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Capítulo 13


Multimedia: Procedimientos para llegar a un común acuerdo- Pxndx( esta canción define demasiado a Evil Liam JAJAJAJJA) 

Narra Evil Liam

Y, al fin llegamos. Cualquiera pensaría que lo más lógico si te enteras de que habrá un huracán es quedarse a salvo en casa, viendo qué sé yo un documental sobre asesinos seriales peligrosos para relajarte, pero no, en mi caso me tocó venir al buscar a un perro a través del vendaval y ni siquiera me lo agradecen lo suficiente ya que...

—¡Tardamos demasiado a este paso Romeo debe estar muy asustado! —ruge Violet indignada, mientras le echa un vistazo al torrente de agua que corre sobre la acera.

—Como si me importara lo que sienta el perro. —Muevo el timón hacia la derecha y voy acomodando el auto para estacionarme.

—Ahora que lo pienso, prefería al Liam de antes, al menos trataba bien a Romeo y a mí.

—Si quieres una historia de cuento de hadas, escríbela, mándasela a una editorial y que la vuelvan película, pero conmigo ese tipo de cosas ya no sucederán.

—¿Por qué has cambiado tanto? —Absorbo una bocanada de aire antes de girarme para mirarla.

—¿Te parece un buen momento para discutirlo?

Sus ojos se desvían hacia el edificio en el que vivió durante cuatro meses con el profesorcete. Parece estar evaluando lo que le dije. Sólo a ella se le ocurre ponerse a pelear conmigo con un huracán en puerta.

El cielo se ha convertido en una alfombra oscura repleta de destellos eléctricos que centellean cada dos minutos. Si sufriera de sensibilidad excesiva a la luz, ya me habría empezado a marear. Auguro que este huracán será todo menos pacífico y si Violet sigue perdiendo el tiempo, me temo que tendremos que quedarnos a dormir en el departamento de mi otro yo. No me apetece hacerlo, sobre todo cuando lo tengo encerrado en el sótano.

El aguaje ha subido bastante de nivel, calculo que en una hora más, esto estará completamente inundado. De no ser porque el motor y la potencia de mi auto es demasiada, nos habría costado llegar.

A este paso necesitaremos equipo de buceo para salir bien librados.

Le miro como si le hubieran salido nueve cachos.

—Tienes razón, iré por Romeo, no quiero que siga pasándola mal con la tormenta.

—¿Es en serio? Tuve que hacer mil malabares para llegar aquí a causa de la clima, por poco nos estrellamos contra un poste porque no se veía nada y lo único que te preocupa es que al perro no lo asusten un par de truenos. Parece que quisieras más a ese animal que a mí. Pero en fin, al menos dejarás de perder el tiempo.

—Llámalo por su nombre. —Su expresión desdeñosa no intimida ni a un gatito de un mes de nacido. —Se llama Romeo y cualquiera querría más a Romeo que a ti.

Sigue molesta por lo que pasó con Peter, pero bueno, ya lo superará. Aunque tratándose de Violet, me da la impresión de que es de esas mujeres rencorosas que te echan en cara que olvidaste hasta el aniversario de la primera vez que fueron a follar a un motel.

—Lo que digas, Violet. Bien, ve a buscar al estúpido perro y larguémonos de aquí.

Violet sacude el rostro, luego parpadea dos veces seguidas, hace un gesto de incomprensión con la boca y emite un chasquido con la lengua. Me da la impresión de que mis palabras la impactaron mucho. Suele pasar.

—¿No vas a acompañarme? —suelta en un jadeo de asombro.

—¿Por qué habría de hacerlo? Tú fuiste quien insistió en venir a buscar al perro, yo cumplí con traerte.

—Pero Romeo es tu mascota, se supone que lo quieres mucho, pensé que habías venido a buscarlo por eso. —Ella empieza a soltar una respuesta agitada.

—Prácticamente me obligaste a venir, así que no te quejes.

—Bien, iré yo sola. Es inaudito que después de cómo te comportaste con Peter, ni siquiera te dignes a ayudarme con lo de Romeo. —A juzgar por la forma en lo que lo dice, si pudiera me dispararía por ser un padre perruno irresponsable.

—Ya dijiste que nunca me perdonarías lo que pasó con Peter, no entiendo para qué sigues hablando de eso si jamás cambiarás de postura "doña rencores".

—Eres insoportable.

—Lo dice la que protesta y se enoja por todo. Al menos yo soy carismático y tomo todo con humor, tú en cambio te enojas hasta porque respiré demasiado rápido.

