Capítulo 42
⭑ Felicity ⭑
Vi la escena desde un segundo plano, a cámara lenta.
Sky le tenía pánico a las masas grandes de agua. Cuando era pequeña estuvo a punto de ahogarse en el lago que había en la ciudad en la que vivíamos y, desde entonces, había sido incapaz de superar el trauma que le había dejado. Ni siquiera era capaz de darse un baño en la bañera e intentaba minimizar el tiempo en la ducha.
Me llevé las manos al pelo y tiré de él con frustración. Me temblaba todo el cuerpo. Aquello no podía estar pasando. No, no, no.
¿Cómo había averiguado el mamonazo de James que mi hermana le temía al agua? ¿Cómo era capaz de hacerle algo así, de jugar con una fobia tan grande?
Ni siquiera en su era Reina Malvada fue tan cruel.
No sabía qué hacer. Me quedé inmóvil mientras veía la escena, imponente. Ella pataleaba con fuerza, intentaba salir de ahí por sí misma al ver que nadie la ayudaba, pero se hundía más y más mientras los amiguitos de James la observaban divertidos. Incluso varios de ellos sacaron sus teléfonos para grabarlo y subirlo a sus redes.
Logan tomó la iniciativa. De un movimiento rápido, se lanzó al agua con un salto perfecto. Grité. Me había quedado sin respiración, el rostro bañado en lágrimas. ¿Por qué cada vez que ocurrían situaciones tan violentas me daba por llorar como un bebé? ¿Por qué no podía actuar frente a los problemas? ¿Por qué mi cuerpo se paralizaba? Estaba harta de no ser capaz de hacer nada, de ser la princesita a la que tenían que rescatar. Quería valerme por mí misma.
Si al menos Adam estuviera aquí...
Abrí los ojos de par en par.
Adam.
Cogí el móvil con dedos temblorosos, marqué su número y lo llamé.
—Por favor, contesta —supliqué mientras veía cómo Logan daba brazadas con movimientos rápidos y precisos, los músculos de su espalda moviéndose con cada uno de ellos. Un impulso, dos, tres, el agua resbalando a su alrededor.
Mi mejor amigo descolgó al de dos tonos.
—Lizzie, ¿pasa al...?
Sollocé.
—Ven... por favor —supliqué.
—¿Estás bien? —Sonaba muy alarmado.
—Es Sky. El idiota de tu primo la ha tirado a la piscina y... no sé qué hacer. Logan la está ayudando. Yo... —Hipé—. Estoy muy asustada.
Sky seguía gritando a pleno pulmón; mientras, Logan por fin llegó a ella. Vi cómo le susurraba una palabras mientras ella pataleaba, cómo le dio un codazo sin querer. La gente se había ido amontonando a nuestro alrededor, alarmados al escuchar los gritos. El grupo de James seguía allí, señalándola y riéndose; el propio James se les había unido. Me dio una arcada.
Tenía que pararlo como sea.
Mi amigo llegó mucho antes de lo que esperaba y, al ver la escena, se le cayeron las bebidas de las manos y todo su semblante se ensombreció. Con el rostro enrojecido, encaró a James, lo agarró del cuello de la camiseta y lo estampó contra la pared.
—¡¿Cómo se te ocurre hacer algo así?! —le gritó—. ¡Podrías haberla matado, pedazo de mierda!
Me encogí sobre mí misma. Adam no era de los que usaran la violencia para resolver los conflictos. Verlo tan cabreado me alteró mucho más e hizo que llorara todavía con más intensidad.
James parecía un cervatillo asustado. Se había quedado pálido, tenía los ojos bien abiertos y murmuraba palabras que no lograba entender.
Adam le dio un puñetazo. Se me revolvió el estómago y el pecho me dio un vuelco.
—¡Eres imbécil! —chilló fuera de sí.
Su primo le escupió en la cara.
—¡Yo no sabía que la pirada de tu novia le tuviera miedo al agua! ¡Qué paté...!
Pero él no lo dejó terminar. Le dio una gran patada en los huevos y un puñetazo en la mandíbula.
—¡Mira lo que has hecho!
Logan tenía a Sky cogida por las axilas y la llevaba a rastras por el agua para sacarla de la piscina. Sus gritos ya habían cesado, pero su cuerpo se convulsionaba de manera muy violenta.
Me acerqué a Adam para que lo soltara, aún llorando a lágrima viva.
—No... No merece la pena. Por favor...
Me miró y supo ver que estaba muy angustiada. Él estaba igual. Mi hermanastra le tenía pavor al agua y que la hubiera tirado así como así me había puesto furiosa a mí también. Nadie se merecía enfrentarse a sus miedos si aún no estaba preparado.
Tras lo que me pareció una eternidad, él lo soltó. Me rodeó contra su cuerpo, su calor calmando el frío que me arañaba las entrañas.
—Eso, huye, cobarde —lo picó el otro. Me volví para ver cómo escupía un poco de sangre.
Su primo le sacó el dedo medio.
—¡Cierra la puta boca!
