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Capítulo 33

Logan

Noviembre estaba a punto de terminar cuando una Felicity sonriente me arrolló de la que salía de una reunión con mi tutor. Me había esperado en la entrada de mi facultad y, en cuanto me vio, se me tiró encima, los ojos brillantes. Oh, no. Sabía que estaba en problemas mucho antes de que abriera la boca.

—Quiero ir a la WattCon de este año —manifestó en cuanto me agarró de los brazos. La muy cabrona sabía que si me tocaba así no sería capaz de alejarme y lo estaba usando a su favor para embaucarme.

Le aparté el pelo de la cara, blandiendo una sonrisa afable.

—Genial. Tienes los tickets ya a la venta.

Pero no se refería a eso.

—No, no. Quiero que vayamos juntos. Tú y yo. Podríamos escuchar las charlas de otros autores y, ¿quién sabe?, que me firmen los libros que tengo. No sé, me parece un plan padrísimo.

Suspiré.

—Sabes que Mr. Encantador es un pseudónimo, ¿no? No puedo ir ahí y gritar quién soy.

—¿Por qué no? Estaría genial que mostraras tu cara en las redes. Imagina la cantidad de seguidores que tendrías. ¡Sería increíble! Eres un escritor muy popular. Me parece raro que no te hayan invitado a un evento tan grande cuando mueves tantos seguidores.

Le lancé una miradita significativa. Había algo que aún no le había contado.

—Pues en realidad sí lo han hecho. La semana pasada me llegó la invitación para ser uno de los ponentes, pero estoy pensando en rechazarla.

Felicity me zarandeó, enérgica como ella sola.

—¡Tienes que aceptarla! ¡Logan! Una oportunidad así no se da dos veces en la vida.

Pateé una piedrecita con el piel, mordiéndome el labio inferior, la cabeza gacha. De repente, me sentí tan pequeñito. Y es que me imponía estar delante de tanta gente, que las expectativas de mis lectores sobre mí fueran tan altas que al conocerme en persona se sintieran decepcionados. Solo era un chico normal y corriente.

—Ya sabes lo tímido que soy. Yo... temo decepcionar a los demás.

Nunca había sido el chico popular, ni siquiera cuando ganaba campeonatos de natación. En el instituto fui el chico invisible, el que apenas tenía amigos, el hermano del chico genio. Toda mi vida me he sentido una sombra, su sombra, y por mucho que intentara cambiarlo ese sentimiento seguía ahí, apretujándome el corazón.

Felicity se puso de puntillas —era tan bajita que le sacaba una cabeza entera— y me obligó a clavar la vista en ella. Había un fuego de determinación en sus pupilas. No iba a rendirse tan fácilmente.

—No vas a decepcionar a nadie. Solo mira el gran fandom que te apoya. Estoy en tres grupos de lectores sobre tus novelas, he organizado una gran lectura conjunta, he fangirleado con otros fans... La gente quiere saber quién eres, Logan.

—Pero solo soy un chico normalucho. No soy tan encantador como creen.

Me dio un beso suave en la mejilla.

—Eres mucho mejor que eso. Te preocupas por tus seguidores, eres constante, respondes comentarios (y son muchos)... No todos los autores de Wattpad cuidan tan bien a su fandom. No por algo eres mi escritor favorito. —Levantó una mano al aire antes de gritar—. ¡Arriba Los encantados!

Reí, con las orejas a rojo vivo. Me fijé que tenía una pulsera de cuentas blancas en la que se leía el nombre de mi fandom en la muñeca izquierda. Me pregunté si siempre había estado ahí y por qué era la primera vez que me percataba de ella.

Resoplé.

—Solo lo dices porque soy tu novio.

Enroscó las manos alrededor de mi cuello, sus dedos se enredaron en los mechones más largos y juguetearon con ellos. La sensación fue tan placentera que estuve a punto de soltar un gruñido. Felicity sabía jugar muy bien sus cartas.

