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DOS

Jungkook llegó a mi casa casi sin hacer ruido, como si lo hubieran guiado mis pensamientos más oscuros. Apenas cerró la puerta que había dejado ligeramente abierta para él, lo tomé de la mano y lo llevé directamente a mi cuarto, sin decir una palabra. Esta vez no habría barreras, ni ropa que separara nuestras pieles, ni miedos que nos frenaran.

Nos besamos de inmediato, con una desesperación que nunca antes habíamos sentido. Cada caricia, cada roce de nuestros cuerpos aumentaba la tensión que se acumulaba entre nosotros. Jungkook me empujó suavemente contra la pared, su cuerpo presionado contra el mío, sus manos recorriendo mi espalda con una mezcla de ansiedad y deseo.

—Tae... —murmuró, deslizando sus manos bajo mi camiseta, sus dedos dibujando líneas invisibles en mi piel-. Esta vez quiero llegar hasta el final.

Mis ojos lo observaron, y en su mirada había una intensidad que hacía imposible resistirse. Asentí en silencio, dándole la aprobación que buscaba, dispuesto a seguirlo hasta donde ambos deseábamos ir.

Con movimientos ágiles, me quitó la parte superior del pijama y sus labios bajaron rápidamente hasta mi pecho, dejando pequeños besos y mordidas. Cada toque enviaba ondas de placer a lo largo de mi cuerpo. Lo que sentía era casi insoportable, como si mi cuerpo estuviera al borde de la explosión solo con sus caricias.

Jungkook me miró un momento, un rastro de duda en sus ojos antes de hablar.

—Compré preservativos —dijo, sacando uno de su bolsillo, rompiendo el envoltorio con los dedos.

Lo observé mientras se lo ponía, su cuerpo temblaba ligeramente. Sabía que era su primera vez tomando este papel, y el hecho de que estuviera dispuesto a hacerlo conmigo hacía que mi corazón latiera aún más rápido.

Una vez que estuvo listo, me tumbó en la cama con cuidado, sus labios volviendo a encontrar los míos en un beso profundo mientras sus manos acariciaban mis muslos, separándolos lentamente.

—¿Estás seguro de esto? —le pregunté, mi voz era un susurro lleno de preocupación.

Asintió sin dud y mi cuerpo ya deseaba lo que estaba por venir.

Jungkook apoyó una mano en el respaldar en la cama y comenzó a entrar en mí con cuidado, empujando lentamente. La primera sensación fue una mezcla de dolor y placer. Mi cuerpo reaccionó al contacto, tenso, pero al mismo tiempo, mis músculos se relajaron con cada movimiento que hacía, acostumbrándose poco a poco.

Pero pude ver en su rostro que él también estaba experimentando algo nuevo. Aunque tenía el control, sus facciones se tensaron por el esfuerzo, sus labios se entreabrieron, dejando escapar un jadeo mientras su cuerpo se adaptaba a la sensación. Sabía que también estaba experimentando una mezcla de dolor y placer al ser la primera vez que estaba en esta posición.

—Duele un poco... —murmuró, sus movimientos ralentizándose mientras intentaba encontrar un ritmo que fuera cómodo para ambos.

—Es normal. —Le acaricié el rostro, mi voz suave—. Sigue despacio, te acostumbrarás.

Él asintió, sus manos aferrándose con más firmeza a mis caderas mientras empujaba de nuevo, esta vez más profundo. El dolor inicial comenzó a disiparse, dejando solo una sensación cálida y abrumadora que recorría mi cuerpo. Al verlo esforzarse, un gemido bajo escapó de mis labios, mis dedos se enredaron en su cabello, tratando de aliviar la tensión que ambos sentíamos.

—Jungkook... –jadeé, mi voz apenas audible mientras el placer comenzaba a superar cualquier incomodidad.

Lentamente, comenzó a moverse con más fluidez, sus embestidas más profundas, pero aún manteniendo un ritmo suave. Podía ver en su expresión que la incomodidad inicial también estaba disminuyendo para él. Sus músculos se relajaron, y su rostro se suavizó cuando finalmente el placer comenzó a dominar.

—Tae... —susurró, inclinándose para besarme con una pasión renovada mientras sus caderas seguían moviéndose rítmicamente.

Ambos estábamos sumidos en el momento, cada uno adaptándose al cuerpo del otro, encontrando un ritmo en el que el placer superaba cualquier dolor. Sentía cómo mis piernas rodeaban su cintura, apretándolo contra mí, queriendo sentir más de él, más profundo, más intenso.

—Te amo... —jadeó Jungkook, sus movimientos acelerándose a medida que ambos nos acercábamos al clímax.

Mis manos recorrieron su espalda, sintiendo el sudor perlado en su piel mientras mi cuerpo temblaba debajo del suyo. Mi respiración se volvía más irregular con cada segundo, y sabía que estaba al borde. Jungkook, sintiendo lo mismo, aumentó el ritmo, sus embestidas ahora eran rápidas, casi frenéticas.

No podía contenerme más. Con un gemido ahogado, mi cuerpo se arqueó debajo de él, el orgasmo me atravesó con una intensidad que no había experimentado antes. Sentí cómo todo mi cuerpo se tensaba y luego se relajaba, mis piernas temblaban mientras el placer me recorría por completo.

Jungkook llegó al clímax poco después, su cuerpo estremeciéndose mientras se dejaba llevar por la oleada de placer. Sus gemidos llenaron la habitación, y por un momento, todo lo demás desapareció. Solo estábamos él y yo, perdidos en ese momento, en el calor del otro.

Cuando todo terminó, Jungkook se quedó un momento sobre mí, ambos respirando con dificultad. Poco a poco, salió de mí con cuidado, retirándose el preservativo y tirándolo en la basura junto a la cama.

—¿Estás bien? —preguntó con una sonrisa suave, aunque su rostro aún mostraba rastros de incomodidad.

Asentí, sonriendo de vuelta. —Perfecto, ¿y tú?

—Dolió un poco al principio... —admitió, recostándose a mi lado y abrazándome—. Pero valió la pena.

Nos quedamos allí, en silencio, nuestros cuerpos todavía unidos por el calor compartido. En ese momento, supe que no solo habíamos cruzado una barrera física, sino también emocional. Nos habíamos entregado el uno al otro de una forma que no tenía vuelta atrás.

Y tenía miedo de que algo cambiara entre nosotros, no quería perderlo luego de esto.

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