Capítulo 20
Multimedia- Decode
Narra Evil Liam
Una de las cosas que más odio en la vida es mostrar desesperación ante alguien. Observo a la maldita mocosa, embobado, mientras recorro sus pechos con la mirada. Me alborota la idea de que ella no me permita follarla y que se las ingenie para dejarme caliente una vez más.
—¿Qué pasa, Liam? Te noto dudoso.
La observo entre cauteloso y eufórico, con el nivel de ira que ha estado acumulando después de lo que pasó con Peter, me cuesta pensar que ella va a dejar que la folle por mucho que le haya prometido dejarla en paz si lo hacía.
—Sólo te observo, ¿acaso no puedo hacerlo?
—No sabía que al lobo le gustara admirar a la presa.
—Corrección, preciosa, al lobo le gusta comerse a la presa.
Observo la tensión en sus hombros y el jadeo que suelta tras mis palabras, reverbera en las cavidades de mi lívido. Odio la fascinación de mierda que ella despierta en mí, me hace sentir eufórico e intranquilo, como si ni siquiera el monstruo en mi interior obedeciera cuando se trata de ella.
—¿Y por qué no lo haces?, ¿por qué no te comes a la presa en lugar de mirarla? ¿te asusta su sabor?
—A mí no me asusta nada, al contrario, me excita lo que el resto de personas considera aterrador.
Sus pestañas aletean cuando mueve la cabeza hacia la derecha y me da a entender que intenta descifrar mis palabras.
—¿Qué es lo que más te da placer, Liam?
—¿Estás seguro de que quieres saberlo?
—Sí —responde tajante y sé que no miente. La curiosidad de Violet en ocasiones le impide ser racional.
—Me excita provocar dolor en las mujeres que me aman.
Ella traga en seco, sé que mis palabras trastocaron su estabilidad y eso me hace reír. Eso es lo que obtienes por querer saber de más.
—¿Te sientes como si fueras un rey que puede pisotear mujeres sin obtener justicia?
—No me siento como un rey preciosa, me gusta más la idea de que otros me vean como un monstruo al que temer, adorar y reverenciar. Como una deidad que te deslumbra por su capacidad para destruir.
—Pues a mí me gusta jugar con los monstruos. —exclama y no estoy tan seguro de qué tan capaz sea de sostener sus palabras después de todo lo que voy a hacerle.
—Desearlo, no hará que puedas soportar al monstruo que habita en mí.
—No intentes advertirme, ya te conozco, sé lo que eres. Me ha quedado muy claro que no eres precisamente un ser de luz.
Hago una mueca de asco y sello sus palabras con un beso que le impida decir más tonterías. Algo profundo e inquietante brota desde el centro de mi pecho, gritándome que no seré capaz de matarla, que jamás tendré ese enorme placer. Siento su corazón latiendo contra mi pecho. Agarro sus caderas y la levanto, ella reacciona enredando sus piernas alrededor de mi cuerpo.
—Cuéntame todos tus secretos, Liam.
—Eso tiene un precio muy alto, nena.
Cierro los ojos con fuerza y la sangre comienza a silbar en mis oídos, mientras empiezo a repartir besos por toda su dura clavícula. Tocarla se siente como lanzarme al centro de un río de lava que calcina lo que soy hasta que toda mi oscuridad desaparece entre sus labios.
—Mi mayor secreto es que soy capaz de lo que sea, con tal de obtener lo que deseo.
—¿Aunque eso incluya matar?
—Sí.
Ella pone los ojos en blanco. Estoy seguro de que no me cree, pero es muy su problema. Yo cumplo con ser todo lo sincero que se puede ser.
Uno mi boca a la suya y ella se aferra a mi nunca, apretando con fuerza cuando la saco de mi laboratorio y la meto en la primera habitación que encuentro.
No puedo pasar mucho tiempo lejos de la maldita mocosa, por lo que tomo su cara entre mis manos después de depositarla en la cama y vuelvo a besarla, perdido en toda bonita luminosidad que emana.
—Te odio por hacerme sentir que no puedo estar mucho tiempo sin ti.
Extiendo mis manos hacia delante, recojo su cabello y tiro de él, los mechones oscuros y brillantes que hacen juego con sus ojos perspicaces, se desordenan y se derraman a un lado de esa cara tan bonita que me aturde cada que la miro.
—¿Soy la única mujer en tu vida en este momento?
Odio lo afirmativa que es mi respuesta a esa pregunta.
—¿Acaso no te queda claro?
Con mis ojos fijos en la piel desnuda de su nuca, me lanzo sobre su cuello y empiezo a besarlo como si no hubiera un mañana. Violet se estremece bajo mi lengua y aferra las manos a la sábana blanca que hay bajo su apetecible cuerpo. Vuelvo a su boca y la beso con ansias desesperadas, debería considerarla mi enemiga, pues es la mujer que ha logrado confundirme al punto de que dudo de ser capaz de matarla. Reparto besos húmedos por su clavícula, pecho y rostro y me maravillo ante sus respuestas repletas de sonidos agudos y extasiados. Esta mujer me tiene loco y lo peor es que disfruto esa sensación.
