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Capítulo 44

Felicity

Con el tiempo, Sky volvió a ser la misma de siempre. Su psicóloga tenía razón: solo necesitábamos dejarla ser.

Y ese cambio vino con la ponencia del proyecto. El día anterior estuve en su ensayo final. Como ayudante que era, repasamos todas y cada una de las actividades que Kyle-bot debía realizar, los gestos que debíamos hacer durante la exposición; le dimos mucha importancia a la expresión de la cara y al lenguaje no verbal. En uno de los descansos le dije:

—Me gusta mucho que hagas una pausa antes de que Kyle-bot salga a escena. Me disculpo de antemano si meto la pata en algo. Ya sabes que soy muy despistada y que me puedo tropezar hasta con mi sombra.

Le restó importancia con un gesto de la mano.

—Vas a hacerlo fenomenal. Gracias por ayudarme tanto. —Se quedó unos segundos callada con la cabeza gacha—. Siento no haberme comportado como siempre. Mi cabeza ha sido mucho más caótica que de costumbre y no he sabido cómo manejar mis emociones. Creo que voy a seguir acudiendo a la psicóloga cuando me recupere de lo que ha pasado. Me he dado cuenta de que tengo varios asuntos personales sin resolver.

La miré, curiosa.

—¿Cómo cuáles?

Sky le dio un buen trago a la botella de agua que había dejado en una de las mesas del taller de robótica. Mi hermana se sentó a mi lado y me ofreció un trago.

—Que mi madre me haya abandonado cuando era pequeña me ha marcado de por vida y que mi relación con mi padre sea de lo peor me lastima. Me duele que no se preocupe por mí, ni siquiera cuando James me tiró al agua y me dio un ataque de pánico. Siento que no le importo nada. Yo... solo quiero arreglar lo que hay mal en mí.

Vi cómo se limpiaba una lágrima traicionera de la mejilla. No había nadie más aparte de nosotras dos en los espacios del taller de robótica. En donde estábamos, había una pizarra de tiza en una de las paredes y muchas mesas desgastadas desperdigadas rodeadas de taburetes altos. Había una sala que utilizaban para probar los prototipos justo al lado y una tercera que usaban a modo de almacén al fondo.

¡Estaba muy chido!

Le pasé las manos por los hombros.

—No hay nada malo en ti; eres una chica estupenda. Pero que quieras seguir yendo, que pidas ayuda, es un gran paso. La Sky de hace unos años me habría ladrado si le hubiese propuesto ir a ver a un psicólogo.

—No está mal sentirse como una mierda. Hay que sacarlo, porque si no, no se soluciona. Tengo mucho por decir, muchos asuntos de mi vida que aún no sé gestionar bien. Logan dice que es por mi sensibilidad o algo así. —Sonrió—. No se lo digas todavía, porque quiero que sufra hasta mañana, pero creo que va a ganar el concurso. Su proyecto es una fantasía. Por lo que he podido ver, ha desarrollado diferentes propuestas para dar respuesta a las necesidades de las personas con Altas Capacidades, programas y actividades que me han dejado boquiabierta. Ojalá gane y el gobierno lleve a cabo su plan. No sabes el bien que le haría a todos los niños y personas como yo.

Estaba muy orgullosa de Logan. Me había enseñado su proyecto la tarde anterior y me había dejado muy sorprendida; era muy innovador y original. Se suponía que ya lo había entregado y que la exposición del día siguiente era solo un pequeño paripé, pues el jurado había tenido tiempo de sobra para leer todos los trabajos presentados.

Le di un pellizquito en el brazo para llamar su atención.

—¿Puedo serte sincera?

—Claro.

Me tiré de la punta de la trenza que me caía a la altura del pecho.

—Me gustaría que pudierais quedar empatados, porque odio tomar bando entre dos personas que quiero mucho.

Sky esbozó una sonrisa triste.

—Entiendo que te pongas de parte de Logan. Su proyecto es mucho mejor que el mío y, además, es tu novio.

—Y tú eres mi hermana.

Chasqueó la lengua.

—Hermanastra.

