en mis movimientos.
Diego sonrió.

-has huido de todo. Escondiéndote detrás de mentiras y aprovechandote de los demás, solo para tu propio beneficio,  dime Michael, te cansaste de ser siempre la presa y  has decidido volverte el depredador, dañando todo a tu paso? Dañando a personas como algun día lo hicieron contigo - habló. Mi corazón se sobresalto, mis manos temblaron y aún así intenté mostrar que no me afectaba -lo mataste, mataste a tu padre Michael. Así como asesinaste los pocos sentimientos nobles que te quedaban - eso fue suficiente.

Sus últimas palabras, me Dejaron fuera de lugar. La culpa me atacó, mis ojos amenazaron con llorar, pero nisiquiera eso podía hacer, no podía mostrar ninguna emoción en este momento, ninguna que Diego pudiera usar en mi contra.

Porque al final, el tenía razón.

-ten un buen dia- termino diciendo, mientras sacaba una mano de su bolsillo junto con una pequeña bolsita con polvo blanco. -diviertete- soltó arrojandola. La puerta resono al instante mientras tras haberla cerrado.

Intenté calmarme. Pase una mano por mi cabello evaluando la situación, la chica dormida en la esquina de la habitación me descolocaba los pensamientos.

¿Que estaba haciendo?.

-¿Que carajos keisy?- le hablé a quien yacía sobre ella, aun inconsciente. La chica que me había disparado sin dudar, quién me habia entregado hasta lo que no tenía -¿Como salimos de esto ahora pequeña?- me acerqué y acaricié lentamente aquel cabello pelinegro.

Mis mentiras podrían arrastrar a cualquier. Como a ese inteligente Diego o esa precavida keisy.

Podría usarlos a ambos y hacerlos creer que tenían la culpa. Que eran ellos quienen temian, ¿Pero de que servía? Si mi mente conocería por siempre, esa fría y estúpida verdad.

¿Cómo salimos de esto keisy?.

¿Porque te he arrastrado junto a mi, con todo esto?.

¿Porque tú has decidido, seguirme la corriente?.

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