—Siento que estoy siendo empujado por ti hacia algo que no soy.
—¿A qué te refieres? —digo, atrayéndola nuevamente hacia mí.
—A que me haces sentir como si tuviera posibilidades de cambiar.
Ahora soy yo el acorralado, soy yo el que la mira y no puede resistirse. Soy yo quien no puede controlar lo mucho que su luz me gusta. Lo adicto que soy a una mujer a la que se supone debo estar destruyendo y no mimando.
—¿Por qué le dijiste a Peter que no tienes nada conmigo y que soy una más?
—Peter es miembro de una organización peligrosa y siempre he estado en su mira. —admito y Violet explaya sus ojos intentando procesar lo que le estoy diciendo—. Si descubre que estás conmigo encontrará la manera de usarte en mi contra.
—¿Es un mafioso o algo así?
Suelto a reír, la mafia es un juego de niños si la comparamos con lo que la Orden Negra es capaz de hacer y no es que me importe mucho que destruyan este mundo de mierda. Pero no quiero estar en su mira, me interesa ser su líder, no su presa. No seré la oveja que quieren sacrificar para obtener un bien mayor.
—No, no es un mafioso. Pertenece a una especie de secta.
—¿Algo así como los illuminati y los masones?
—Digamos que sí.
—¿Y cómo te enteraste de su existencia?
—Tengo dinero, mi padre es el presidente de este país... ese tipo de asociaciones siempre buscan gente poderosa y bien posicionada. No fue difícil que llegaran a mí.
Acomodo a Violet a la altura de la almohada y beso el nacimiento de sus pechos, le quito la ropa y suelto un jadeo corto al verla semidesnuda. Acaricio su vientre plano con la yema de mis dedos y ella roza mis dedos, causando que la electricidad estalle en la punta de estos.
—¿Y por qué te buscó esa orden negra?, ¿Querían reclutarte?
—Algo así. Preciosa, ¿te parece si hablamos de eso después?
—Es la primera vez en mucho tiempo que me das respuestas. Siempre esquivas decir más. No sé si te des cuenta, pero eso es frustrante, Liam. Siento que lo que teníamos era sólo sexo y que sin eso no era nada. No me gusta sentirme así.
—¿Crees que si fuera sólo sexo no te tendría a salvo en mi casa, ni me esmeraría en que tuvieras todo lo que necesitas?
En lugar de responderle, me quito la camisa y salto sobre ella, un ronroneo emerge de sus labios cuando la beso una y otra vez. Mi miembro erecto se frota contra su sexo y sus manos acarician mi abdomen cuarteado, gimiendo mientras sus dedos palpan y me recorren con lujuria desbocada.
―Eres el karma del que no sé cómo escapar. Tus besos me hacen levitar y provocan que el monstruo le sonría a tu incandescente luz.
—Me gusta la forma en la que me motivas a perdonarte, pero tus palabras bonitas no van a funcionar. Me heriste y mucho, Liam y no soy de las que presta su corazón para que terminen de pisotearlo.
—¿Y si te digo que el sonido de tu corazón es el único que no deseo apagar?
Ella suspira y yo me le quedo mirando, aturdido. Ninguno de los dos sabe cómo procesar lo que está sintiendo. Yo soy un asesino, un cazador por excelencia. Pero cuando la miro, siento que puedo convertirme en el villano capaz de destruir el mundo para preservarla y yo no soy ese tipo de persona. No trabajo por el bien de nadie.
—No te comprendo en lo absoluto, hay momentos en los que siento que quieres matarme y otros como este en los que pareciera que te importo.
—¿Qué es lo que necesitas comprender?
—A ti, Liam, a lo sea que habite en ti. Necesito respuestas, algo más que verdades a medias. Algo más que sí y no. No quiero seguir navegando en arenas movedizas por tu culpa. Decodificarte es tan difícil.
Me frustra que siempre se complique demasiado, que trate de encontrar respuestas para todo, incluso cuando conocerlas conlleve un peligro mortal.
—¿Puedes mejor abrirte de piernas y dejar de complicarnos la vida a ambos?
—¿Crees que el sexo solucione lo nuestro? No lo creo, Liam. Una pareja necesita hablar, necesita comunicarse y tú nunca dices demasiado y...
La callo con un beso y empiezo a susurrarle todo tipo de palabras crudas que aparten su mente de las dudas, de los contras de estar conmigo. Sujeto su cuello y lo aprieto, mientras disfruto de la hermosa sensación de dejarla sin aire. Ella jadea como si la estuviese llenando de besos dulces y caricias tiernas.