Ella blanquea los ojos y abre la puerta del auto. Una brisa gélida y abrumadora entra de golpe al auto. Siento como si alguien hubiera colocado un cubo de hielo contra mi mejilla con intenciones de congelarla. Estiro la manga de mi camisa hasta que mi brazo queda completamente cubierto y a salvo de la ventisca. Resfriarme no está entre mis planes recientes.

Le echo un vistazo al vestidito que Violet lleva y me convenzo de que si sale con eso puesto, le espera una pulmonía y yo tendré que lidiar con ella en ese estado. Convertirme en su enfermero personal no es mi meta de vida, así que me apresuro a detenerla y evitar otra catástrofe, ya que es muy dada a ser perseguida por la desgracia.

—Ególatra arrogante. —La oigo refunfuñar cuando pone un pie fuera del carro.

Ella se estremece y antes de que cierre la puerta, tomo uno de los dos abrigo que traje, me deslizo sobre el asiento del auto y salgo del carro, lo rodeo y alcanzo a Violet un par de segundos después.

—Toma. —Le toco el hombro y le paso el anorak blanco. Ella lo evalúa durante dos segundos y lo agarra de mala gana.

La lluvia nos taladra la cabeza con gotas salvajes que aplastan todo lo que alguna vez estuvo seco. La tela del traje se pega al cuerpo de Violet, toqueteando las curvas que tanto me gustan, mi polla se remueve agradecida por tener un nuevo vistazo de ese cuerpo que me enciende. Se me seca la garganta y me convenzo de que tal vez no fue tan mala idea traerla después de todo.

—Trajiste un abrigo, ¿pero olvidaste el paraguas, genio? Parece que no puedes hacer nada bien. —protesta. Siento que nunca se puede quedar bien con ella.

—Al menos hice algo coherente, traje un abrigo, no como otras que sólo sirven para quejarse y no aportan nada.

—Bueno, apresúrate que estamos demorando demasiado. Ya de por sí tardamos porque alguien por ahí no es buen conductor y nos costó llegar a buena hora.

—¡Deja de darme órdenes!

—Entonces no actúes como si las necesitaras.

Me tiene harto con su actitud grosera y caprichosa.

Entramos al edificio, no hay nadie en recepción que nos quite tiempo, por lo cual caminamos hacia el ascensor. Siempre me han parecido de muy bajo presupuesto ese par de plantas artificiales que colocaron a cada lado del ascensor. No es como si la familia no tuviera presupuesto para darle mantenimiento a flores naturales. Qué vergüenza.

Ojeo a Violet, ella sigue molesta conmigo y ni siquiera se digna en mirarme. Yo hago lo mismo. Encima de que me hizo venir en una situación riesgosa a buscar a un pulgoso, se pone mandona e intratable. No pienso tolerar sus niñerías.

Se siente como si ella hubiera construido un muro de hielo entre ambos, algo que no debería importarme demasiado si no estuviese viendo lo erectos que lucen sus pezones a causa del frío. Imaginar lo delicioso que será chuparlos, provoca que me ponga aún más duro.

—Agradecería que dejaras de mirarme de forma tan lasciva. Respétame un poco al menos.

—Y yo deseo que dejes todo ese malhumor, pero no se puede tener todo en esta vida, cariño. —Así que sigo degustando la delicia visual que representa y me importa bien poco su actitud.

—Tampoco me digas cariño, que ambos sabemos que eso es lo menos que sientes por mí.

—¿Algo más que quiera su majestad?

Hago una reverencia teatral en su dirección, Violet me mira como si quisiera cortarme la mano y frunce el ceño mientras recuesta su espalda a la pared platinada. La frialdad que le devuelve el metal, chocando contra su traje empapado la hace saltar, y yo no puedo evitar soltar una carcajada, mientras la veo tiritar y refunfuñar entre dientes sobre un inútil que no trajo paraguas.

—¿Quién te dijo que podías reírte? —me riñe como una autómata en modo: renegaré de todo lo que hagas, aunque se trate de hacer caridad en una calle africana.

—Mis bolas me lo sugirieron y yo nunca ignoro lo que me dicen.

—¡Grosero!

—¡Histérica!

El ascensor empieza su tránsito y Violet no deja de mirarme con mala cara. Me pregunto sobré qué querrá pelear ahora, le ahorraré el trabajo.

—¿Qué pasa? —pregunto.

