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Capítulo 13

Logan

La última reseña se había subido correctamente al blog. Lo comprobé esa misma tarde cuando decidí quedarme a escribir en la biblioteca de la universidad, sentado en uno de los cubículos individuales. Estaba trabajando en las próximas reseñas y posts sobre libros. Me gustaba tener varios creados por si en algún momento de mi vida no podía escribir por X o Y razones.

Este se llamaba ¿Qué es Wattpad y cómo podemos beneficiarnos de él? Amaba la plataforma y aprovechaba cualquier excusa para hablar sobre ella. En dicho post comentaba por qué era una buena página web para darnos a conocer como escritores. Como antiguo Wattpad Star y también usuario de la vieja Wattpad, como la llamaba yo —esa que tenía otro logo que, si me lo preguntáis, me gustaba más que el actual—, sabía cuáles eran las ventajas y las desventajas de publicar ahí.

Leí el contenido que ya había redactado.

La lectura online está en auge. Plataformas como fanfiction.net y Wattpad son las precursoras de la lectura gratuita y todos estamos de acuerdo en que sin ellas muchos escritores no se habrían dado a conocer ni habrían tenido la oportunidad de entrar en el mundillo editorial. Autores como Beth Reekles (The kissing books) y Anna Todd (After) en el habla inglesa; y Joana Marcus (Antes de diciembre y trilogía Fuego), Ariana Godoy (A través de mi ventana y Heist entre otros) y Mercedes Ron (trilogía Culpables) en español.

—Me gusta, me gusta —susurré para mí mismo.

Terminé de escribir el artículo, resaltando cada punto fuerte de la plataforma que se había vuelto mi segundo hogar. Cuando mi hermano descubrió la libreta en la que estaba escribiendo mi primer borrador, me sugirió que me creara un perfil en Wattpad o que me abriera una cuenta en las redes sociales para reseñar aquellos libros que leía. Se me formó un nudo en la boca del estómago al pensar en él. Le habría encantado ver lo lejos que había llegado gracias al empujón que me dio.

No os creáis que me hice famoso —si es que podemos llamarlo así. Solo era una persona del montón cuyas novelas habían arrasado en Internet por pura suerte— de la noche a la mañana. Estuve mis primeros dos años escribiendo sin saber que debía promocionar en los grupos de Facebook, Twitter y, ahora, Tik Tok y Reels. Era un desastre y menos mal que había mandado mi primera historia a borradores meses antes de que diera el gran boom como autor.

Todo vino tan repentinamente —primero en Wattpad y luego en el blog— que me asustaba. Amaba mi trabajo y, lo admito, ganaba una pequeña suma de dinero gracias a los views, además de que ahorraba mucho dinero gracias a las colaboraciones que hacía con las editoriales.

Muchos usuarios de las redes se pensaban que era muy fácil llegar a lo más alto y, por ello, se frustraban cuando tenían menos visitas de las que esperaban. Comentarios de gente del tipo "Si quieres triunfar en Wattpad, debes escribir puro cliché tóxico mal elaborado" o "Los lectores no saben apreciar una buena novela" los había leído a porrillo en los grupos de Facebook relacionados con la plataforma naranja en los que estaba.

Entiendo que fuera frustrante ver que tu propia obra no se hiciera conocida de la noche a la mañana, pero no por ello había que montar todo un drama. Parecían niños resentidos.

No busques ser el próximo fenómeno mundial de Wattpad, porque solo muy pocos llegan a lo más alto. Disfruta del camino, escribe, lee, chatea con otros. Ten paciencia. Los lectores llegarán con el tiempo.

Vale, sí, me gustaba ese final. Quería resaltar lo difícil que era que a uno lo publicaran, porque el mercado editorial era tan amplio que una historia podía encajarles como que no. A veces solo había que estar en el momento indicado.

Como todavía era pronto, terminé un capítulo de Como estrellas en el firmamento. Por lo general, tenía unos siete u ocho capítulos de colchón por si me bloqueaba o no tenía tiempo de escribir. Amaba el sonido relajante del baile de mis dedos sobre las teclas.

—Tengo que darle un buen giro a la trama —pensé en voz alta en apenas un susurro. Me di golpecitos con el dedo en la barbilla.

