CAPÍTULO 11
Cesar
Desperté y la vi, sonreí como idiota recordando lo sucedido, había sido fantástica, recordé su miedo al verme bajar e intentar hacerle sexo oral, pero me encanto que me entregara la confianza que eso requiere, porque así como hay mucha gente que lo practica como si nada, hay personas que deben entregarse para poder hacerlo, y sin querer y sin pensarlo había dejado una gran parte de mi en esta cama, mi corazón latía con fuerza, quería volver a hacerla mía, besarla, quería quedarme aquí, que me viera cuando despertase, que me diera un beso de buenos días y eso me aterro , en mi pecho sentí algo extraño, ha sido el mejor sexo de mi vida, no sé si su inocencia o poca experiencia fue lo que me hizo alucinar, me gusta saber que ella lo disfruto tanto como yo, me da miedo sentir más cosas por esta tía, no quiero que se ilusione con esto, sabía que tenía que volver a Madrid, y que apenas termine de hacer las cosas de la empresa, tendré que tomar una avión y dejarla aquí y no quiero herirla, cuando me toque marchar.
Decido levantarme de su cama y vestirme para poder ir a mi casa, no suelo dormir con las mujeres que me follo y no quiero que esta sea la excepción, aunque mi maldito corazón traicionero me rogaba que me quedara aquí, pero mi cerebro me recordaba las barreras, sé que debía haber sido más claro con ella antes de que ocurriera esto, juro que intente controlarme, pero cuando me invito a pasar, sus inseguridades me hicieron querer abrazarla y demostrarle lo hermosa que era, y lo que generaba en los hombre, no aguante las ganas y el deseo que sentí, deje que me consumiera y no pude alejarme de ella, necesitaba tenerla bajo mi piel, le doy un leve beso en la frente y me dirijo a mi casa, con un poco de culpa porque sé que cuando se despierte esperará verme ahí, y mi intención era borrar sus inseguridades no que crecieran más, pero no podía dejar mis barreras en aquella cama, necesitaba proteger mi vida y la de ella.
Era de madrugada, al llegar a casa me duche sin poder dejar de pensar en cómo me entregue con ella, sabía que había sido más que sexo, pero me repetía en mi mente que solo habíamos follado para no dejar caer aquellos muros que tanto me costó levantar, no logre dormir por la culpa de dejarla sola en su cama después de todo, después de una linda cena, después de consolarla y decirle que era hermosa e importante.
A la mañana siguiente siento sonar mi celular.
"cuando desperté esta mañana no estabas, ¿paso algo?, pensé que desayunaríamos juntos. Isa"
Mi corazón latió desbocado y mire hacia su casa, recordé sus labios y no pude evitar ver una imagen de ambos juntos desayunando, y haciéndola mía en aquella cocina después de desayunar, reprimí mis pensamientos y respondí de una forma que sabía que la lastimaría, necesita alejarme de aquí, siempre supe que ella era distinta, y lo había comprobado, logro derribar mis barreras de la nada, sin siquiera proponérselo, debía olvidarla, y dejar que esto quedara como una anécdota de una noche.
"no pasó nada, solo estoy acostumbrado a dormir solo. Cesar"
Pase bastante observando el mensaje y pienso si apretar enviar o no, y finalmente decido enviarlo.
Al pasar algunos minutos, escucho sonar mi móvil.
" ok, ¿nos vemos hoy? Isa"
aquella sensación en mi pecho nuevamente, mis malditas ganas de cruzar y decirle lo espectacular que lo pase anoche, lo delicioso que sería amanecer junto a ella y que me despertase con un beso y lo fácil que sería subirla a mi regazo después de haber despertado, pero tenía claro que no era una buena idea, terminare confundiendo más sus sentimientos, me quedan pocos meses en este país, y no quiero que cuando me toque marchar, ella quede destrozada.... lo hago por su bien. Me repito mentalmente.
" tengo mucho trabajo para hoy. Lo siento. Cesar"
Sal enviar aquel mensaje, sentí la nostalgia que ella sentiría al leerlo, y la nostalgia que quedaba en mi al saber que me había negado a verla hoy, a pesar de las ganas que tenia de repetir.
Siento sonar mi teléfono, y al ver el número desconocido abro el mensaje y es una foto de Fernanda, la tía con la que folle hace un par de noches, al abrir la foto veo que llevaba puesto un conjunto de lencería rojo que le quedaba de maravilla.