Ella resopla molesta y me observa como si quisiera pedirme algo, pero su orgullo se lo impide.

—Es que...

Sigo esperando.

—No sabía que el frío te volvería tartamuda, haberlo dicho antes, te habría comprado un igloo de regalo navideño.

—¿No puedes estar cinco minutos sin provocarme?

Alzo una ceja.

—¿Provocarte? Yo no necesito hacer eso, basta con meter un dedo entre tus pantaletas para saber que el hecho de que estemos peleando tanto te tiene excitada.

Violet contiene el aliento como si la hubiera atrapado en algo indebido y me aproximo hacia ella, estoy molesto, caliente y harto de sus groserías. Si me la cojo en este ascensor seré placentero y castigador.

—No hablo de ese tipo de provocación yo...—La empujo contra la pared y tomo sus brazos con una de mis manos, restringiendo todo tipo de protesta y movimiento de su parte.

Tenerla así, desarmada y gruñona aumenta mi lívido.

¿Qué vas a hacer mocosa de mierda?

¿Podrás resistirte a lo mucho que me deseas?

—Me tienes harto con tu actitud, ¿y sabes cómo yo soluciono este tipo de situaciones?

Pongo un dedo sobre su clavícula y lo deslizo alrededor de esta. Violet entrecierra los ojos rindiéndose al placer. Le levanto el vestido y le abro las piernas para que sienta la erección que ha provocado. Su dulce aroma, sus jadeos y su humedad es lo único que necesito obtener de su parte. No pataletas, ni griteríos. La quiero a ella, aquí y ahora. Empapada, molesta y caliente.

—Te detesto. —La callo con un beso y ella me responde al instante. Hay mucha rabia, deseo e indignación en la forma feroz en la que su lengua domina a la mía. No me da espacio, es ella quien manda y dictamina todo respecto a este beso. Su dulce sabor es una droga que me altera por completo y me mueve a su ritmo. No me gusta perder terreno a la hora de succionar la boca de alguien, pero lo que Violet está haciendo me tiene completamente eclipsado y maravillado. Su beso es brusco, necesitado y es como si quisiera darme a entender que me odia, pero que a la vez no puede estar sin mí.

—¿Sabes qué hago yo con los coños cuando me hacen enojar? —El beso termina y pocos segundos después otro empezará.

Ella cierra la boca y sospecho que ha tragado en seco. El ambiente se carga de un aura sexual, intensa y sofocante. Me vale mierda cuánto frío haga, voy a calentarme metiendo mi polla en ese coño sabroso que tiene y ambos entraremos en calor de la mejor manera posible.

—Te voy a coger tan duro que se te va a olvidar lo enojada que estabas conmigo.

—No me importa lo que digas, esta vez seré yo quien te utilizará para darse placer. No eres más que un pene entre los tantos que vendrán.

Sus palabras despiertan mi lado más primitivo. Imaginar a otro imbécil en su interior me altera, rellena mis venas de lava volcánica. La sola idea de que algún idiota la desnude y la haga suya, remueve al asesino que ha habitado durante cinco años en mí. Está pisando terreno peligroso y no parece arrepentida.

—Le cortaré la polla a cualquier hombre que se acerque, ¿Me entiendes? Tú eres mía mocosa de mierda. Y no quiero a ningún imbécil rondándote, porque la muerte será lo próximo que le abrace.

—¿Crees que porque perdí la virginidad contigo voy a quedarme para siempre a tu lado? Estás muy equivocado, en cuanto pase todo este desastre pondré tierra de por medio entre tú y yo.

—Veamos si puedes hacerlo cuando tu vagina me extrañe y quieras montarme.

Le muerdo la boca de forma feroz y ella suelta un jadeo, mientras sacude su monte de venus sobre mi polla.

—No eres el único que tiene un pene en el mundo.

—Pero es el único al que has dejado entrar en ti y eso, preciosa es algo que las mujeres sentimentales como tú, jamás olvidarán.

Meto los dedos entre sus panties y siento la fría humedad deslizarse entre mis dedos, cuando toco la punta de su clítoris. Coloco la yema empapada sobre mi lengua y saboreo lo que provoco en su canal. Una de las cosas que me enloquece de esta maldita mocosa es lo lista que siempre está. La facilidad con la que lubrica y lo preciosa que luce cada vez que una de mis frases ensucia su oído. Me gusta contaminarla, pervertir la luz indescriptible que emana y convertirla en algo insano que combine mejor conmigo.