No lo dijo a malas, no como antaño. Solo quiso quitarse importancia, pero yo no iba a permitírselo. Ella era parte de mi familia.

—Eres mi hermana pequeña. Ya sabes lo mucho que te quiero y de verdad que deseo que triunfes. Eres brillante y no va a haber nada que te detenga.

—Yo también te quiero mucho. —La sonrisita que se le dibujó en los labios fue contagiosa—. Me alegro que seamos hermanas.

Le di un golpecito en la cabeza.

—¡No te vas a librar de mí tan fácilmente!

Con una carcajada, nos pusimos de pie de un salto y continuamos con el último ensayo antes de la exposición final.

❀   ❀   ❀

El sábado por la mañana los finalistas del concurso Proyectos creativos para un futuro mejor tuvieron que defender sus propuestas ante el tribunal del jurado. El ambiente estuvo tenso y Sky se mantuvo muy callada los minutos previos a la ponencia, pero en cuanto se subió a la pequeña tarima enfundada en la falda negra y la camisa blanca, bajo el escrutinio de los otros nueve finalistas, no había quién la parara. Habló y habló, tan segura de sí misma, los ojos chispeantes. Y por fin llegó el turno de mostrar al verdadero protagonista.

—Kyle-bot está programado para ayudar a cualquier persona que lo necesite, hable el idioma que hable y sea de la etnia que sea. Puede ayudar a levantar a un anciano que se ha caído, socorrer a un niño perdido, llamar a una ambulancia si hace falta... Lo que sea.

«Está listo para cualquier tipo de situación y para cualquier persona, incluso a las que tienen alguna necesidad especial. La idea es que se acerque en cuanto note alguna anomalía en el comportamiento del individuo y que proceda a activar el protocolo al que he llamado "Ayuda humanitaria".

Hicimos una pequeña demostración. Fingí que me caía al suelo y, al instante, ese aparato muy parecido a Eva, de Wall-E, vino a ayudarme. Era blanco, medía poco más de un metro y se movía gracias a las ruedecitas que tenía en la parte de abajo. Cuando llegó dónde estaba, escuché un clic y una voz que decía:

—¿Está bien, señorita? ¿En qué puedo ayudarla?

Porque Sky lo había programado para que detectara si la persona tenía apariencia de hombre o mujer.

Hice un puchero demasiado exagerado. Solo esperaba que no juzgaran también mi interpretación, porque, de hacerlo, mi hermana estaba perdida.

—Me he caído y no puedo levantarme —lloriqueé.

Kyle-bot demostró cómo podía ayudar a la gente en la calle e incluso esa rubita le ordenó de manera manual que mostrara en qué aspecto sería beneficioso en el caso de que a alguien le diera un ataque al corazón.

Fue una demostración brutal y, para cuando por fin salimos del auditorio hora y media después, le di un fuerte abrazo a mi hermana.

—¡Estoy tan orgullosa de ti!

Pero ella se mordisqueaba el labio.

—Estoy cagada. El proyecto de Logan ha sido un alucine. No voy a ganar ni de coña.

Le aparté un mechón de la cara y la obligué a que me mirara a los ojos.

—El tuyo es increíble también. No solo has hecho la parte teórica, también te has molestado en crear un robot funcional desde cero. Confía en mí, vas a arrasar con todo.

Me dio un último abrazo antes de ir a su lugar junto al resto de participantes. Antes de que la perdiera de vista, le guiñé un ojo y formé un corazón con las manos.

❀   ❀   ❀

Logan y ella lo habían hecho estupendamente y, para nuestra sorpresa, otorgaron un premio doble al proyecto más original. Querían desarrollar sus propuestas y ponerlas en marcha cuanto antes, ya que les había impresionado una barbaridad.

¡No podía creérmelo! Los dos habían trabajado muy duro. Me sentía tan feliz por ellos.

Por eso, no dudé en celebrarlo con una pequeña cena privada entre amigos. Habíamos hecho una reserva en un restaurante que nos encantaba a todos y nos habíamos puesto nuestras mejores galas. Cenamos entre risas y envueltos en una conversación muy tranquila acerca del concurso y otras cosas que ni recuerdo. Solo sé que estaba muy contenta y que no me despegué ni un solo segundo de Logan.