"mira lo que me he comprado pensando en ti, ¿quieres pasarte por mi casa?"
Veos a Isa asomada por su ventana y mi corazón late desesperado, con esa misma desesperación respondí aquel mensaje.
"ok, paso en 15 minutos a tu casa"
Me visto con unos vaqueros negros y una camiseta blanca, le marque a mi secretaria avisándole que me tomaría la mañana libre, y que si me necesitaban que los agendara para otro día.
Mientras iba de camino no podía dejar de pensar en Isa, en todo lo que paso ayer por la noche, sabía que no debería ir a ver a esta tía... pero el pensar mucho en Isa me asusta, me enamore una vez y las cosas no salieron para nada bien, no estoy dispuesto a que se repita.
Al llegar a la casa de Fernanda, me baje del carro y toque el timbre, ella salió abrirme solo con la ropa interior de color rojo... lo que me puso a mil, intente no verla y solamente pensar en sexo, me centre en no tener en la mente a aquella chica de ojos grises, pero fue inevitable, no pude evitar querer que ella hiciera lo que aquella mujer hizo arrodillada ante mis pies, pero no creo que ella esté preparada, es muy y no quiero que huya de mí, a pesar de que yo estoy intentando exactamente lo mismo, huir de aquello que provoca en mí, jamás fui de mezclar nada con sexo, siempre he sido de esos que van a un bar, buscando una chica que quiera sexo sin compromiso, pero debí saber que esto no sería igual, de cierto modo a aquellas chicas no las vuelvo a ver, pero a Isa la debo ver todos los días frente a mi casa, con esa sonrisa tan linda, con sus mejillas coloradas antes de correrse.
Al llegar al clímax se me nubla la visión y ahora veo a Isa montada sobre mí y no esta tía que conocí en un maldito bar, jadeé intentando mantener su imagen en mi mente, y me corrí pensando en ella.
Me desplome en la cama y luego de un rato cuando recupere mi respiración, comience a vestirme y me levanto de la cama, sin decir nada.
—¿Quién es Isa? — me quedé helado, y respondí de forma grosera para zafar el tema.
—No es de incumbencia, nos juntamos por sexo no para charlar
Ella se para de la cama y se viste. ¿se ha enfadado?, la verdad es que no me importa, tomo las llaves de mi coche y me marcho.
Paso mi día haciendo tramites de empresa y me voy a la oficina por la tarde, ni siquiera me detuve a comer, quería llenarme de trabajo para no poder pensar en aquella castaña.
Maneje a casa tranquilo, y al llegar antes de estacionar mi coche la veo, lleva un pantalón corto y una blusa amarilla que le queda fenomenal, su ropa me provoca acercarme, tomarla en mis brazos y meterla en la cama como anoche.
Sin darme cuenta ella se acercó y ahora está a mi lado, me baje del coche intentando no sonreír ante su presencia.
— Hola—me besa suave en los labios. —¿está todo bien Cesar?
—Si. esta todo bien. solo que estoy lleno de trabajo. — le doy una sonrisa, no puedo ser cruel con ella, viene saliendo de algo doloroso, y no quiero lastimarla, pero debo dejar las cosas claras.
—¿Porque te marchaste a mitad de la noche?, ¿estas arrepentido? ¿hice algo mal? — esa última pregunta hizo que me detuviera con el corazón roto.
—claro que no hiciste nada mal pequeña, es solo que tu espera que sea como tu ex, y yo no soy así preciosa. No puedo quedarme ahí acurrucado a ti toda la noche, todo eso no se me da bien.
—No quiero que seas como Simón... ¿de que estas hablando? — bufo enojada — y si no acostumbras a pasar la noche me hubiese conformado con una nota, para saber que no hice nada mal.
—¿Que podrías haber hecho mal Isa? ¿te estas escuchando?
—Estoy dañada, lo entiendo, siento que no soy suficiente, y necesito saber que no hice nada mal. Y asegurarme de que yo no soy el problema. —
—No eres el problema— acaricie su mejilla— mira Isa, me gustas ok. Pero yo en algún momento al terminar con los papeles en Chile, debo volver a Madrid, y no quiero dejarte aquí destrozada. — mientras hablo veo como sus ojos se llenan de lágrimas y dejo de hablar. — por favor pequeña no llores.
—Si pensabas marcharte, ¿porque te acercaste a mí? Porque permitiste que pasara lo de anoche. — Dijo entre sollozos
—Me atraes ya te lo dije. Quizás debí pensar mejor las cosas, pero por favor no llores.