Guardé el documento hora y media después, apagué el portátil y abrí mi cuaderno de escritura que estaba dedicado a la última novela que estaba escribiendo. Repasé las escenas que había esquematizado en un primer brainstorming con una sonrisa. Subrayé un par de ellas, abrí una página en blanco y dejé volar la imaginación.

En esas estaba cuando escuché un ruido a unas mesas de distancia. A una chica se le habían caído los libros. Cuando su rostro dio con el mío, no pude creerlo. ¿Otra vez Felicity? A ver, que la biblioteca era pública y todo eso, pero aun así me dejó boquiabierto encontrármela allí, y que se le hubieran caído los libros al igual que la última vez.

Abrí los ojos de par en par. ¡Oh, no! Me había visto y se estaba acercando.

Actúa con normalidad, supliqué en silencio a medida que se acercaba con una sonrisa danzando en esa boquita hermosa que tenía.

Cerré el cuaderno a todo correr, pero me fue imposible guardarlo en la mochila. Tenía a unos pocos metros de distancia mi secreto más oscuro.

En cuanto llegó a mi cubículo, se apartó un mechón rebelde del rostro, la luz de la tarde reflejada en sus pupilas claras. Se había recogido el pelo en dos trenzas boxeadoras. Estaba preciosa.

Vale, será mejor que te centres si no quieres quedar como un estúpido, me dijo mi conciencia.

—¿Logan? —susurró. Mi nombre en sus labios sonaba increíblemente bien—. ¡Qué sorpresa! No te esperaba.

—Yo... Yo tampoco, Felicity.

—Oh, llámame Lizzie o Liz. Mis amigos me llaman así.

La miré de hito en hito.

—¿Somos amigos?

Soltó una carcajada armoniosa, como la princesa que era. Hasta os juraba que a fuera los pájaros empezaron a cantar al son de ella.

—¿Por qué no? Me caes muy bien.

Si tan solo supiera todo lo que despertaba en mí. Sentí las manos pegajosas, la boca seca; el corazón me latía desbocado en el pecho. Por favor, que no me haya puesto colorado, supliqué en silencio.

Felicity era la chica más bonita que había visto en mi vida.

—Tú... también me caes bien —tartamudeé.

Señaló el cuaderno y el ordenador.

—¿Qué hacías?

Nada importante, solo preparar material suficiente para que mi blog súper famoso tenga contenido y adelantar un capítulo de mi nuevo éxito en Wattpad. Porque sí, preciosa, estás hablando con toda una estrella en las redes, quise jactarme. Pero, en su lugar, dije:

—Estaba haciendo el guión de un proyecto. Me ha dicho mi tutor que me han aceptado para... —Callé al mismo tiempo que negaba con la cabeza. Seguro que tendría mejores cosas que hacer que escucharme—. ¿Sabes? Mejor olvídalo. Es una tontería.

Ella se inclinó hacia delante, interesada.

—No lo es. ¿De qué va tu proyecto? Suena interesante.

La bibliotecaria nos lanzó una miradita de advertencia desde el lugar en el que estaba, frente a la enorme mesa de escritorio de caoba, al frente de todo. Felicity me miró culpable. Recogí mis cosas. La biblioteca era un edificio enorme de tres plantas dedicadas al estudio individual, con cubículos de madera separados entre sí, y dos entreplantas para el trabajo en grupo. Allí podíamos hablar sin ningún tipo de miedo, debatir y hacer largas sesiones grupales. Lo que más me gustaba era que desde el tercer piso podía admirar la vista impresionante del lago Greenfield, que estaba a tan solo diez minutos. Podría pasarme horas sentado junto a la ventana, escribiendo con la imagen del agua cristalina de fondo.

Seguí a Felicity a través de las escaleras hasta llegar al exterior, donde el frío nos dio una bienvenida helada. Me ajusté mejor el abrigo negro para mantener el calor y no sufrir una congelación espontánea.

—Ahora sí, mucho mejor —comentó una vez que volvimos a estar solos, lejos de oídos indiscretos—. ¿Qué era eso que me estabas comentando?

Me metí las mano en los bolsillos del pantalón. Pateé una piedra con los pies.

