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TRES

Jungkook estaba tendido en la cama, con la mirada fija en el techo mientras sus pensamientos vagaban en un torbellino. La experiencia que acabábamos de compartir aún vibraba en el aire, cada recuerdo alimentando el fuego que crecía entre nosotros. Sin embargo, no podía dejar de sentir una mezcla de ansiedad y emoción por lo que había sucedido. Sabía que este era un momento que cambiaría nuestras vidas para siempre.

—Tae… —dijo Jungkook, su voz suave y un poco temerosa, como si quisiera decir algo más.

Lo miré a los ojos, intentando leer su mente. Podía ver la confusión y la vulnerabilidad reflejadas en su mirada. Sin pensarlo dos veces, decidí que era momento de tomar la iniciativa. Me senté sobre él, mis rodillas a cada lado de su cintura, haciendo que su cuerpo se arquease ligeramente hacia arriba, creando una conexión más intensa.

—¿Te gustaría intentar algo más? —pregunté, mordiéndome el labio mientras mi corazón latía con fuerza. El deseo y la inseguridad se entrelazaban en mi pecho, pero la curiosidad era más fuerte.

Sus ojos se iluminaron con un brillo que no había visto antes, como si una chispa de deseo se encendiera en su interior. Con un movimiento ágil, lo dejé tomar el control mientras me levantaba un poco, haciendo que mi trasero se acomodara mejor sobre él.

—TaeTae… —murmuró, sus manos aferrándose a mis caderas mientras comenzaba a moverse lentamente hacia arriba y hacia abajo, creando un delicioso roce entre nuestros cuerpos. Cada movimiento era como una corriente eléctrica, una conexión palpable que llenaba la habitación.

Al principio, el movimiento era suave y tierno, como si estuviera tratando de descubrirme de nuevo. La sensación de su cuerpo contra el mío era electrizante. El deseo se apoderó de mí, y pronto, el ritmo se intensificó. Mis manos se aferraron a su pecho, sintiendo los latidos de su corazón, que se aceleraban con cada embestida. Era un sonido que me llenaba de felicidad; su ritmo, un eco del nuestro.

—Así está bien, Ggukie. —Lo alenté, dejándome llevar por la mezcla de placer y anticipación, sintiendo cómo la conexión entre nosotros crecía más fuerte con cada movimiento. Era como si estuviéramos tejiendo una nueva realidad, un hilo de deseo que nos unía.

Mostraba una mezcla de concentración y placer. Me encantaba ver cómo se entregaba al momento, cómo sus ojos brillaban con cada caricia.

Quería que supiera cuánto significaba para mí. Cada roce, cada susurro era un paso hacia un vínculo más profundo, un lazo que unía nuestras almas. Así que, mientras lo animaba a seguir, le recordaba con gestos sutiles lo mucho que lo deseaba.

—Sigue así —le respondí, acariciando su cabello mientras mi cuerpo se movía al unísono con el suyo. La habitación se llenó de sonidos de placer: gemidos suaves, suspiros entrecortados y murmullos de complicidad.

A medida que avanzábamos, la tensión en el aire aumentaba, y podía sentir cómo el placer se acumulaba en nuestros cuerpos. Jungkook aumentó el ritmo, sus movimientos ahora eran más firmes y seguros, llenos de una confianza que me hacía sentir aún más deseado. Cada empuje me llevaba más cerca de un clímax que sentía inevitable.

—Estoy cerca —jadeó, su voz entrecortada, y su expresión se tornó más intensa.

—Yo también —respondí, sintiendo cómo el calor se acumulaba en mi abdomen, un nudo apretándose a medida que nos acercábamos al final.

La conexión que compartíamos era abrumadora, cada caricia y cada roce intensificaban nuestro placer. Mi cuerpo temblaba bajo su control, y la sensación de tenerlo a él encima de mí era una mezcla perfecta de poder y entrega. El mundo exterior desapareció, y solo existía ese instante, esa conexión.

Cuando finalmente alcanzamos nuestro clímax, la habitación se llenó de gemidos compartidos, y el tiempo pareció detenerse.

Jungkook colapsó a mi lado, ambos jadeando y exhaustos. La atmósfera estaba impregnada de una satisfacción indescriptible, y una sonrisa se dibujó en mi rostro mientras lo miraba a los ojos. Me sentía en paz, como si hubiera encontrado mi lugar en el mundo.

—¿Cómo te sientes? —pregunté, acariciando su mejilla con ternura. Quería asegurarme de que todo lo que habíamos compartido fuera tan significativo para él como lo era para mí.

—Increíble —respondió, sonriendo de vuelta, sus ojos brillando con satisfacción—. Nunca pensé que esto sería así de intenso.

Mientras la calma envolvía la habitación, el silencio se llenó de palabras no dichas. La intimidad que compartíamos nos había llevado a un nuevo nivel de confianza y vulnerabilidad.

—¿Te parece si hacemos esto de nuevo? —pregunté con una sonrisa traviesa, sintiendo cómo la chispa de la aventura aún brillaba en mis venas.

Jungkook soltó una risa suave, y el brillo en sus ojos reflejó tanto deseo como ternura. —Definitivamente.

Nos quedamos en silencio por un momento, simplemente disfrutando de la cercanía. La habitación estaba en calma, pero mi mente estaba llena de pensamientos. ¿Qué significaba esto para nosotros? Habíamos cruzado una línea y sentía que eso afectaría más en mí. En ese momento, supe que habíamos creado un vínculo que era irrompible.

De repente, la luz de la luna se filtró a través de la ventana, iluminando su rostro y creando un aura mágica a su alrededor. Me acerqué, dejando un suave beso en sus labios.

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