—Está bien, de todos modos, ambos buscábamos sexo y lo conseguimos— dijo con su voz destrozada, y algo de mi se rompió con ella, una lagrima corrió por su mejilla, quería limpiarla y consolarla, pero retrocedió y camino en dirección a su casa.
Suspiro frustrado porque tampoco puedo reclamar contra ella, que se entregó de la nada, no podía escusarme con aquel pretexto estúpido de que recién nos conocemos, porque aunque me costara reconocerlo yo también sentía cosas por ella, me dolía verla mal, siendo que jamás me importo decir las cosas claras después de un revolcón, pero con ella no podía ser hiriente para asegurarme de que no volvería a mí, cuando la lastimaba, también me lastimaba, y esto me estaba agobiando, quería mandar todo al carajo, correr hacia ella y abrazarla, decirle que podíamos pasar tiempo juntos mientras yo estuviese aquí, pero eso era una mala idea, si ahora tenía confusión de sentimientos hacia ella, que pasaría cuando llevase meses haciéndola mía, cuando deba irme y saber que otro la tendrá, y que yo estaré a kilómetros de distancia.
Me dirijo hacia mi casa hacer una documentación que necesito enviar a mi madre, pero no puedo dejar de ver su casa.
La tarde pasa, pero no logro concentrarme.
Me paro, dejo todos los papeles tirados y me dirijo a su puerta.
Toco el timbre y ella no abre. toco una, dos... tres y a la quinta vez me abre
—Cesar, si no abro la puerta es porque no quiero verte, ¿no lo entiendes?
Está cerrando la puerta y me escabullo para entrar en su casa.
—Mira Isa. — suspiro— He sido un gilipollas, pero necesito que sepas que te quiero, pero....
— ¿En serio me quieres?, — dijo en forma de reproche— ¡Entonces porque tenías que decirme que te vas!
podríamos haber disfrutado de lo estábamos empezando a tener, hasta que dure y luego tú te devolvías a tu país. — dice interrumpiéndome, era lo que había pensado, pero no quería avanzar con ella y después dejar una parte de mi en esta pequeña cuidad por haberme dejado llevar por mis malditos sentimientos.
—¿Estarías dispuesta a tener algo conmigo sin compromiso?
—¿A qué te refieres con algo sin compromiso?
—Podemos pasarla bien mientras yo esté en Chile, pero en el momento que me marche tu volverás a tu vida. — dije haciendo caso omiso a lo que mi cerebro me decía, sabiendo que esto saldría mal, sabiendo que terminaría sufriendo tanto como ella.
—Pensé que de eso se trataba, pasarla bien, pero no quiero mentiras, solo necesito y te pido que seas honesto conmigo. — sonreí y asentí, y pregunté mirando su cuerpo
—¿Te gustaría repetir lo de anoche? — digo acortando la distancia entre ambos
—Me encantaría. — dice mirándome fijamente a los ojos
Me acerco a ella y la beso apasionadamente, desconectando mi cerebro, pero no mi corazón, porque me es imposible, siento que su lengua busca la mía, y nuestras lenguas se juntan, muerdo su labio y ella da un leve gemido, que me aviva a seguir, nos tomamos de la mano y ella me dirige hacia su cuarto, la beso con gran efusividad y bajo por su cuello chupando y mordiendo suavemente cada centímetro de su piel y se le escapa un dulce gemido, enrosca sus dedos en mi pelo y tira levemente para que así ella pueda besarme por el cuello, siento como sus manos tocan mi piel y toma mi camiseta para poder quitarla, le ayudo a sacarla y empieza a dar besos sobre mi pecho y desciende hacia mis abdomen... recordé mis fantasías e intente que mi cerebro volviese.
— Isa...— suplico
Recorre con su lengua aquel tatuaje que tengo en la parte baja de mi abdomen, y sus manos bajan la cremallera de mi pantalón, quiero detenerla porque se por la reacción que tuvo ayer que nunca ha practicado sexo oral, pero el deseo no me deja detenerla.
—Pequeña... detente por favor. — logro decir entre gemidos. No deseo que pare, pero mi lado bueno no quiere que luego se arrepienta de lo que pase hoy.
Ella se aleja y me mira extrañada.
—creía que te gustaría... ayer tú lo hiciste y yo quería premiarte...
