Capítulo 1
✎ Logan ✎
Mr. Encantador, tienes más de mil notificaciones.
Me metí en mi blog a través del teléfono, sin antes echar un vistazo a mi alrededor. No quería que nadie ajeno se enterara de en qué andaba metido. Sonreí al leer los últimos comentarios de la reseña que había subido el día anterior.
@LaChicaChups: Leí este libro hace un par de meses y me ha parecido increíble. Lo recomiendo mucho.
@PiliYMili: Como siempre, una reseña muy completa. Me encanta que analices cada punto.
@OlsensSecretSister: ¿De dónde sacas el dinero para leer tanto? Me das mucha envidia.
Esbocé una sonrisa mientras mi dedos bailaban en el teclado.
No sé cuándo ocurrió, solo sé que de la noche a la mañana el blog que creé cuando estaba en el instituto se hizo muy conocido. Cada día tenía más y más audiencia y a mí me encantaba ver que aquello que escribía les gustaba a los demás.
Aunque en realidad nadie sabía quién estaba detrás de Mr. Encantador.
Pronto tuve que volver al mundo real. Bloqueé el teléfono en cuando vi que varios de mis compañeros entraban en el aula. Alguno que otro me echó una miradita larga, pero quitando a Lynn, mi mejor amiga, el resto pasó de largo. La morena, en cambio, se sentó a mi lado y me regaló una sonrisa.
—¿Qué tal está el chico más popular de Internet? —canturreó mientras me revolvía el pelo con cariño.
—Sabes que odio que hagas eso.
Soltó una carcajada malvada para, acto seguido, lanzarme un guiño.
—Por eso mismo lo hago, cariño.
Lynn y yo habíamos estudiado juntos desde que éramos unos críos. Nos hicimos inseparables y, a pesar de que en el pasado caí en el cliché de sentirme atraído por ella, con el tiempo dejé de sentir mariposas en el estómago. Ahora éramos mucho más que amigos.
Señalé los apuntes.
—¿Has estudiado para el parcial?
Suspiró.
—Lo he intentado, pero ya sabes lo inquietos que son Kylie y Levi.
—Seguro que sacas muy buena nota. Siempre lo haces.
Se pasó las manos por el pelo.
—Pues no sé cómo. Con todo el follón que tengo en casa no entiendo que no haya descuidado ni los estudios ni el trabajo.
—A todo esto, puede que dentro de poco te haga una visitilla. —Me señalé—. Este nerd necesita más combustible.
Me pellizcó en el brazo.
—Tú lo que quieres es beneficiarte de mi descuento en libros, so cabrón.
Le di un manotazo cariñoso.
—Eh, esa boca. Miedo me da miedo lo que los mellis copien de ti.
Hizo una mueca.
—Oh, sabes que no soy tan mal hablada.
Reí. Me encantaba picarla.
Nos quedamos callados en cuanto el profesor entró. Estudiaba Pedagogía en la NCU, una de las universidades más prestigiosas del país. Por allí habían pasado grandes estrellas de fútbol y del pop actual. Era impensable que leyendas como esas pisaran en el pasado esos mismos suelos de baldosas anticuadas.
Me encantaba la carrera, aunque fuera muy exigente. En el futuro quería trabajar en un colegio para ayudar a los niños con necesidades educativas especiales. Me encontraba en mi tercer año de carrera y, aun así, ya sabía que quería especializarme en el área de las Altas Capacidades, pues era un campo que a día de hoy no estaba muy bien estudiado. Mi hermano mayor fue un alumno así y el centro no supo verlo hasta que fue demasiado tarde.
La mañana se me hizo corta y, pronto, estaba yendo a la cafetería para almorzar. Me había apuntado a un club de lectura y la primera sesión sería esa misma tarde. No me daba tiempo de ir hasta el apartamento compartido en el que vivía, comer y volver porque estaba un poco lejos del campus.
Me despedí de Lynn con un beso en la mejilla.
—Suerte en la librería esta tarde. ¡Qué envidia me das, perra! Ojalá pudiera trabajar en el paraíso de los libros.
Arrugó el morro de manera exagerada.
—Tu alma de nerd me da mucho cringe ahora mismo.
Le tiré un beso.
—En el fondo me quieres.
Puso los ojos en blanco.
—Pero muy en el fondo.
