Toby se pasaba de un lado a otro frente a la puerta del baño, los dedos tamborileando nerviosamente contra sus piernas, los músculos tensos. Cada paso era una batalla contra la ansiedad que se le acumulaba en el pecho, como si todo su ser estuviera a punto de colapsar. Y, sin embargo, estaba aquí, esperando lo que parecía un juicio final sobre su futuro.

Dentro del baño, Natalie sostenía el test entre sus manos temblorosas. Sus ojos recorrían el pequeño objeto  plástico, pero sus pensamientos no podían enfocarse. La realidad de lo que tenía entre manos la abrumaba. Un posible embarazo, algo que nunca había considerado seriamente, la golpeaba de lleno. No sabía por qué sentía tanto miedo. Era solo un test, un objeto tan pequeño que debería haber sido algo trivial, pero, en ese momento, parecía el centro de su universo.

Sentía el peso del futuro presionando sobre sus hombros. ¿Sería capaz de ser madre? ¿Cómo cambiaría su vida? ¿Y cómo afectaría eso a su relación con Toby?

Miró el test y vio el resultado. Exhaló lentamente, intentando calmarse. Tomó el mango de la puerta, lo giró y lo abrió. Cuando la vio, Toby dio un paso hacia ella, como si no pudiera esperar más. Su rostro estaba tenso, su expresión tan seria que le hizo notar lo mucho que temía lo que pudiera decirle.

—Si estás embarazada…— su voz tembló, —N-No tengo idea de cómo lo haremos, pero estaré contigo! Siempre estaré a tu lado. No puedo prometer que será fácil, pero puedo prometer que no te dejaré sola.—

Natalie, sorprendida por la firmeza de sus palabras, parpadeó, su rostro enrojeciendo. Era imposible no notar cuán profundamente comprometido parecía con ella, aún sin saber el resultado.

Toby, al ver su reacción, dio un paso hacia ella, queriendo decir más, pero no sabía cómo. —Te apoyaré en todo. No me importa lo que pase. Estaré aquí para ti.

Natalie apenas podía asimilar lo que él estaba diciendo. El amor que transmitían esas palabras era tan puro, tan abrumador, que por un momento olvidó por completo la razón por la que había ido al baño en primer lugar. Solo pensaba en la mirada en los ojos de Toby, en la sinceridad de su voz.

— Oye, tranquilo amigo— murmuró tratando de aliviar el ambiente, aún sin saber cómo manejar la oleada de sentimientos que la invadían. —No estoy embarazada.

Un destello de sorpresa cruzó el rostro de Toby, como si hubiera perdido el aire por un segundo. Se quedó en silencio, incapaz de procesar lo que acababa de escuchar. Luego, con un suspiro de alivio, se llevó una mano al pecho, como si el peso de todo su cuerpo hubiera desaparecido de golpe.

—Gracias a Dios,— murmuró, casi riendo por la tensión acumulada. —Sentí que iba a desmayarme.

Natalie lo observó, sus labios curvándose en una sonrisa involuntaria. A pesar de la incomodidad del momento, algo en ella se relajó al ver la expresión de Toby. Sin embargo, cuando recordó lo que él había dicho, su sonrisa se desvaneció, dejando paso a una reflexión interna. Él realmente estaría a su lado, sin importar lo que hubiera ocurrido.

—Toby…— dijo con voz suave, acercándose un paso hacia él. —Lo que dijiste antes… ¿lo harías realmente? ¿Si hubiese sido positivo?

Toby la miró fijamente a los ojos, y por un momento, todo a su alrededor pareció desvanecerse. No había duda en su mirada, no había vacilación. Solo estaba ella, y él sabía lo que sentía. —Claro. No me importa lo que pase, quiero estar a tu lado. No necesito nada más.

El aire en el pasillo se espesó con un silencio cargado de algo más profundo, algo que ya no necesitaba ser dicho. Natalie sintió su pecho apretarse, y sin pensarlo demasiado, se acercó a él, apoyando la cabeza contra su pecho. En ese abrazo, lo único que importaba era el latido de sus corazones.

—Te amo,— susurró, sin pensarlo, como si esas palabras hubieran estado esperando salir durante mucho tiempo. Se sorprendió a sí misma, pero era la verdad, y no pudo evitar sentir que tenía que decirlo en ese preciso momento.

Toby se quedó inmóvil, sintiendo el peso de las palabras de Natalie. Nunca antes alguien le había dicho algo tan sencillo, pero tan profundo. Una pequeña sonrisa apareció en sus labios, un gesto genuino, lleno de ternura. Deslizó suavemente sus dedos por la mejilla de Natalie, como si tocara algo frágil, algo que nunca quería dejar ir.

—Te amo,— repitió, con la misma sinceridad, aunque las palabras sonaron más suaves, más cargadas de emoción que antes.

Y así, en ese estrecho pasillo, en medio de la incertidumbre del futuro, se quedaron juntos, abrazados. No había necesidad de más palabras. No importaba lo que el futuro les deparara, porque en ese momento, solo existían ellos dos. Y aunque el camino por delante podría ser incierto y desafiante, tenían claro que lo recorrerían juntos.