En lo que había transcurrido esa escena, Logan había sacado a Sky del agua, pero esta no se veía nada bien. Se había quedado con la vista fija en un punto en específico, pero no parecía reaccionar a lo que Logan parecía estar diciéndole. Le temblaban las manos y se le había corrido el maquillaje del rostro. Estaba blanca como un muerto.
Adam corrió hacia ella y la envolvió entre sus brazos. Vi cómo borraba una lágrima de sus ojos con la mano, rabioso. Cuando me coloqué a su altura, lo escuche susurrarle:
—Eh, ya pasó. Estás a salvo, estás conmigo. Eres una chica muy valiente, luciérnaga.
Pero ella no dijo nada y su silencio me asustó aún más. Me acuclillé en el suelo para inspeccionarla mejor. Empezó a balancearse hacia delante y hacia atrás, con las rodillas encogidas. Murmuró las palabras «Agua», «Miedo» y «Estás sola».
Solté un taco.
—Sea lo que sea que haya pasado por su cabeza mientras estaba en el agua, la ha dejado en estado de shock.
Adam me miró con urgencia.
—¿Qué podemos hacer para sacarla?
Suspiré.
—Lo mejor será llamar a una ambulancia y que la revisen los médicos. Ella ha tenido un pasado muy difícil y ese miedo al agua ha debido de romper algo en ella. Quizás necesite ayuda psicológica. Es lo único que podemos hacer nosotros.
Él se llevó las manos a la cabeza, frustrado.
—¡No me lo puedo creer! —gritó. La gente ya se había ido poco a poco del lugar y continuaban con la fiesta sin importarles que Sky hubiese estado a punto de ahogarse y las secuelas que pudiera dejarle—. ¡Voy a matarlo!
Los que quedábamos la observábamos con preocupación.
—No merece la pena. No pierdas el tiempo en gentuza como esa. Sky es la que de verdad importa.
Adam y Logan me escrutaban, los dos a los lados de mi hermana.
—¿Qué pretendes que hagamos?
Me limpié las lágrimas de los ojos para, después, sacar el teléfono del bolsillo.
—Voy a pedir ayuda.
❀ ❀ ❀
Mamá llegó unas horas después.
Me levanté de un salto en cuanto la vi. No había podido pagar ojo en toda la noche. Entre lo que había pasado, las sillas incómodas y que no paraba de repetirme a mí misma lo inútil que era por no haber podido hacer nada...
Hice una mueca. Me dolía la espalda por culpa de los asientos fríos. Las paredes blancas, los suelos de caucho de color azul y el olor a desinfectante me provocaron una oleada de náuseas.
Corrí hacia ella para dejar que me arrullara como cuando era una niña.
—¡Mamá! Ha sido tan feo... Sky está tan mal... —sollocé muerta de miedo en español sin poder controlarme.
Los médicos aún no nos habían dicho nada y eso me estaba matando muy lentamente. Lo único que quería era que salieran de una vez y me dijeran que mi hermanita estaba bien, que no había pasado nada.
Mi madre me pegó a ella.
—Mi vida, todo va a estar bien —susurró contra mi oído.
—¿Dónde está Sam?
Me acarició el pelo con las manos, en un intento por tranquilizarme.
—No ha podido venir. Ha dicho que...
Sorbí por la nariz.
—¡Pero su hija lo necesita! Parecía estar tan mal.
—Es una chica muy fuerte. Va a salir de esta, estrellita.
Me separé de mi madre para quedarme mirando a papá. Algo se removió en mi interior.
—¡Papi!
Lloré, lloré como nunca mientras mis padres me intentaban calmar. Papá me dio un beso en la coronilla, sus dedos recorriéndome la mejilla.
—Eh, no pasa nada. Llorar está bien, hermosa.
—Quiero arrancarle los huevos a esos pinches cabrones —dije con los puños apretados cuando salí del escondite seguro de su cuello.
—La violencia no va a solucionar tus problemas.
Di un pisotón.
—¡Pero entonces no puedo hacer nada!
—Sí que puedes —habló Logan desde atrás.
Me giré. Acababa de volver del baño y por su mirada estaba igual de preocupado que mis padres. Dio un par de pasos al frente. Mi padre nos miró a uno y a otro, entendiendo que él era el chico del que tanto le había hablado en esos últimos meses. No era la mejor manera de conocerlo, pero así era la vida: una zorra.
—¿Qué puedo hacer? —pregunté, resignada.
—Tú mejor que nadie tienes el poder para destruirlo —me dijo Logan.
Mamá se le sumó.
—Cielo, habla con la policía. No dejes que él le haga lo mismo a otra persona.
—Me da tanto miedo.
Papá me estrechó aún más fuerte contra sí mismo.
—En eso consiste hacerse mayo: agarrar al miedo y mandarlo al carajo. Estrellita, hazlo.
Logan y yo cruzamos una miradita cómplice. Me guiñó un ojo.
—Voy a estar ahí para lo que necesites.
Me froté los ojos y solté todo el aire que estaba reteniendo en los pulmones.
—Está bien, lo haré. Voy a denunciar a James.
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