—Pequeña sé que nunca has hecho esto.... y no quiero que hagas algo que no deseas solo por devolver lo que yo hice. — digo interrumpiendo con todo el control que puedo— yo lo hice porque quería, me apetecía comerte entera, pero no te presionaré con nada.
— Quiero hacerlo Cesar, ayer fue la mejor noche de mi vida. —suspira— y hoy quiero otra igual, quiero que me enseñes como se hace y poder complacerte como tú lo hiciste conmigo.
— Me encantaría verte con mi polla en tu boca, pero vayamos despacio, no quiero que te arrepientas de nada de lo que hagamos hoy.
Ella entiende mi punto y se aleja un poco y se quita la blusa y queda descubierta su piel y sus perfectas curvas, y creo que nunca he visto nada más sexy, que ver a esta mujer desnudándose para mí. Sus pequeños pantalones siguen el mismo camino que su blusa y ella queda solo con una tanga y el sujetador, ambos de encaje blanco lo que me encanta.
Me acerco a ella y la tiro a la cama y me monto encima, comienzo a besar sus pechos mientras le quito el sujetador, y por fin encuentros sus pezones, duros y excitados para mí, los chupo y los muerdo por un rato y ella se arquea, rompo su tanga y yo pongo una mano en su zona más sensible y la noto húmeda, me encanta saber que reacciona a mis caricias.
—Me encanta lo húmeda que estas. — le digo mientras se le escapa un gemido sé que le encanta que le diga esas cosas, siempre gime cuando le hablo guarradas.
Me consume el placer y hago algo que no se esperaba, meto un dedo en su interior y sus gemidos me nublan la vista, anoche había descubierto su punto débil, mis dedos en su coño, y mi boca en sus pechos, veo como se agarra de las sabanas por el placer que le brindo y grita mi nombre mientras se corre en mis dedos.
—Me encanta tanto tu sabor...no tienes idea como me enloqueces.
Busco en el bolsillo de mis vaqueros un condón, Siempre ando con uno, me había acostumbrado desde los quince años que debía estar preparado.
Me saco los vaqueros y el bóxer, veo su mirada puesta sobre mi erección y eso me vuelve loco, me enfundo en el condón y me monto encima de ella de nuevo, le cojo por la cintura y grita cuando entro y salgo de su cuerpo con aún más fuerza que ayer, ante mis embestidas se muerde el labio, y siento como se corre debajo de mí.
Me levanto lentamente y me quito el condón y lo tiro a un bote de basura que está cerca. Me acomodo a su lado en la cama y me dice...
—¿Hoy también vas a marcharte cuando me duerma?
Eso me duele un poco sé que no está acostumbrada a tener sexo y no dormir con la persona.... ¡joder si solo ha tenido un novio! Quizás había sido el único antes que yo llegara.
—No princesa, hoy puedo quedarme a dormir un rato, así desayunamos juntos. — veo una gran sonrisa en su rostro sé que quería desayunar conmigo porque me lo dijo hace unas horas y hoy la complaceré. No sé qué me hace esta mujer, pero no me importa pasar miles de noches con ella.
—Si tenemos algo sin compromiso... ¿eso quiere decir que no seré la única?
—Eso quiere decir que tendremos algo exclusivo mientras estoy en Chile, pero cuando yo me suba a un avión de vuelta hacía Madrid, tu podrás estar con quien quieras y yo por mi parte igual.
—¿Y si quiero esperarte? — no quería a una mujer a la distancia, no quería saber que era igual a mi padre, no quería que nadie sufriera como mi madre lo hizo.
—No quiero que me esperes pequeña, después de este viaje no sé si vuelva, solo me faltan unos papeles para poder manejar desde Madrid la empresa.
— Ok. Entonces disfrutemos del ahora.
Dice mientras se acomoda en mi pecho, después de esta noche solo quiero estar con ella, quiero enseñarles las maravillas del sexo, quiero ser el primero que se enseñe como hacer sexo oral, quiero enseñarle a que se toque para mí.... esta chica me tiene loco.... quería, y me aterraba terminar enamorado antes de irme de este país, estaba rompiendo una de mis reglas más importantes, no dormir con nadie, pero estaba tan a gusto con el calor de su cuerpo y su olor rondándome que no me importo, total la primera regla de sin sentimientos igual ya estaba rota, y no podía seguir negándolo, la abrace bajo mi cuerpo, bese su frente y susurre en su oído.
—Que descanses pequeña.
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