—Eres una maldita bruja caprichosa y detesto que eso me guste tanto.

—No importa cómo me toques o qué tan bien suenen tus palabras, eres pasajero al igual que los orgasmos que alguna vez has provocado en mí.

Tiene una maldita forma de encenderme que nunca antes había experimentado. No sé si qué deseo más, si matarla o follarla.

Paso saliva por mi boca y me inclino hacia ella.

—Nunca seré pasajero en tu vida, porque soy y seré siempre el primero. No importa cuántos aparezcan o intenten seducirte, soy el primero al que tu coño recibió, mojó y calentó.

—No importa quién sea el primero, sino el último. —Me gusta lo descarada y ruda que está siendo.

Ella puede decir lo que quiera, pero sólo hay una cosa que podrá alejarla de mí. La muerte, del resto, no dejaré que nadie más se le acerque. Aunque tenga que matarlo. Mis amenazas nunc son en vano.

—Una vez que un monstruo te ha marcado, eres suya para siempre.

Justo cuando estoy a punto de romper sus bragas el ascensor se abre y Violet rompe el hechizo apartándome bruscamente.

—No te aproveches de la situación para hacer gala de tus sucios juegos.

—Pues no parecías demasiado incómoda con mis juegos hace unos segundos.

El pantalón empieza a apretarme cada vez más y la puerta del ascensor ni siquiera ha terminado de cerrarse cuando la empotro contra la pared. Palpo su cuerpo, el cual me muero por recorrer y dejo que el deseo que siento por ella se desborde por todo mi ser. No alcanzo a definir qué diablos me ata a ella, por qué la respiración se me corta cuando estoy a punto de meter la lengua en alguna parte de ella. Por qué me hipnotiza y me debilita tanto.

—Eres mía Violet, aunque tenga que apagar las llamas del infierno para demostrarlo. Tu vida me pertenece y todo lo que eres. No vuelvas a decir que estarás con otro, porque soy capaz de matarte antes de que suceda.

Le doy un beso salvaje y necesitado, no puedo controlarme. No sé en qué momento mi obsesión por ella se transformó en esto tan indescriptible. Es como si mi oscuridad se sintiera a gusto a su lado. Su sabor, su boca, la suavidad de su lengua húmeda adaptándose a la mía.

Nuestro beso termina y ella me mira intensamente. Entrecierro los ojos y suspiro, tratando de controlarme.

—Esto se está convirtiendo en algo muy tóxico. Todas las amenazas que estás soltando, tu actitud, todo en ti es diferente y no sabes cuánto deseo entender por qué te comportas de esta forma. Lo que le dijiste a Peter sobre mí, tu ira. A veces siento que me odias y que en cualquier momento acabarás conmigo si no te doy lo que quieres, es abrumador.

—Créeme que yo tampoco lo entiendo, lo único que puedo decirte es que no me gusta para nada la idea de que te vayas con otro.

—Es demasiado tarde, Liam. Hiciste demasiado para provocarlo. La observo en silencio. Porque no sé qué decirle. Esto es lo que soy actualmente, alguien que mata para que las cosas salgan a su modo. No puedo modificar mi forma de ser por mucho que quiera porque es lo que me sostiene. No me sentiría cómodo siendo un tipo dócil, amoroso y atento sólo para que ella me permita seguir teniéndola.

—¡Violet! —Oigo una voz femenina a mis espaldas. —Al fin te encuentro. —La añoranza en su forma de hablar, el cariño y una pizca de locura, me da a entender que no está del todo recuperada.

Echo un vistazo al final del pasillo y abro los ojos completamente impactado. No necesito analizarlo por demasiado para saber que la mujer que acaba de llegar sólo traerá problemas y de los grandes.

Maldita sea.

Llegó en el peor momento posible.

No hace falta ser un vidente dotado para saber quién la trajo aquí y con qué objetivo. 

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Hola, estoy de vuelta, pero  de a poco. Mi recuperación ha sido complicada. Terminé el tratamiento contra la bacteria estomacal, pero estos empeoraron mi gastritis. Hice un esfuerzo enorme para traer este capítulo. Agradezco su paciencia y les pido que me tengan un poco más. Aún no estoy al cien de mis capacidades y traeré capítulo cuando mi salud lo permita. Te

Habiendo dicho esto.

¿Quién creen que sea la señora que apareció?

Escribir las peleas de Violet y Evil Liam es lo que más me entretiene de esta novela JAJAJAJAJAJ

¿Qué opinan de la actitud de Violet?


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