—Mi tutor me ha escrito hace unos días. Al parecer, mi propuesta ha pasado a la final del concurso Proyectos creativos para un futuro mejor. Ahora me toca desarrollarlo, y tengo que hacerlo bien. Pero estoy tan emocionado. ¡Ojalá sirva para algo! Es mi sueño ayudar a los demás.

Wow, ¡felicidades! Creo que Sky también ha participado en ese concurso. Me suena. No estoy segura. —Sus mejillas se tiñeron de un rosa adorable. Era tan mona... Me entraban muchas ganas de achucharla—. Me da mucha vergüenza admitir que no lo sé. No quiero que piense que no la escucho, pero estos últimos días he estado muy estresada. No me han aceptado en el practicum que quería y estoy buscando un plan B. Es re injusto.

Por supuesto que sabía que ella hablaba español. De vez en cuando se le escapa alguna que otra palabra mientras hablaba, sobre todo cuando se alteraba o estaba muy emocionada. Me encantaba y, al mismo tiempo, me dejaba KO oírla con ese acento hermoso que tenía.

Le lancé una mirada triste.

—Jo, lo siento. ¡Menuda putada!

Metió las manos dentro de la chaqueta de color lila.

—No quiero pensar en eso. Sé que soy buena y que valgo, ya lo he demostrado. El finde volveré a echar solicitudes.

—Mucha suerte. Seguro que lo consigues. Tengo fe en ti.

Arrugó la nariz.

Logan, ¡qué lindo que eres! —Le brillaron los ojos—. ¿Ves? Si cuando quieres puedes ser muy encantador.

Me pasé una mano por el pelo, con el corazón desbocado. Felicity dio un paso al frente y me apoyó una mano en la mandíbula, sin perder la conexión que se había creado entre nosotros. ¿Se daría cuenta del dulce hormigueo que me provocó el suave roce de sus dedos?

Tragué saliva. De repente sentí la boca seca, las palmas de las manos sudorosas y las mejillas ardiendo.

—¿Qué pasa? ¿Te ha comido la lengua el gato? —me provocó con una sonrisa traviesa.

Tomé una gran bocanada de aire, meneé la cabeza de un lado a otro e hinché el pecho para darme aires de seguridad.

—¿En serio crees que necesito un cambio?

Me dio un gran repaso con los ojos. Intenté con todas mis fuerzas no estremecerme bajo la intensidad de esas pupilas azul verdosas. Estudió con atención la ropa que llevaba, los gestos... ¡todo! Mientras tanto, yo me estaba muriendo de los nervios.

Hizo un ruidito con los labios.

—¿Puedo ser sincera?

—Sí.

Inclinó la cabeza.

—Vale. —Sopló el mechón que le estorbaba en los ojos y yo tuve que contener mis ganas de pasárselo por detrás de la oreja—. Eres un chico majísimo, pero esa timidez que tienes no te deja extender tus alas. No sé qué es lo que te frena, no tengas miedo de lo que los demás puedan pensar de ti. Si sigues así, vas a quedarte solo y ser un amargado.

—¡Eh!

Puso los ojos en blanco.

—Me has pedido que sea sincera, ¿no? Pues te aguantas. Solo necesitas abrirte al mundo.

—Como si eso fuera tan fácil —refunfuñé de brazos cruzados. Si tan siquiera supiera lo difícil que era para mí hablar en público...

Resopló.

—No seas tan dramático.

Le eché una ojeada larga. Parecía muy segura de sí misma, con la espalda bien erguida, la sonrisa confiada y los brazos en jarra.

—¿Qué propones que haga? Es imposible que sea tan social como tú.

Su sonrisa se hizo aún más grande y me puso los pelos de punta. ¡Oh, no! Supe que estaba en problemas mucho antes de que abriera la boca.

Con un movimiento rápido, me agarró del brazo y tiró de mí. No sé si ella sintió la misma descarga eléctrica allá donde nuestras pieles se unieron ni si su estómago se puso del revés como el mío.

—Ven conmigo. Se me ha ocurrido una idea genial.

Me guió a través de las calles concurridas. Solté una risita tímida.

—Esto es una locura.

Sí, lo era, pero yo estaba dispuesta a vivir cada una de ellas con tal de pasar más tiempo con Felicity, porque, debía admitirlo, estaba loco por ella.

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