Jueves, 16 de septiembre
- ¡Aparta, hostia!
Genial. La payasa ya había llegado. En serio, la había conocido el día anterior y ya la odiaba.
- ¿Pero tú de qué vas?- le respondí, lanzándole una de mis miradas asesinas.
- Anda, pero si la Lili se ha enfadado...
Aghh, ¿pero qué clase de imbécil le llama Lili a una persona que se llama Leonor? Pero bueno, ¿qué pregunta es esa? ¡Solo la payasa!
Decidí ignorarla y seguir con mi vida en la cárcel de menores ( digo, colegio) , la cual consiste en maquillarme y pasar más tiempo en el baño mirándome en el espejo que sentada en mi pupitre.
Mis amigxs siempre intentan chincharme con el tema del baño, pero a mí no me importa. Lo que les ocurre es que están celosxs de lo guapa que soy. Como siempre dice la mejor persona que conozco ( yo): soy demasiado bonita para este mundo.
Abrí la puerta de la clase y salí al pasillo. Por suerte, el baño está literalmente a dos metros de mi aula, por lo que no tengo que caminar mucho con estos zapatos tan fashion, pero a la vez incómodos. Alejandro ( un amigo mío) , siempre me dice que parece que tienen tornillos y que debe de ser horrible llevarlos puestos, pero... No puedo darle la razón en lo de que no son buenos para andar, eso haría que mi dignidad se quedase por los suelos, así que le suelo dar una colleja y listo.
Una vez que entré en el cuarto de baño, me coloqué frente al espejo y saqué mi pintalabios de color cereza. Estaba acercándomelo a la boca cuando la payasa entró en escena, y me dio un empujón al pasar por detrás de mí. El resultado de todo esto fue... Sí, has acertado: acabé con una raya roja en toda la cara. Ayyy, cómo odio a esa niña.
Lo peor de todo no fue eso, sino que, como tocó el timbre, tuve que volver corriendo a clase para que mi tutora noe echase la bronca por llegar tarde. Y por supuesto, todo el mundo me vio con el pintalabios corrido. Aghhh, cómo odio mi vida. Te juro que algún día le voy a lanzar una silla a la cabeza a la tipa esa. 😡😡😡
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