El fulgor de sus pupilas era magnético.

Deslizó una de sus manos hasta mi mandíbula y con la punta de los dedos me dio ligeros golpecitos en ella.

—Lo digo porque confío plenamente en ti, mi sexy escritor. —Acercó su boca tanto a la mía que creí que iba a besarme, pero no lo hizo—. Que te hayan invitado es solo el principio. Fuiste Wattpad Star hasta que se cerró el programa, cosa que me indigna, por cierto; y me huelo que dentro de poco vamos a tener muchas cosas que festejar.

Le rodeé la cintura con las manos y la atraje hacia mí. Lo que insinuaban sus palabras era tan tentador.

—¿Cosas cómo cuales?—pregunté, lleno de curiosidad. Me encantaba verla así, ilusionada por lo que pudiera ocurrirme. Porque le importaba.

Se pasó la lengua por los labios, sensual. Se separó unos centímetros y se puso a caminar, sus dedos entrelazados con los míos.

—Una propuesta editorial. No me sorprendería que de aquí a un año fueras autor publicado en papel por una de esas editoriales gigantescas. Eres uno de los mejores autores que conozco en Wattpad. Tus historias tienen mucho encanto, hay una trama coherente, enganchas al lector desde la página cero, normalizas cosas que otros no... Esta última me gusta mucho porque hablas de la salud mental, algo a lo que no le damos tanta importancia a día de hoy. Ojalá te publiquen en papel de una pinche vez. Tus historias no son las típicas que puedes encontrarte en Wattpad porque no normalizas las violaciones; hablas de temas delicados desde el conocimiento, rompes todos los estereotipos habidos y por haber...

Metí las manos en los bolsillos de la chaqueta negra que llevaba. A mi lado, Felicity hizo lo mismo cuando un vendaval helador se levantó.

—¿De verdad te gustan mis novelas? A veces pienso que lo que escribo no es para tanto.

—No dejes que el Síndrome del Impostor tome el control. Si no fueras tan bueno, no te seguiría tanta gente.

—Cantidad no es lo mismo que calidad —objeté parándome en medio de la calzada para mirarla directamente a los ojos—. Puede que una novela tenga cincuenta millones de visitas y que no sea la gran cosa y que otra, en cambio, no llegue ni a las diez mil y sea una maravilla.

La morena asintió con la cabeza.

—Tienes razón. He leído a Garret y escribe maravillas. Es una lástima que solo tenga quinientos seguidores y tan pocas visitas.

Sonreí.

—Dale tiempo. Está empezando. No me volví popular hasta pasados tres años desde que me inicié en Wattpad. El truco está en tener paciencia y promocionar bien. —Hice una pausa corta para pensar bien lo que iba a decirle a continuación. Suspiré—. No se lo digas, pero estoy haciendo una reseña de uno de sus libros para el blog. Creo que tiene mucho potencial y ¿qué mejor manera de ayudarlo que impulsando su carrera como autor exitoso? Hacía mucho que no veía tanta calidad en una obra de un novato.

La castaña me miró de hito en hito. Sus labios entreabiertos eran la más dulce de las tentaciones.

—¿En serio vas a hacerlo?

—Por supuesto. No es la primera vez que hago reseñas de novelas con pocas visitas y estas se vuelven más conocidas. Con suerte, a finales de la semana podré subirla al blog. Me ha encantado el manejo de los personajes y los giros que da.

Se le formó una gran sonrisa.

—¡A Garret le va a dar algo cuando lo vea!

—Aún no le digas nada. Es una sorpresa que quiero darle. Estoy terminando de pulirla bien antes de subirla.

—Tienes mi palabra.

La acerqué a mí y le di un beso en la frente. Cuando me separé, vi la duda reflejada en su rostro. Le acaricié la mejilla. Estaba rosada por el frío.

—Venga, dispara. ¿Qué quieres preguntarme, pequeña lectora?

