Capítulo 34
♪ Adam ♪
Nathalie lo sabía, lo supe en cuanto me dedicó una sonrisita cómplice antes de que me fuera a casa.
Maldije por lo baje. ¡Claro que lo sabía! Si me había pillado justo después de besarla, perdido aún en el sabor a cereza de su boca. Ambos teníamos la respiración entrecortada y los labios hinchados por el ardor de los besos.
Cuando se despidió de mí a la hora de cenar, se inclinó hacia delante y me susurró:
—Más te vale cuidarla. No sé lo que estás haciendo, pero sigue así.
No pude replicar nada más, porque me echó con un pellizco cariñoso en las mejillas. Cuando llegué a casa, le escribí a Sky.
«¿Nath sabe lo que pasa entre nosotros?»
Me respondió casi de inmediato.
«No abrirá la boca, me lo ha prometido. Es una buena mujer.»
No era la primera vez que hablaba en positivo de su madrastra. Puede que no lo demostrara, pero a Sky le caía bien Nathalie.
«¿Cuándo podremos actuar como una pareja normal? Me muero por darte un beso donde y cuando quiera.»
«¡Eres un dulce! Aún no estoy preparada. Solo dame tiempo. Todavía tengo algunos asuntos pendientes que resolver.»
Claro que le daría tiempo, todo el que necesitara. El problema fue que todo se nos fue de control de la noche a la mañana y que ninguno de los dos lo pudo prever.
Ocurrió un viernes cualquiera por la tarde. Había ido como todos los días al centro y se me había pasado la tarde volando. Sky, Kyle y yo nos habíamos quedado casi una hora más de lo normal para planear unas actividades y juegos colaborativos. Había dejado el teléfono móvil guardado en la mochila y no tuve oportunidad de ver lo que estaba a punto de suceder.
Con un brazo sobre los hombros de Sky, hablaba muy animado con Kyle. El moreno nos estaba contando lo último que su hermana Sarah había liado en el colegio: le había puesto un cojín de pedorretas a un compañero que no dejaba de provocarla.
—Lo mejor de todo es que la muy cabrona ha empezado a chillar: "¡Liam es un pedorro!".
Los tres nos desternillábamos de la risa.
—Vas a tener que vigilarla cuando sea una adolescente. Si ahora que es una niña es así de ingeniosa... —Sky le dio unas palmaditas en la espalda—. Lo siento por ti, amigo.
De pronto, la sonrisa de Sky se congeló y, ante mí, volvió a ponerse la máscara de reina de los infiernos. Arrugué el ceño. Pero, ¿qué...?
Lo entendí todo en cuanto seguí el curso de su mirada. Y es que, en el aparcamiento, apoyada contra mi coche, estaba Felicity, de brazos cruzados. Nos observaba con la boca entreabierta y una clara expresión de sorpresa. Clavó los ojos en Sky, en mi brazo aún rodeándola. Como si se diese cuenta de ello, aquella rubita se alejó de mí con un movimiento brusco.
Pero ya era demasiado tarde. Mi mejor amiga lo había visto todo.
Se acercó a nosotros. Kyle la estudió con detenimiento. Nos lanzó una miradita inquisidora a los tres. Felicity no salía de su asombro. Nos observaba sin poder creer lo que sus ojos le mostraban.
—¿Se puede saber qué está pasando aquí? ¿Qué hacéis juntos? —Señaló a Sky con una mueca—. ¿Qué haces tú aquí?
Le tomé del brazo en un intento por calmarla.
—Lizzie, puedo explicártelo. Solo no montes un drama.
Sky chasqueó la lengua.
—Un poco tarde para eso.
Mi mejor amiga la fulminó con la mirada.
—¡Haré lo que me dé la gana, chavos! —objetó, sus niveles de cabreo por las nubes.
Kyle tomó a Sky de las manos.
—Será mejor que nos vayamos —habló con voz calmada—. Tienen que hablar de muchas cosas, bebé.
Su mejor amiga analizó cada uno de mis movimientos. Le hice un breve gesto de asentimiento para que se tranquilizara y lo siguiera. Quién sabe qué pasaría si ambas chicas estuvieran en un mismo espacio cuando la tensión era tan palpable en el ambiente.
—Está bien. —Calló. Parecía que pensaba bien si decir o no lo que pensaba. Al final, meneó la cabeza a un lado y al otro y suplicó—. No seas muy dura con él. Soy yo la que insistió en no decirte nada de momento.
Los dos se alejaron de nosotros. Lizzie no decía nada, solo se limitaba a apretar los labios y refunfuñar por lo bajo en español. Mientras, yo no sabía qué hacer ni qué decir para cortar el silencio que se había instalado entre nosotros, como una nube asfixiante; no sabía cómo contarle todo lo que había pasado, todo lo que habíamos vivido juntos, en aquellos últimos meses.