Alcé mi copa y el resto hizo lo mismo.

—¡Por Logan y Sky, las verdaderas estrellas del grupo! —grité un tanto achispada por el vino que habíamos pedido.

—¡Por Logan y Sky!

Tras devorar los postres, me llevé a Logan a un rincón. Me gustó verlo tan en su salsa. Sabía cuán importante era para él haber ganado el concurso, demostrarse a sí mismo que su idea era muy necesaria para la sociedad.

Lo abracé por la espalda.

—¡Felicidades! —lo felicité por décima vez por lo menos.

—¿Vas a darme la enhorabuena siempre?

Reí.

—Me siento tan orgullosa de ti. Solo mírate: has pasado de ser un chico introvertido a la sensación mundial de Wattpad y ganador del concurso académico.

Lo vi sonreír.

—Es increíble, ¿no crees?

Enredé las manos en su pelo, un gesto ya muy familiar para mí.

—¡Qué ganas tengo de que anuncies la gran bomba!

—Dentro de poco podré hacerlo. Esta mañana me han enviado la portada definitiva. ¿Quieres verla?

Me separé lo justo para observarlo. Los pantalones vaqueros y la camisa de vestir nueva que se había comprado le resaltaban los músculos de los brazos. Como hacía un calor infernal allí dentro, había dejado el jersey en el respaldo de la silla pese a habernos ido a una pequeña terraza exterior que tenía el local. No había ni un alma, estábamos solos.

Lo miré, fascinada.

—¡¿Ya te la han mandado?!

—Liz, baja un poco el volumen, ¿quieres? No hace falta que se entere todo el restaurante —me chistó.

—¿Ups?

Puso los ojos en blanco.

—No me pongas esa carita de buena que ya sé que no lo eres tanto.

Me puse de puntillas y le di un beso casto en los labios.

—¿Puedo verla? Te prometo que me comportaré. —Le puse ojitos.

A modo de respuesta, sacó su teléfono móvil del bolsillo y se metió en el correo electrónico. Segundos después, me lo tendió.

Me llevé una mano a los labios.

—Dios, es preciosa.

De estilo ilustrado, se veía a los dos personajes principales en el centro, ella con la cara llena de pintura y él, con un stick de hockey en las manos. En el fondo se veía el famoso club donde se habían conocido y en el que tendrían más de un encuentros y, justo en el centro, se leía en grande el título de la novela, Índigo.

—Lo que más me gusta son los detalles —habló lleno de orgullo—. ¿Te has fijado que el collar que lleva él es el que le regala ella durante la novela?

Claro que lo había hecho.

—Si hasta le han puesto los tatuajes a Blake. —Hice un puchero—. ¡Ya quiero que salga en papel!

Me dio un pequeño golpecito en la nariz, cariñoso.

—Solo debemos esperar un poquito más. Mi editora me ha dicho que el lunes me enviará la corrección. Tengo muchas ganas de seguir descubriendo cómo va todo en el mundillo editorial.

Lo veía tan feliz. Amaba ver el brillo deslumbrante de sus ojos, las arruguitas que se formaban en ellos cuando sonreía de verdad. Quería guardar cada pedacito que vivíamos juntos y atesorarlo para siempre.

Me puse de puntillas de nuevo, la vista clavada en él. Coloqué las manos en su pecho, el latido constante de su corazón, su olor delicioso a bosque y a libro. Quería que lo que le dijera a continuación le calara bien hondo.

—Sé que llegarás lejos, rey, y yo voy a estar ahí para apoyarte en todo momento.

Puede que gracias al club de lectura nos hubiésemos conocido mejor, que hubiese querido frenar todos los sentimientos que él provocaba en mí; pero no me arrepentía de nada, porque todos los acontecimientos nos habían llevado hasta ese punto, él y yo tomados de las manos, mirando las estrellas. Teníamos más de mil razones para amarnos, más de mil historias para escribir en el libro de nuestra vida.

Y yo quería vivirlas todas con mi escritor sexy.

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