Tomó una profunda bocanada. Miré a mi alrededor. El campus estaba casi desértico, ya solo quedaban los pocos estudiantes que tenían extraescolares o reuniones con sus tutores. Vi a lo lejos la facultad de Medicina, el edificio de fachada anticuada de ladrillo desnudo que gritaba por una remodelación. La mía hacía un rato que la habíamos dejado atrás, el camino de grava a nuestros pies, ese que unía todas y cada una de las facultades.

Su voz me llegó en apenas un hilo.

—¿Haces colaboraciones?

Asentí.

—Claro que las hago. Hace mucho que las editoriales me envían los libros que me interesan para que los lea y los reseñe. Algunos son muy buenos y otros, no tanto —hablé pensando en todas las lectura buenas que había tenido ese año—. También voy mucho por libre, eh —le aseguré, porque no todo lo que leía eran colaboraciones con editoriales grandes y pequeñas.

La miradita de sorpresa que se le formó me hizo sonreír. Le di un pellizco en la mejilla.

—Me gusta darles impulso a las historias que más lo merecen —continué, porque cuando me daban cuerda no había quién me callara— y la que estoy leyendo de Garret es increíble. No sabía que se le diera tan bien el romantasy. Me ha conquistado ya con el mapa que aparece al principio del libro.

—¿Verdad? Me dijo que estuvo horas para hacerlo en Photoshop. No me extrañaría que llegara lejos. Se lo curra mucho. Las ilustraciones que aparecen también son suyas; las ha hecho todas en Canva desde cero.

—Voy a tener que pedirle que me enseñe a manejar mejor Canva y Photoshop entonces. Las maquetaciones de mis novelas son muy simples.

Felicity chasqueó la lengua.

—Dirás muy básicas.

Le revolví el pelo.

—Malvada.

—Te jodes, rey.

Estuvimos charlando de Wattpad y de otros autores que nos gustaban cuando volvió a intentar lo de la WattCon.

—Había pensado que estaría genial que fuésemos en grupo. Hay muchos talleres a los que quiero ir y autores a los que conocer. Sería buena idea que fueras como Mr. Encantador y que salieras a la luz ahí. Te daría mucha publicidad. —Soltó todo el aire por la boca y así su pequeño cuerpo se desinfló como un globo—. Pero entiendo que te asuste. Sea como sea, deberías ir, aunque sea como lector.

Torcí el morro.

—No sé, no sé. Me da mucha vergüenza lo que pueda pasar si dijera que yo soy Mr. Encantador.

Me dio un beso en los labios.

—Yo estaré allí para apoyarte, al igual que Sky y Garret.

Me froté la cara con las manos.

—¿Te sirve si te digo que me lo pensaré? Tengo hasta el último día del mes para contestarles. Quiero pensármelo bien, porque aunque me dé mucho miedo creo que ya es hora de que se sepa. Estoy cansado de esconderme.

Nunca antes decir unas palabras me asustó tanto. Pero llevaba unas semanas sopesando la idea de aferrar todos los miedos que había en mi interior y lanzarme al vacío. Porque cada día estaba más seguro de querer clamar a los cuatro vientos quién era, por mucho terror que diera salir de las sombras.

Felicity soltó un gritito.

—Me vale. —De repente, le vibró el teléfono. Al cogerlo, me lanzó una sonrisa culpable—. Perdona, Sky anda un poco tensa porque su padre y ella han vuelto a discutir. —Se tiró del pelo, frustrada—. No entiendo nada. ¿Por qué Sam no acepta que su hija es un ser de luz y no la reina de las tinieblas?

Esbocé una sonrisa nostálgica.

—No la entiende. Es normal que ocurra en personas como ella.

Su semblante se llenó de confusión.

—¿A qué te refieres?

—Las personas con Altas Capacidades suelen ser las más incomprendidas.

—¡¿Que qué?! —chilló parándose en seco.

La miré y ella hizo lo mismo. Me rasqué la nuca.

—¿No sabes que Sky es superdotada?

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