Me despedí de ella en la entrada, donde mi mejor amiga se marchó hacia la parada de autobús y yo entré en el pequeño edificio destinado a la cafetería y al restaurante. No podía quejarme. Amaba la universidad con toda mi alma, cada una de sus secciones y programas que ofrecía. Había estado ahorrando para poder apuntarme a los distintos talleres, como, por ejemplo, al cursillo de escritura al que asistí en mi primer año de carrera.
Era una puta fantasía.
Almorcé en silencio, solo. Mi única amiga era Lynn, la que a veces me sacaba de mi zona de confort. Me había arrastrado de fiesta en más de una ocasión, aunque lo mío era más quedarme en casa, estudiando, leyendo o escribiendo.
Noté cómo un par de compañeros me lanzaban alguna que otra miradita. Intenté no hacerles caso. Se creían lo más de lo más solo por ser parte de la Élite del deporte. Si tan solo supieran quién había bajo esa fachada que mostraba...
No es que fuera un antisocial o un friki, pero cuando desde pequeño había tenido que renunciar a mi vida social por los campeonatos de natación... todo sumaba. Ahora me costaba hacer amigos. Pensaba que se aburrirían si les mostraba al verdadero Logan, al amante de las novelas juveniles y románticas, al escritor.
Al levantar la vista del libro que estaba leyendo, la vi, sentada junto a los idiotas de antes. Era hermosa, la más popular de toda la universidad. Se codeaba con la créme de la créme y siempre lucía impecable. Hicimos un breve contacto visual que me aceleró el corazón. Era perfecta. Desde esa boquita rosada hasta esos ojazos claros cubiertos de un abanico de pestañas. Ese día llevaba el pelo oscuro recogido en una coleta, los mechones largos del flequillo al aire.
Suspiré.
¿Por qué tenía que estar fuera de mi alcance?
Cuando recogía mis cosas para marcharme del comedor, uno de sus amigos me dio un empujón al pasar por mi lado.
—¡Quítate de en medio, gafotas de mierda! Vuelve al laboratorio del que saliste.
Todo el grupo se rio con carcajadas estridentes. Me ajusté mejor las gafas para, después, encararlo.
—Muy gracioso, James.
El susodicho me lanzó una mirada fulminante.
—¿Qué hace un ratón de biblioteca como tú hablando con nosotros? ¡Apártate!
Me tiró al suelo de un empujón. Vi como los gilipollas se volvieron a reír de mí. Me sentí tan humillado e impotente por no saber cómo enfrentarlos, por no poder parar sus burlas constantes solo porque fuera un chico callado, porque no me gustara ir de guay por la vida. No era mi rollo.
Su voz melodiosa se hizo sonar por encima de la de los demás, cortante.
—Eh, no tiene gracia.
Pero ya no la escuchaban; avanzaban por la cafetería como si fueran los dueños de todo, empujándose entre ellos como orangutanes.
Me tendió una mano al mismo tiempo que su rostro en forma de corazón se iluminaba con una sonrisa.
—Siento el comportamiento de James. A veces es tan idiota.
Le tomé los dedos y, cuando su piel rozó la mía, sentí un hormigueo cálido, una corriente eléctrica que se extendía por cada célula de mi ser. Muy seguro de que tendría las mejillas rojas y con el pulso desbocado, tartamudeé:
—Gra...Gracias, F...Felicity.
Quise desaparecer de ahí, más cuando su nombre me salió en un susurro tembloroso. ¿Por qué no podía ser más extrovertido, como ella o como el imbécil de James? Odiaba que el simple hecho de tenerla delante me pusiera tan nervioso.
Se llevó las manos a la cabeza.
—No entiendo por qué se comportan como niños pequeños, no mereces esto.
Infló los mofletes de esa forma tan adorable y sexy que tenía. Porque todo en ella era una obra de los mismísimo dioses, una creación divina. Era la más bonita de todas las flores.
Me lanzó una miradita de disculpa antes de unirse a ellos. Los perdí de vista en un santiamén. Odiaba a esa clase de personas, a los que se creían guays por encima de todo, intocables.
Terminé de comer y me puse en marcha. Tenía las expectativas muy altas con el club de lectura al que me había apuntado. Aunque cuando unos minutos más tarde entraba en el aula que nos habían asignado, quise que la tierra me tragara. Porque en una de las sillas estaba ella.
La chica más popular y atractiva del campus.
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