Me sacudí para, después, tenderle una mano.
—¿Y si vamos a otro sitio a hablar?
Me respondió con un monosílabo. Vale, entendía que estuviera enfadada, pero no que actuara como una cría.
Desbloqueé el coche y le indiqué con un gesto que entrara en él. Durante todo el trayecto de vuelta a la urbanización en la que vivíamos no intercambiamos ni una sola palabra. Felicity iba callada, miraba por la ventana y me ignoraba por completo. Puse la radio para aligerar el ambiente frío.
La llevé a nuestra cafetería preferida, pero ni eso consiguió sonsacarle una sonrisa. Sus hombros seguían tensos, la mirada distante y los brazos cruzados. Felicity estaba de morros, cabreadísima. Cuando ya estábamos sentados frente a frente con nuestras bebidas en la mano, por fin se dignó a hablarme.
—¿Se puede saber qué te pasa con Sky?
Fue directa al grano, como siempre.
—¿Qué...?
—¿Te gusta Sky? ¿Es ella la chica misteriosa con la que tanto te mensajeabas últimamente?
Coloqué las manos alrededor de la taza de café que había pedido mientras me tomaba mi tiempo para pensar qué responderle. ¿Cómo explicarle todo lo que había pasado entre nosotros?
¿Quizás desde el principio?, me preguntó una vocecita en mi cabeza.
Suspiré. Tomé un sorbo y comencé a hablar.
—Sky es la chica más alucinante que he conocido en mi vida. La quiero. No tienes ni idea de lo hermosa que es, y no hablo solo del físico. Tiene una personalidad brutal y a veces me deja KO con tan solo una mirada. Como dirían, yo no he caído, me he lanzado sin paracaídas.
Lizzie enarcó una ceja.
—¿Estamos hablando de la misma Sky que hizo que te intoxicaras?
Chasqueé la lengua.
—Fue sin querer. Ella no sabía que soy alérgico a la piña.
—¿La misma chica borde a la que le encanta molestar a los demás? —insistió.
—Lizzie...
Dio un golpe sobre la mesa.
—¿Qué? No puedo creer que estés enamorado de esa pinche mamahuevo, güey. Yo he intentado acercarme a ella, pero hace todo lo que puede por alejarme.
—Eso es porque no sabe cómo manejar sus emociones.
—¡Y una mierda! Seguro que esto es parte de su plan macabro para separarnos. Me odia desde el instante en que me conoció.
Alargué las manos y le tomé las suyas entre las mías. No se alejó, lo que me dio a entender que el cabreo ya se le estaba pasando.
—Liz, en serio, Sky es muy buena chica. Lo que ves en el instituto es solo el personaje que se ha inventado para que los demás no se inmiscuyan en su vida.
Puso los ojos en blanco.
—Sí, claro. Y voy yo y me chupo el dedo.
—Te lo digo en serio. Cuando estamos en el centro de voluntariado es ella misma. Deberías darle la oportunidad de conocerla de verdad. Creo que podríais llevaros bien.
Dibujó una mueca.
—Odio que siempre le busques el lado bueno a todo. No entiendo cómo has podido caer en sus redes. ¿Estás ciego?
—¿Y si la ciega eres tú? —rebatí—. Durante todo este tiempo nos hemos dedicado a juzgarla sin siquiera conocerla. Vives con ella, pero ¿conoces lo que le apasiona? ¿Sabes qué es lo que más odia? ¿Su color favorito? Nos hemos pasado estos dos años aceptando lo que ella quería que viéramos que ahora nos cuesta quitarnos la venda de los ojos.
Felicity no parecía muy convencida.
—La verdad es que no me he planteado siquiera que pueda tener sentimientos. Nunca se los muestra a nadie.
Le di un apretón en los dedos.
—Confía en mí. Sky es buena gente. Solo tienes que conocerla mejor.
Me señaló.
—¡Estás muy enculado con esa güey!
Sonreí como un bobo.
—No sabes cuánto.
Suspiró.
—Está bien. Hablaré con ella, pero como se comporte como una capulla conmigo, no responderé de mis actos.
Me puse en pie, rodeé la mesa y le revolví el pelo.
—¡Eres la mejor! Te quiero, amiga.
—Aún no cantes victoria.
Con esas palabras, continuamos charlando como los mejores amigos que éramos. Me estuvo relatando su cita con Aaron y me preguntó sobre mi relación súper secreta con Sky: cuándo habíamos empezado a salir, cuándo fue nuestro primer beso, cómo era la verdadera Sky...
Veía en Felicity mucha curiosidad por su hermanastra y en lo más profundo de mi ser deseé que todo saliera bien y que mis dos personas favoritas pudieran llevarse bien de una vez por todas.
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