4. "Efímero"
CAMILA GONZÁLES.
Año 2020.
Los días en el bachillerato eran como siempre; aburridos.
Excepto que Lucía los hacía más divertidos.
Ella era mi adicción.
-Venga, tomemonos una foto así con estos filtros -dijo ella.
-Dale.
Y eso hicimos. Eran filtros bastante extraños, pero que de alguna manera, eran graciosos a simple vista.
Y así estuvimos hasta que terminó la primera clase. Todavía no había rastros de Melly.
-¿Che que le pasó a Melanie? -le pregunté a Lucía.
-No lo sé. No responde los mensajes. Seguro se quedó dormida otra vez.
-Es lo más seguro.
***
-¡Menuda hora en la que llegas! -dijo Lucía en cuanto apareció Melanie. -Pensamos que te había pasado algo. No nos avisaste que llegarías tarde.
-Tipo, Lucía y yo flasheamos que te quedaste dormida -dije.
-¡Si pero no! -contestó. -¡Me desperté tarde y luego el bus no llegaba! ¡Y después un señor gordo me aplastó! ¡Y...!
-Tía, habla más despacio -comentó Lucía. -Una cosa a la vez. A ver, dices que te levantaste tarde y que en el bus te aplastó un señor gordo.
-¡Si! ¡Era bastante gordo! ¡Se los juro! ¡Parecía eso de los zumos!
-Vale, vale -habló Lucía-. ¿Y después?
-¡Y después tropecé con Allison y ella vió un dibujo que me hizo el bobo de mi hermano! ¡¿Pueden creerlo?!
-Seguro que no es grave. A ver, muestralo -dijo Lucía.
-¿Lo ven? -dijo sacando el dibujo de su mochila.
-Okey, si es grave -dijo Lucía.
-¡SI! -exclamó Melanie.
-Pero igual no pasa nada, solo debes decirle "oye che sé más discreto con tus peticiones" -comenté yo como alternativa.
-Nunca lo hace -dijo exhausta.
Continué leyendo lo que yo consideraba mi biblia, Cazadores de Sombras. Hasta perderme en mi imaginación y en las letras de los capítulos.
-Eh, ¿qué piensas de Allison, Melly? -preguntó Lucía. Yo seguía leyendo.
-Realmente no pienso nada sobre ella -contestó Melanie.
-¿Y ayer escuchaste a la chica que toca el piano? -cuestionó.
-Sí, espero que hoy vuelva a tocar el piano -respondió.
-Te has pillado.
-Nah. No lo estoy.
Esa pianista parece que le gusta a Melly.
***
No pasó mucho hasta que entró la profesora de Literatura al salón. Yo guardé mi libro ante su presencia.
-Buenos días jóvenes -nos saludó-. El día de hoy van a hacer un trabajo por equipos. Harán una exposición sobre algunos temas de la página 80 a la 90, conforme me vayan diciendo los nombres de los participantes de su equipo, yo les entregaré los temas. ¿Alguien tiene dudas de lo que van a hacer?
Nadie respondió nada. Por lo que con eso concluyeron las instrucciones de la profesora y Lucía y Melanie y yo hicimos un equipo de tres. Nos dieron las páginas 85 y 86.
-¿Cómo nos dividimos el trabajo? -preguntó Melanie una vez nos organizamos.
-Lucía pasa información -hablé mientras colocaba el libro de Literatura en la mesa de Lucía-. Vos la escribes, y yo hago los títulos y la presentación. Y después si te cansas, alguien más escribe y ya si querés también podés ser vos la que dicte la información. ¿Les parece bien?
-Vale, está bien -dijo Lucía.
-Por mi también esta bien.
-Entonces empecemos -agregué.
Posteriormente comenzamos a trabajar, Lucía le dictaba información a Melly y yo me encargaba de organizar unas hojas en forma de cartulina. Posteriormente Melanie se canso de escribir y cuando eso sucedió, Lucía le dijo que ella escribía, así que simplemente Melly se sentó a descansar, mientras yo le dictaba la información a Lucía.
-¡Ya no puedo más! -dijo Lucía después de escribir dos parrafos-. Necesito descansar.
-No seas exagerada, Lu.
-¿Qué no sea exagerada? ¡Pero mira cuánta información es!
Solté una carcajada arrebatadora.
-Dale boluda.
-Escribe tú si dices que es poca información -comentó Lucía bromeando. -Venga, dime lo que sigue Camilita.
-Jajaja eres un caso perdido -añadí.
Mi caso perdido favorito.
Finalmente finalizó la clase, y Melanie necesitaba ir al baño. Así que nos dijo y nos fuimos volando literalmente hacia los baños.
-¿Crees que hoy toque el piano? -preguntó una de ellas mirándose en el espejo.
-No lo sé -contestó otra-. Creo que sí. Todos los días toca el piano.
-Ya quiero escucharla -dijo esa misma mina-. En la salida vamos al salón de música.
-Ya está -contestó su amiga.
-Hasta acá se te ve lo celosa -dijo Lucía.
-No lo estoy -respondió Melanie-. Solo es como con tus cantantes favoritos que no son muy conocidos, solo tú quieres conocerlos.
-Buen punto -habló Lucía. -Pero nadie puede negar lo celosa que estás.
-Qué va.
Todo el mundo sabe lo celosa que está Melanie.
***
Se acabaron las clases en un parpadeo.
Ahora tocaba regresar a casa.
Melanie no venía con nosotras, ya que fue a escuchar a la pianista.
Mientras tanto, caminaba a la par con Lucía sintiéndome avergonzada por dentro por nuestra cercanía.
Aún no me acostumbro a tenerla tan cerca.
-Ven a mi casa -me dijo.
Sonreí ilusionada.
-Dale.
Un momento después hablé:
-¿Y cómo vas con ese pibe?
-Todo bien. Me mola bastante.
-Ya veo.
Me gustaba verla ilusionada aunque no fuese por mi.
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