—Eso, ahórcame, me vuelve loca que lo hagas.
Una jodida caja de sorpresas es la mocosa de mierda.
—¿Te gusta que te ahorque?
Aprieto con más fuerzas y le muerdo los labios mientras ella pierde la compostura y entre jadeos suplica que la ahorque más fuerte.
Pero qué carajos... ¿acaso quiere que la mate?
Presiono un par de segundos más y ella protesta decepcionada en cuanto ve que dejo de asfixiarla, pero cuando me entierro en su cuello e inhalo el olor de su perfume, sonríe y jadea pidiendo que le haga más.
—¿Eso es todo lo que tiene profesor?
—No me digas así. —respondo y vuelvo a ahorcarla, un arco rojizo se dibuja en el centro de su cuello.
—Profesor... profesor, profesor—Vuelve a decir entre espasmos y casi sin aire, lo cual causa que yo apriete más y más, enojado por la mención a la porquería de hombre que vino de otra dimensión.
—Mocosa de mierda, me gustas mucho, pero si vuelves a decirme profesor puedo hasta matarte.
Disfruto lo que le estoy haciendo, pero a la vez quiero detenerme, porque aún no es momento para que muera.
¿Qué pasa conmigo?
¿Por qué no puedo coordinarme como de costumbre?
El agua resuena contra el techo, el huracán arrecia y yo decido ignorar al mundo para seguir besando a Violet.
—¿Por qué te gusta complicarte tanto? ¿No es más fácil disfrutar y que pase lo que tenga que pasar?
—Andar por la vida sin pensar en las consecuencias, sólo provoca que al final terminemos en la lona.
—No estoy diciendo que no pienses en las consecuencias, pero algo que te hace sentir tan bien no debería ser objeto de tantas dudas.
Apoyo los brazos a ambos lados de su cabeza y cuando estoy a punto de bajarle las bragas, un trueno resuena sobre nuestras cabezas y escucho que el perro suelta un aullido de dolor, como si algo lo acabara de lastimar.
Violet salta de la cama, automáticamente y me mira con ojos sobresaltados.
—Romeo—murmura, atónita. —Algo le ha pasado a Romeo. Vamos a ver.
Ella me empuja con los dedos y me aparto, dándole la oportunidad de levantarse de la cama.
Las alarmas saltan en mi mente, si al perro le pasó algo, significa que alguien ha entrado a la casa y que otra vez han vulnerado mis sistemas de seguridad.
Ascendemos al cuarto principal y encontramos al perro tirado en el suelo en un charco de sangre, está consciente pero tiene un cuchillo clavado en una zona complicada.
¿Quién mierda entró a mi casa en medio de un huracán?
¿Qué clase de desquiciado
—Tenemos que llamar a un veterinario. —Ella besa la cabeza del perrito, el cual mueve la colita débilmente al oír su voz.
—Violet, ningún veterinario vendrá en estas condiciones.
Violet rompe en llanto y eso por alguna razón me hace sentir como si fuese la peor porquería que habita la tierra. La atraigo hacia mí y le abrazo. Ella recuesta la cabeza sobre mis pectorales y llora, tratando de buscar una salida para lo que le ha pasado al perrito. Desde que la conozco ha aguantado cualquier cantidad de cosas sin romper en llanto. Mientras la acechaba a la distancia me daba cuenta de lo fuerte que era, porque con todo lo que le pasaba rara vez la veías romperse. Pero esta vez es distinto, apenas vio que el perrito había sido herido no pudo contenerse. Una criatura pura, preocupada por otra, porque siendo honesto Romeo no tiene la culpa de haber sido la mascota del profesorcete.
—Tranquila, nena. Yo voy a curarlo.
—¿Puedes hacerlo?
—Claro que sí. —La tranquilizo, sus bonitos ojos me observan como si fuera una especie de salvador recién caído del cielo.
Pero lo cierto, es que no sé si pueda salvar a Romeo. Ha perdido mucha sangre, no sé si tenga suficiente anestesia en el laboratorio y la herida no luce para nada bien. En el caso de los animales, las intervenciones quirúrgicas tienen un riesgo mucho más alto.
Si te gustó el capítulo por favor, vota y comenta. Ayudas a otros a descubrir la historia y significa un montón para mí. Gracias por leer. Te recomiendo agregar la historia a tu lista de lectura, por si la aplicación falla y la historia se borra de tu biblioteca.
Instagram: Dariagne.
Tik tok: Lectorasdedari
Grupo de Facebook: Lectoras de Dari
Me disculpo por la ausencia, tenía algunos compromisos de contrato que cumplir y eso me mantuvo un poco inactiva.
Ahora sí regresaron las actualizaciones.
Trataré de traer capítulo cada semana, aunque no sean tan largos.
Ando corta de tiempo, pero les prometo esforzarme más para tenerles capítulos.
Las quiero <3
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro